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de igual naturaleza se hallan acumuladas profusamente en aquellas cavidades, para demostrar al hombre cuán grande es la naturaleza en su fantasía, y cuánto puede hacer la gota de agua en el transcurso de los siglos.

Mas todo ello es muy poco comparado con lo que ofrecen las Cuevas de Bellamar. Hállanse éstas á poca distancia del pequeño caserío de igual nombre que se eleva al Sur de la bahía, y tienen su entrada por el interior de una finca particular. Su dueño ignoraba en 1861 que debajo del terreno de su hacienda se encerraran maravillas sorprendentes, y al hacer abrir un pozo, los operarios descubrieron tan vastos y singulares subterráneos que bien pronto fueron la admiración de propios y extraños.

Penétrase en ellos por una escalera de veinticuatro peldaños guarnecida de su correspondiente pasamanos y apoyada en un muro artificial. La escalera termina en una especie de eminencia interior que se ha rodeado de una cómoda balaustrada, desde la cual puede contemplarse la primera de aquellas maravillas. Dejemos su descripción á un hijo de Matanzas, el señor Guiteras.

«La longitud de este digno vestíbulo, que lleva el nombre de El Templo Gótico», es de 300 varas con una anchura de más de 80. La altura es asimismo considerable, pero difícil de medir; porque á causa de la eminencia que se alza en el centro, el piso es en extremo irregular. Por esta eminencia, que es de cascajo cubierto con una capa de cristalizaciones, se ha abierto un camino que va siempre serpenteando hacia abajo. Ya por medio de cómodas escaleras para salvar las pendientes demasiado rápidas; ya por medio de terraplenes ó escalones abiertos á pico; ya, en fin, por un sólido puente provisto de balaustradas, que atraviesa una profundísima grieta, se recorre con comodidad y seguridad el templo gótico en toda su extensión.

» Á medida que va bajando el viajero, no puede menos que detenerse á contemplar la variedad de objetos que le rodean, alumbrados con bastante profusión con luces fijas. Al frente ve

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dos oscuras entradas, por donde puede penetrar en lo interior de aquel recinto subterráneo. Á la derecha se alzan gruesos pilares que sirven de sostén á la alta bóveda, y que recuerdan las soberbias columnas de antiguas catedrales, que debió la arquitectura gótica á las elegantes palmeras ó á los robustos troncos de la secular encina. Uno de estos pilares es particularmente digno de llamar la atención: tiene por nombre el Manto de Colón y arranca desde lo más profundo del Templo Gótico. Forman sus estrías magníficos pliegues en que puede ocultarse un hombre, y que van abriéndose á medida que se acercan á la parte superior. Tiene 20 varas de altura, y su ancho, varía de siete varas á dos y media. La piedra es de un blanco brillante con alguna tinta oscura que hace resaltar sus gigantescas proporciones. Al pie del Manto de Colón se ven numerosas piedras de formas caprichosas: algunas parecen hombres postrados en reverente adoración, ó echados en el suelo envueltos en sus mantas; otras fingen animales, también echados, dando todas, en medio de su inmovilidad, vida y animación á la escena.

> En dirección opuesta al Manto de Colón, y á la izquierda

del viajero que va bajando, se ve un gran nicho que, sin un gran

esfuerzo de la imaginación, puede pasar por el altar de aquel templo; pues del fondo oscuro de la cavidad sale una como cornisa coronada de piedras que parecen imágenes, tales como las presenta en sus toscas proporciones una escultura primitiva. Más abajo del altar se ve también una de estas caprichosas esculturas, como sentada sobre una gran piedra; y por su posición aislada y prominente, así como por su actitud, puede bien caracterizarse como el Guardián de la cueva.

»Si esta ojeada sirve para dar al lector una idea del aspecto general del Templo Gótico, de todo punto imposible creo que pueda la pluma dar idea de sus adornos. Su belleza y variedad son inconcebibles para los que no las hayan visto.

>>Las estalactitas y las estalagmitas son el adorno de las cuevas. Las estalactitas son unos conos colgantes ó cilindros de

carbonato de cal, pegados á las bóvedas ó paredes de las cavidades subterráneas. Prodúcelas la filtración al través de las rocas de agua cargada de cal. El agua, al desprenderse de la roca primero y después de la estalactita, va dejando pequeñísimas porciones de la cal que lleva en disolución. Estas porciones van haciendo, con su cristalización, crecer la estalactita; pero como el agua, al desprenderse de ellas gota á gota, conserva todavía alguna parte de cal, resulta naturalmente que cuando las gotas caen al suelo forman aquí otras cristalizaciones. Estas son las que llevan el nombre de estalagmitas.

Las cuevas de la clase á que pertenece la de Bellamar se encuentran en terrenos calcáreos. Las estalactitas y estalagmitas que presenta el Templo Gótico, son de dimensiones y formas co. losales; y considerando el lento procedimiento de su formación, la primera idea que salta á la imaginación del visitador es el largo espacio de años que la naturaleza ha tardado para poner en el estado actual su espléndida obra.

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Las estalactitas tienen formas más variadas que las estalagmitas. Ya se ha hablado del gran pilar que, con el nombre de Manto de Colón, constituye el objeto prominente del Templo Gótico, y se conoce que otros del mismo género pueden formarse con el tiempo por la unión de la estalactita que va progresando hacia abajo, y la estalagmita que va creciendo hacia arriba. Las estalactitas se mezclan á veces y confunden de una manera caprichosa, mientras que la estalagmita es un cuerpo compacto y liso que, ó se eleva tomando la forma cónica, ó se derrama como cuerpo derretido que se ha dejado enfriar.

>El Manto de Colón es una estalactita ya completa, como otras que se ven en el Templo Gótico; pero la Cueva de Bellamar presenta en otros puntos estalactitas nacientes, ya en forma de tubos de cristal, ya á manera de telas delgadas adheridas á las rocas, muy semejantes en el color y general apariencia á la pulpa del coco tierno. En el Templo Gótico se ve una estalactita, formada por una plancha transparente de más de dos varas

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de ancho y vara y media de alto, que parece una cascada de mármol blanco con el borde inferior simétricamente irregular. Está casi frente á la escalera de entrada; pero las hay todavía de la misma forma, más grandes y hermosas en otros lugares de la misma Cueva de Bellamar. Fuera del material que las constituye, ningún otro punto hay de contacto entre esta última y pilares con el Manto de Colón, de modo que el visitador desde luego observa el manantial de belleza que se encierra en tanta y tan grande variedad de formas.

> Las estalactitas cuelgan á veces de las bóvedas en blanquísimas planchas, tan delgadas, que son transparentes y sonoras, é imitan en sus curvas las orejas de ciertos cuadrúpedos; otras veces, sin perder la deslumbrante blancura, cristalizan formando cilindros que se cruzan en todas direcciones. y reflejan la luz como facetas talladas de piedras preciosas. Piezas estalactíticas hay en esta cueva que asombran por su rareza y recrean por su hermosura; ya ve uno pequeños ángeles ó pájaros sostenidos por delgadísimos hilos de cristal; ya menudas cabezas de animales extraños; ya delicadas plumas cuajadas de luciente filigrana, salpicadas de abrillantadas puntas teñidas con los suaves colores de la rosa y la violeta; ya cristales al través de los cuales aparecen dobles los objetos; ya, en fin, transparentes dalias brotando sobre magníficos cuernos de color de oro.

>He dicho que al fondo del Templo Gótico ve el viajero las dos entradas que conducen á otras cavernas interiores. Siguiendo el itinerario de los guías, se pasa por la más central á una galería llamada de La Fuente, por una de purísima agua que en ella se encuentra. Tiene de largo Soo varas, y corre, como toda la parte descubierta de la Cueva de Bellamar, de Oeste á Este. Á la entrada de la galería de la Fuente se ven las paredes cubiertas de preciosas cristalizaciones, muchas de ellas de formación reciente. En algunos puntos cubren el tosco cascajo como cristales entre algodones; en otros cuelgan de la bóveda formando un cono cubierto de cilindros caprichosamente entrelazados, ó se derraman

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