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"Lecciones instructivas sobre la Historia y la Geografía" de D. Tomás de Iriarte, continuadas después hasta el reinado de Fernando VII, es libro poco usado, y el que comunmente anda en manos de la juventud, que es el compendio de la Historia de España del P. Duchesne, traducido y aumentado con notas por el P. Isla, es sumamente incompleto, y ni este ni las lecciones de Iriarte, dan la menor idea del sistema administrativo existente en cada perfodo de la monarquía, ni de las variaciones habidas en él, que es la parte mas útil é importante del estudio de la historia, y este defecto es más notable en el periodo que para el objeto de estas Disertaciones importa más conocer, que es el tiempo en que la América estuvo unida á la España, haciendo parte de aquella monarquía. De esta unión procede la lengua que hablamos, la religión que profesamos, todo el orden de administración civil y religiosa que por tantos años duró y aun en gran parte se conserva; nuestra legislación y todos nuestros usos y costum bres: razón para dar á conocer el principio que todo esto tuvo, para saber también apreciar nuestro origen, y examinar el nacimiento, progresos, grandeza y decadencia de la nación de que hemos hecho parte, para poder entender nuestra propia historia, y para aprovechar las lecciones que nos presentan tan grandes sucesos, tantos errores, y al mismo tiempo tantos ejemplos de sabiduría y tan profundos conocimientos en el arte de gobernar, á que se debió el alto grado de riqueza y prosperidad á que este país llegó.

Sobre esta base, que una vez asentada sirve para la inteligencia de todo lo restante de la obra, era

necesario explicar el modo en que se formó el virreinato de Nueva España, por la agregación al territorio que constituía el imperio de Méjico, de multitud de reinos y Estados que eran independientes de aquel, y que se extendían por toda la costa del mar del Sur desde Goatemala hasta Californias, y en la costa del Seno Mejicano, desde las inmediaciones de Veracruz hasta los países, en aquella época desconocidos del Norte, con todo el espacio intermedio entre ambas costas, que comprende los vastos territorios, entonces poco poblados y casi incultos y bárbaros, de que después se han formado las provincias y Estados de Querétaro, Guanajuato, San Luis, Zacatecas y demás que siguen hasta los confines con los Estados Unidos, y este es el asunto de la undéeima Disertación.

En las siguientes se tratará del gobierno de los virreyes, y esta es la parte en que las noticias que me he procurado, han sido de tal manera copiosas, que con ellas se puede escribir con puntualidad el diario de los sucesos de muchos años del período de los reyes austriacos, y dar razón menuda de todas las principales operaciones administrativas de la época de los Borbones. Acaso lo muy entretenido que ha sido para mí el estudio de tantos pormenores de la vida de nuestros abuelos, me ha inducido á creer demasiado fácilmente, que igual placer disfrutarían mis lectores, cuando les presentase con extensión las noticias que he podido sacar de todos estos papeles viejos, arrumbados en los archivos, y de los cuales muchos, sin duda, han sido destruidos, viéndolos con incuria y desprecio. De mí puedo decir, que en medio de las aflicciones de espíritu, que han

sido la consecuencia de la invasión del territorio de la república, de la ocupación de la capital por las tropas norte-americanas, y de la disipación de tantos sueños de felicidad y engrandecimiento nacional, que el patriotismo había hecho concebir, y que una cruel realidad ha venido á desvanecer; no han sido pocos los ratos en que me ha hecho olvidar los males presentes, la lectura de los acontecimientos á que daban gran importancia nuestros mayores: como por ejemplo, cuando la ciudad de Méjico se ponía en conmoción, porque el coche del conde de Santiago, volviendo de unos toros, se adelantaba al de los pajes del virrey conde de Moctezuma, y este ponía sobre las armas, por tal desacato, la poca tropa de que podía disponer, mandaba preso al conde á San Agustín de las Cuevas, y cuando el negocio estaba ya pacíficamente arreglado, por la interposición del respeto del arzobispo, la condesa de Moctezuma, con el orgullo de su sangre y ascendientes, rompía con su presencia el convenio y se volvía á poner todo en confusión. Era menester pintar este estado de la sociedad, estas costumbres peculiares de aquel siglo, y esto no por medio de novelas llamadas históricas, que son tan del gusto del nuestro y que más frecuentemente hacen la caricatura que el retrato de la época que pretenden describir, sino por la relación de hechos ciertos y que presentan toda la novedad y el interés del romance, sin la exageración y aun falsedad de este. Estos motivos, la consideración de que acaso yo seré el último escritor que entre nosotros se ocupe de estas vejeces, y el gusto con que me ha parecido que el público ha recibido las Disertaciones anteriores, en que hablado

de nuestras antigüedades históricas, me ha hecho extenderme, puedo decir ilimitadamente en estas materias, por lo que no fijo el número de Disertaciones que las comprenderán, pues será el que dé de sí el acopio de noticias que tengo recojidas, ó el que permita la curiosidad y aprecio con que el público las reciba.

El triste estado á que la España se hallaba redueida en el reinado del último de los príncipes de la dinastía austro-española, se había dejado sentir también en la administración de las provincias de ultramar, aunque los males eran siempre mucho menores en estas que en la metrópoli, y es muy esencial hacer conocer á qué exceso había llegado el desorden, al tiempo de la variación de la familia reinante. Hay un documento extremamente importante correspondiente á esta época, que es la ins. trucción que el virrey duque de Linares dejó á su Sucesor el marqués de Valero al entregarle el mando, muy interesante además por el estilo gracioso y delicado con que está escrita y que hace se lea con mueho gusto. Por todas estas razones he creido deber publicarla íntegra, y servirá principalmente para hacer conocer, de qué punto partieron los grandes hombres, no menos distinguidos por su capacidad que por su probidad, que obtuvieron el virreinato en los reinados de los monarcas de la casa de Bor. bón hasta el principio del de Carlos IV, y por cuyos esfuerzos, la administración pública en todos sus ramos, llegó á aquel grado de orden y regularidad que tenía, cuando comenzaron los movimientos cuyo resultado final fué la independencia.

Debía terminar esta obra con el estado en que el Alamán. Tomo III.-2

país se hallaba en este último período, pero me ha parecido que el lugar oportuno para presentar este cuadro, es al principio de la otra, que tengo muy adelantada y cuya primera parte comprende la historia de Méjico, desde los primeros movimientos sucedidos en el año de 1808, y termina con la independencia hecha por el Sr. Iturbide en 1821. Esta obra vendrá á ser el complemento de las Diser taciones, ó más bien, esta son la introducción de aquella; pues siendo el objeto de las últimas, dar á conocer el modo con que la corona de España adquirió el dominio de estos países y como lo ejerció; la primera presentará los medios por los cuales vino á perderlo, y quedó la Nueva España separada de aquella monarquía, dejando para tratar en partes sucesivas de la misma historia, las diversas vicisitudes por las cuales la República Mejicana ha ido pasando, hasta la época presente.

Mi objeto no era publicar esta obra que considero como la principal de mis trabajos históricos, durante mis días; sino dejarla para que se imprimiese después de ellos, con el fin de evitar los inconvenientes que trae consigo la relación de sucesos recientes cuando todavía existen muchos de los que en ellos han figurado, y se conservan aún encendidas las pasiones que aquellos excitaron: pero muchas personas ilustradas me han manifestado, que no podía haber grave riesgo en tratar esta materia, después del transcurso de los años que han pasado, especialmente respecto al período que comprende desde el año de 1808 hasta la muerte del Sr. Iturbide; mucho menos cuando mi objeto es presentar los hechos exactamente como fueron, ajustados á la verdad y

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