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Madrid mas que un Maestro extrangero, al que acudi-} mos todas las gentes de bello gusto, y así no puede, aunque se le pagára lo que quiere, cumplir con todos. ¿Pues el Rey, no pude menos de decirla, no tiene reales y verdaderos Maestros de coches? Los del Rey, me respondió, hacen los coches á la Española, muy fuertes y duros, con las varas derechas, y al hilo la caxa, va muy alta, y el coche sonando como tambor. Los Franceses hacen un ruido agradable; suenan, porque tienén muchos más yerros, como si lleváran sonajas, y con las varas tumbadas, vé una mejor las gentes por ir mas cerca del suelo; el pesebron es mas hondo, el asiento mas baxo, y se evita ir encogida, dando con la escofieta en el cielo. Pues echarla á tierra, decia yo para mí capote, ó cortarla las tres partes, que con la quarta aún le sobra á esas corozas mucho gilado. En el coche que tengo, prosiguió la Señora, aún sin llevar almohadon, lo que hace al asiento incomoda ; voy encogida, y para salir, necesito hincar la rodilla en el pesebron, baxar la cabeza, é irla sacando por la tronera de la puerta, y luego que está fuera, extender la otra pierna para coger el estrivo; lo que me trae con muchísimo cuidado, por evitar la grandísima desazon que me ocasionaría, si se me descompusiera la escofieta ó los rizos. ¿Qué pareceૐ ría yo entonces, yendo cada cabello por su lado? Es; cierto, dixe yo, que vmd. y todas las Señoras deben. cuidar de no parecer descabelladas..

24 Una de las dos asistentas ó criadas (que yo no sé si son damas ó doncellas, ó cómo deben llamarse) preguntó á su ama, qué bata queria : y respondió: Me enfadan las Batas, porque ha mucho tiempo que se usan: quizá me ponga Desavillé, con un capricho, ó Pos lonesa con Manteleta; pero nó: trae con la Parlament aria la Bostonesa de color de pulga à medio morir, con la ~1. Tom. XVII.

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guarnicion de color de cabellos. Yo que oí aquella algaravía, y la union que queria hacer de lo que suena Par lamento con lo que suena Bostonesa, à pesar de Mr. Washington, pregunté à mi compañero: ¿A dónde esta¬ mos Y me respondió: En el siglo ilustrado.

25 Entró un criado con una vandeja, y dixo: Se ñora, aquí vienen los zapatos, de tres colores, con cintas en lugar de evillas: los broches de muñeca, ó pulseras puestos en sortijas, y los dos abanicos, el uno de los colores de moda, y el otro con los Volatines pin tados.

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(26 Hombre, dixe á Juan: Zapatos con cinta en lugar de evillas, serán antiguos; y broches por sortijas, serán rodelas. Y ¿qué tienen que ver los Volatines con los abanicos? Y mucho, me respondió Juan: tú no estás ilustrado del ayre de la gran moda. No has visto los Volatines de este año; pero mañana iremos allá, que han de correr toros en el teatro, ponerles vanderillas, y estoquearlos. ¿Toros en Quaresma? repliqué. Si, toros, respondió Juan; pero estos los han de figurar hombres con unas banastas sobre las cabezas, y parte de las espaldas, que será un hechizo verlos tan propios. Las luces de los Italianos nos dan en el otro Corral unas sombras, que es un asombro; y yo doy de muy buena gana, y ellos lo reciben de mejor, el quatrini por Pantomimas. Pues yo no, le respondi; porque me enfada to, do lo que se llama engaña muchachos, y saca dinéros; y que siendo tan feliz la suerte de los que por dar saltos se han puesto sobre la maroma, no cuiden mas del equilibrio, aunque cuidan bien de no caerse; pero como tie nen que dar el salto que llaman mortal, tropiezan, y ea en en la tentacion.

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27 Las cintas en lugar de evillas, dixe, mne parece buena moda, que yo tambien soy amigo de modas,

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quando tienen una de dos razones, ó ambas; esto es, que sean económicas, ó acomodadas. Esto tiene lo pri mero, pues se ahorran sin evillas piedras de Francia, Inga de Inglaterra, Topacios de Portugal &c. y se gasta. en las cintas un genero que tenemos, como es la seda; aunque para mi no me acomoda en lo que es vestir mas de dos generos; el lino para el verano, y la lana para el invierno. Los sortijones grandes pueden servir para varios usos, como tapar de pronto una gatera, la cara 'del fuego de la chimenea, y la cabeza del calor del sol; pero callemos, porque reparan que hablamos mucho en secreto, y es mala crianza. En las visitas, me respondió Juan, no se repara nada, y en esto de crianza cada uno hace sanfason lo que le acomoda. El demostrar respeto y compostura en presencia de las Señoras, fue en tiempo que ya pasó, y hoy se tendria hoy se tendria por falta de mundo, porque ellos las desprecian, y ellas los cortejan.

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Señora, dixo una criada, ¿qué mono rasca, á qué rascamoño quiere vmd.? Uno de sombrero, dixo, ek de las borlitas, pues lleva escofieta. Si llevára sombrero constantino-politano, aturbantado de gasas, correspondería uno de media luna. Pues yá: (dixo la Señora) traeme la disciplina. ¿Qué ( con admiracion pregunté á Juan) se azota esta Señora? No por cierto, me respondió; por esa parte la considero virgen: se llaman disci plina, por semejanza á los ramales de éstas, unos hilos retorcidos de corales, que se ponen al cuello las Señoras modistas, siendo en lo único que se parecen á las Castellanas viejas y como es moda, la que no tiene de estos collares, ó los ha perdido, está desazonada, y sin sus corales.

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Dixo el Peluquero (que no habia hablado pa labra, ni dexado de peinar desde las diez en que segun oi habia empezado á poner el tinon, cerdas y pelos pos

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tizos &c. hasta la una y media en que acabój Ma dam (comiéndose la última letra) de qué polvos quèria, blancos, negros o amarillos Amarillos, dis xo et del Pequés, que hacen juego con la guarnicion de color de cabellos de la Reyna. Pues yá: volvió á decir la Señora: cuya cabeza dexó el Peluquero bien azafranada, y mitrada con la escofieta. Recogió acelerado sus tres bolsas de polvos: conviene á saber, amarillos, negros y blancos, y echó á correr. Todos estos van á aste paso, dixo Juan, de casa en casa, y en la calle es ne cesario huirlos como á caballos desenfrenados.

30 Traeme, dixo la Señora á la criada, las salseras de la pintura. Me alegro, dixe á Juan, que esta Señora pinte. Es una diversion que hechiza quando el dibujo no es como el de los muchachos aprendices de Valladolid y Valencia, que abastecen de pinturas á los me sones, ventas &c. Sonrióse, Juan, y me respondió: Esq ia Señora na dibuja, ni pinta caras, solo se encostra, y pinta la suya. Mal ajo para ella, dixe enfadado; ¿pues no está prohibido el ponerse mascara? Si respondió ; pe ro esta moda de calafetéo que dá en rostro, la han trai do de luengas tierras.

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31 Aceste tiempo me llamaron del quarto de Peri co. Fui de buena gana, porque me hallaba mas cansado que del viage, de ver, oir y oler lo que me repugnaba, y no gustaba de tocar, y estaba sentido con todos los mios y mis: tres potencias. Dixome Perico: Te llamo, porque hace frio á esta chimenea Inglesa hay comor didad para hacer tiempo hasta la hora de comer, s quicres echac una partida, a registrar mi estante de lis bros, á que sé eres aficionado. Es cierto, dixe, que esa esmicomidillas pero si ahora entro al registrol, no comere, y lo necesito masi, por ver si con esto se desahoj ga, mi cabeza que la stengas bien cargada, y si leyera

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ahora la cargaría mas. Dime por mayor de que cobras ese compone tu librería. No merece ese nombre, me respondió. Se reduce á algunos Diccionarios y traducciones modernas del Francés, y del Italiano. Hombre, respondí, un punto has tocado, que si dixera lo que siento, estaría hablando muchas horas sin hacer punto.; Tra I ducciones modernas del Francés y del Italiano? Pues qué, dixo Perico, ¿no han enriquecido nuestra lengua con nuevos términos? Y tantos, respondí, que es una barbaridad los que han introducido estas vastas obras; y basta, porque quiero poner punto en boca antes de desbocarme. Dime, ¿ que obras tienes Españolas? Pocas, dixo, pero buenas, y divertidas: la Floresta, el Florilegio, que ya es libro raro. Y siempre lo ha sido, dixe yo. Dichos y hechos de Felipe II., continuó Perico: el Deleite de la discrecion, cuyo autor ó recogedor dicen que es excelentísimo, y las descripciones tienen poco de Frias; y el papel nuevo sobre ser mas perjudicial el tener, en las casas Gatos que Ratones.

32 Iba á soltar la maldita, quando entró un cria'do, y le dixo: Vmd. está servido. No entendí á lo que aludia esto; pero me sacó de la confusion Perico, expresando: Pues el Metredotell avisa que está la sopa en la mesa, alon. Vamos, dixe yo de buena gana; porque tenia mucha de comer, y poca de hablar.

33 Nos sentamos-Pedro, Juan y Diego, Fulano y Zutano. Madama con sus alfileres y con sus adornos se sentó en medio de los aprendices de Monsieures. Estos levantaron las tapas á unos grandes tazones de plata mas largos, que anchos sobre quatro pies, (cuya hechura semejaba á la de las urnas sepulcratés) que llamaron Tar rinas. Me dixo uno si gustaba de Macarrones. Nada Macarronico me gusta, le respondí. ; lo que yo quiero es sopa, Al uñon á á la rén, dixo el otro. Yo (repligue)

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