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sabemos que la Academia incluye algunas locuciones latinas, de antiguo castellanizadas, no le hace, y esto con su habitual prudencia, sino cuando son del dominio general y no del tecnicismo de una ciencia; ni tenemos por verdaderamente aragonesas, aunque de uso paric u ar de nuestros escritores, algunas libertades deriva das del idioma castellano, como tierra baja para denotar cierta comarca de la derecha del Ebro y alto Aragon para denotar la de la izquierda, turbante en sentido del que turba, comisante por el que comisa y adminiculado de adminicular, voces usadas por Larripa; adrezar que dice Blancas; catedrero que consignan los Gestis de la Universidad de Zaragoza; consimile por semejante; reforme por reforma y tisiquez por tisis, que hemos leido en otra parte; caminos circunstantes que tambien hemos visto usado; membranáceo que dice no mal, en lugar de membranoso, el racionero Latassa; comisarios (54), cercenadores, lugar tenientes y otros cargos que no puede especificar el Diccionario de la lengua y que sin embargo son corrientes en los tratados de legislacion aragonesa.

Procedemos en este punto con tal cautela y tan desapasionadamente, que ni damos cabida á algunas palabras (55) por el solo hecho de hallarse en nuestros autores y no en el Diccionario de la Academia; ni incluímos otras que son explicadas como aragonesas por algunos escritores pero que en el Diccionario oficial figuran como castellanas, tales son universidades, gramallu, pedreñal y otras varias; ni acre

(54) Aludimos á los comisarios forales, los de viedas, los de transeuntes, los de la sal, los de los bienes aprehensos y otros.

(55) Como laticlavo y angostoclavo que usa Cuenca, pero que proceden directamente der latin y se hallan adoptadas por los franceses y aun castellanizadas en algunos diccionarios de ambas lenguas.

cemos mucho nuestro Vocabulario con otras cuya definicion académica no tiene el alcance de los textos aragoneses como en aquellas hermosas palabras de la Union <«porque non querrian, si Deus e el seynor rey quissies, tener ni seguir otra carrera que la suya;» ni aun reputamos como aragonesa la palabra dosel usada en las coronaciones de Blancas y calificada como esencialmente aragonesa por él y su comentador el cronista Andrés, el cual para su mejor inteligencia se refiere, bien inoportunamente por cierto, al Tesoro de Covarrubias y al Comento del Polifemo, escrito por Garcia Coronel, cuyos autores no le dejan muy airoso con sus declaraciones.

Lo mismo hemos practicado con algunas palabras puramente lemosinas ó catalanas como muleix, res, tantost, apres, nueyt, muyto, destrenyer (acosar), los adverbios en ment o mientre, y con mucha mas razon cercar por buscar que usa el Códice de los Privilegios de la Union, y environar por cercar que dijo el rey D. Martin en la famosa oracion con que abrió las cortes de 1398. Hemos tambien omitido algu nos de los muchos tributos ó pechas que en documentos latinos aparecen, pero que no creemos del todo aragoneses, como plantáticum que se pagaba por echar el ancla, plateaticum por pasar las plazas, porcagium por los cerdos, salinaticum por la sal, portulaticum y tavitáticum por las naves, etc.; y tambien algunos de los oficios de la casa real, como subbotellerius, subfornarius, sobrecoch (gefe de la cocina) y otros varios, si bien con esta ocasion enumeraremos los que se hallan discernidos en las Ordinaciones de la Real casa de Aragon, compiladas por Pedro IV en idioma lemosin el año 1344, traducidas al castellano en 1562

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el protonario D. Miguel Climente de órden del príncipe D. Cárlos y dadas á la estampa en Zaragoza año de 1853 D. Manuel Lasala, cuyos oficios (que deciamos) son, dejando á un lado los de uso y nombre mas conocidos, los de botilleros mayores y comunes, aguador de la botilleria, panaderos mayores y comunes, escuderos trinchantes, argentarios ó ayudantes de cocina, menucier ó repartidor, escuderos que traen los manjares, comprador, cazadores ó perreros, sobreacemilero y solacemilero, tañedores, escuderos y ayudantes de camara, guarda de las tiendas, costurera y su ayudante, especiero, barrendero y lavador de la plata, hombres del oficio del alguacil (jusmetidos à él para aprender criminosos), mensageros de vara ó vergueros, escalentador de la cera para los sellos pendientes, selladores de la escribanía, promovedores, enderezadores de la conciencia, sotaporteros, servidor de la limosna y escribano de racion que era á manera de contador ó tenedor de libros.

Con igual economia hemos obrado al examinar el Indice donde se declaran algunos vocablos aragoneses antiguos, el cual, aunque trabajado por el insigne Blancas, si bien contiene doscientas nueve voces, pero trae muy pocas rigurosamente aragonesas; y aun por eso no hemos incluido de entre ellas sino diez, habiendo despreciado las que nos han parecido castellanas antiguas, que son las mas, y habiendo renunciado no sin pena á algunas otras que no dejan de tener semblante aragonés, como son aconsegüexca alcance, bellos ricos, boticayx bofetada, camisot alba, caxo mejilla, desconexenza ingratitud, esguart cuenta, guarda-corps sayo, las oras entonces, lunense apartense, meyancera mediania, ont por esto, pertesca parta o tome, pertaña toma, rengas rien

das, sines sin, vaxiellos vasos, umple llenó, izca salga.

Esa misma parsimonia, pero mucho mas fundada, nos ha guiado en cuanto a las palabras castellanas que Ducange define en su Glosario (56), apoyado en documentos aragoneses, cuales son, entre otras, acémila, albarda, alodial, arada, armador, azcona, bandosidad, cabezalero, cahiz, corredor, escombrar, espera, fincar, jurista, malatia, maleta, mayoral, mezclarse, parral, pérdi:la, perdidoso, quilate, quita – cion, rastro, realengo, renegado, saca, salva, sesmero, sobreseimiento, soldada, sollo, tapial, taza, timbre, tornidizo y trepado (57). Y si contra este nuestro sistema de conceder á Castilla cuanto la Academia le atribuye (sea cual fuere el verdadero origen de las voces), damos cabida á las ciento ó algunas mas académicas que Peralta incluye en su Ensayo de un Diccionario aragonés castellano, es, no tanto por ser ellas de mas uso, si ya no de procedencia aragonesa, cuanto por respetar, como base de nuestro Vocabulario, el primer trabajo que se hizo en ese género; mas, asi y todo, las señalamos, para descargo de nuestra responsabilidad

(56) Glossarium medio et infimæ latinitatis, por Carlos Dufresne Señor de Ducange, aumentado por los monges de San Benito y por Carpentier religioso de la congregacion de S Mauro.--Nos hemos servido de la edicion de Didot (1840 y siguientes), que es en seis volúmenes y contiene un Prefacio de Ducange, otro de los benedictinos para una nueva edicion, una epistola de Baluzio sobre la vida de Ducange (fue belga, nació en 1610 y murió, de 87 años despues de haber honrado como abogado el foro de Paris), un prefa cio de Carpentier, á quien se facilitó en 1738 para la continuación del Glosario el Tesoro de Cartas, y cerca de diez y seis mil columnas de lectura compacta en que se definen con abundantes autoridades las palabras que se hallan en los documentos de la baja latinidad.

(57) Tampoco no hemos querido traducir, para incorporarlas en nuestro Diccionario, algunas palabras no castellanas y tomadas de documentos aragoneses, como conteribusterius pechero, cubilaris predio rústico, èmbola caballeria de carga, encanum subasta, enfrachescere hacer franco ò libre de pago, flaqueria panaderia, juvenis homo plebeyo y pasante de escribano, testinia armadura para la cabeza.

literaria, con una letra particular què las distinga, y esto nos permite marcar asimismo las que como aragonesas ó provinciales incluye la Academia y las que se deben esclusivamente á nuestra tal cual diligencia.

Pero no hacemos tanto, antes las excluimos por completo, con muchas de las voces que en sus respectivas obras de historia natural escribieron dos insignes botánicos, Bernardo Cienfuegos en los primeros años del siglo XVII y D. Ignacio de Asso (zaragozano) en los últimos del XVIII: Este, sobre todo, á quien se deben muy curiosos y eruditos tratados sobre las producciones, las ciencias, las leyes, la economia política y aun la literatura de Aragon, tuvo la advertencia de consignar, lo mismo en su Synopsis surpium indigenarum Aragonic (1779), que en su Introducto ad Oryctographiam et zoologram Aragonia (1784), las voces puramente aragonesas con que se designaban y todavia se designan en el pais (que recorrió herborizando y estudiando su suelo y los animales que le pueblan) los objetos sometidos á su descripcion. En consecuencia de su plan, calificó unas veces con la palabra vernaculé ó provincial de Aragon, otras con la mas espresiva de nostratibus, las palabras que tenia por esclusivamente aragonesas, distinguiéndolas de todas las restantes con la anteposicion de la palabra hispanis; y por si pudiera dudarse de que designaba con aquellos antepuestos los vocablos aragoneses, él mismo lo declara, ora en el prólogo diciendo Adjunxi enam vernacula provintiæ nostræ nomina, ora en el Indice que titula Nomina hispánica et vernacula Aragoniæ.

Y decimos todo esto, porque parece despues muy es

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