era on Minich; segunda y gran pedalla de Estado t ⚫ tercera y segunda en el Salón de París premis er gran medalis de honor en la Exposición universi Paris de 1890, medallas de primera clase en las Expos Les nacionales de 1892 y 1895, y medalla de hover on e 1901 gian cruz de Isabel la Católica y de Alfonso XI1

Jura de la Constitución por S. M. la Reina Regente Doña Maria Cristine.

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El 30 de Dicembre e 1885 prestó S. M. la Re-n's ante las Cortes envocadas pocos d'as antes, el Juramento pre- rito por la Consti ución, zesten rando el que en Noviembre del mismo ano pzesentó ante el onsejo de Ministros. Salió la de costur

por el buna

A

nitiva de Palacio con la solemnidad re, y aclamadas las Reales personas enso gentío que llenal a los balcones, tricalles del tránsito.

is dos y media llego al Congreso S. M. acom da de sus hijas, y fueron recibidas por los adores y Diputados. Poco después entraron en salón la Princesa d Asturias Doña Isabel, 3 u dora Doña Lola'a con su prometido el Infante tonio. Se. ose la Reina en el Treuo. tenien- la, á sus hijas. En 1 tribuna de iz Cuerpo diplomático, y en la de la 12s damas de la Reina.

le la jura llevóse á cabo según el cerelecido. El Presidente del Consejo de r. Cánovas del Castillo, dijo: «Señora,

dígnese V. M. reiterar ante las Cortes el juramento que ante el Consejo de Ministros ha prestado ya con arreglo al art. 69 de la Constitución.»>

Los Secretarios Sres. Conde de Sallent y Camps se acercaron á S. M. llevando los Evangelios, y la Reina, poniendo en éstos la mano, dijo con claro acento español y voz serena: «Juro por Dios y por los Santos Evangelios ser fiel al heredero de la Corona constituído en la menor edad, y guardar la Constitución y las leyes. Así Dios me ayude y sea en mi defensa, y si no, me lo demande.>>

Tomó S. M. nuevamente asiento: el Sr. Cánovas vuelve á su sillón, y dice: «Las Cortes han presenciado y oído el juramento que S. M. la Reina Regente acaba de reiterar, de ser fiel al legítimo sucesor de Don Alfonso XII (Q. D. D. G.) y de guardar la Constitución y las leyes.>>

Un vítor atronador resonó en el Congreso. La emoción se apoderó de los presentes, y muchas personas no pudieron contener el llanto ante aquella escena, tanto más conmovedora cuanto más solemne. La jura terminó á las dos y media, regresando la Corte á Palacio con la misma solemnidad y oyendo las mismas aclamaciones en el tránsito.

El Senado encargó el cuadro al Sr. Casado del Alisal (1886); por fallecimiento de éste, al Sr. Jover, que le comenzó, y no pudiendo por el mal estado de su salud continuarlo, al fallecer, en 1890, designó al Sr. Sorolla para terminarlo. Así lo hizo éste, con sujeción al boceto de Jover.

Jover percibió por su trabajo 10.000 pesetas.-Soro

SUÁREZ LLANOS (D. Ignacio).-Nació en Gijón, 1830.-Murió en Madrid, 1881.

24.

Discípulo de la Real Academia de San Fernando y de Don Bernardino Montañés. Mención honorífica en 1856; medalla de tercera en 1858, de segunda en 1860 y de primera en 1862; Profesor de la Escuela superior de Pintura y Académico de número, electo, de la Real de San Fernando en 1880.

Sor Marcela de San Félix, monja de las Trinitarias Descalzas de Madrid, viendo pasar el entierro de Lope de Vega, su padre.

Lienzo.- Alto: 2,04.-Ancho: 3,07 (T. 106-Madrid, 1862.)

<<Frey Félix Lope de Vega Carpio, poeta, llamado el Fénix de los Ingenios, nació en Madrid el 25 de Noviembre de 1562 y falleció el 27 de Agosto de 1633.

>> Tratóse del entierro, al que fué convocado todo el pueblo y vinieron Cofradías, religiosos, caballeros de las Ordenes, etc., y compitiendo piadosamente sobre quién había de honrar sus hombros con llevar su cuerpo, consiguiólo la Venerable Cofradía de Sacerdotes de Madrid. Fué el entierro tan dilatado, que estaba la cruz en la parroquia de San Sebastián y no había salido el cuerpo de su casa (calle de Francos, hoy Cervantes, 15), con ser tanto el distrito y haber rodeado una calle á petición de Sor Marcela, religiosa de la Trinidad descalza é hija de Lope. Las calles estaban tan pobladas de gente que casi embarazaba el paso del entierro, sin haber balcón ocioso, ni ventana