Los seis batallones de Guipúzcoa, los dos de Vizcaya y el navarro rivalizaron en valor, sobresaliendo entre todos el 2.° y 6.o de Guipúzcoanos por las cargas que dieron á la bayoneta. Entre los jefes se distinguió notablemente el brigadier don Carlos de Vargas, ya en la acertada colocacion de las fuerzas que, como jefe de E. M. dispuso, como en una carga que solo con veinte caballos dió en un momento crítico, y así tambien acertada colocacion de la artillería; y estando atacando en el crucero de San Marcos á la cabeza del 6.o y vizcainos fué herido por un casco de granada (1). Tambien fueron heridos los jefes Iturriaga, levemente, Castañola y Egaña. La pérdida de los carlistas ascendió segun nos manifiestan, á 492 entre muertos y heridos, no tomándose nota de los contusos. La de los liberales fué superior por pelear más al descubierto. Españoles é ingleses rivalizaron en valor: la suerte hizo que sufrieran más los primeros: los segundos estaban á la derecha y atacaron los reductos, donde esperaban más resistencia, dice Evans, pero no sucedió así. La noche, más oscura por nublada, ocultó á unos y otros el doloroso aspecto del campo de batalla. Acamparon los liberales en la altura de Ametzagaña, y los carlistas en Choritoquieta, Antondegui y Crucero de San Marcos: el terreno disputado era de éstos. Todos estaban fatigados de tanto bregar, y el cielo, como si quisiera negarles el descanso, les envió desde las ocho de la noche una granizada que duró hasta el amanecer, sintiendo un frio cual no le habian esperimentado en todo el invierno. OPERACIONES EN LOS DIAS SIGUIENTES. VIII. Al ver Guibelalde que siendo ya las ocho de la mañana del 11 no se movian los liberales de su campamento, ordenó reconocer el campo de batalla y lo hicieron seis compañías de cazadores, que recogieron un centenar de fusiles y otros efectos, aprovechándose el soldado de las prendas de sus contrarios muertos, que las vistieron por de mejor calidad. (1) Acudieron á él inmediatamente el coronel Oliden y el oficial don Jerónimo Legarra que le retiró á una distancia de cuatro tiros de pistola y le oyó decir: -Oficial, ya estoy en seguridad; los dos soldados que me acompañan cuidarán de mí; preséntese vd. à la cabeza de sus cazadores, pues hace vd. suma falta: digale vd. à su jefe Oliden que el punto queda á sus órdenes, y portándose como hasta ahora, no penetrarán los cristinos por éste punto. Hecha la primera cura me presentaré nuevamente al frente del sol dado.. Retirado enfermo Guibelalde, le sustituyó don Pedro Iturriza, envió á don Sebastian el 6.° de Guipúzcoa que pidió se presentará en Lecumberri, y siguieron sus huestes ocupando sus anteriores posiciones; y mientras los liberales fortificaban su campamento, las avanzadas de unos y otros se divertian en un contínuo tiroteo. El 12 ordenó Evans un movimiento por su derecha hacia el barrio de Loyola y se peleó con alguna porfia: ocupó el 13 aquel punto y el 14 despues de reñidos encuentros se trasladó al camino de San Sebastian á Hernani. Replegáronse los carlistas despues de haber defendido con tenacidad todos los puntos atacados sobre el puente de Ergovia y Hernani, dejando un batallon en el reducto de Oriamendi. En la mañana del 15 siguió el avance de las fuerzas liberales por tres direcciones, llegando la del Centro hasta medio tiro de fusil del fuerte de Oriamendi, la de la derecha hácia el alto de Polloaga y la de la izquierda al punto de Aguirre, apoderándose los liberales de estos dos últimos despues de un reñido ataque. Quedó Oriamendi sin auxilio por sus costados, y se reforzó con un batallon. Por la tarde Jáuregui con su columna llegó al pié de la venta que aun existe en la parte baja de la altura de Oriamendi, y otras fuerzas acudieron por los lados; y mientras Jáuregui conquistaba aquellas posiciones, las otras fuerzas en medio de un diluvio de balas de fusil, granadas de mano y metralla, subian impertérritas por toda la altura, y despues de batirse cuerpo á cuerpo con sus defensores, se apoderaron del fuerte con dos cañones y varios efectos de guerra, retirándose los carlistas muy quebrantados, pero con órden, á Hernani y puente de Ergovia donde pernoctaron. El triunfo de los liberales, aunque á grande costa, era de valía por lo interesante de su fortaleza y posicion dominante para las operaciones sucesivas. La situacion de los carlistas se hizo muy crítica. Menguadas sus fuerzas con tan repetidos y rudos ataques, enfermo el general, heridos Vargas é Iturriaga, muertos algunos comandantes de batallon y otros muchos heridos, con una tercera parte ménos de oficialidad por fallecimiento ó heridos, y fatigado el soldado, y lo que es peor, aburrido por no dormir ni aun darle tiempo para comer, y aunque hasta la noche del 15 pudieron los jefes animarles con la esperanza de ayuda, principiaron á abandonar los batallones y retirarse á sus casas, si bien se agregaron á la columna del general en jefe que acudia en su socorro y se hallaron en la batalla siguiente. Entre las pérdidas sensibles de aquella jornada lo fué la del ayudante de E. M. don Agustin Lassala, atravesado el pecho de un balazo. Si aquella noche desciende Evans á Hernani donde debia suponer corta resistencia, ó establece en las cordilleras de Oriamendi y Bertiza ran más obras en que colocase la artillería de que disponia, otros hubieran sido los resultados. La pelea, sin embargo, nada habia dejado que desear; ingleses y españoles rivalizaron en brabura. BATALLA DE ORIAMENDI (1). IX. El infante don Sebastian con su columna, desde el frente de Puente la Reina, acudió á los puntos amenazados, y al llegar á Irurzum se halló con que Sarsfield habia abandonado la línea y replegádose á Pamplona La columna carlista continuó, y en el mismo dia llegó á Tolosa despues B. B. B. Tropas de la reina, empeñadas en 10 12. Dos batallones de la misma division, Prin |