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Señora hay solo dos frailes. Un otro que habia le he enviado á su perlado con orden suya, por convenir asi al servicio de Dios y de V. M.-Hálo sentido el obispo grandemente, por ser su intim amigo y con quien él trataba sus máquinas. Era hombre mui perjudicial en la tierra, y por honra de su hábito, no me aclaro mas, y porque los demas frailes dieron aviso á su provincial de la necesidad que habia de sacarle de aqui, les ha quitado el obispo las doctrinas con que se sustentaban y mandado que no confiesen, solo á fin de darles ocasion á que dejen la tierra ó desamparen sus casas que tienen en todas las ciudades. Fué la primera órden de religion que entró en esta tierra. Yo los entretengo hasta dar aviso á V. M. porque no carezca del bien que hace en ella esta santa religion. En las casas de las demas ciudades hay á uno y á dos frailes desta orden, y todos deben ser siete.

En la casa de San Francisco de esta ciudad, hay de ordinario seis frailes, y entre ellos el custodio fray Juan de Rivadeneyra, persona mui compuesta y de buena vida y costumbres, amado en toda la tierra por el buen ejemplo que ha dado en ella, y los demas frailes de esta orden lo están de manera, que, si no fuese por ellos, careceria esta tierra de consuelo espiritual, así entre los españoles como entre los naturales. Ha visto el dicho fray Juan de Rivadeneyra la necesiead que esta Santa Iglesia tiene de remedio. Va á dar cuenta á V. M. para que como Rey y señor de todo, lo remedie; y pues nadie llega á los pies de V. M. con demanda justa que no vaya consolado, yo en demanda de toda esta república, como celoso del servicio de Dios y de V. M. lo suplico humildemente.

Habrá un año que entraron en esta provincia dos teatinos, y conmigo otro, personas mui aprobadas en su orden. Procuran prevalecer en la tierra, por la ocasion que hallaron para el bien de las almas. El uno ha asistido en esta

ciudad, acudiendo á las cosas de su pretension con mucha caridad, y á hacer algunas informaciones con comision del Santo Oficio. El otro ha andado siempre fuera, entre los naturales, y en seis meses, me han certificado, ha bautizado mas de cuatro mil personas, y casado mas de tres mil. Han hecho en esta ciudad una pequeña iglesia, adonde se dijo la primera misa de Todos Santos. Hubo jubileo plenisimo, que hay pocos en esta tierra. Ternan necesidad del favor de V. M. para que prevalezcan en ella. Creo no han de poder sufrir al obispo; pero como gente cuerda se animan lo que pueden.

En todas estas ciudades, hay hospitales, y en esta lo habia mui bueno, y tenia alguna hacienda en ganado. Ha venido en gran disminucion, porque de mil vacas que tenia ahora cuatro años, no tiene hoy mas de doscientas y cincuenta. Voy haciendo diligencia para saber por cuya causa se ha perdido, y hallo que ha sido descuido de todos los que han gobernado. De aquí adelante se tendrá cuenta

con esto.

He hallado en esta ciudad y en las demas, mas de doscientas doncellas pobres, hijas de conquistadores, sin ningun género de remedio, si no es el de Dios y el de V M. He casado hasta diez, y algunas con dos ó tres repartimientos. Háse conseguido dos efectos, que es casar estas pobres y acrecentar vecinos, porque de uno se harán dos. Con las demas se terná cuenta. Ando procurando hacer un monasterio adonde se recojan, hasta tanto que sirvan los indios que estan repartidos en Salta, adonde pienso casar, con los soldados que allí estan, dos docenas dellas, y las demas en la primera ciudad que poblase.

No hallo en cabeza de V. M. ninguna hacienda, porque como hasta hoy no se ha descubierto oro ni plata en esta gobernacion, no hay en ella mas que las labranzas del campo y algun algodon, que muchos años faltan; y las que

hay de gente para la guerra, obliga á encomendar los repartimientos que van cayendo, demas de que en estando un repartimiento un mes sin dueño, se pierde, porque los indios se ausentan y echan á perder con el vicio; y como no hay tasa no hay orden. En esto V. M. envie lo que fuere servido.

Solos dos pueblos hay puestos en cabeza de V. M., desde que se ganó esta tierra, los cuales estan en costumbre de servir a los gobernadores para sembrarles lo que han de comer y criarles ganado y servicio personal de su sa, en los cuales hay doscientos y ochenta indios. En cuatro meses y medio que há que llegué aquí, no me han dado valor de cincuenta pesos, y yo les he dado á ellos ciento y cincuenta fanegas de maiz para su sustento y sementera, porque hay grandísima falta de comida; las cuales me costaron seis cientos pesos, sin mas de otros tantos que he gastado en pólvora y plomo y herrage para la guerra.

Cuatro años que se padece grande necesidad de comida, y los naturales han pasado gran trabajo. Ha sido causa para que con la hambre se hayan ido por los montes muchos de ellos, hechos salteadores. Ha llegado á tanto que salian por los caminos, de veinte en veinte, con sus arcos y flechas á matar los que pasaban, por roballos. Fué necesario proveer algunos capitanes del campo, y visto que no bastaba, se han proveido en todas las ciudades alcaldes de la hermandad, como los hay en el Pirú, y quede en costumbre que los que dejan las varas de alcaldes ordinarios, tomen las de la hermandad; y con haber hecho justicia de diez ó doce, conforme á sus delitos, han cesado las muertes y robos en el campo.

Tuve aviso, en la mayor parte de los pueblos de los indios habia cantidad de hechiceros, y que hacian mucho daño entre ellos. Proveí un juez que fuese á la mayor parte

dellos é hiciese informacion sobre esto, los cuales y los culpados me trajesen ante mi Fueron mas de cuarenta, y por la informacion é indicios, procedí contra ellos y se quemaron los que confesaron el delito. Ha sido justicia muy acertada; porque los que quedan encubiertos escarmentarán. En estos hubo hombre de los quemados que confiesa haber muerto de veinte personas arriba. Eran viejos de mas de sesenta años, y algunos de mas de ochen

ta.

Hánse hallado algunos españoles y naturales culpados en el pecado nefando. Váse procediendo contra ellos conforme á derecho, y entre ellos hay uno de grados y corona. Ha confesado el delito. Pídelo la iglesia; no se le he entregado, ni entregaré hasta que lo mande la audiencia á donde está remitida la determinacion de esto, para si se ha de entregar ó no, con testimonio de la culpa. Háse quemado á uno que confiesa usa este pecado ha mas de veinte años, y haberle cometido en Cordova, Sevilla y Cartagena, Nuevo Reyno, gobernacion de Popayan, Quito, Chachapoyas, el Cuzco, Potosí y en esta gobernacion. Envio cartas de justicia á todas estas partes de las Indias, para que se prendan los que cita en su confesion, con término della. Podríanse prender gran parte dellos, como las justicias lo tomen con cuidado.

En esta gobernacion habia número de españoles amancebados, á los cuales he desterrado á Salta y á otras partes. Algunos vienen á tomar estado; y como ha tanto tiempo que estan sin gobierno, y aľ obispo se le ha dado poco de esto, vivian como querian, y mas los que tienen algun posible, que como conocen la cobdícia del obispo, con dádivas le han tenido grato; y en esto hay tanto que decir, que, porque no parezca pasion, no trato de ello. Solo digo, que ha habido vecino en esta ciudad que ha estado amancebado desde antes que él entró, y

porque se ha valido de su hacienda, no le ha castigade, y como vieron que yo castigaba, en las ciudades por donde pasaba, este pecado, y que siendo tan público no se me podria encubrir, trató de casallos; y por que ella tenia indios me pidió el obispo los diese á un hermano suyo de ella, haciendo dejacion, primero en cabeza de vuestra Magetad; y porque lo acabase conmigo, le dieron cinco mil pesos, y de ello se hicieron obligacion, la cual envio con esta á V. M. para que vea el pecho cristiano deste perlado; y por ser la primera cosa que me pedia, y entendiendo no habia fraude, y que con esta salian de pecado mortal, lo hice; y despues he sabido esto, que por ser cosa digua de que V. M. lo sepa, envio la dicha obligacion; y he hecho que el aquien se habia dado el reparti miento se casase con una huérfana, y el hijo mayor del que se casó con su hermana, he dado orden que se case con otra huérfana; y he mandado que, so pena de perdimiento de indios, los unos ni los otros, no le paguen los cinco mil pesos, y he hecho cancelar la dicha obligacion. Está tan corrido de esto, que sale à visitar la tierra, cosa que no ha hecho desde que llegó; y destas cosas se hallarán hartas en la visita, si se la toma.

que

Estas provincias tenian grandísima necesidad de remedio de muchas cosas. Hele puesto en las mas necesarias, para la conservacion de ellas, que es haber mandado no saquen, por el presente, ganado ni caballos, indios, cera, cordovanes; porque ha habido tanta desorden en esto, faltan desta gobernacion, de ocho años á esta parte, mas de diez mil indios, los cuales han sacado al Pirú y Chile; y es notorio que hay en solo las provincias de los Charcas mas de cuatro mil, la mayor parte dellos casados en esta tierra y muchos dellos tornados á casar allá; y del poco ganado que hay en la tierra, tenian atravesado el obispo y mercaderes la mayor parte, y á tardar yo

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