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que los representantes del estado llano superarían en número á los de la nobleza y clero. El 5 de Mayo de 1789 reuniéronse en Versalles, pero habiéndose negado los nobles y eclesiásticos á deliberar en unión del estado llano, los representantes de éste, que según frase que se ha hecho clásica no era nada y debía serlo todo, reuniéronse en un juego de pelota y acordaron formar Asamblea Constituyente. El 14 de Julio es tomada la Bastilla, situada en el punto donde hoy se alza una alegoría de la Libertad en forma de ángel que tiende sus alas y sacude entre sus manos dos pedazos de cadenas, y á partir de esta fecha, cuya efeméride ha convertido Francia en fiesta nacional, la Revolución es un hecho (1).

2. No creemos que «el cosmopolitismo de la revolución francesa sea una especie de quijotismo politico, porque los beneficios de una constitución libre quedan necesariamente limitados al país que se rige por ella» (2), sino muy al contrario opinamos con Castelar que «el soplo de su espíritu fué llevado á todas partes (3)». Cuando Lafayette decía á Luis XVI al entregarle la nueva cucarda con los colores nacionales: «Tomadla, Señor, es una escarapela que dará la vuelta al mundo», vaticinó el cosmopolitismo, confirmado después en la realidad de la Revolución, porque ésta fué, en efecto, universal, según Gregoire proclamara presidiendo la Asamblea Constituyente.

Consecuencia natural y lógica era que se dejase sentir su influjo en Inglaterra y España, y, como efectivamente, à causa de ella surgieron relaciones mutuas entre ambas, veamos sucintamente la actitud de dichos países frente al gran cataclismo histórico.

3. Si algún país pudo permanecer ajeno á cuanto se derivara de la Revolución fué indudablemente Inglaterra. Con un régimen constitucional fuertemente arraigado, con los derechos

(1) Una transacción tal vez la hubiera conjurado. Cons. la pág. 188 de Estudios políticos de Lord Macaulay, trad. directa del inglés por M. Juderías Bender.

(2) Mad. Stael.—Consideraciones sobre la Revolución Francesa, capítulo VII.

(3) Historia de Europa desde la Revolución francesa hasta nuestros días.

individuales perfectamente claros y definidos, con una libertad esencialmente práctica sin mácula de ideologismos, bien pudo Inglaterra mirar serena é impávidamente el trueque de régimen en Francia, porque no sería en ella donde el vendaval del descontento arrojaría el polen revolucionario. Y, sin embargo, lo cierto es que se produjeron encontradas opiniones apasionadas, con el deseo de prevalecer.

Gobernaba Pitt y se mostró tenazmente opuesto al movimiento revolucionario, pues entendía que la ligereza y vanidad propias del carácter francés harían que promoviesen inconscientemente guerras para implantar sus nuevas ideas, sirviendo así de modelo á toda la humanidad. Ocupaban la jefatura en el partido opuesto Fox y Burke; éste era contrario á la Revolución, no por el temor á las belicosidades temidas por Pitt, sino por entender que la libertad era aliada de la civilización y prosperidad, y que si Francia lograba entrar por la senda de los pueblos libres, sería la rival de Inglaterra en artes, comercio, manufacturas y quizás en poderío maritimo; Fox, en cambio, simpatizaba extraordinariamente con la obra de los revolucionarios, porque, liberal convencido, prescindía de los egoísmos de Burke, para ver tan sólo una nación que entraba vigorosamente en la senda del progreso. Esta duplicidad de opiniones en el seno del partido liberal fué causa de que Burke se retirara, quedando Fox de jefe.

Triunfó la opinión de Pitt, y primero la Revolución y Napoleón más tarde, sufrieron la enemiga constante de Inglaterra, comenzada con el pretexto de la despedida de Chauvelin, Embajador de Francia en Londres (1).

4. Según antes indicamos, Carlos IV no tenía criterio fijo en cuestiones internacionales y España seguía el rumbo que sus Ministros le imprimían. Floridablanca, Aranda y Godoy, los tres primeros personajes de la época, tenían tres criterios personales distintos y sucesivamente España los fué siguiendo á medida que iban relevándose en la dirección de los negocios públicos. Floridablanca, adverso á los principios revolucio

(1) Wheaton.-Histoire du progrès du Droit de gens depuis la paix de Westphalie.-Tomo II, pág. 19.

narios, hizo que España adoptara una política de oposición á Francia, pero conocedor al propio tiempo de la debilidad del país, de lo escaso de los recursos y dotado de un gran sentido práctico, conservó una actitud de neutral espectativa. Aranda, simpatizando con muchas de las ideas sustentadas por la Revolución, inauguró una política de afecto à Francia, y reconociendo á Mr. Bourgoing como representante de la Asamblea nacional cerca de S. M. Católica, sancionó la legitimidad del movimiento antirrealista, y la escarapela tricolor se vió sin repugnancia en España. Aranda es relevado por Godoy, y este astuto cortesano, ávido de granjearse el ánimo regio con merecimientos que se unieran á los intimos favores de la Reina María Luisa, aprovecha el asesinato de Luis XVI para declarar la guerra á Francia, pero bien pronto la derrota sufrida por los ejércitos españoles, á pesar de primeros y gloriosos éxitos, calmó sus ardores y el 22 de Julio de 1795 firmóse la paz de Basilea.

5. Durante la iniciación del período revolucionario originóse un rozamiento, célebre en los fastos internacionales: la cuestión de Nootka-Sound. Apoderóse España de unos buques mercantes ingleses en la bahía de Nootka, sita en la costa NO. de la América del Norte. Inglaterra entabló la oportuna reclamación; cruzáronse notas y contranotas y hubo amenazas de guerra simultaneadas con grandes aprestos navales. España recurrió á Francia, recordándola el Pacto de familia, y consultada por Luis XVI la Asamblea nacional, no sólo reconoció la legalidad de tal tratado, sino que acordó armar 45 navíos en vez de 30 que decía el Rey.

Arreglóse la cuestión por el tratado de El Escorial, calificado por Riquelme de modelo de arreglo amistoso y como tal lo citan también casi todos los autores (1). En dicho tratado, previa la explicación consignada en declaración de 24 de Julio de 1790 y aceptado en contradeclaración de la misma fecha, suscritas, respectivamente, por Floridablanca y Fitz Herbert, se convino en que los ingleses podrían navegar y pescar más allá de las diez leguas de las costas ocupadas por los españo

(1) Marqués de Olivart. -Ob. cit.-Tomo III, pág. 5,

les, y estableciéndose reciprocidad de relaciones y comercio entre las colonias españolas é inglesas de aquellas costas (1).

III

1. Después de la paz de Basilea faltaba adoptar una linea de conducta en la politica exterior de España, que se hallaba en el dilema de renovar la alianza franco-hispana frente á Inglaterra, ó de mantener completa neutralidad en las contiendas anglo-francesas. Godoy, tan afecto á Francia como hostil á Inglaterra, se inclinó á lo primero, y, previa una consulta al Consejo de Estado sobre puntos expresados en una forma subrepticia, muy acomodada á su opinión, consulta que le fué favorable, procedió á la negociación de un tratado de alianza que se firmó en San Ildefonso el 18 de Agosto de 1796 entre Godoy y Pérignon.

2. Sus principales cláusulas fueron:

I. Habrá perpetuamente una alianza ofensiva y defensiva entre S. M. Católica el Rey de España y la República francesa.

» II. ...Si una de las dos potencias contratantes se viese en lo sucesivo amenazada ó atacada, la otra promete, se empeña y obliga á auxiliarla con sus buenos oficios y á socorrerla luego que sea requerida, según se estipulará en los artículos siguientes.

» XVIII. Siendo Inglaterra la única potencia de quien España ha recibido agravios directos, la presente alianza sólo tendrá efecto contra ella en la guerra actual, y España permanecerá neutral respecto á las demás potencias que están en guerra con la República. »

3. La guerra con la Gran Bretaña no podía hacerse esperar y, en efecto, el 7 de Octubre de 1796 publicó Carlos IV el manifiesto declarándola.

4. Inglaterra, que se veía comprometida en una lucha de la que ningún provecho práctico había de sacar, no juzgó buena

(1) Alejandro del Cantillo. - Tratados, convenios y declaraciones de paz y de comercio que han hecho los Monarcas de la casa de Borbón desde el año 1700 hasta el día. Pág. 623.

la aventura, y el 22 de Octubre Harris fué á París á proponer á Francia un arreglo. Con tal motivo inició negociaciones con el Marqués del Campo, representante de España, y es de creer que se hubiera logrado á no haber sobrevenido la interrupción brusca de los tratos entre Harris y el Ministro francés Le Croix. Una vez más fué España comparsa de Francia y una vez más nos vimos empeñados en luchas por imprudentes alianzas con ella.

5. El desastre naval sufrido por la escuadra española en el cabo de San Vicente, la toma de la isla de Trinidad por el Almirante Harvey, las vigorosas defensas de Cádiz y Puerto Rico, en que la valentía y pericia de D. José de Mazarredo y D. Ramón de Castro frustaron el ataque de los ingleses, fueron las principales operaciones de esta guerra.

IV

1. Jorge III de Inglaterra cansábase de la infructuosa lucha que sostenía con Francia; la nación inglesa, eminentemente mercantil, veía la gran merma que por causa de tal lucha producíase en su riqueza. Esto originó la caída de Pitt, Ministro de temperamento bélico, y su sustitución por Addington, muy pacífico. Francia firmó con Inglaterra los preliminares para la paz y en ella se convino que ésta seguiría poseyendo la isla de la Trinidad.

¡Ese es el concepto que mereciamos á Francia que disponía de lo nuestro sin consultarnos! ¡Pero qué más que calificarnos el Embajador francés Talleyrand, en carta dirigida á Napoleón, de tristes aliados! Al fin, el 23 de Marzo de 1902 firmóse la paz de Amiens, tan deseada como insulsa.

2. Sus principales cláusulas eran:

«Art. 1.° Habrá amistad entre el Rey de España y sus sucesores, la República francesa y la bátava de una parte, y de otra el Rey de Inglaterra y sus sucesores.-Art. 3.o S. M. Británica restituye al Rey de España y República francesa y bátava las colonias que en esta guerra hayan ocupado sus fuerzas, á excepción de la isla de la Trinidad y posesiones holandesas de Ceylan. -Art. 4.° S. M. Católica cede la isla de la

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