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CUBA

PARTE PRIMERA

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Mundo la audacia de sus navegantes y el valor de sus guerreros, son las dos islas de Cuba y Puerto Rico que, juntamente con la millarada que forma el archipiélago Filipino, constituyen sus actuales territorios de Ultramar, cuya naturaleza é historia, monumentos y artes, nos hemos impuesto la tarea, tal vez superior á nuestras fuerzas, de dar á conocer

en esta publicación. Mucho es lo que tenemos que decir, no poco lo que callar, pues si hubiéramos de extendernos á cuanto de suyo exigen cada uno de esos puntos, necesitaríamos algunos volúmenes. Una historia casi desconocida para la generalidad de los lectores, pueblos cuya manera de ser es poco menos que ignorada, monumentos que en su mayor parte apenas han sido descritos, piden millones de páginas para conocer cuanto hay de grande y de poético en el pasado como en el presente de esos queridos despojos de nuestro muerto poderío; esperamos, no obstante, aun dentro de los límites que nos hemos trazado, satisfacer nuestro deseo y llevar poco a poco á al fin que se propone favoreciéndonos con su atención. Esto dicho, entremos en materia.

al

que leyere

Si fuese otra la índole de nuestro trabajo diéranos motivo para disertar largamente la cuestión de los orígenes históricos del mundo descubierto por Colón, y habríamos de llenar muchas páginas antes de venir á demostrar la procedencia de la raza primitiva de la tierra americana, así como la época en que fué poblada aquella parte del mundo; pero no debemos ni podemos abordar semejante cuestión, ni importa nada determinar si los europeos tuvieron ó no tuvieron antes que Colón conocimiento de la existencia del Nuevo Continente. Importa también poco á nuestros fines averiguar si Séneca habló por simple inspiración ó vanas referencias de nuevos países que, andando los siglos, se habrían de descubrir en los últimos confines de la tierra, más allá de las columnas de Hércules; ni tampoco si en los tiempos medios hubieron ó no hubieron de pasar los escandinavos y los normandos á lo que hoy llamamos Norte América, ni si los audaces marinos de las costas de Vizcaya pudieron llegar á tan remotos puntos y volver á su país dando cuenta de su existencia. Ni las vagas narraciones recogidas después del descubrimiento constituyen un sólido testimonio en este punto, ni un hecho debido puramente al azar, pudiera ser bastante para arrebatar á Colón la gloria inmarcesible de su hazaña. El ilustre geno

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