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el otoño, las hojas caen, las ramas de los árboles se tronchan, y nosotros mismos, vencidos por una profunda tristeza, al ver estas eternas y regulares transformaciones, nos unimos á las fuerzas misteriosas de la naturaleza. Todo el que contemple este espec táculo con los ojos del alma, siente la pequeñez del hombre y la grandeza del Uni

verso.

¿Dónde, puedo preguntar ahora, dónde se encuentran en la antigiiedad clásica sentimientos más vivamente expresados de las bellezas de la naturaleza, y animados de esa tierna melancolía que despierta en el hombre la consideración de su debilidad y pequeñez, de la brevedad de su existencia, de la vanidad de todas las cosas y de la grandeza y de las excelencias del Creador?

Tales sentimientos, origen de la poesía descriptiva moderna, abundan en los escritores religiosos de los primeros siglos, y entre estos descuella San Juan Crisóstomo, el más elocuente de los Padres de la Iglesia. Antes de ser Obispo de Constantinopla, vivió en una ermita cercana á la ciudad de Antioquía. "Ves, exclamaba lleno de entusiasmo, y con un sentimiento cercano al desprecio por las obras de los hombres, ves un magnífico monumento y te sientes encantado á la vista de una hermosa columnata,

pues vuelve luego tus miradas hacia la bóveda de los cielos, á los espaciosos campos, donde los ganados pacen á las orillas del mar. ¿Quién no despreciará todas las obras del arte, cuando en la calma de su corazón admira, al levantarse, el sol que derrama sobre la tierra sus luminosos y dorados rayos, cuando á orillas de un riachuelo, oculto bajo espesas yerbas ó á la sombra de copados árboles, dirije sus miradas como una ola que se pierde en la obscuridad." En su retiro, San Juan Crisóstomo, fortificó su espíritu con la contemplación del mundo sensible y enriqueció su imaginación, con esos vivos colores que le sirvieron después para pintar sus admirables cuadros. Parecía, dice un escritor, que la elocuencia empapada en el manantial de la naturaleza había vuelto á hallar su elemento, la libertad, en aquella comarca montañosa y rodea. da de bosques, de la Syria y del Asia Menor. (*)

Así nació, señores, de la idea cristiana este nuevo género de poesía. La noción del mundo fué más perfecta, tomó proporciones que antes no había tenido, las fuerzas natu

(*) Villemaine.-Cuadro de la Elecuencia Cristiana en el Siglo IV.-Véase á Humboldt en el Cosmos. Del sentimiento de la Naturaleza según la diferencia de las ra. zas y de los tiempos.

rales dejaron de ser personificadas bajo formas que, si bien poéticas, eran ficticias y que sólo podían tener una significación local, para convertirse en lo que son en realidad, verdaderas manifestaciones de la Omnipotencia Divina; el mundo visible dejó de ser el teatro de los placeres afeminados de unos dioses corrompidos, para convertirse en el templo augusto de la Divinidad, y si por acaso admitimos con algunos críticos modernos que bajo las formas simbólicas de la mitología se ocultaba un conocimien to real de las leyes del mundo físico, aun así, podríamos decir que la naturaleza dejó de hablar á los hombres bajo símbolos y fi guras extrañas, para tomar el lenguaje que conviene á su serena majestad. Así una revolución verificada èn las ideas, vino á modificar los sentimientos, y las concepciones puramente metafísicas, influyendo poderosamente en las nuevas creaciones de la ima ginación.

¿Pero cuáles son los senderos que después ha seguido la poesía descriptiva? ¿Ha perdido ó conserva todavía su carácter primi tivo? ¿No ha experimentado nuevos cambios en el transcurso de los tiempos, al influjo de nuevas ideas?

Cuestiones 'son estas que me propongo estudiar en otra ocasión, suspendiendo aquí

este imperfecto trabajo, que como anuncié desde el principio, por la brevedad del tiempo y la extensión de la materia, no menos que por la cortedad de mis luces, nunca pudiera ser completo. Además, siempre hubiera sido conveniente suspenderle en este punto para no abusar de vuestra benévola atención.

Orizaba, Abril de 1881.

DISCURSO

pronunciado

EN EL TEATRO LLAVE,

el 2 de Julio de 1882 con motivo de la Solemne

Distribución de Premios

entre los

expositores que concurrieron al Primer Certamen Veracruzano.

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