Imágenes de páginas
PDF
EPUB

Descubrimiento

DE UN ANFITEATRO EN CARMONA

Memoria leída ante la Sociedad Arqueológica el día 5 de Junio de 1886.

Señores:

Cuando hace algunos años empezamos á descubrir los crematorios y tumbas que encierra la Necrópolis romana de esta ciudad, más de una vez nos ocurrió la idea de encontrar entre tantos monumentos fúnebres alguno que otro de diferente destino, por ejemplo, un circo ó un teatro. Estábamos casi seguros que de haber existido circo ó teatro, tuvo que ser en esta dirección, esto es, en el antiguo campo de Marte, llamado hoy campo Real.

El campo de Marte debió tener mucha mayor extensión que la que actualmente alcanza el campo Real. En nuestra opinión, comprendería todo el terreno situado al Oeste de Carmona, sitios en los cuales no hemos encontrado rastro de monumentos funerarios. Sus límites serian, pues, los siguientes: al Norte, las canteras romanas y la via descubierta hace poco, la cual atraviesa el campo en que se encuentran las tumbas de Prepusa y las columnas, y que parece servir de límite extremo á la Necrópolis, propiamente dicha; al Este, un profundo valle que lo separa de la ciudad; al Sur, las rocas, al pie de las

cuales principia la gran llanura de la Vega, y al Oeste, la fábrica llamada Brenes, sitio en el que hemos supuesto las termas romanas. Un camino público atravesaba el campo de Marte: sobre sus bordes han aparecido algunas tumbas, la del Banquete entre ellas. Este camino dividia el campo en dos partes: la más alta, hacia el Sur, en la que no se ven más que rocas desnudas, esparcidas acá y allá en medio de vegetación pobre; y la más baja, al Norte, donde hemos encontrado indicios de construcciones que difieren en un todo de los monumentos funerarios, por ejemplo, una plataforma compuesta de grandes sillares, y un canal o conducto subterráneo para agua, que camina de Este á Oeste, enlucido con duro cemento. Esto es en junto cuanto hemos logrado descubrir en esos lugares, durante los dos años que en ellos hicimos excavaciones.

Mientras continuábamos los trabajos de la Necrópolis, dirigíamos la vista con frecuencia al campo de Marte, en el que, á fuerza de imaginación, creíamos reconocer la forma de un circo ó anfiteatro en el menor accidente del terreno. Pero jay! todas nuestras pesquisas resultaban inútiles. Estábamos engañados por una falsa atracción: éramos víctimas de una ilusión que nos arrastraba en determinado sentido, cuando precisamente debiéramos haber tomado la dirección contraria. En efecto; en medio de la Necrópolis una inmensa hondonada de cierta regularidad estaba indicando claramente lo que habia debajo de la tierra. Hasta cierto punto nuestra indiferencia hacia esa hondonada se explica teniendo en cuenta que se nos habia asegurado estar destinada desde tiempos atrás á recibir el alpechin de los molinos próximos. Con estos antecedentes, y no habiendo hecho en la hondonada ninguna excavación exploradora, y sí solo un ligero examen ocular, compréndese que el dia de la inauguración oficial de la Necrópolis, el 24 de Mayo de 1885, no nos atreviéramos á indicar nada acerca de la sospecha que abrigábamos de que pudiese existir en aquel lugar un monumento de tanta importancia como el teatro. Sin embargo, D. Juan Fernández López apuntó ya en dicho dia algo de las dudas que teníamos sobre el particular.

Pasada la reunión arqueológica del 24 de Mayo fuimos, en unión de nuestro amigo el agrimensor D. José Pérez y Cassini, á examinar en todos sus puntos esta curiosa depresión.

Notamos, en primer término, que formaba un círculo, ó más bien un óvalo perfecto, detalle que nos confirmó en que debíamos encontrar

allí lo que buscábamos. Pensamos detenidamente acerca de ello don Juan Fernández y el que suscribe; nos decidimos, y desde el día siguiente empezaron nuestros hombres á trabajar en la hondonada. Principiamos por trazar una zanja de ensayo, de 0,80 metros de anchura, indicada en el plano por las letras A y B, desde lo alto al centro de la depresión, y dirigida de Sudeste á Noroeste: de seguida quitamos toda la tierra hasta descubrir la roca. Hecho esto, apareció una especie de fosa transversal, de un metro de ancho por casi otro tanto de profundidad, y que describía una curva de derecha á izquierda: era el precintio ó corredor de un anfiteatro. Teníamos bastante: la importancia del descubrimiento saltaba á la vista, y bien podíamos darnos la enhorabuena.

Antes de ir más lejos procuramos alcanzar permiso del propietario del terreno para excavar libremente durante algún tiempo. El dueño no puso por el pronto inconveniente alguno, aunque sí nos exigió el llenar todos los huecos para la época de la siembra. Comunicamos nuestro proyecto á D. Sebastián Gómez Muñiz, presidente de la Sociedad Arqueológica, el que se apresuró á aprobarlo y á compartir con nosotros los gastos de las nuevas excavaciones.

Nuestra empresa tenía un fin puramente científico. Se trataba de descubrir el monumento en varios puntos, los suficientes para poder trazar un plano y escribir una ligera descripción, en los que se demostrara la importancia arqueológica del descubrimiento. Nos pusimos á la obra y pudimos trabajar sin el menor obstáculo y sin ser molestados por curiosos é importunos durante cuatro meses, gracias á las medidas sanitarias que el Ayuntamiento tomó para combatir el cólera. En efecto; la mayor parte de las entradas de la ciudad fueron cerradas por altos muros de hormigón, y el pánico que reinaba en el interior era tal, que ni un solo paseante se atrevía á aventurarse por los alrededores de Carmona. Pero hacia fines de Octubre, habiendo declarado el Gobernador á la provincia libre del cólera, los muros fueron destruidos, los curiosos llegaron de todas partes, y nosotros recibimos orden del propietario del terreno para acabar los trabajos y llenar los huecos abiertos. ¡Apenas habíamos examinado la mitad de la cavea!

Como quiera que se nos pide una gran cantidad por los terrenos en que está el Anfiteatro, y como sería preciso hacer no pequeño sacrificio para continuar las excavaciones, empresa que no podemos acometer, dados nuestros escasos medios y el mucho dinero que nos

cuestan los trabajos de la Necrópolis, lo ponemos en conocimiento de los aficionados por si quieren descubrir este antiguo anfiteatro y prestar ese servicio á las ciencias arqueológicas y al País.

Precisados á suspender los trabajos de exploración, mientras llega la ocasión de poder continuarlos hemos compendiado las notas reunidas y dibujado un plano de la parte registrada y medida de la cavea, todo lo que presentamos hoy á la Real Academia de la Historia, con objeto de que sus ilustres miembros conozcan la importancia de un monumento que, por su forma y por algunos de sus detalles, parece único y distinto de todos los de igua género conocidos en España.

D. Juan Fernández López y el que suscribe aprovechan esta ocasión para dar testimonio á la Real Academia de la Historia del agradecimiento en que viven por el alto honor que ésta les ha dispensado, nombrándolos académicos correspondientes.

La Necrópolis y las antiguas vias romanas.- La Necrópolis romana se halla situada al Oeste de Carmona y á 650 metros próximamente de las antiguas murallas. Tres vías romanas, que parecen dirigirse á Sevilla, atraviesan la Necrópolis. La primera, de que ya hemos hablado, cruza el campo de Marte, dejando á la izquierda el grupo de tumbas llamado del Banquete, y termina, al parecer, en las termas de Brenes. La segunda atraviesa el Campo de las Canteras, teniendo á la derecha las dos canteras romanas, la tumba de las Columnas, la de Prepusa y los tres túmulos de más arriba, y á la izquierda un mausoleo circular, la tumba de la Urna de cristal, etc.... A medio kilómetro más allá pasa por la falda de una colina coronada de varios túmulos, los últimos de la Necrópolis, y parece dirigirse paralela á la cadena de rocas conocida con el nombre de los Alcores, en la dirección de una antigua ciudad romana, cuya necrópolis está indicada por el gran túmulo del Alcaudete. Esta vía continuaría pro

bablemente hasta Alcalá de Guadaira.

La tercera vía, que debió ser el gran camino militar llamado vía Augusta, atraviesa la ciudad desde la puerta de Córdoba á la de Sevilla, las dos más importantes que esta población ha tenido en todo tiempo, y se encamina hacia el Anfiteatro. Podemos anotar algunas de las ruinas que aun existen en su trayecto; por ejemplo á 365 me

tros de la puerta de Sevilla, á mano izquierda, hay una fuente romana, en la actualidad oculta bajo tierra: fué descubierta en 1873. Es una especie de pozo, al que se baja por escalera que llega hasta el mismo fondo. Este curioso monumento, tallado en la roca, mostraba aún en 1873 sobre los peldaños la huella de los que bajaron á él en otro tiempo. Se encontró en el fondo una lucerna de barro con la representación en relieve de un motivo erótico; una moneda de Carmo; un pequeño cipo de mármol blanco con la inscripción,

MATRIBVS AVEANIABVS

M. J. GRATVS

y numerosos restos de estatuas, entre los cuales habia cinco cabezas de mármol blanco, una de hombre y cuatro de mujer. Una de estas últimas, en magnífico estado de conservación, representa una joven con los cabellos colgantes á la espalda: es una cabeza perfecta y ocupa puesto de honor en nuestra colección.

Continuando el estudio de la vía, encontramos á la derecha de la misma, en el campo de Manta, un gran mausoleo circular, cuya fundación nos da un círculo de 14,65 de diámetro, con la entrada al Norte: en el centro encierra una gran fosa de 2,55 de largo por 1" de ancho y 2,30 de profundidad, conteniendo los huesos del difunto.

m

La vía romana continúa, pasa el Anfiteatro y entra en un verdadero hormiguero de monumentos funerarios. A la derecha vense alineadas las tumbas del campo de la Paloma; á la izquierda álzase la colina sembrada de tumbas y sepulturas de todas clases; en lo alto dos mausoleos circulares; abajo tres grandes triclinios funerarios y restos de otros dos; más allá, y por el mismo lado, un grupo de tumbas llamadas del Quemadero y una pequeña cantera.

Pasada la Necrópolis, la vía se dirige hacia Sevilla, ciudad que se distingue muy bien en el horizonte los días claros, y muestra todavía á uno y otro lado restos de construcciones que parecen ser fundaciones de mausoleos iguales á los que habia á ambos costados de la via Appia. Así, á 1,100 metros del Anfiteatro y á 1,750 metros de la por blación, á la derecha de la via, se encuentra un gran cuadro de manpostería de 7,15, conocido por el vulgo, sin saber por qué, con el nombre de la «Mesa del Rey». Este cuadro está formado de cuatro muros de 80 centímetros de grueso, compuestos á su vez de una pre

1

« AnteriorContinuar »