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iglesias de San Ildefonso y Santa Catalina, donde está la bonita plazuela con árboles que retiene su nombre.-Religiosas Dominicas de Nuestra Señora de los Reyes: convento fundado en 1611 por la devota señora doña María Dorotea, de quien hizo Bartolomé Esteban Murillo el retrato que se conserva en la Sacristía de la capilla de los Cálices de la Catedral. Existe este monasterio en la parroquia y calle de Santiago.-Mercenarias Descalzas: fué hecha esta fundación en la plazuela del mismo nombre, parroquia de San Bartolomé, en 1623.— Clérigos menores del Espiritu Santo: introducidos en Sevilla el año 1624, se instalaron en la Boceguinería, entre las puertas de la Carne y de Jerez.-Agustinos Descalzos: de origen incierto, pero trasladados fuera de la puerta de Triana en 1624, tomaron la advocación de Nuestra Señora del Pópulo, desde el año 1126 de resultas del siguiente hecho, que una piadosa tradición perpetúa. Un matrimonio de estado humilde, pero de vida ejemplar, que vivía junto al convento, tenía la devoción de encender todas las noches una luz ante una imagen de Nuestra Señora del Pópulo, puesta sobre su puerta. Ocurrió la terrible inundación del año 1626, en que se anegó todo aquel barrio: la casa de aquel santo matrimonio quedó destruida, y con admiración de todos vióse tres días después alzarse sobre las aguas la pared en que estaba la imagen, y encendida la luz que ardía á su presencia.-Capuchinos de Nuestra Señora de Gracia: convento fundado en 1627 fuera de la puerta de Córdoba, en el sitio que había ocupado el de monjas de San Leandro, y donde en remotos tiempos se supone que residió san Isidoro. Este convento es principalmente famoso por los admirables lienzos que para su altar mayor pintó Murillo, los cuales, tras enojosas vicisitudes, han sobrevivido á las ruinas de aquel edificio, y se hallan formando el más precioso salón del Museo de Sevilla (1). Monjas de Santa Teresa, fuera de la que fué puerta de Carmona, hacia la izquierda de San Benito conforme

(1) Queda hecho mérito de estos bellísimos cuadros en el capítulo respectivo, donde describimos ligeramente el convento de la Merced convertido en Musco.

se va á la Cruz del Campo. En este lugar estuvo antiguamente el mencionado monasterio de San Benito, y en más remotos tiempos el famoso de San Acacio, y las religiosas del Carmen lo compraron, ayudando su protector y patrono el caballero de Santiago Francisco Gómez, en 1641.

HOSPITALES É INSTITUTOS DE BENEFICENCIA.-Hospital de las Tablas. Fué fundado en 1543 fuera de los muros del Alcázar por Pedro Pecador: en 1545 fué trasladado al paraje que ocupa la Lonja y contenía 100 camas para los pobres; permaneció allí treinta años, y en 1574 se mudó á la parroquia de San Salvador, calle de Gallegos, donde existe con el nombre de Nuestra Señora de la Paz.- Casa de Niños Expósitos. Data su fundación del año 1558, y es debida al arzobispo don Juan de Valdés. En 1590 se incorporó á la Hermandad del Dulcísimo Nombre de Jesús, establecida en San Pablo el Real. Los encargados antiguamente de recoger á los niños huérfanos eran los religiosos de Sancti-Spiritus residentes en Triana, y el hospicio de que hablamos solo estaba destinado á los párvulos abandonados por sus padres. Existe en la calle de la Cuna, parroquia de San Salvador, con hijuelas en seis pueblos de la provincia, que son Carmona, Cazalla, Écija, Morón, Osuna y Utrera.-Hospital de los Flamencos ó de San Andrés. Estaba frente al Colegio de Santo Tomás, pegado al Alcázar.- Hospital de los Caballeros. Hallábase en la calle de Melgarejos, hoy Real, en 1583, y cuatro años después fué incorporado al del Amor de Dios. - Hospital de Venéreos. Establecióse en 1587 en la calle de Colcheros, parroquia de la Magdalena, al cuidado de los Carmelitas Descalzos. Duró hasta que tuvo principio el gran hospital llamado de la Sangre, destinado á toda clase de dolencias.

Hospital de las Cinco Llagas 6 de la Sangre.-Saliendo de la Puerta Macarena con dirección al nordeste, por la espaciosa calzada que dejaron los moros para que sirviese á un mismo tiempo de carretera y de dique contra las avenidas del Guadalquivir, atraviesase un suburbio habitado por la pobre gente de

la Resolana y de la Barzola, rica mina de carnes cobrizas, pintorescos harapos y expresivas fisonomías, que un tiempo beneficiaron Murillo y el caballero Villavicencio, y se llega á un gran edificio de piedra que mide 600 piés de oriente á poniente y 550 de norte á mediodía, y presenta una fachada de dos cuerpos, dórico el inferior y jónico el superior, escrupulosamente ajustada á las reglas un tanto desabridas de la arquitectura greco-romana. Entre las pilastras dóricas del cuerpo bajo hay ventanas con sus indefectibles jambas y frontoncillos: sobre estas pilastras asienta el consabido cornisamento de cajón: recibe este los pedestales del cuerpo jónico, que ostenta en lugar de pilastras medias-columnas proporcionadas, las cuales sostienen la cornisa que primitivamente estuvo coronada de un antepecho con balaustres, ocultando la vista del tejado que ahora aparece afeando la perspectiva de este monumento. En los intercolum nios de este segundo cuerpo, presentan las ventanas en sus jambas columnas abalaustradas platerescas, que dan cierta amenidad á sus harto severas líneas. - Ocupa la portada el centro de la fachada, y compónese su primer cuerpo de cuatro columnas dóricas istriadas, con nichos ú hornacinas en los espacios, y el segundo de dos, con un balcón de balaustres, sirviendo de remate el escudo del Hospital, con dos angelotes de depravada escultura por soportes. La puerta de entrada abre paso á un gran zaguán ó apeadero, cuya techumbre sostienen seis arcos que estriban en columnas pareadas, y por él se entra á un patio rodeado de galerías á poniente y levante, en las cuales están las puertas que comunican á las dos principales divisiones del Hospital. En el centro de este patio se levanta, aislada por los cuatro vientos, una iglesia que forma en su planta una cruz griega y presenta en șu fachada los tres órdenes, dórico, jónico y corintio, sobrepuestos, con una portada de riquísimos jaspes entre dos torres resaltadas que terminan á la misma elevación de la fachada. Esta lleva por remates pirámides y candelabros. -Merecen observarse los medallones de esta portada, que re

presentan las tres Virtudes Teologales, Fe, Esperanza y Caridad, obra de Pedro Machuca: la decoración interior de la iglesia, de pilastras jónicas; el retablo del altar mayor, obra de Asensio de Maeda y Alonso Vázquez; y las capillas que forman los arcos del cuerpo inferior del templo, decoradas con lienzos atribuidos á Zurbarán. - Trazó el plano del Hospital de las Cinco Llagas el maestro Martín Gaínza, en competencia con los profesores que más reputación alcanzaban entonces, y teniendo presentes las plantas de los mejores hospitales de España y de Portugal, que recogió el arquitecto Francisco Rodríguez Cumplido. Muerto Gaínza en 1555, entró á dirigir la obra Fernán Ruíz, que trazó y dibujó la Iglesia, y á éste sustituyó en 1570 un profesor italiano, llamado Benvenuto, traido á España por el duque de Alba, después del cual entraron á dirigir los trabajos Francisco Sánchez, Marcos Pérez y Asensio de Maeda. -La primera piedra de esta grandiosa fábrica se sentó el 12 de Marzo de 1546, á los 41 años de haber fallecido la ilustre dama á quien debió Sevilla la fundación de su primer Hospital general en 1500. Fué esta señora la insigne doña Catalina de Ribera, madre del primer marqués de Tarifa, don Fadrique, quien nombró en su testamento por patronos del piadoso establecimiento á los priores de la Cartuja y de San Isidro del Campo. El hospital fundado por doña Catalina existía en una casa de esta generosa señora situada en la parroquia de Santa Catalina, y es fama que la gran reina católica concurría con ella á prodigar sus cuidados á las pobres enfermas.

La Caridad.-Vivía en Sevilla en el siglo XVII un caballero de Calatrava, impío y libertino, llamado don Miguel de Mañara. Volvía una noche á deshora de sus acostumbrados devaneos, y al pasar por una oscura calleja del barrio de los judíos, recibió en la cabeza un golpe que le derribó en tierra sin sentido. Volvió en sí, se levantó y sacó su espada, no vió á nadie, pero oyó una voz que decía:-Está muerto, traed el ataúd.-Sintió don Miguel estremecerse todo su cuerpo, y regresó á su casa pen

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JEREZ DE LA FRONTERA.- PUERTA DEL PATIO DE LA CARTUJA

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