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mos sobre la meseta del despoblado los destruidos cimientos de una fortaleza romana. Esta circunstancia nos hizo sospechar si en los cinco túmulos no explorados aún hallaríamos tanto como en el primero; y en su consecuencia hacia ellos dirigimos nuestros pasos.

En la margen izquierda del arroyo, subiendo, y como á unos doscientos metros del túmulo primero, se ve abierta una gran zanja que sirve de límite entre Lora del Rio y Alcolea, y hasta la que se extienden los terrenos propios de la pequeña necrópolis de Arva. Aquí tuvimos ocasión de examinar una sepultura ó bustum ordinario, formado de sillares. Este nuevo hallazgo nos hizo suponer la existencia de otras sepulturas inmediatas, y, por tanto, procedimos á practicar un ensayo formal, ensayo feliz por cierto, que nos proporcionó una magnífica moneda de Carmo y dos rarísimos lacrimatorios de cristal, en cuya parte inferior, á manera de sello, se lee una inscripción que ocupa casi toda la base: AUG. Debajo de la inscripción hay una palma y encima algunos caracteres no claros. El no estar bien estampados los sellos nos priva de entrar en más detalles. Ahora bien; no existiendo, como no existen, puntos intermedios en la leyenda, su interpretación debe ser AUGIO, nombre del fabricante, como sucede generalmente en esta clase de sellos; pero si se ha querido significar otra cosa cualquiera, nosotros, fieles narradores de los hechos, dejamos toda hipótesis á un lado y entregamos la leyenda á la interpretación de los eruditos. Los objetos mencionados fueron extraídos de una sepultura de tejas.

La necrópolis de Arva debió estar al Nordeste del actual despoblado, porque en esta dirección es precisamente donde hemos podido observar los bustums y las sepulturas, si bien la falta de tiempo nos ha impedido practicar las excavaciones necesarias. Concluida nuestra exploración en aquel sitio, seguimos adelante, pisando tejas, ladrillos, mármoles, restos de ánforas y materiales y escombros de todas clases, hacinados en montón, que no parece sino que la población desapareció ante la furia de unos invasores ó fué destruida por un cataclismo de la Naturaleza. En uno de los puntos más elevados hay un gran arco, completamente desprovisto de materias utilizables (sólo conserva la argamasa), que bien pudo haber formado parte de la Acrópolis; mas para certificarlo serían precisas otras razones que por ahora no tenemos. A corta distancia del dicho arco se encuentran unas bóvedas que comunican entre sí, desnudas por completo

de ladrillos y pertenecientes á grandes sótanos de un edificio importante. Estos sótanos son los que D. Tomás Andrés de Guseme, en una disertación publicada en el tomo primero de las Memorias literarias de la Academia Sevillana, clasificó de hornos de fundir metales. En este sitio y sus inmediaciones se notan indicios de antiguas excavaciones, practicadas, sin duda, por los trabajadores de la Peña de la Sal, para buscar materiales de construcción, y no por exploradores cientificos. Confirman esta opinión los desmontes que todos los dias están haciendo los operarios de la fábrica de harinas que en la actualidad levanta á orillas del rio el Sr. D. Saturnino Fernández, vecino de Sevilla.

La abundancia de fragmentos de todas clases esparcidos por doquier era tal, que para su mejor recolección y estudio determinamos dividirnos, razón por la que anduvo cada cual por su lado la mayor parte del tiempo, ocurriendo con frecuencia que al avistarnos unos y otros, el que creia sorprender á su compañero, mostrándole algún hallazgo, era sorprendido con otro de más valía. Esto redoblaba el entusiasmo y hacía que las horas transcurrieran de una manera insensible.

Entre los muchos objetos encontrados, figuran asas de ánforas con sellos, algunos de ellos repetidos. Las variantes mejor conservadas van incluidas en el trabajo que sigue á esta Memoria, trabajo debido á la pluma del socio de la Arqueológica D. Jorge Bónsor.

La profusión verdaderamente extraordinaria con que se encuentran en este despoblado los fragmentos de ánforas, con especialidad en la orilla del rio, en donde aparecen apilados en gran número, nos inclina á admitir, sin miedo á equivocarnos, la existencia en aquel lugar de varias fábricas romanas de alfarería.

Inmediato al rio vimos un estanque en regular estado de conservación, y de forma caprichosa y elegante. Consta de cuatro lados, correspondiendo dos de ellos á dos primeros semicírculos de dentro á fuera, cuya cuerda es la mitad de la longitud total del centro del estanque, quedando á cada lado del arco la cuarta parte de la cuerda en prolongación de ésta, cerrando los otros dos lados dos vueltas invertidas, es decir, de fuera á dentro. Más claro, las cuerdas de los dos semicírculos primeros están dentro del estanque, mientras las de los segundos están por fuera. La longitud total de este depósito es de dos metros cincuenta y cinco centímetros; la profundidad cincuenta y cin

co centímetros, y el espesor del pretil veinticinco centímetros. Todo él aparece rodeado de un segundo estanque, si bien de menos profundidad que el anterior, no pudiéndose distinguir su forma por estar destruidos los pretiles: únicamente se conserva el segmento del fondo; aunque bien se ve que era todo uno mismo, esto es, adosado el primero al segundo.

y

Este estanque estuvo recubierto con una doble capa de cemento forrado con tablas de mármol blanco, de las que se conservan todavia algunos pedazos. Ahora bien: ¿cuál era el uso á que este depósito estaba destinado? ¿Servía para baños ó era simplemente un aquarium para peces? Preguntas son éstas á las que es muy difícil contestar, sin practicar antes algunos ensayos de exploración. Nosotros hicimos vários, no muy profundos, en tres de los lados, y no encontramos vestigio siquiera de cimientos. Tampoco hay señal de ellos en el lado que mira al rio, no obstante que los desprendimientos de la barranca y el rozamiento continuo de la corriente de las aguas han descarnado aquellos lugares y permiten estudiarlos bastante bien. En vista de lo expuesto, ¿no hay motivo bastante para creer que el estanque á que nos referimos estuvo en medio de un jardin, de que formaria el adorno principal, cosa común y corriente en aquellos tiempos? Muchas razones abonan esta suposición, la que, de admitirse como cierta, nos llevaria á la conclusión de que el tal depósito fué un aquarium y no un baño. Pero repetimos que no nos atrevemos á dar opinión definitiva sobre el particular, cuya solución la dejamos á personas más competentes.

No concluiremos sin decir algo del pavimento de mosaico que se encuentra al lado Norte de este sitio, y que probablemente perteneció á la misma finca. No es de gran mérito, ni por su forma ni por su clase. El dibujo es geométrico, ó sea cuadros formados por triángulos alternos, blancos y negros. El encargado de los trabajos para montar la fábrica harinera de la Peña de la Sal, ha recogido uno de estos cuadros y lo conserva en un marco de madera hecho al efecto.

Son rarísimos y notables los fósiles recogidos por D. Aniceto de la Cuesta y otros de los expedicionarios. Algunos de estos fósiles tienen extraordinaria magnitud. Entre ellos hay una concha de seis libras de peso (tórax de pescado que no hemos podido clasificar aún), y seis conchas más, muy raras y en perfecto estado de fosificación.

Hasta aquí la relación de lo conseguido en nuestro viaje al anti

guo municipio Flavio Arvense. Antes de terminar, cúmplenos enviar la expresión de nuestro agradecimiento á los señores Cabello y Vaudres por las afectuosas atenciones que con nosotros tuvieron aquel dia. Sus buenos oficios llegaron al extremo de obsequiarnos con un modesto convite y poner sus barcas á nuestra disposición para que cruzáramos el rio.

A las once de la noche regresamos á Carmona, cansados de cuerpo, sí, pero llena el alma de alegría por el feliz resultado de nuestra excursión.

JOSÉ PÉREZ CASSINI.

Marcas de alfareros romanos.

Memoria leída ante la Sociedad Arqueológica de Carmona el 23 de Octubre de 1885.

SEÑORES:

Muchas y muy interesantes son las marcas de alfareros encontradas en Arva durante la excursión arqueológica á que se refiere la Memoria anterior. Por ellas venimos en conocimiento del nombre de algunos individuos y familias avecindadas en los municipios ribereños del Guadalquivir, y, lo que más vale, por ellas podemos apreciar el extraordinario desarrollo á que llegó la cerámica romana en determinada región de la Bética.

El estudio de dichas marcas es de grande importancia para los que como nosotros se han propuesto desenterrar datos y antecedentes con que salvar en parte las lagunas que los historiadores latinos dejan á veces en sus escritos, y creemos que la Sociedad verá con gusto nuestro trabajo, si no por el fruto que de él obtenga, dada nuestra incompetencia, por el buen deseo siquiera que nos anima.

Ahora bien; para conseguir leer las diferentes abreviaciones que se encuentran en las marcas de Arva y sacar de ellas algún provecho, conviene conocer antes los nombres propios de los romanos de aquella localidad y los de las otras poblaciones inmediatas, requisito sin el cual fácil es confundirse y equivocarse.

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