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árabe, el griego y aun el latin y el italiano, como que reune mas de treinta diversas terminaciones (79), habiendo palabra que permite ella sola doce desinencias, claro es que no aplica todas esas variantes ó aumentos de final á todas las palabras, antes se conforma con lo que cada una permite (80); mas en medio de ser esto cierto, las en ico, en illo y en ito son terminaciones generales que se aplican indistintamente á casi todos los nombres, habiendo entre ellas una verdadera sinonimia.

Pero el diminutivo en ico tiene dos ventajas incontestables, el uso preferente que de èl hicieron los padres de la lengua, y su significacion especial è intrínsecamente distinta de los de otras terminaciones. En los escritores de nuestros orígenes, sobre cuyos sencillos versos parece que vagaba, come una fresca brisa sobre las plantas silvestres, el ambiente de la naturalidad, era el diminutivo en co e que dominaba en la espresion de los afectos ó las apre ciaciones, y por eso es tan general en la poesia popular y

el

(79) ¿Qué lengua puede, en efecto, presentar, sin sus diminutivos irregulares y subderivados, que no son pocos en la española, las variadísimas desinencias de palmalica, vientecillo, bonito, palomino, cobertizo, escobajo, añalejo, ballenato, viborezno, mesela, florete, islote, pobreto, acertijo, partija, campanil, Maruja, panoja, frailuco, molècula, minúsculo, trastuelo, Manolo, langostin, limpion, hilacha, boliche, casucha, tenducho, libraco, particia, y tal vez alguna otra que sin dificultad habrá escapado á nuestra diligencia? ¿Qué idioma presenta sobre un solo nombre las variantes de librico, librillo, librete, libretillo, libreton, libraco, librin, libracho librejo y librecillo, asi como las doce que comunmente se citan sobre el adjetivo chico, ya diminutivo?

(80) Hay palabras, por ejemplo demonio, que, porque han de duplicar enfadosamente la i, no sufren tan bien los diminutivos en ico, illo, ito como el agraciado en ejo: hay otras que tienen diminutivos de preferencia para evitar confusion con los homónimos de los otros, como hora que admite horita y horica pero no horilla ni horeja que, si no en la escritura, tienen otro significado en la pronunciacion: hay, finalmente, provincias que tienen predileccion á determinados diminutivos, como las de Aragon á los terminados en ico.

en la familiar de posteriores tiempos. ¡Qué bien dicho está en una farsa de Lucas Fernandez

¡Oh, pastorcico serrano!

¿viste, hermano,

un caballero pasar?

y en un romance sobre el moro Calainos

Bien vengais, el francesico

de Francia la natural?

¡Cuán propio es de la poesia de Castillejo, último trovador de los amores y la sátira, paladin de la poesia nacional contra los petrarquistas, contra los luteranos como él decia, cuán propios son de aquella poesia fácil y sentida aquellos versos, ya pertenecientes á una época muy adelantada, en que se pinta con gracia inimitable á un vizcaino borracho metamorfoseado en mosquito

tuvo con esto à la par
una risica donosa,
las piernas se le mudaron
en unas zanquitas chicas,
los brazos en dos alicas,
dos cornecicos por cejas!

¡Qué bien sienta en Rodrigo de Cota ó Juan de Mena, ό quien quiera que escribiese la primitiva Celestina (que nosotros no hemos de desatar nuestras dudas como el editor de Barcelona que atribuyó á aquellos dos tan admirable obra); qué bien sienta aquella aglomeracion graciosa de diminutivos «Nezuelo, loquito, angelico, perlica, simplecico, lobi – tos en tal gestico, llégate acá putico etc.»! ¡Qué encanto hay en aquellas deleitables fontecicas de filosofia, que nos dice

Fernando de Rojas! ¡Qué espontaneidad tan amorosa en Fr. Luis de Granada el pollico que nace luego se pone debajo de las alas de la gallina... y lo mismo hace el corderico; en Mendoza las mañanicas del verano á refrescar y almorzar; en Santa Teresa al primer airecico de persecucion se pierden estas florecicas; en Guevara lo demas que callandico me pedistes en la oreja etc.; en Avila cuando aconseja conservar esta centellica del celestial fuego; en Lope para quien la constelacion de S. Telmo era una estrellica como un diamante! (81) ¡Qué difíciles son de enmendar aquellas tajadicas subtiles de carne de membrillo con que se atendia á la voracidad plebeya de Sancho el Gobernador, aquellos zapaticos para sus hijos que echaba de menos su muger, y, entre muchos pasajes de la GITANILLA DE MADRID, aquel «Preciosica, canta el romance que aqui va porque es muy bueno»! y ¡cuán superior es en la misma novela aquel cabo de romance (82) «Gitanica que de hermosa te pueden dar parabienes» sobre el que le sigue. «Hermosita, hermosita, la de las manos de plata!» ¡Qué tono de familiaridad en aquella carta de Caballero de la Tenaza «Ahora es, y aun no acabo de santiguarme de la nota del billetico de esta mañana!" (83)

(81) En un ligero Estudio que el autor de esta Memoria consagró no ha mucho à los diminutivos y sobre todo al terminado en ico, citó, ademas de estas autoridades, á Luna, Timoneda, Jáuregui, Quevedo, Calderon, Moreto, Iglesias y Miñano; pudiendo ofrecerse otras muchas sin mas dificultad que la de abrir nuestros clásicos.

(82) Romance se llama alli (y romance debe llamarse) aquella agradable composicion de Cervantes, por mas que se halle escrita en redondillas. En efecto, ademas de su ligereza y de su aire cantable y popular, que es lo que constituye su foudo, de donde toma nombre, no hay sino abrir els Romancero español en donde se verán, junto al monorrimo característico del romance, la redondilla, la quintilla, el pie quebrado y otras combinaciones métricas

(83) En el P. Isla es muy frecuente ese diminutivo y pudieran citarse de él muchos pasajes sin salir de sus famosas Cartas de Juan de la Encina,

Y viniendo todavía más á nuestros tiempos, cuando la lengua y la poesia tocaban el último grado de la perfeccion, el principio ya de su inminente decadencia, léanse nuestros grandes poetas dramàticos y líricos, y veremos que, cuando el asunto les consiente cierta familiaridad, prefieren el ico para denotarla mas fielmente, como en los versos de Calderon

La ropilla ancha de espaldas,
derribadica de hombros,
y redondica de falda;

como en Moreto, en quien todavia resulta mas terminantemente nuestro aserto cuando entre sus personajes de TRAMPA ADELANTE pone à Jusepico y Manuelico pages, á la manera de Quevedo que llama Pablicos al héroe de su novela el Buscon (84).

Tan admitido era entre los mas serios escritores aquel diminutivo, que en el testamento (verdadero ó falso) del Brocense, el cual inserta é impugna con sn exquisito natural buen juicio el Sr. marqués de Morante en la escelente. vida de aquel humanista publicada como apéndice al tomo V de su Catálogo, hay una cláusula que dice «Item, Mando á Antonita mi nieta el mi lignum crucis con su cristalco y las seis esmeraldas de que está cercado»; y, lo que es mas reparable, Covarrubias, cuyo lenguage didáctico parece que habia de escluir todo diminutivo, dice al esplicar (bien ri

como el «casico curioso de aquella dama púdica» que no consiente la última edicion de la Academia.

(84) Algunos personajes han pasado á la historia con ese diminutivo de su nombre como Artalico de Alagon á quien dan á conocer de ese modo Zurita, Blancas, Carbonell y otros autores.

dículamente por cierto) la etimologia del gavilan «cuasi cavilan por la astucia y sutileza con que hace presa en las avecicas, cuya frase le copia y prohija la Academia en la primera y mas completa impresion de su Diccionario (85).

Y para que se vea con otro género de prueba la importancia que tuvo ese diminutivo, obsérvese que hay palabras de que no ha quedado, segun la Academia, sino el diminutivo en ico, por ejemplo bolsico, calecico, doselico, farandulica, sonetico, fuellecico y zamarrico, á las cuales pueden añadirse las locuciones y refranes veranico de S. Martin, mañanicas de abril buenas son de dormir, Romero ahito saca zatico etc.: hay algunas que no admiten otro que él, como Perico, borrico, gemidicos y lloramicos; otras que han venido á determinar una nueva significacion perdiendo absolutamente la diminutiva, como acerico, pellico, velico, villancico, farohco, (en sentido de yerba), frailecico (en el doble de ave y pieza del torno de la seda), besicos de monja (en el de planta), palmadica (en el de baile), y tal vez espacico sinónimo de aciago en los antiguos escritores.

La segunda ventaja que abona el uso del diminutivo en co es su particular significacion, pues aunque parecen sinónimos los en ico, illo é ito, que la Academia agrupa concediendo la eleccion al buen gusto del escritor, es lo cierto que el diminutivo aragones (permítasenos esta frase) tiene dos diferencias con aquellos otros, una que podemos llamar gramatical y otra moral, una que se resuelve como todas

(85) Todavía en la última (1852) se ve usado, aunque escasamente, el diminutivo de que hablamos; nosotros lo hemos sorprendido en la definicion de la palabra poro que es «Agujerico ó hueco que deja la naturaleza entre las partes de cualquier cuerpo etc.» y en la de pierna que «en el arte de escribir se llama el palico que va hacia abajo y compone algunas letras come en la m y la n.»

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