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nejo y distribución del real erario, y lugarteniente general del almirantazgo.

Tantos hombres distinguidos por sus talentos administrativos, y todavía más por su celo y honradez, dieron esplendor á este reinado, y no obstante la apatía habitual del monarca, hicieron de su gobierno una de las épocas más notables de la monarquía. Todos ellos pertenecieron á aquella clase de empleados, sacados de la medianía de la sociedad, educados en las oficinas y formados en la práctica de los negocios, que ocuparon el gobierno en este y en los dos reinados sreesivos. Habiendo caído todas las instituciones políticas, la gerarquía feudal había desaparecido: los grandes de España, reducidos á ser los criados del palacio, no desempeñaban en la política y en la milicia otros empleos que aquellos á que eran llamados por su aptitud. El respeto á la persona del monarca era lo único que se había dejado subsistir, y este respeto había sido llevado hasta una especie de adoración: servirle era el primer deber de todos sus súbditos; merecer sus favores el único premio á que era lícito aspirar, y como el buen servicio y una rígida moralidad eran el so

lo camino legítimo de obtenerlo y de llegar á los honores que antes eran la propiedad del ilustre nacimiento, este era el punto en que se concentraba la ambición de todos y el estímulo que produjo tantos ilustres ge nerales, tantos ministros hábiles, tantos magistrados honor de la toga, y tantos oficinistas laboriosos é inteligentes, que dieron nuevo ser á la administración, y que sacarou á la real hacienda de la nulidad y confusión á que estaba reducida.

Eu la carrera literaria presenta este reinado hombres no menos distinguidos, á cuya frente debe colocarse el benedictino Feijoo, que con su "Teatro crítico de errores comunes," comenzó á disipar las espesas tinieblas que habían ofuscado por tantos años los verdaderos principios de los conocimientos humanos. Ustariz y D. Bernardo de Ulloa, hicieron conocer las fuentes de la prosperidad de las naciones, y el ministro Campillo en sus diversos escritos sobre las mismas materias, derramó mayor luz sobre estas importantes cuestiones. De la academia de guardias marinas de Cádiz, salieron dos discípulos, D. Jorge Juan y D. Antonio Ulloa, que por sus extensos conocimien

tos astronómicos, se manifestaron dignos de tomar parte en los trabajos de los académicos franceses, que en 1734 fueron al Perú á determinar la verdadera figura de la tierra, por las medidas tomadas bajo del ecuador. Luzan con su Poética, fué el restablecedor del buen gusto en la poesía, extinguido con la irrupción del gongorismo, así como Marti renovó el estudio de las antigüedades y se distinguió por la pureza y elegancia con que escribió la lengua latina.

Este reinado es también memorable, por el establecimiento de las reales academias de la lengua española y de la historia: fundáronse igualmente las de medicina de Madrid y Sevilla, la Academia real de Barcelona y la Universidad de Cervera. El Seminario de Nobles de Madrid se planteó en 1727, con el objeto de que en él se educasen los individuos pertenecientes á aquella clase de la sociedad, de uua mauera que los hiciese dignos de servir al Estado en la diplomacia, el ejército y la marina, y de él han salido hombres distinguidos en todas líneas.

Aunque Felipe no fuese afecto á la inquisición, como lo manifestó, rehusándose

á asistir al auto de fe con que era costumbre solemnizar la inauguración de un nuevo monarca, dando por motivo que el rey no debía ver á los criminales sino para perdonarlos, y que hubiese estado resuelto á extinguirla, dejó no obstante libre el ejercicio de aquel tribunal, y en los cuarenta y seis años de su reinado, fueron quemados en persona en las diversas ciudades de la península, en los repetidos autos de fe que celebraron los tribunales establecidos en ellas, 1,574 individuos, 782 en estatua y 11,730 condenados á destierro, confiscación de bienes y otras penas, haciendo el total de 14,076 personas.

Sucedió á Felipe V su hijo Fernando VI, el único que había quedado de su primer matrimonio con D María Luisa de Saboya. El nuevo soberano estaba en la madurez de la edad, pues tenía treinta y cuatro años cuando tomó lasriendas del gobierno. Los españoles vieron con entusiasmo subir al trono á un príncipe nacido en su país, y que habiendo dado pruebas de prudencia y amor á la nación, hacía esperar un reinado de paz y prosperidad, y estas esperanzas se vieron cumplidas. Fernando, sin tener gran capaci

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