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todos convienen en que viajó á Jerusalen acompañado de muchos caballeros y soldados quando la primera cruzada: que concurrió á la guerra y conquista de aquella ciudad que visitó los santos lugares, tan venerables por las maravillas que en ellos obró nuestro Redentor, y los santuarios que allí habia, en especial la sagrada Piscina, á cuya semejanza, mandó edificar quando volvió á España una iglesia con su territorio en honra de la Beatísima Vírgen María, y en memoria de su devota peregrinacion; dexándola, segun expresa el testamento y se ha conservado hasta nuestros dias, á sus descendientes así reyes como soldados que proviniesen de su sangre, con tal que guarden la policía y leyes de caballería. Las revueltas de aquellos tiempos, las alteraciones que encontró en su familia, la ocupacion de su reyno al regreso de Jerusalen, y las persecuciones que de resultas padeció, le obligáron á retirarse á Cardeña, donde parece que otorgó su testamento y terminó su vida. Pero como hasta el año de 1134, en que ciñó la corona de Navarra su hijo Don García el restaurador, no quedó libre el territorio que habian ocupado 58 años los perseguidores de Don Ramiro, no pudo el abad de Cardeña Don Pedro Virila su pariente, albacea y executor de su testamento, fundar la iglesia como dexaba ordenado en él, á honra y gloria de María Santísima, con la advocacion de la Piscina. Viendo entonces que Don García iba recuperando el reyno, á la primera entrada que hizo por el territorio llamado la Sonsierra de Navarra, eligió sitio conveniente para cumplir la voluntad del testador; y conforme á ella hizo fabricar la iglesia en la era 1174 que es año de Jesucristo 1136, y la consagró en el siguiente el obispo de Calahorra y Náxera Don Sancho de Fúnes, segun consta de las inscripciones y memorias que hemos visto y copiado con detencion, y que por ser poco conocidas damos á luz (1),

de los Reyes de Cast. en Doña Urraca, pag. 110. Fund. de San Benito, en Cardeña, §. XVI, pag. 48. v. Moret. Investigac. de Navarra, lib. III, cap. V, pag. 630. y sigs. Berganza, Antig de España, tom. I, lib. V, cap. 36, pag. 556, y sigs. (1) Los sucesos del Infante Don Ramiro casado con Doña Elvira hija del Cid, están llenos de oscuridad y han sido muy controvertidos por nuestros principales histo

como una prueba de haber el infante concurrido á la primera cruzada y conquista de Jerusalen, con otros caballeros y militares de Navarra.

riadores; pero todos respetan al menos la antigua y constante tradicion de haber fundado la iglesia y divisa de la Piscina, al regreso del viage que hizo á Jerusalen, donde asistió á la primera cruzada, con muchos militares y caballeros. El edificio de la iglesia de la Piscina se conserva todavía aunque abandonado y ruinoso en la Sonsierra de Navarra, entre el lugar de Peciña y la villa de Abalos mi patria, ofreciendo algunas memorias que atestiguan su antigüedad y esclarecido orígen, y que podrán ilustrar las qüestiones suscitadas, apoyando al mismo tiempo el objeto de esta disertacion.

La memoria de esta fundacion consta de dos letreros, que se esculpiéron encima de las dos puertas de la iglesia. En la principal, situada hácia el medio dia, se renovó la inscripcion y se puso el escudo de armas por los años de 1537 como se dexa conocer; y dice lo siguiente:

DOMINVS PETRVS ABBAS BERILLA EX COMMISIONE

REMIRE REGIS NAVARRÆ ERA MILLESSIMA CENTESIMA
SEPTVAGESIMA QVARTA.

El letrero colocado en el arco de la puerta del atrio que mira al norte, está en caractéres antiguos del siglo XII, en estos términos:

DOMINVS PETRVS ABBAS BERILLA FABRICAVIT

HANC ECCLESIAM ERA MCLXXIIII.

Alguna otra diccion contiene que no puede leerse por estar muy demolida la piedra con la intemperie.

No hace muchos años que en un nicho que estaba 'debaxo de la piedra que servia de mesa para el altar, se encontró una caxita de madera, y dentro de ella un cartulario en pergamino, y envueltas en unas correas de lo mismo diferentes partículas de huesecillos y polvos de los Santos que se expresan. La inscripcion del cartulario dice así:,, Consecrata est hæc Ecclesia à Santio Calagurrensi sive Nagerensi Episcopo, in honore Sanetæ Mariæ Virginis, et Sanctæ Crucis, et Sancti Joannis, et Sancti Thoma Apostoli, et Sancti Juliani, et Sancti Georgii, et Sanctorum Cirici et Julita, et Sancti Cristofori, et Sancti Æmiliani, et Sancta Eufemia, et Sancti Salvatoris, et omnium Sanctorum: In era MCLXXV. Kalendis Augusti.

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En las correas de pergamino que ciñen y ligan las reliquias se lee: Sancta Maria; Sancti Joannis; Sancti Cristófori; Sancti Georgii; Sancti Thoma; Sancti Quírici Sancti Sebastiani; Sancta Eufemiæ ; Sancti Salvatoris ; Sancte Crucis; Sancti Juliani; Sancti Jacobi. De todo lo qual se infiere, que el abad Virila fabricó la iglesia por encargo del infante Don Ramiro en el año de 1136, y que la consagró el dia primero de Agosto del siguiente de 1137 el obispo de Calahorra y Náxera Don Sancho de Fúnes: resultando por consiguiente equivocada y errónea la noticia y traduccion que del primer letrero publicó Berganza ( Ant. de Esp. lib. V, cap. 42, núm. 455,) expresando haberse hecho la fábrica el mismo año de 1110 en que murió Don Ramiro, y alguna otra adicion que no se halla en el original.

La existencia coetánea del abad Don Pedro Virila nos consta por Sandoval (Fundaciones de San Benito, en Cardeña §. XVII p. 50 ) y por varias escrituras que cita Berganza, de cuyas fechas se infiere que gobernó la abadía del monasterio de Cardeña, C

13. Los Portugueses animados de su religiosidad y valor, é impelidos de las exhortaciones del sumo pontífice y del exemplo de los demas pueblos cristianos, pospusiéron con igual generosidad los riesgos domésticos á la gloria de contribuir á la recuperacion de los santos lugares. Es verisímil que el conde Don Enrique de Lorena, yerno de Alfonso VI de Castilla, viendo el fervor con que en su pais nativo se emprendia esta memorable jornada, y el empeño que tomaban por llevarla al cabo sus cuñados los condes de Tolosa, de Flándes y de Borgoña, y otros príncipes franceses y alemanes, concurrió tambien á ella con no menor esfuerzo y devocion; pero ni faltan historiadores que lo nieguen (1), ni otros que lo aseguren, y aún algunos que dupliquen las jornadas de Don Enrique á la Palestina. El doctor Alexandro Ferreyra, que , que exâminó este punto muy de propósito con presencia de los antiguos diplomas y crónicas de Portugal (2), es de opinion que el conde fué á la tierra santa con los demas príncipes católicos el año de 1096: que asistió y contribuyó con su valor á la conquista de Jerusalen, verificada en 15 de Julio de 1099 que en esta gloriosa empresa se adquirió por su valor el concepto de aquellos príncipes y caudillos : que visitó con mucha ternura y devocion los santos lugares y que llamándole á Portugal las atenciones y riesgos de sus estados amenazados con

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á lo menos desde el año de 1103 hasta el de 1139, siguiendo por mucho tiempo la corte de Alonso VI y de Alonso VII el emperador, y habiendo pasado á Roma como procurador general para la reforma de los monasterios benedictinos de España. El coincidir la exîstencia del abad Virila con los sucesos que se refieren y la circunstancia de haber dexado el infante al monasterio de Cardeña las reliquias que traxo de Jerusalen segun expresa en su testamento, la fundacion de la iglesia y divisa de la Piscina en memoria de la Probática Piscina que estaba en Jerusalen y menciona el evangelista San Juan (cap. 5), la constante tradicion de los diviseros descendientes de este linage, el haber sido consagrada la iglesia por el diocesano, las memorias que se conservan de los viages á ultramar de Saturnino Lasterra y de Don Aznar Garces y otros, todas son inducciones que contribuyen á demostrar que el infante Don Ramiro concurrió á la primera cruzada acompañado de muchos militares y caballeros navarros, dexando despues piadosas memorias que lo atestiguan y comprueban.

(1) Duarte Núñez de Leon, Crón. dos Reys de Portugal, part. I, pág. 15 v. Maimbourg, Hist. des croisades, lib. III, t. 1, pág. 450.

(2) Memorias é Noticias históricas da celebre ordem militar dos Templarios na Palestina. 2. tom. fol. imp. en Lisboa año de 1735. Véase el tom. II, Apénd. I desde el núm. 783 al núm. 834.

tinuamente de los moros, se despidió del ilustre Godofredo, que en testimonio de su aprecio le regaló varias sagradas reliquias, con las quales regresó á fines del mismo año, acompañado del venerable Giraldo arzobispo de Braga, por la via de Constantinopla, donde obsequiado del emperador Alexo obtuvo de él entre otras reliquias un brazo del evangelista San Lúcas, que todavía se venera en la iglesia catedral de Braga. Añade el doctor Ferreyra, siguiendo en esto el parecer de Manuel de Faria y Sousa (1), que pocos años despues y probablemente en el de 1103 volvió Don Enrique á la tierra santa en compañía del obispo de Coimbra Don Mauricio Y del arcediano Don Tello embarcados en una armada genovesa que llevó grandes socorros á los cruzados: que Balduino, ya rey de Jerusalen y deudo del conde, le empleó en varias empresas militares, especialmente en la toma de Tolemaida el año de 1104, la qual facilitó mucho el socorro de los genoveses que sitiáron la plaza por mar con setenta navios: y finalmente que condescendiendo Don Enrique á las instancias de su muger, de sus hijos y de sus estados estaba ya de vuelta en ellos á fines de 1105. Sin embargo de este resultado que saca el doctor Ferreyra del exâmen de los documentos que cita, son convincentes ni decisivas todas sus conjeturas y deducciones. Contradícenlas poderosamente el silencio de los escritores coetáneos de esta primera cruzada; su omision de no citar jamas á un personage tan ilustre, quando sus enlaces y su carácter militar le hacian tan distinguido y la incertidumbre del poderoso socorro que se supone envió á sus órdenes Don Alonso VI para la guerra de ultramar : circunstancias que haciéndonos mas recatados y circunspectos para seguir el dictámen del doctor Ferreyra y Manuel de Faria, dan á lo ménos alguna mayor consideracion á la autoridad de varios historiadores portugueses, entre ellos Fr. Bernardo Brito (2) y Fr. Antonio Brandaon (3), y otros castellanos como Estéban de Garibay (4) y Juan de Ma

(1) Faria, Europa Portug. tom. II, part. I, cap. 2, núm. 10 y 19.
(2) Crón, del Cister part. I, lib. 5. cap. 3. Ferreyra, núm. 801.
(3) Monarq. Lusit. part. 3, lib. 8, cap. 22. Ferreyra, núm. 818.
(4) Comp. hist. de España, lib. XXXIV, cap, 7.

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riana (1), que solo atribuyen al conde un viage á la Palestina despues de la muerte de Godofredo, acaecida en 8 de Julio del año de 1100 reuniendo en él algunos de los sucesos que los otros dividen, como el regreso por Constantinopla y los obsequios y dádivas de aquel emperador. De todos modos es muy natural que si el conde tuvo parte en esta primera cruzada llevase consigo muchos caballeros y militares portugueses, ó por ostentacion y decoro de su dignidad, ó por el lisonjero empeño de que compitiesen en hazañas con los ilustres guerreros de las demas naciones.

14.

Constanos en efecto por el testimonio del arzobispo de Tiro, autor coetáneo, que en la conquista de Jerusalen se distinguió por su valor el caballero lusitano Tomas de Faria acompañado de sus paisanos Guillermo Carpintero y Mendo Laude (2). Las historias de aquel tiempo hacen mencion de otro insigne portugues llamado Pelagio ó Payo de Brito, que dexó noble fama y honrosa estimacion entre los valientes que militáron en la Palestina (3). Glorioso es para Portugal que un hijo suyo llamado Arnaldo de Rocha fuese uno de los nueve primeros caballeros que concurriéron á la institucion del órden de los templarios, siendo probable que quando Don Gualdin Paez, natural de Braga, pasó á Siria, donde tomó el hábito de aquella órden militar, asistiendo cinco años á la guerra santa hasta la toma de Ascalona, regresase á su patria con Arnaldo á continuar en ella los empeños y obligaciones de su instituto (4). En el año de 1191 Don Sueiro Raymundo ó Raymondes, rico-hombre de Portugal, acompañó al rey Ricardo de Inglaterra en su expedicion á la tierra santa; adquiriendo claro renombre en la expugnacion de Chipre y en cierto asalto que suponen se dió á Jerusalen por la parte del muro llamado Mello, por cuyo buen éxîto tomó para sí este apellido, y aún le dió á una quinta que labró en la sierra de

(1) Hist. gen. de Esp. lib. X, cap. 13.

(2) Guillermo de Tiro, Hist. Sacra lib. 1, cap. 29. Faria, notas al Nobiliar. del conde Don Pedro, pag. 674. Ferreira, núm. 849, 850 y 851.

(3) Gest. Dei per Francos en su catálogo, Ferreyra núm. 843.

(4) Ferreyra, Ápénd. II desde el núm. 835 al núm. 842. Faria Europa Portug. tom. 3, part. 4, cap. 8, núm. 13.

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