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5 Varias mercedes hizo San Fernando y el Infante Don Alonso este año, cuyos privilegios tienen la fecha en el Real sobre Sevilla. A 27 de Enero confirmó al Orden de Santiago, donacion que le habia hecho Don Sancho, Rey de Portugal, de Mertola, Ayamonte y otros lugares de la raya, que estaba dudoso á quál Corona tocaban para quando se conquistasen. A 25 de Febrero al de San Juan dió tres mil quinientos maravedis chicos de juro en las salinas de Sevilla, si la ganase, ó cambiárselos en heredades. A 15 de Mayo á la Iglesia de Santa Maria de Astorga y á su Obispo Don Pedro de ciertas tierras y heredades por el servicio particular en este asedio. A 20 de Mayo al de Santiago á Monte Molin con sus términos al mismo á 26 de Julio licencia para poblar las tierras que tenian en Zamora cerca de Santa Susaña, y que los que allí poblasen no tuviesen otro Señor sino al Maestre. A 24 de Setiembre al Concejo de Madrid sobre ciertas diferencias que tenian con Segovia sobre el Real de Manzanares, que se lee en la Historia de Diego de Quintana: de que en los que fuéron rodeados confirma con los demas Ricos Omes Don Pedro Ponce; que advierto, porque algunos dicen que era ya muerto, y Don Sebastian Gutierrez, que aún no habia sucedido su fatal desgracia.

6 Habiendo ido lo mas de la nobleza á recibir al Infante Don Alonso, cuya venida fué á principio de Marzo, porque señalan las Historias á seis meses del asedio, advirtieron los Moros la falta de gente, y expuesto á sus asaltos el campo, que para hacer á su salvo el daño posible observaban las ocasiones: en esta se atreviéron diez Moros de á caballo á llevarse unas vacas de la estancia del Prior de San Juan: salió á cobrarlas el Prior con hasta veinte caballeros de su Orden, y dos que acaso se hallaban en su compañía, que el Conde Don Pedro de Portugal dice, eran Don Rodrigo Frolaz y Don Pedro Mendez de Acevedo; y habiéndoselas quitado , y entregándoselas á un escudero que las retiráse, aunque era bien retirarse igualmente, se hubiéron de

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empeñar adelante por guarecer algunos peones que se habian avanzado. Con que se logró el fin de los enemigos, que era llevarlos á dar en una emboscada, en que, siendo tan pocos, necesitáron de todo su ardimiento para no quedar muertos los mas como lo quedaron algunos con el Comendador de siete filas, hasta que fue ron socorridos por los Obispos de Córdoba y de Coria Don Gutierre y Don Sancho, porque la empresa sagrada ponia la espada en la mano á los Prelados con justo motivo. Poco despues el Infante Don Henrique, los Maestres de Calatrava y Alcántara, y Don Lorenzo Suarez saqueáron los arrabales de Venahoar, que hoy se llama de San Bernardo, y el de Macarena, de que sacáron mucho ganado, preseas y ropa: estaban muy fortificados, y rodeados de hondas cavas, con que no fue sin costa de mucha sangre: á muchas semejantes facciones dieron empleo los opulentos contornos, y sus muchísimas y ricas alquerías: otra vez estrechado el asedio, acercados los alojamientos, y ya numeroso el exército con la gente que traxo el Infante Don Alonso, y poco despues Don Rodrigo Gonzalez de Galicia, y Don Diego Lopez de Haro.

7 Engrosado el exército con la gente que traxo el Infante Don Alonso, que se habia alojado en un olivar cerca de Sevilla, pareció al Santo Rey estrechar el asedio, acercándose a la ciudad, como lo hizo, aunque es bien dudoso en qué parte puso ahora su Real quartel, por las pocas señas que nos dan las Historias ; pero siempre parece que estuvo de la otra parte del rio Guadaira, cuyas aguas y puente interpuestas adelante, diéron lugar á algunos sucesos de que se infiere, donde se siguieron muchos sangrientos trances, que el ardimiento del Infante dispuso, para dar á conocer el valor de su gente, y de la que de Aragon y Portugal le habia seguido y llegó tambien dentro de dos meses el Señor de Vizcaya Don Diego Lopez de Haro con muy lucidas tropas de sus Estados, á que se señaló quartel cerca de la puerta de Macarena, y con él ó cerca á Don Ro

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drigo Gonzalez de Galicia. Don Diego Lopez de HaXVII Señor de Vizcaya, heroe de los mas famosos que tuvo aquella esclarecida progenie, Alferez mayor del Rey Santo, y á quien recompensó con grandes servicios algun tiempo que estuvo apartado de su obediencia, y que en esta empresa igualó á los primeros en las proezas, aunque llegó de los últimos ; cuya gente, junta con la de Don Rodrigo Gonzalez de Galicia, que alojaba próximo, por tener la estancia muy separada de los demas dió osadía á los Moros de la ciudad de avanzarse á su opósito dos veces ; que en la primera rechazados con gran brio, en la segunda saliendo con mucho mayor poder, obligáron á que viniese al socorro el Infante Don Alonso, que á dársele pasó el rio en barcas; porque descontento del sitio en que puso antes sus pabellones, se habia mudado de aquella parte contra Triana; y con haber sobrevenido los Moros, fuéron otra vez gallardamente repelidos y obligados á retirarse con afrenta y pérdida.

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8 Las mas frequentes salidas de los Moros eran siempre por una puerta del Alcázar; que las señas que demanda la Crónica de estar cerca de donde despues fué la Judería, parece era de Benahoar, que dicen se cerró entre la de la Carne y la de Xerez; y que por el puente de Guadaira pasaban á invadir el Real de los Christianos, teniendo cerca siempre la retirada al mismo puente, cuyo paso estaba muy fortalecido, como lo demuéstran sus ruinas, ó ya que Guadaira tuviese mas caudal que ahora, ó que estuviese fortificada su ribera, parece que no se podia atravesar sino por el puente, en que no dexa de hallarse implicacion con lo que otras veces escriben la Crónica, y la general, que seguian los Christianos á los Moros hasta las puertas de la ciudad, si acaso no era por otra parte de su larga circunvalacion. Quisieron Garci Perez de Vargas y Don Lorenzo Suarez, escarmentar los Moros de estas salidas; y siendo avisados , que habia muchos entre la ciudad y el rio Guadaira que marchaban al puente, dispusieronles ce

celada en un sitio oculto, previniendo Don Lorenzo á su gente, que quando los Moros, como solian, le huyesen, no se empeñasen á seguirlos por el puente, por el riesgo en que á sí y á los demas pondria el que lo intentase. Sucedió de la misma manera: dieron los Moros en la celada, y huyendo desbaratados, dexando poblada la campaña de muertos, obedientes los Christianos al órden de su Capitan, se detenian á la entrada del puente no así Garci Perez de Vargas, que olvidado de lo propuesto, se arrojó por él solo; y viendole Don Lorenzo Suarez: Caballeros (dixo á los suyos) engañádonos ha Garci Perez de Vargas: ve do quál anda entre los Moros: él nos meterá en lugar donde hayamos bien menester las manos. Y siguiéndole todos, se arrojáron en su socorro, haciendo tal destrozo en los contrarios, que con muerte de mas de tres mil, llegáron persiguiéndolos hasta la misma puerta del Alcázar y este dia, dice la Crónica, que se confesó Don Lorenzo Suarez excedido en corage por Garci Perez, que los habia hecho ser buenos, obligándolos con su exemplo á quebrantar el propósito, que aunque cuerdo, no frisaba bien con el aliento de tales soldados, que acabaron con este suceso de poner á los Moros entero temor de repetir las freqüentes surtidas con que comenzáron á

cesar.

Mas entre tan sangrientos lances se iba reconociendo que si no se quitaba á los Moros la comunicacion de Triana y el Alxarafe, seria casi imposible ganar á Sevilla, que incesantemente socorrida de aquella parte, cada dia se renovaba de fuerzas era el remedio romper el puente fortísimo de Guadalquivir, y esto dificil mucho por su fortaleza y su defensa. "Tenian los Mo"ros de Sevilla (dice la Crónica) un puente de madera "fecho sobre barcas, amarrado con muy recias cadenas de hierro, por do pasaban de Sevilla á Triana, y á toda "aquella parte del rio." Su sitio el mismo en que hoy le vemos; que aunque Alonso Morgado y el Bachiller Peraza en sus Historias dicen que se amarraba á la torre del Oro, advirtieron mal los mismos textos de la Cró

nica, y de la General, que es preciso seguir, pues no tenemos de aquellos tiempos otras Historias mas fidedignas por ellas consta que estaba dentro del Arenal, que no fuera así estando junto á la torre del Oro, en que el Arenal comienza, bien que desde la torre del Oro hasta la parte opuesta del rio atravesaba una gruesa cadena de maderos eslabonados con argollas de hierro, que á la parte de Triana se afianzaba en un murallon, de que aun se ven los cimientos; pero desde esta cadena hasta el puente habia la misma distancia que hoy se conoce; y aún esto no lo dice la Crónica, y es menester creerlo de antiguas memorias en que se refiere. El castillo de Triana, al ángulo de cuyos muros va á parar, la servia de corona y de defensa ; y la compuesta trabazon de los maderos que la componen, estribando sobre el plan de las barcas, estaba afianzada con gruesas ca→ denas, como lo expresa la Crónica.

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10 Propuso el Santo Rey tan arduo desco al Almirante Ramon Bonifaz y á otros pláticos del ministerio náutico, y eligióse medio de que armasen dos naves, las mas gruesas y fuertes, y que esperando tiempo en que popa les soplase viento vehemente, embistiesen á rom→ perlas con el choque de las proas, que á este fin armasen con gruesas planchas de hierro, para que executasen mas violento el golpe: designio raro, y que tiene mucho de prodigioso y aun de milagroso, su efecto no pocos vi→ sos; pues aunque la violencia de un baxel agitado de rápido viento sea grandísima no parece bastante á romper con el choque de su proa tan robusta resistencia, como supone la encadenada trabazon de este puente. Prevenidos los baxeles, que como todos los demas de aquel tiempo, eran de vela y remo, entró el uno el mismo Ramon Bonifaz; y poniendo en ambos gente de su satisface cion, esperáron viento favorable, que no sin particular misterio les sobrevino dia de la Invencion de la Cruz, á 3. de Mayo, cuya sagrada insignia mandó el Santo Rey que se arbolase en sus gavias. Volaban los navios llevados del poderoso impulso del viento, que para dar mas

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