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ministerio, y sin emplear medios de coaccion y de violencia, quedó por entonces sosegado todo el reino. »

No podia suceder otra cosa: los pueblos veian próximos á realizarse, por aquel hombre estraordinario, sus legítimos y vehementes deseos.

La nacion tenia seguridad de que no iban á ser infecundos sus sacrificios, y vislumbraba cercanos dias de grandeza, porque nuevos gérmenes de vida y de poderío por do quiera se presentaban.

Lo cierto es que nuestro prohombre logró cautivar por sus admirables dotes de gobierno, y su recurso en tan aciaga época, hasta sus mismos adversarios.

Un moderno y distinguido escritor, nuestro apreciable correligionario D. Eduardo Chao, dice á este propósito en su Historia general de España:

« Conocíanle (á MENDIZABAL) muchos de sus compañeros de emigracion, por un genio prodigiosamente activo, intelectual y materialmente; emprendor y atrevido, al cual debia la ventajosa situacion comercial que ocupaba en la primera plaza mercantil del mundo, habiendo entrado en ella casi reducido á la miseria.

» Cuando llegó á España y vió las cosas en tan triste estado, rotos los lazos de relacion entre el gobierno y los pueblos, y amenazado el trono de hundirse en un régimen federativo, en vez de arredrarse ante una situacion procelosa que otros habian creado, por sí solo ofreció vencerla, y quizás se felicitó de llegar en hora tan crítica, porque era de esos espíritus que se animan con los obstáculos.

» Los revolucionarios se creyeron triunfantes con ver sus principios en el poder, y depusieron las armas: los ene-migos de la revolucion la habian temido demasiado para que no agradeciesen una pacificacion alcanzada sin sacrificios penosos, sin concesiones vergonzosas y sin mengua de

la autoridad; y el trono acertaba apenas á creer que el soplo de un solo hombre hubiese bastado para apagar aquel incendio.

» El contento fué general: de todas partes se elevaron elogios al pacificador y regenerador del pais: las juntas se fueron disolviendo poco á poco: los pueblos, llenos de entusiasmo, se prestaron á toda clase de sacrificios: la juventud empuñó el fusil y marchó á campaña entonando himnos patrióticos: hubo donativos voluntarios para aliviar las necesidades del Tesoro, que llegaron á 30 millones de reales. Jamás se vió trasformacion tan grande y súbita, obrada por un solo hombre, ni fué mas brillante el triunfo de un plan político.

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Algunas juntas que intentaron conservar su actitud independiente, y constituir la revolucion por medio de juntas superiores de provincia, tuvieron que ceder al torrente general de la opinion, dominadas por la inesperada habilidad de MENDIZABAL. Acababa de entrar en el ministerio cuando recibió la noticia de la instalacion de la junta de Andújar, en representacion de las ocho provincias de Andalucía; ejemplo que era de temer fuese imitado por los demás, en cuyo caso es incalculable cuando hubiera podido ser detenida la revolucion. MENDIZABAL, sin desconcertarse por incidente tan grave, se desentiende del hecho, sigue dictando sus reformas como si todo el pais se hubiese sometido, usando con las juntas un lenguaje digno, pero sin ceremonia; y de esta manera logra producir en su seno una reaccion que concluye con su existencia. >>

Hemos trascrito intencionalmente los párrafos que anteceden, para que de modo alguno se nos arguya de apasionados, respecto á la apreciacion del efecto que produjo en el pais el advenimiento de Mendizabal.

La prensa toda liberal, que tenemos á la vista, las esposiciones de diversas autoridades, los buenos patriotas, en

fin, dirigíanse á hombre tan señalado y providencial como al libertador de los pueblos, como al Júpiter de la reforma.

El huérfano, la viuda, el cesante, el desvalido, los bizarros oficiales que marchaban á sus banderas, todos acudian á la inagotable generosidad de MENDIZABAL, y todos quedaban satisfechos, tornándose alborozados y llenos de fé, de entusiasmo y de simpatía.

Los funcionarios públicos, imitando el proceder del jefe supremo de la gobernacion, pues MENDIZABAL sacrificó su fortuna en aras de la patria, ofrecian sus donativos, contribuyendo honrosa y laudablemente con sus ofrendas á la terminacion de la lucha, que ensangrentaba nuestro hermoso y entonces desventurado pais.

Permítasenos dar una rápida ojeada hácia el horrible aspecto que á la sazon se traslucia en la guerra, con el fin de confirmar la importancia de la reforma político-social de MENDIZABAL, en un estado en demasía turbulento y de

sastroso.

Despues se espondrán una por una las reformas que decretó y aprobaron las Córtes, hasta la caida improcedente y escandalosa de tan patriótico ministerio.

VI.

Los soldados de la libertad y de la Reina constitucional Doña Isabel II conservaron una actitud digna, severa y magestuosa en medio de la contienda política y el desbordamiento de los partidos.

Su objeto era luchar contra las ominosas huestes de la usurpacion y de la ignorancia, y no se desviaron, mientras duró la revolucion, de la disciplina ni del espíritu de sus leyes.

¡Pluguiera Dios que algunos de sus caudillos hubiesen imitado despues tan loable conducta!

¡Habian brillado ya las rojas llamas de Lecaroz!

Se habian salpicado de sangre los débiles muros que custodiaban los heróicos defensores de Cenicero!

Resistido habia la valerosa ciudad de Bilbao los embates de las foribundas huestes del carlismo.

Su mas renombrado adalid, el célebre Zumalacárregui, ya no existia, y de uno y otro bando, que al fin eran españoles, se destacaba un temerario arrojo, sin par braveza, y cien y cien víctimas, dolorosamente sacrificadas, humeaban en las montañas del Norte, en los campos de Aragon, Castilla, Valencia y Cataluña.

¡La España toda era un inmenso lago de sangre!

Estella, Bilbao, Mendigorría, Olot, Morella, Descarga, Mayals y las Amézcoas, eran ya sitios devastados, ciudades enrojecidas, nombres marcialmente célebres.

Mina, Gurrea, Lorenzo, Espartero, Eguía, Carnicer, Cabrera, Valdés, Oráa y otros campeones, aunque en diversa aspiracion y opuestos bandos, eran ya populares, y de aguerrida y estraordinaria fama.

Hemos sentado anteriormente que la contienda procedia de opuestos principios: la ignorancia contra la civilizacion: la libertad contra la tiranía y el privilegio.

En Castilla, Aragon, Valencia y Cataluña, no existian, largos años atrás, otras instituciones forales.

La lucha era de ideas: el último combate del viejo y carcomido régimen, contra el regenerador y naciente sistema de la cultura y de la reforma.

¡Tristes, pero indispensables evoluciones por donde tienen que atravesar los pueblos !

Comandaba en jefe el ejército constitucional D. Luis Fernandez de Córdoba, político, hábil, general bizarro y experto, y á estas circunstancias, y á la cooperacion de otros dignos guerreros, junto con las virtudes y patriotismo de los soldados, se debió en aquella época borrascosa la per

severante disciplina, sin embargo, de tener ante sus ojos tantos ejemplos de ambicion, de rencillas y de discordias.

El dia 9 de setiembre de 1835 dirigió su voz al ejército recomendándole el órden y el apartamiento, la indiferencia á los negocios políticos, puesto que su deber consistia en pelear constantemente contra los enemigos de las libertades patrias.

Como en todas sus alocuciones, en esta resplandecia un estilo brillante y decoroso, y en mas de una de aquellas, cual en la que insertaremos en felicitacion de la apertura de las Córtes por MENDIZABAL, se notaban felices rasgos de puro liberalismos, de amor á las instituciones.

Al menos en aquellas circunstancias, el general Córdoba, se condujo leal y dignamente, y la historia, no el que traza estas líneas, le rinde tan merecida justicia.

El resultado fué que el ejército se mantuvo dentro de sus deberes, en los límites de la mas estricta subordinacion y compostura; sin este admirable comportamiento la anarquía hubiera sido completa, y el triunfo de la libertad dudoso.

VII.

Todas las disposiciones que procedian del ministerio, las inspiraba el patriotismo y notoria ilustracion de Gomez Becerra, auxiliado por D. Martin de los Heros, aunque la mayor parte de aquellas debiéronse á MENDIZABAL, porque además de presidente, reunia los cargos de Hacienda, GuerMarina y Estado.

ra,

Indudablemente cambió la faz política de España.

Causó una verdadera y profunda trasformacion en todos los ramos administrativos, en todo el sistema económico, y abrió un rumbo nuevo en la marcha de las aspiraciones políticas.

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