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brolla, crocodilo, (latino puro) verificar, ogepcion, asasinar, etc. Séanlo tambien mesmo, trujo (65), agora, escuro, enantes, dende, que los poetas dicen con frecuencia. Séanlo igualmente estentinos, malmeter y rancar, que usa Juan Lorenzo de Segura; emparar que se lee en Berceo; bulra, estoria, estruir y mandurria que emplea el arcipreste de Hita; churizo (66), previlegio y rétulo, que nos dice Covarrubias; rabaño y aspárrago que conforman mas con la etimologia hebrea y latina; pedricado, que dice el rabí D. Santob; cantacio, estentino y otras muchas que se ven en el Cancionero de Baena; empués, que dice Marcuello (pero tambien Berceo); agüelo y cudicia Aldrete; acontentar el autor del Diálogo de las lenguas; inconvinientes, encorporar y muchas otras Zurita; riguridad Tirso de Molina; mesmamente el P. Isla.

Pero estas palabras no son otra cosa, aunque saludadas con el nombre de barbarismos, sino ligeras desviaciones enfónicas de otras verdaderamente castellanas: las hay que siendo notadas en Castilla como arcaismos, son en Aragon bastante corrientes, y de ellas citarémos (aunque no hagamos uso de todas en el Diccionario) abejera, aconsolar, afigir, afirmar, almuestas, aplegar, apoticario, árcaz, asin, asisia, asumir, azarolla, bahurrero, batıfulla, batimiento, bogeta, buco, cadillo, calendata, cablieva, canso, capacear, casada, cocote, coda, espedo, fajo, fendilla, ferial, fosal, interese, marzapan, mayordombria, mida, mueso, nano, ostaleros, olri,

(65) Es muy curiosa, sobre este vocablo la opinion del autor del Diálogo de las lenguas: dice que es mas suave truxo que traxo, aunque en latin es traxit y que «por la misma razon que ellos (los cortesanos, caballeros y señores) escriben su traxo escribo yo mi truxo,» y añade que escribe saliré y no saldrè porque viene de salir.

(66) Rosal pone en su Vocabulario churizo y no chorizo, é incluye algunas palabras de las primeras que llevamos citadas.

pasturar, peñorar, pigre, tardano, tributacion etc.; de cuyo catálogo, que pudiéramos no sin dificultad engrandecer, se deduce lo que ya hemos indicado, es á saber, la religiosidad con que el pueblo ha guardado la antigua manera de hablar, haciendo en él la ignorancia las veces del respeto.

No son menos recomendables, pues son igualmente puras y perfectamente conformes con la índole ó genio del idioma, las palabras compuestas que ostenta el aragonés. No hay para qué decir la belleza У el número que de los compuestos resulta; ni la facilidad con que la lengua española los admite, merced á sus terminaciones vocales y á la buena proporcion en que entran estas letras; ni la condensacion que producen, economizando circumloquios y partículas; ni el uso que de ellos hicieron las lenguas antiguas, principalmente la griega: todo es demasiado conocido para necesitar esplanarlo, y mucho menos aqui en donde por otra parte no tiene su principal asiento. Pues bien: de estas composiciones que deben tomarse, sino es en las ciencias, del fondo que ofrece el propio idioma (segun lo insinuó Mayans con acierto, tomando cabalmente por ejemplo una voz aragonesa) hay algunas, entre las muchas que á cada paso inventa la conversacion, como aguacibera, aguallevado, aguatiello, ajoarriero, ajolio, alicáncano, alicortado, antecoger, antipoca, apañacuencos, arquimesa, arrancasiega, babazorro, botinflado, cabecequia, carasol, casamuda, cazamoscas, contrayerba, entrecavar, esconde cucas, gallipuente, habarroz, hurtadineros, malbusca, matacabra, matacan, miramar, paniquesa, rabiojo, sobrebueno, sobrecielo, tragacantos, zabacequias.

Y si de los compuestos pasamos á los derivados', que

son una parte tan principal, y por ventura la mas numerosa de los idiomas, ¿cuántos no encontraremos en Aragon, cuya mayor parte debieran adoptarse por la Academia? Permítasenos ofrecer de ellos una muestra, la cual, contribuyendo á esclarecer este punto, dejará tambien probado que en la conservacion tenaz de sus modos de hablar, generalmente proceden los aragoneses con una lógica instintiva, muy agena de la especie de estrañeza depresiva con que son saludados sus provincialismos. Véanse, sino, las palabras aceitero, adinerar, afascalar, agramar, aguachinar, agüera, ahojar, aladrada, alaica, anzoleto, añero, apabilado, apenar, aquebrazarse, arrancadero, arrobero, asolarse, azutero, bajero, boalage, bolsear, brazal, cabecero, cabezudo, cabreo, calorina, callizo, canalera, cantal, capolado, capucete, casera, comprero, collete, cresarse, crujida, cuaternado, culturar, cunar, chorrada, defenecer, dentera, desbravar, descodar, desgana, encerrona, engafetar, enzurizar, esbafar, escorchon, escorre— dero, estribera, frontinazo, galgueado, helera, huevatero, jetazo, juguesca, lavacio, manifacero, mañanada, maseta, matacía, mitadenco, molada, ocheno, oleaza, parejo, pastenco, peduco, picoleta, plantero, pulgarillas, racimar, repaso, saquera, simoso, sondormir, sudadero, tardada, ternasco, venderia, volandero.

Hay otras muchas palabras que difieren muy poco de las correspondientes castellanas, resultado necesario de la varia eufonía de las provincias, á veces de la mayor ó menor fidelidad etimológica, y no pocas del simple decurso de los tiempos, que refinan ó adulteran, pero no para todos, el idioma. Vocablos hay que varian la terminacion, como abe jero por abejaruco, ancheza por anchura, apuñadar por apuñear, asanoriate por zanahoria, balsete por balsilla, blanque

ro por blanqueador, capaza por capacho, cargadal por cargazon, corrinche por corrincho, chaparrazo por chaparron, dalla por dalle, exigidero por exigible, friolenco por friolento, perera por peral, pescatero por pescadero, picor por picazon, rocador por rocadero. Unos se han sincopado en Aragon, como abrío por averío, albada por alborada, cartuario por cartulario, censalista por censualista, cobar por cobijar, chapear por chapotear, mida por medida, zanguilon por zangarullon: otros, al contrario, se han alargado por epéntesis, como aliron por alon, bienza por binza, cadiera por cadira, carracla por carraca, empedrear por empedrar, hilarza por hilǝza, jarapotear por jaropear, marrega por marga, panso por paso, valentor por valor. Unos suprimen por aféresis la sílaba inicial, como caparra por alcaparra, dula por adula, jada por azada, jambrar por enjambrar, pedrada por apedreada, zafran por azafran: otros la toman por prótesis, como amerar por merar, asesteadero por sesteadero, atrazar por trazar. Unos pierden la final por apócope, como alum, brócul, caparrós, espinai, por alumbre, bróculi, caparrosa y espinaca: otros la toman, como rondalla por ronda. Algunos duplican uua letra, como acerolla, sarrampion, por acerola, sarampion: otros son anagramáticos, como amorgonar y arraclan, por amugronar y alacran: otros obedecen mas al orígen latino, como bufoneria, calonia, concello, curto, grámen por buhonería, caloña, concejo, corto, grama: otros padecen la leve alteracion que algunos gramáticos llaman antítesis, como sucede en achacarse, albellon, alcorzar, almadia, anganillas, aradro, bofo, boteja, cogullada, ensundia, furrufalla, garufo, gayata, jijallo, lezna, mandurria, panolla, restrojera, rujiada, tamborinazo y vendema, cuyas equivalencias castella

nas no es necesario enumerar. Otros, finalmente, se distinguen por su sílaba inicial es, que en Aragon suele preceder como privativa en lugar del antepuesto des, y aun aumentarse á la voz castellana, como se vé en esbafar, escañarse, escrismar, esgarrar, espatarrarse, estral, estrévedes (67) y esvarar, bien que la lengua castellana es tambien abundante en esas voces, la mayor parte anticuadas (y esto prueba nuevamente en favor de Aragon lo que á la página 71 llevamos dicho) como escañar, esfogar, esfriar, espabilar, espalmar, espavorido, espedirse, espejar, espeluzar, esperezarse, espolvorear, esposado y estajo.

Tambien son de citar, y merecerian una interesante esplicacion individual, algunas palabras y modismos, que, sin separarse del idioma com'ın, tienen valor nuevo en Aragon, por estar tomadas graciosamente en sentido figurado ó translaticio, cuya manera de hablar es uno de los mas altos primores de una lengua. Notaremos como ejemplo, acantalear, ajustarse, albarrano, andaderas, anieblado, armarse fandango, asnillo, bandearse, barbaridad, brazo de S. Valero (68), caballon, cárcavo, carmenar, crujida, chaparrudo,

(67) Estrèbedes, ilarza y ahujeros son los nombres de sendas calles en Zaragoza, según sus azulejos que para nosotros son documentos oficiales, como dirigidos por el Ayuntamiento, y cabalmente colocados en 1770, cuando estaba en toda su plenitud la influencia castellana, y cuando ya se conocia la buena ortografia, de que cuidaron poco nuestros mayores. Verdad es que, si bien presidió en la nomenclatura de las calles un espíritu por decirlo asi moderno, pues hay sobre treinta que recuerdan á otros tantos personajes de las épocas romana, árabe y cristiana, como Cineja, Bonaire, conde de Alperche, D. Juan de Aragon, los Urreas y otros; en cuanto á ortografia, dejan mucho que desear, notándose a veces que para una sola calle hay dos azulejos, con by con v, lo cual tambien se observa en ambos costados á la puerta de la Universidad literaria.

(68) San Valero es patron de Zaragoza y su arzobispado, y entre los oradores del púlpito era llamado antonomásticamente el brazo fuerte: asi lo hemos oido en mas de una ocasion, ademas de haberlo leido en una lista manuscrita de antonomasias, escrita en el siglo pasado con varios otros papeles de materia predicable.

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