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por heredero de aquel reino; mas las de Aragón, reunidos en Zaragoza, resistieron hacerlo, porque según las leyes de aquel reino, las hembras no sucedían sino á falta de varones, y D. Miguel derivaba su derecho del de representación de su madre. D. Isabel, que acompañó á D. Fernando Zaragoza, impaciente de aquella resistencia, dijo, que más valía conquistar á Aragón con las armas de Castilla, que esperar la tardía resolución de las cortes. Estas por fin reconocieron por heredero de la corona á D. Miguel, sólo para el caso de que D. Fernan do no tuviese hijo varón, pero el pronto fallecimiento de aquel príncipe, echó por tierra estas esperanzas de ver por fin reunidos todos los reinos de España en un solo mo

narca.

Quedó entonces heredera de la corona D. Juana, que fué después llamada la loca, por haber perdido el juicio, enfermedad de que había adolecido también su abuela, la reina D. Isabel de Portugal viuda de D. Juan el II, y que en D. Juana se declaró por el excesivo amor que profesaba á su marido, y las frecuentes ocasiones de celos que éste le daba. Habíase casado con D.

Felipe, hijo del emperador de Alemania Maximiliano, archiduque de Austria, duque de Borgoña y conde de Flandes, al mismo tiempo que D. Margarita, hermana de D. Felipe, casó con el príncipe D. Juan, hermano de D. Juana. D. Isabel veía con dolor no sólo frustradas sus más ardientes esperanzas, sino que conocía todos los males que iban á venir sobre Castilla, por la incapacidad de su hija para gobernar, con lo que toda la autoridad recaería en un príncipe extranjero, que no sólo ig. noraba las leyes y costumbres de aquel reino, sino que había manifestado su oposición á ellas, y oprimida de la melancolía que tal porvenir le causaba, falleció en Medina del Campo, el día 26 de Noviembre de 1504 declarando por sucesora á su hija D. Juana, y después de ésta á su nieto D. Carlos, y encargando la regencia del reino hasta que éste tuviese veinte años, al rey D. Fernando.

El reinado de los reyes católicos causó una variación completa en toda la administración de la monarquía. Las conquistas y guerras que estos soberanos hicieron en Italia y otros puntos distantes, exijieron el

án.-Tomo III-8.

establecimiento de tropas asoldadas, pues no podían sostenerse aquellas con las que antes conducían los señores y con que servían las ciudades, y desde entonces la milicia vino á ser una profesión particular, y los que en ella se empleaban se consideraron otra clase diferente de las demás del Estado. La administración de la hacienda vino á ser más complicada, y entonces también se echaron los cimientos de la administración de la América y demás posesiones ultramarinas, estableciendo el Consejo de Indias para que entendiese en todo lo relativo á aquellos vastos países, y el tribunal y audiencia de la contratación en Sevilla, para todo lo dependiente del embarque de mercancías, recibo de caudales y negocios judiciales á que este tráfico daba lugar. Las leyes y disposiciones que para todo esto se dictaron, vinieron á ser la base de la legislación particular de Indias. En estas los descubrimientos no pasaron de las islas Antillas y costas de Venezuela y Honduras, y el gobierno de todos los nuevos descubrimientos se fijó en Santo Domingo, capital de la isla española.

Este reinado debe considerarse como el

principio de la monarquía española, que en los siguientes llegó á ser la más poderosa de la Europa. Los grandes, reducidos á la obediencia, y concurriendo con sus servicios á sostener el trono; las cortes, limitadas á su órbita, contribuyendo al arreglo de la legislación; el orden interior restablecido; la ilustración promovida, y la nación respetada y temida en el exterior; todo fué efecto de un gobierno vigoroso y enérgico, y todo conduce á demostrar, que para que las naciones sean felices, es preciso que la autoridad sea obedecida y acatada, y que la unidad del poder público pue de reprimir la anarquía, resultado necesario de la división, y cuyo efecto indispensable es la debilidad y la ruina. Esta es la grande y útil lección que debemos sacar de todo lo que hasta aquí hemos examinado de la historia de España. (1)

Los grandes, descontentos de la disposición testamentaria de la reina D Isabel, en virtud de la cual el gobierno quedaba en

(1) Para el reinado de los reyes católicos debe verse la obra del Sr, Prescott que trata de él, y las memorias de la Academia de la historia de Madrid, la crónica de Pulgar, Lucio Marnico Siculo y otras muchas obras.

manos del rey D. Fernando, cuya energía y severidad estaban acostumbrados á temer, promovieron y apoyaron las pretensiones de D. Felipe, el cual quería se declarase nulo el testamento de la reina católica, y se le confiriese á él el gobierno, para lo que solicitó el apoyo del rey de Francia Luis XII. El rey D. Fernando, tanto para desconcertar este intento como por descontento con su yerno, se casó con D Germana de Fox, sobrina del rey de Francia, con el objeto de tener hijos varones que heredasen la corona de Aragón, con lo que ésta habría vuelto á separarse de la de Castilla. El archiduque D. Felipe, viendo por esta parte desvanecidas sus esperanzas, celebró un convenio con el rey D. Fernando, en virtud del cual ambos debían tener el gobierno de Castilla; mas con esto sólo trataba de ganar tiempo hasta ! llegar á España, y así fué, que luego que arri bó á la Coruña, declaró que no quería cumplir lo convenido é insistió en tener sólo el gobierno, debiéndose retirar su suegro á sus Estados de Aragón. Los grandes que espe raban restablecer su poderío estando el rei no en manos de un jóven inexperto, como era D. Felipe, se declararon todos en su fa

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