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Era don Gaspar de Guzman hijo segundo de don Enrique, segundo conde de Olivares, contador mayor de Castilla, alcaide de los alcázares de Sevilla, virey de las dos Sicilias y embajador en Roma, donde nació el don Gaspar en 1587. Hizo sus estudios en Salamanca, en cuya universidad fué lector. Dióle Felipe III una encomienda y así unió á la toga de las escuelas el hábito militar de Calatrava. Habiendo muerto su hermano mayor, dejó el manteo para ceñir la espada. A poco tiempo por muerte de su padre heredó los títulos de familia. Su matrimonio con doña Inés de Zuñiga (1607), su prima hermana, dama de la reina doña Margarita, é hija de aquel virey del Perú, de quien dijimos en otra parte que por su desinterés y desprendimiento habia muerto tan pobre que fué menester que la audiencia de Lima le enterrára de limosna, le hacia esperar que por via de merced á la hija de tan alto y virtuoso caballero no dejarian los reyes de otorgar á su casa la grandeza de España, objeto de su ambicion, y que tuvo mas parte que el amor en el afan con que solicitó aquel enlace. Mas viendo que aquella gracia se difería, é instigado á que se hiciera merecedor de ella con servicios, pretendió á los veinte y cuatro años de su edad la embajada de Roma que habia desempeñado su padre, llevado mas del deseo de ostentar á tan pocos años tan distinguida honra que con ánimo é intencion de ir á servir aquel cargo, puesto que por no salir de España pidió licencia para reti

rarse á cuidar sus haciendas en Sevilla, donde hizo su casa el centro de reunion de los hombres de ingenio y de letras, á que por sus primeros estudios era grandemente inclinado, y para las cuales no carecia de disposicion él mismo.

Dejamos dicho en otra parte como entró el don Gaspar de Guzman de gentilhombre de la cámara del príncipe (1615), cuando el rey determinó poner casa á su hijo. Aunque el de Lerma se arrepintió pronto de haber puesto cerca del príncipe à un hombre cuya sagacidad, industria y disimulo comenzó á inspirar pronto recelos para lo futuro, y aunque con el designio de alejarle intentó seducirle renovando la especie de la embajada de Roma, la respuesta del conde fué que aceptaria la embajada, pero sin dejar el oficio de la cámara; y como al propio tiempo le sostuviera en este puesto el de Uceda, mantúvose en él el de Olivares, sin que se volviera á hablar de la embajada de Roma. A fuerza de constancia y de astucia, que la tenia para esto grande, logró el Guzman ir conquistando el valimiento y la gracia de un príncipe que no le mostraba en los primeros años afecto ni simpatías. Estas y otras contrariedades fué venciendo con admirable perseverancia, halagando las inclinaciones y lisonjeando los caprichos del jóven Felipe. De modo que cuando hubo aquella revolucion y mudanza de la servidumbre del cuarto del príncipe (1618), de que en otra parte dimos ya cuenta, á pesar de los manejos

de

que el de Lerma y los de su partido emplearon para ver de arrancarle de su lado y sustituirle con el de Lemus, él quedó vencedor en todas aquellas rivalidados é intrigas de privanz, y el duque-cardenal se confirmó en el pronóstico que tenia de algunos años antes de que habia de sucederle en ella un Guzman. Acompañó despues al príncipe á la jornada de Portugal, y aunque á su regreso pasó á Sevilla para ver poner remedio al mal estado de su hacienda, como sobreviniese luego la enfermedad del rey, volvió el de Olivares á la córte llamado por su tio don Baltasar de Zúñiga, para que no desaprovechara los momentos críticos que habian de decidir de su suerte. Entonces fué cuando el príncipe le dijo: «El mal de mi padre se ha apretado; parece que no tiene ya duda su tránsito y nuestra desdicha: si Dios le lleva, conde, solo de vos he de fiar.» Y entonces fué cuando, perdida toda especie de remedio para el rey, dijo el de Olivares al de Uceda: «A esta hora todo es mio.-¿Todo? replicó el duque.-Todo, respondió el don Gaspar, sin faltar nada. » El tiempo acreditó que el ministro favorito del nuevo rey habia sido mas exacto que hiperbólico en estas frases (1).

(1) El conde de la Roca: Fragmentos de la vida del conde-duque de Olivares; MS. de la Biblioteca de la Real Academia de la Historia.-Relacion política de las mas memorables acciones del conde-duque, por un embajador de

Venecia, traducida del italiano. Esta obrita, que se encuentra entre los manuscritos de la Academia de la Historia, y la cual hemos visto tambien traducida al portugués, contiene muy curiosas é importantes noticias, y su autor,

A fin de ganar crédito con la nacion y con el rey, y aparentando querer desagraviar al reino de las ofensas hechas y de los abusos cometidos por los ministros y consejeros del tercer Felipe, comenzó don Gaspar de Guzman, conde de Olivares, por separar de los empleos y hacer salir de la córte, ó por castigar con el destierro ó la prision á los personages mas favorecidos del duque de Uceda. Fué una de las primeras víctimas gran don Pedro Tellez Giron, duque de Osuna, virey que habia sido de Sicilia y de Nápoles, que calumniado y acusado por sus enemigos de Italia y de España, segun dijimos en el anterior libro, hacia mas de un año que se paseaba por Madrid, merced á la proteccion que le dispensaba el de Uceda, bien que

el

que dice habia estado mucho tiempo en Madrid, muestra estar bien informado de los sucesos de esta época y conocer á fondo el gobierno de la monarquía.

Hé aquí el retrato físico y moral que este embajador hace de el de Olivares: «Don Gaspar de Guz«man es hombre de estatura granade, aunque no de elevada taalla, que le hace grueso de cuer«po y cargado y encorvado de espaldas, de cara larga, de pelo «negro, un poco hundido de boca, «y de ojo y narices ordinarias, de cabeza caida de la parte de de«lante, y de la de atrás alto y de «ancho cerco, de frente espaciosa, «si bien la cabellera postiza que «trae la achica; el color del rostro trigueño, el mirar tiene entre os «curo y airado....... soberbio de «naturaleza, pero agradecido á beneficios....... su ingenio es elevado y perspicáz........ goza de una

«facundia natural en voz y una elocuencia acompañada de doctísimas agudezas en escrito....... «en el negocio es facilísimo en la «apariencia, mas tan disimulado en la sustancia, que cualquiera «queda burlado en las esperanzas ỷ engañado en las promesas. De complixion es sanísimo, su mesa es moderada, de ordinario bebe agua, y del vino solo se sirve por medicina por la debilidad del estómago; en la fatiga de despachos y en la frecuencia de la audiencia es pacientísimo, levántase de la cama una hora antes del dia, tanto de invierno cuanto de verano... «En la asistencia de servicios per«sonales al rey es tan puntual, celoso y diligente, que S. M. no se pone vestido que él no le vea, ni viste camisa que no pase por sus manos; acostumbra ver al rey tres veces al dia..... etc..

dando pábulo á las murmuraciones del pueblo y á la mordacidad de escritores satíricos (1), con el boato y el lujo de carruages y de lacayos, con el cortejo y el séquito de caballeros y capitanes napolitanos y españoles que en torno á su persona llevaba siempre aquel opulento magnate, tan dado á la magnificencia y á la ostentacion. Determinó el de Olivares la prision del de Osuna, que ejecutó 'don Agustin Mejía, del Consejo de Estado, con el marqués de Povar, capitan de la guardia española, cercándole la casa é intimándole la órden con las puntas de las alabardas (7 de abril, 1621). Formósele proceso, y se nombró una junta de magistrados para juzgarle por los cargos y delitos de que le habian acusado. Prendióse despues á sus criados y amigos, contándose entre estos á don Francisco de Quevedo, á quien se sacó é hizo venir de la torre de Juan Abad donde se hallaba preso por la intimidad que con el duque tenia, para que prestára declaracion en el proceso. Registráronse y se examinaron escrupulosamente muchos cajones de papeles con la correspondencia del duque, sin que de ellos resultára la comprobacion de los delitos que se andaba buscando. Ni era fácil que resultára, siendo los crímenes que se le atribuian invencion en su mayor parte de los venecianos, ansiosos de vengarse del antiguo virey de Side Nápoles que tanto daño habia hecho á aque

cilia

y

(1) El conde de Villamediana en habia llegado á apellidarle ladron. uno de sus punzantes epigramas

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