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y una vez que acabamos de reseñar los que prestó á la nacion portuguesa, lógico nos parece que veamos el premio recibido por el hijo ilustre de Cádiz, en justa retribucion de sus ardientes desvelos y proceder hidalgo y generoso.

Porque es fuerza decir una y mil veces, porque es pre-ciso proclamar muy alto, en honra de un distinguido español, que si Portugal es libre, lo debe tambien en gran parte á la cooperacion estraordinaria que en su gloriosa lucha le ofreció MENDIZABAL.

Recordemos las palabras de un malogrado cuanto apreciable escritor, que á este propósito decia: « MENDIZABAL era siempre hombre político, aun especulando como comerciante, pues el único fin que le movia al procurar aumentar su capital, era el de ser mas útil á la causa que sostuvo toda su vida.

» Portugal era la segunda patria de MENDIZABAL; y la union peninsular su sueño de oro.

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>> En los tiempos en que los comisionados de D. Pedro no encontraban un solo chelin para arrancar la corona lusitana de la cabeza del usurpador D. Miguel, y colocarla sobre las sienes de doña María de la Gloria, MENDIZABAL les suministró cuanto necesitaban. El creó recursos de la nada, él aprestó y equipó los buques necesarios, y él improvisó aquel valiente ejército que, capitaneado por el inmortal D. Pedro, abatió los negros estandartes del usurpador en Evora-Monte, y devolvió la libertad á los portugueses. »

En honor de la verdad, ni el rey D. Pedro, ni su digna hija, faltaron á la gratitud que se merecia MENDIZABAL, J', como ahora probaremos, mostráronle con finezas y cumplidos agasajos su entrañable y justo reconocimiento.

Mas existieron portugueses, no ciertamente las clases populares, y sí algun ministro y otros de posicion elevada, que, no solo negaron la importancia de sus esfuerzos, si

que tambien se atrevieron á calumniar, á difamar su hidalguía, su no desmentida pureza.

Por esta razon historiaremos seguidamente el famoso negocio de las cuentas con el gobierno de Portugal, y en sus detalles encontrarán nuestros lectores rasgos insignes de gratitud hácia MENDIZABAL, que justifican los nobles sentimientos, que respecto á su conducta abrigaban, tanto el emperador D. Pedro como su hija la reina doña María de la Gloria.

Otro proceder no cumplia á príncipes tan ilustrados y de ideas tan recomendables.

Hé aquí la espresion de los sentimientos de aquellos monarcas, quienes tuvieron siempre vivos en su corazon la gratitud y el aprecio á un hombre, que apenas estallara la contienda civil en el pueblo lusitano, se alistó en las filas de la noble causa, en las que combatió esforzadamente hasta que fué destruido el poder del usurpador, el intruso reinado de D. Miguel.

En 27 de setiembre de 1832 se dignó el emperador don Pedro escribirle desde Oporto lo que sigue:

« Recibí su carta del 11 del actual con la satisfaccion que siempre me merece la espresion de sus afectuosos sentimientos. Estoy muy seguro de que el interés que manifestais á favor de la causa de la libertad portuguesa se conservará siempre vivo; y confio en la Providencia, que los esfuerzos que todos hacemos para llevarla á un término feliz no serán inútiles. Del buen resultado, que espero alcanzaremos, corresponderá al Sr. MENDIZABAL una parte muy principal en la satisfaccion y en la honra por haber tan eficazmente concurrido á él. Por esta ocasion, tengo la de asegurarle de nuevo el particular interés con que soy su amigo-D. Pedro. »

Obtenido el triunfo de la causa, y deseando el emperador dar el testimonio mas público y notorio del aprecio

que le merecian los servicios de MENDIZABAL, le dispensó la alta distincion de conducir desde Inglaterra á Lisboa á la Reina y demás personas de la familia imperial, dirigiéndole despues la siguiente carta:

CABALLERO J. A. Y MENDIZABAL.

«Yo el duque de Braganza, regente, en nombre de la Reina os saludo: Constándome el celo, la prudencia y habilidad con que os habeis conducido en el desempeño de la importantísima y honrosa mision que os confié, de preparar y dirigir todas las medidas é indispensables providencias para efectuar con todo decoro, exactitud y seguridad la traslacion por mar á esta capital de S. M. Fidelísima la Reina, mi augusta hija, S. M. la duquesa de Braganza, mi muy amada y preciada esposa, y la princesa María Amelia, mi muy querida hija; cúmpleme dirigiros un solemne testimonio de mi satisfaccion, y declarar la grande estima y aprecio que me merecereis siempre por el nuevo é interesante servicio que por esta ocasion habeis prestado á la nacion portuguesa, á su Reina, como en particular á mí y á mi augusta familia.

» Lo que juzgo conveniente participaros para vuestro conocimiento y satisfaccion.

» Escrita en el palacio de las Necesidades á cinco de octubre de 1833.-D. PEDRO, duque de Braganza.- Cándido José Xavier. Para el caballero J. A. Y MENDIZABAL. »

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El emperador se hallaba muy convencido de las nobles prendas de nuestro compatriota, y no le era posible prescindir de hacer público su leal y verdadero reconocimiento.

Las cartas y otros despachos, que insertaremos sucesivamente, probarán de un modo cumplido, que no se han exagerado los estraordinarios servicios de MENDIZABAL, anTOMO I.

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tes bien se oscurecieron muchos, unas veces por su carácter modesto, otras por el estravío de antecedentes que hubieran sido de inmenso interés para la historia contemporánea.

No podia desconocer la familia real portuguesa, que sin el gigantesco esfuerzo de MENDIZABAL, hubieran luchado en vano, pues la regencia, establecida en la isla Tercera, no contaba con recursos de ninguna especie, porque era nulo su crédito, y exigua, débil, y casi tambien nula y de ningun valor la confianza en el éxito de la guerra, guerra que por otra parte activó y aun inició Mendizabal, no solo acaudalando medios pecuniarios, sino haciendo surgir en favor de Portugal la simpatía de todos los liberales de Europa.

Admirable es el interés que demostró en favor de Portugal el digno patriota gaditano, y se comprende que su claro talento y felices inspiraciones le hicieron vislumbrar la importancia de aquellos servicios, una vez que redundarian en pro de la libertad española.

Tanto es así, que á pesar de lo incrédulos que se manifestaban sus compañeros de emigracion, relativamente á su influencia y facultades para conseguir su noble empresa, no desistió un instante, dejando á todos gravemente sorprendidos la facilidad que en todo hallaba, y la manera resuelta con que se lanzó á defender la causa del pueblo lusitano.

Entre la multitud de notables rasgos, que iremos oportuna y sucesivamente aduciendo, y que en parte somos de ellos deudores á un apreciable liberal, íntimo y apasionado de MENDIZABAL, he aquí el que tenemos á la vista, y es alusivo al negocio de que tratamos.

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Encontrábanse en Londres MENDIZABAL, el Sr. Cortazar y un digno pariente del primero, cuando comenzaba á producirse entre los emigrados la feliz agitacion, precursora de mas lisonjeros dias.

Les inquietaba, no obstante, una penosa incertidumbre. No adivinaban el medio que tendrian los portugueses para vencer á los partidarios del rebelde y fanático infante D. Miguel, siendo así que el emperador D. Pedro, y su hija doña María de la Gloria, tenian apenas una sombra de gobierno, y no muy esplícita, ó segura, la proteccion del de Inglaterra.

Una tarde, próxima la hora de la comida, y hallándose presentes dicho Sr. Cortazar y un caballero de la familia de MENDIZABAL, mandó este al último que se sentase á escribir una carta, que efectivamente él mismo dictó.

Era una comunicacion dirigida á Mr. Ardoin, en la cual le esplicaba sus planes, sus entrevistas con el duque de Palmela y otros varios personages portugueses, rogándole se sirviese pasar á Lóndres para tratar de un empréstito de 2.000,000 de libras esterlinas que el emperador D. Pedro habia exigido como cantidad indispensable á las primeras urgencias de la proyectada campaña.

La casa de Ardoin, en aquella fecha (1831), se veia bastante apurada, á consecuencia de sus empréstitos y negocios con el gobierno constitucional español de 1820 al 23, cuyos actos anuló completamente el absolutismo.

Α pesar de tan críticas circunstancias, MENDIZABAL, CUyo arrojo y buen instinto le salvaron siempre de las mas comprometidas situaciones, le manifiesta á Mr. Ardoin la necesidad de hacer un esfuerzo supremo para el triunfo de una causa justa y que traeria irremisiblemente el de la li

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