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tan depresiva, correspondiendo á la docilidad con ingratitud y con menosprecio, á la obediencia con el insulto, á la sumision con el ultrage. Las córtes de Valencia de 1626 comenzaron dando muestras de no haber olvidado su antigua dignidad, y concluyeron con la humildad de un esclavo que obedece à la voz y al mandato de su señor. El rey y sus ministros, señaladamente el de Olivares, debieron quedar satisfechos del buen resultado de aquel ensayo de despotismo.

á

Los aragoneses en sus córtes de Barbastro obtuvieron del rey que les concediera el libre comercio del puerto de Pasages en Guipúzcoa, que ya en lo an tiguo habia sido puerto franco para Aragon y Navarra, hasta que Enrique II. le quitó este privilegio para poblar y engrandecer á San Sebastian. El servicio que Felipe IV. pidió en esta ocasion á los aragoneses era de tres mil trescientos treinta y tres hombres útiles y disponibles para la guerra, y el alistamiento de otros diez mil para que se fueran ejercitando en las armas y poderlos emplear segun la necesidad lo exigiese. Fundaba la urgencia de esta peticion en la armada que en Inglaterra se estaba preparando para caer sobre las Baleares y sobre Italia. Representáronle los aragoneses la imposibilidad en que el reino se hallaba de hacer tan grande esfuerzo, y ofreciéronle en cambio un millon de moneda paga lero por tiempo de diez años. No satisfizo al rey, como era de esperar, el

ofrecimiento, antes bien en diferentes cartas y embajadas les mostró su enojo por la dilacion en servirle como queria, y aun les reconvenia y conminaba con usar de otros medios si no tomaban una resolucion pronta. Hizo desde luego lo que con los valencianos, intimarles su determinacion de partir para Barcelona, y que les nombraria un presidente del brazo eclesiástico, único que se prestaba á votar el servicio sin limitacion alguna. Produjo esto discordes y encontrados pareceres en los otros tres estamentos, bien que rendidos por otras cartas reales acudieron en su mayoría al nombramiento de presidente, que recayó en el conde de Monterey, casado con doña Leonor de Guzman, hermana del conde-duque de Olivares (20 de marzo, 1026); y en el mismo dia por órden espresa del rey prorogó el Justici las córtes para Calatayud, donde acudieron los cuatro brazos, bien que algo disminui-, do su número.

Partió pues el rey para Barcelona, donde habia prorogado las córtss convocadas en Lérida, dejando las cosas de Aragon y de Valencia en el estado que hemos dicho. La entrada en aquella ciudad no fué menos fastuosa que la de Zaragoza, y las ceremonias, festejos y demostraciones con que fué recibido escedieron todavía á las de la capital de Aragon. Con igual solemnidad prestó el juramento de guardar las constituciones, fueros y usages de Cataluña, y los catalanes á su vez le hicieron el de guardarle á él fidelidad.

Continuaron por muchos dias las fiestas y regocijos públicos en obsequio á su soberano, y todo iba bien para él y en todas partes le agasajaban menos en las córtes. Allí, en vez de mostrarse liberales con su principe, en vez de prestarse como vasallos leales y dóciles & otorgarle el servicio que pidió como á los otros dos reinos, los tres brazos de Cataluña, mas que á servirle con generosidad, se manifestaron resueltos á ajustar cuentas al rey, y á indemnizarse de las sumas que antes le habian prestado, sin consideracion á que se hallaba amenazado de las armas enemigas. Con tal motivo escribió Felipe de su mano á los catalanes una carta tan tierna y cariñosa, tan llena de lisonjas, de dulces y benévolas palabras, llamándoles varias veces «hijos mios, y dándoles otros dictados no menos afectuosos, esplicándoles su situacion comprometida, y haciéndoles ver que si no le socorrian y ayudaban, se veria en la necesidad de volver desairado y sin prestigio á Castilla (18 de abril, 1626), que formaba completo contraste con el duro lenguaje que acababa de emplear con los valencianos, y con los términos no menos duros en que escribió tambien á los pocos dias á los aragoneses (26 de abril), requiriéndoles que le sirvieran con dos mil hombres pagados, y que en el término de tercero dia le habian de responder «sí ó nó,» porque le corria tanta prisa que ya no podia esperar mas. Ni la ternura ablandó los corazones de los catalanes, ni la dureza surtió efecto con los aragoneses; aquellos

no mudaban fácilmente de resolucion, y si bien éstos, en su mayor parte la tenian de servirle, no era fácil concordar los ánimos de todos.

rey

El conde-duque de Olivares, sospechando mal de las juntas que sabia se celebraban, y contemplándose poco seguro, dispuso sigilosamente acelerar la salida del sin dar conocimiento de ella á los estamentos, de modo que cuando estos se apercibieron y procuraron con ofertas y súplicas detenerla, ya no lo alcanzaron: el conde-duque respondió que las circunstancias de la monarquía hacian necesaria aquella celeridad; el rey salió, y enderezando su viage á Zaragoza, y no deteniéndose en esta ciudad sino lo necesario para oir misa, continuó hasta la villa de Cariñena; de aquí escribió á los cuatro estados una carta (10 de mayo, 1626), en verdad harto indiscret, pues si por una parte les mostraba gratitud por haber accedido á su propuesta, por otra rebosaba enojo por la dilacion, y les hacia amenazas severas, y les decia palabras injuriosas; pruebas que iba dando ya cada dia de su poco tacto, tino y criterio el conde-duque de Olivares (1).

dio ha, con que me ha parecido escusar el pasar por ahí; no queriendo dejar de deci os que me «halo muy agradecido de los bra«<zos que habeis venido e mi ser

(1) Tambien merece ser conocida esta carta.-Los achaques de la reina (les decia) y el aprieto del tiempo me ban Lecho dejar las cortes de Barce'ona em«pezadas, y deseando haceros lue-vicio como lo vereis en cuanto yo

go el sólio hallo lo que el presidente me escribe, que el brazo de las universidades aun no ha venido en mi servicio, habiendo «yo bajado de lo que los otros tres brazos hicieron dos meses y me

pueda favorecer, y ni mas ni menos de las universidades que habeis concurrido con mi voluntad y servicio; y en aquellas que no lo habeis hecho os dareis prisa á hacerlo porque no llegueis tarde;

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Ocurrió en esto que por diversos confines del reino de Aragon entraron compañías de infantería y hombres de armas de Castilla, gente en su mayor parte biso a, pero que no lo era en cometer en los alojamientos y en todas partes toda clase de desmanes y escesos, robos, adulterios, estupros, blasfemias contra Dios y todos los santos, y violaciones de los objetos mas sagrados. Formáronse varios procesos á esta disoluta y desenfrenada soldadesca, de la cual se sospechó que habia sido enviada como para castigar las villas que repugnaban otorgar el servicio al rey. Ellos propalaban que no iban á pelear con moros sino con aragoneses, y los aragoneses los llamaban á ellos comuneros rebelados. Hubo en algunos pueblos choques y peleas muy graves; los soldados asesinaban vecinos, y estos donde podian ahorcaban soldados. El comisario don Gerónimo Marqués, capitan de compañías que habia

pues hagaoos saber que como os tengo por hijos y os quiero como a tales, no us he de consentir que os perdais aunque lo querais hacer. Y para considerar lo que os digo, acordãos de la blandura con «que os he tratado, y conoced cuán mal habeis pagado y abusado de ella, y espero muy apriesa nuevas que no me falte ninguna, porque con haberos obligado con amor al principio, y ahora con amonestaros, no me queda mas que hacer de cuanto debo á Dios y á mi piedad, y tambien lo será el hacer justicia y encaminaros. Y porque falsamente y con depravada in⚫tencion habeis persuadidoos que las cartas que os han dado en mi

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nombres no son mias, os hago saber que lo que me ha movido á escribiros esta ha sido la culpa en que habeis incurrido en no obede«cer aquellas, pues la que vierades firmada de mi mano, cuando fuera falsa, os pudiera hacer el mismo cargo por ella que por esta, que está escrita de mi propia mano, engañaisos mucho si creeis que estaré de espacio, porque quiero ser obedecido y mas cuando los primeros brazos de este reino os han dado tal ejemplo.De Cariñena, á 10 de mayo de 1626.

Yo el Rey.. El proceso de las córtes de Barcelona de 1626 se halla en el archivo de la Corona de Aragon, reg. 50.

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