Imágenes de páginas
PDF
EPUB

esta sazon habian ya cesado los arcabuzazos y peleaban cuerpo á cuerpo unos con montantes, otros con espadas y rodelas, otros con espadas solas, otros con puñales, y tales hubo, que teniendo cortadas las manos y heridas mortales, por no morir dejando vivo al enemigo, se abrazaban con él y echaban en el mar, para que ambos juntos perdiesen la vida; aun no echaba uno la mano á la galera contraria para saltar en ella, cuando en el mesmo punto le era por los contrarios cortada. Más era el estruendo de las armas y dolor de las heridas que los gemidos dellas, porque el herido no con voces mostraba el dolor de su herida, sino con muerte del enemigo vengaba la suya. Era cosa, por cierto, digna de admiracion oir los grandes golpes de los encuentros que unas galeras se daban con otras, el grande estruendo de las armas y de los golpes dellas, especialmente del artillería; la que se oia claro en las dos partes del mundo, que son Europa y África (digo en los pueblos comarcanos de sus costas).

Espantable cosa era ver la ferocidad de los unos, la valentía de los otros y el esfuerzo comun destas dos naciones, españoles y turcos, tan disformes en ley, condicion y patria, y tan semejantes en fuer

zas, en braveza y ánimo; y bien se podria decir que en las aguas del mar no podia haber hombres de más ánimo y esfuerzo que españoles y turcos. Era para conmover á compasion (si la puede haber entre enemigos encendidos en ira) ver el estrago que los unos en los otros hacian, porque los cristianos acometian como animosos, los turcos defendíanse como desesperados, y todos peleaban sin volver las espaldas, ni apartar el pié de donde lo habian asentado, que parecia que estaban clavados con las tablas de los navíos; y en el lugar que le cortaban el brazo, ó le pasaban con la flecha ó con la espada, esperaban y se quedaban muriendo, por no hacer portillo por donde el enemigo pudiese entrar. ¡Bienaventurado el rey que tales vasallos tiene! En esta sazon, don Bernardino de Mendoza no solamente usaba de su oficio de general, gobernando y mandando y animando sus soldados, pero peleando por su persona, y por su mano mató algunos turcos y hirió otros en presencia de toda la armada, y él salió herido en diversas partes. Pues Caramani, capitan de los turcos, no ménos se mostró animoso y valiente, que sabio y diestro en las armas, porque cuando estaban á la pareja, sin haber declinado la victoria

por ninguna parte, gobernaba como prudente y peleaba como esforzado, y ansí mató por su mano algunos de los nuestros; mas pasada ya una hora de la batalla, y viendo á los nuestros embravecerse de nuevo, y pelear como de refresco, y viendo á su gente comenzar á aflojar, comenzó á darles voces y á tirarles flechazos porque se tuviesen, ansí á los de su galera como á los de los lados, y á llamarlos de perros, y que peleasen, si no que la muerte que los cristianos les habian de dar, que él se la daria primero: y ansí mató y hirió algunos turcos porque peleasen, pero no aprovechó tanto que fuese ninguna parte para que los españoles, con grandísimo ímpetu y furia, no entrasen las galeras contrarias. En entrándolas comenzaron á dar gran grita, diciendo: Santiago, Santiago; España, España; victoria, victoria; y aquí se tornó á travar de nuevo la más brava y peligrosa batalla que hasta allí habia habido, porque ya no sólo peleaban con los puñales, mas cuerpo a cuerpo. á

En esta sazon mataron los nuestros á Caramani, capitan de los turcos, y á Dalihamat, capitan de la armada, pasándole los muslos con un arcabuz, lo derribaron y prendieron, y juntamente con esto ma

taron los nuestros toda la flor de los principales capitanes y de los mejores soldados turcos; aunque no sin grandísimo daño de los nuestros, porque fueron muertos el capitan Tineo, el capitan Pero Benitez, el capitan Alonso de Armenta y Juan de Vassoa, vizcaino, que habia sido capitan de galeras en tiempo de don Alvaro, y dos hermanos Pachecos, naturales de Alcántara, honrados y valientes soldados. El capitan Juan de Mendirichaga se mostró este dia en su galera muy animoso y valiente capitan, y aunque, entrando por fuerza una galera de los turcos, le fué llevado con un tiro de bronce la pierna derecha por el muslo, como capitan esforzado y buen vizcaino, sosteniéndose sobre la pierna izquierda y sobre su montante, acabó de entrar la galera turquesca y ganalla, pasando á cuchillo los turcos que en ella halló; por lo cual Su Majestad le hizo merced de le perdonar algunos yerros que habia hecho, y le dió una encomienda en la Orden de Alcántara, y ansimesmo le hizo despues general de los navíos que andan en defensa de los navíos que van y vienen á las Indias. Murieron ansimismo en esta batalla naval otros muchos y muy honrados caballeros y soldados muy señalados. Mu

chos de los nuestros, con la furia del pelear, mataron diferentemente turcos, y cristianos griegos, y otras naciones que no sabian la lengua española, pensando que eran turcos.

En este punto todos los cristianos captivos forzados, que andaban al remo en las galeras de los turcos, se levantaron de sus remos gritando: Santiago, Santiago; España, España; libertad, libertad; y cada uno asía del turco ó de los turcos que más cerca hallaban, y unos, quebrando los hierros, daban con ellos á los turcos, y otros, tomándoles las armas, los mataban con ellas. Lo cual visto por esos pocos turcos que en las galeras quedaban, les fué necesario, y áun forzoso, echarse á la mar, porque con la furia de la entrada no fuesen muertos, como lo habian sido todos los que esto no habian hecho. Ali Caur, turco, que habia sido esclavo en Gibraltar, no pudo tanto huir de la galera, que ántes que della se echase en la mar lo apañó un cristiano esclavo suyo, y, quitándole las armas, lo mató con ellas y lo echó en la mar. Los demás turcos que se habian lanzado en la mar, con temor de la muerte y con esperanza de la vida, se anduvieron nadando y apartándose de las galeras, hasta ver algo aplacada la furia

« AnteriorContinuar »