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Excmo. Sr. D. Eugenio Larrabure y Anánue

de las Reales Academias de la Lengua y de la Historia de Madrid, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en el Brasil y Delegado al Congreso Pan-Americano de Río Janeiro, primer Presidente del Instituto Histórico del Perú.

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EL CORREGIMIENTO DE SAÑA

Y

EL PROBLEMA HISTÓRICO DE LA FUNDACIÓN DE TRUJILLO

I

CAXAMALCA · BREVES NOTICIAS DE ESTA CIUDAD

RA Caxamalca (1) un lugar bastante grande, con una población de casi diez mil habitantes. Las casas en su

mayor parte eran de adobe con techos de paja ó de madera. Algunos de los edificios principales eran de piedra tosca y por labrar; había también una casa de las vírgenes del Sol y un templo dedicado á la inisma deidad tutelar: este último estaba medio oculto entre un bosquecillo de los suburbios de la ciudad. Por el lado inmediato al campo de los indios había una gran plaza de forma triangular, rodeada de edificios bajos, que eran unos espaciosos salones con anchas puertas ó aberturas á la plaza; seguramente estarían destinados para

(1) Caxamalca en lengua de los indios significa "lugar de hielo", porque aunque su temperatura es por lo común benigna y agradable, está sujeta á unos vientos fríos de levante, muy perjudiciales á la vegetación. - W. H. Prescott "Historia de la conquista del Perú", tom. I, pág. 444.

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cuarteles de los soldados del Inca [1]. A un extremo de la plaza, mirando hacia la campiña, estaba una fortaleza de pidra y tenía una puerta falsa para el campo. Había, igualmente, otra fortaleza de piedra, á donde se subía desde la ciudad por una escalera, también de piedra, y tenía como la anterior, una puerta falsa para el campo. Había así mismo otra fortaleza de piedra tosca en un terreno elevado que dominaba la ciudad y estaba rodeada de tres cercas circulares, ó más bien dicho, de una sola que daba tres vueltas en espiral. Era obra muy fuerte y ninguna de las que hasta allí habían visto los compañeros de Pizarro les pareció de mayor mérito, tanto en la idea como en la ejecución material. Al caer de la tarde entraron los conquistadores á Caxamalca. Era el 15 de Noviembre de 1532. El cielo, que se había mantenido sereno durante todo el día, comenzó á entoldarse y llegó á caer alguna lluvia mezclada con granizo, porque el frío era mayor de lo acostumbrado [2]. A pesar de eso, don Francisco Pizari o deseaba tanto cerciorarse de las verdaderas intenciones del Inca, que resolvió enviar inmediatamente una embajada á su campo. Escojió para esta comisión á Hernando de Soto, á quien dió por escolta 15 caballos; pero reflexionando después que hubo partido, que aquella fuerza era muy corta, en caso de que los indios intentasen algún ataque, dió orden á su hermano Hernando Pizarro, para que fuera á reforzarle con otros veinte jinetes. Este capitán y uno de los que fueron con él, nos han dejado una noticia de su expedición (3). Al día siguiente, sábado 16 de Noviembre, á la caída de la tarde y previas las precauciones que la difícil situación de los españoles requería, fué capturado el Inca Atahualpa á las voces

[1] Oviedo "Historia de las Indias", part. 3a, lib. 8°, cap. 15.
Xerez "Conquista del Perú" ap. Barcia, tom. 3, pág. 195.
[2] Oviedo-Historia de las Indias; part. 3, lib. 8 cap. 15.
Xerez "Conquista del Perú", ap. Barcia, tom. 3, pág. 195.

(3) Carta que Hernando Pizarro dirije á la Real Audiencia de Santo Domingo. El infatigable Oviedo que cuando llegó esa carta se hallaba en Santo Domingo, conoció su importancia y por fortuna incluyó ese documento en su gran obra Historia de las Indias", part. 3. lib. 8, cap. 15; y por último, la dicha carta de Hernando ha sido publicada por el señor Quintana en el tomo II de su “Vida de Españoles célébres”, apéndice 5o. Y también la traen A. de Zárate "Conquista del Perú", libro 5, capítulo 4, y Naharro en su "Relación Sumaria".

de "Exsurge Domine", que en coro con los soldados, repetían sin cesar los ministros del altar [1].

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Parecía que concluída la repartición del rescate del Inca Atahualpa, que se verificó con toda solemnidad en la plaza mayor de Caxamalca, [según aparece del acta de repartición otorgada por el escribano Pedro Sancho á 17 días del mes de Junio de 1533 [2], ya nada detenía á los españoles para proseguir sus conquistas y emprender su marcha al Cuzco. Pero ¿qué se había de hacer con la persona de Atahuallpa? Para resolver esta cuestión todo lo que era provechoso era justo [3]. Ponerle en libertad, era dar suelta al hombre que debía ser precisamente su mayor enemigo: al que por su nacimiento y dignidad real reuniría en derredor suyo toda la nación, dispondría de todos los recursos y arbitrios del gobierno, y aún con sólo su palabra reuniría todo el valor de su pueblo contra los españoles, retardando de esa manera, si no impidiendo del todo, la conquista del país. Por otra parte, el mantenerle cautivo era acaso igualmente perjudicial, porque para custodiar un prisionero de tanta importancia era preciso dividir las tropas de tal modo que vendrían á quedar muy debilitadas; y era de temer que toda su vigilancia no alcanzara á impedir que les quitasen el preso en los peligrosos pasos de las montañas, máxime aún, que el Inca por su parte pedía con insistencia su libertad [4], pues se

[1] Tratábase nada menos que de tender una red al Inca y hacerle prisionero á la faz de todo su ejército. Era un proyecto lleno de peligros y casi parecía un aborto de la desesperación; pero la posición de los españoles era también desesperada (¡165 hombres contra 50,000 indios armados y aguerridos!) A donde quiera que volviesen la vista sólo descubrían inminentes riesgos, y valía más hacer frente como hombres al peligro, que huir de él co bardemente, cuando no les quedaba arbitrios para escapar: rogaron al Dios de las batallas que cubriese con su escudo á los soldados que peleaban por extender el imperio de la cruz, y todos á una voz entonaron la antífona "Exsurge Domine, et judicam causam tuam" Naharro - "Relación sumaria".

[2] M. de Mendiburu "Diccionario Histórico Biográfico del Perú", tom. 3, pág. 377.

[3] A. de Herrera "Historia general" déc. 5, lib. 3, cap. 4.

[4] Prescott "Conquista del Perú", tom. 1, cap. 7.

Xerez "Historia de la Conquista", edición española de 1534, y ap. Barcia, tom. III, págs. 530 y siguientes.

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