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fermedad) hazen sus ceremonias diziendo palabras fingidas, dan sus penitencias, y con palabras equíuocas les dan á entender que no dexen los ritos antiguos, pues son buenos para el remedio de sus males. Finalmente so especie de Christiandad (azen mil males y hazen más daño que los que descubiertamente se muestran ser hechizeros; porque á éstos si los llaman la primera ó segunda vez, más no la tercera y finalmente temen los Indios de encomendarse á ellos y hazen escrúpulo grande dello: mas de los fingidos y dissimulados no. Quando á estos fingidos los llaman de parte del enfermo, se hazen derogar diziendo que ellos no son hechizeros sino Christianos,y que por medio de hechizos se á de hazer que no yrán si piesan que sino que se á de hazer la cura y medicinas por modo de Christianos. Assí que es tal el modo,que los Indios que según está dicho huyan de los hechizeros que á lo descubierto hazen sus males,no huyen destos,antes los Indios muy entendidos y que parecen temerosos de Dios se aprouechan dellos entendiendo que no ay malicia en lo que hazen, y con esta ignorancia los embían á llamar y se curan con ellos: aunque no dexa de auer muchos que los llaman con recelo y sospecha. Y muchos destos hechizeros son tenidos en buena reputación á lo menos no por hechizeros, y curan algunos públicamente, porque no tienen licencia expressa de los juezes eclessiásticos, ó no se repara en el mal que puede auer, y los permiten. Conuiene pues que en ésto aya mucho recato y diligencia continua.

Cómo el Inga dió al modo del Cuzco

sus huacas á todos sus Reynos

CAP. XV.

Quando el Ynga conquistaua de nueuo vna Prouincia ó pueblo, lo primero que hazía era tomar la Huaca principal de la tal prouincia ó pueblo y la traía al Cuzco assí por tener á aquella gente del todo sujeta, y que no se le rebelasse. como por que contribuyessen cosas y personas para los sa

crificios y guardas de las huacas y para otras cosas. Ponía esta huaca en el templo del sol llamado, Curicancha, donde auía muchos altares, y en ellos estauan las estatuas del Viracocha, del sol y del trueno y otras huacas, ó ponía las tales huacas de las prouincias en otras partes diferentes, ó en los caminos conforme al suyo, ó prouincia que era, y como era tanta la gente que acudía allí de toda la tierra, todos se industriuan por lo que allí se les enseñaua.

2. Y en lo que toca á la veneración de fuentes, manantiales, ríos, cerros, quebradas, angosturas,collados, cumbres de montes, encruzijadaş de caminos, piedras, peñas, cuencas y en lo del arco del cielo, y en la abusión acerca del canto de la lechuza, buho, y otras cosas se hazía y tenía en las demás partes del reyno, y se tenían en reuerencia al modo del Cuzco. Y como el Cuzco y su comarca tenía gran suma de Ídolos, huacas, villcas, adoratorios, ó mochaderos constituydos en diferentes partes assí también tenían en cada prouincia particulares huacas y adoratorios, y cada vna otra cosa más particular que adoraua, y cada familia cuerpos de difuntos que venerar. Finalmente cada tierra y prouincia tenía mucha diuersidad de mochaderos, y si agora se an deshecho los Ídolos, piedras, é instrumentos de sacrificios y otras cosas muchas que tenían para sus ritos, con todo están en pie los cerros, collados, fuentes, manantiales, ríos, lagunas, mar, angosturas, peñas, Apachitas, y otras cosas assí: cuya veneración aún dura todavía y es necessario que alla mucha vigilancia para desterrar de sus coraçones esta impía veneración. Las Huacas y adoratorios del Cuzco y algunas leguas al rededor dél son, 340, de diuersos nombres, y deuía de auer otras más. De todo lo qual mucha parte se á oluidado: más con todo no dexará de auer algún rastro y en especial donde ay viejos y viejas, y más donde ay principales y Curacas inclinados á estos ritos. (*).

(*)—Publicóse por vez primera esta instrucción en el Confessionario para los Cvras de Indios. Con la instrución contra sus Ritos y Exhortación para ayudar á bien morir-Los Reyes MDLXXXV, libro rarísimo, y del que no se sabe que existan sino dos ejemplares: uno en la biblioteca del que fué ilustre historiador argentino, General don Bartolomé Mitre, en Buenos Aires, y otro que posee nuestro estimable amigo el Doctor don Juan Francisco Pazos Varela.

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Facsímile de la firma del licenciado Polo de Ondegardo.

Fué este libro el segundo que se imprimió en Lima y debió agotarse muy pronto la edición, pues se reimprimió en Sevilla pocos años después,en 1603. Pero la reimpresión sevillana á su vez se hizo más rara que la edición limeña, puesto que ni noticias había de ella, hasta que el insigne biblió grafo chileno don José Toribio Medina la describió en su Biblioteca Hispano Americana, T.II. p. 32, de la que dice: "Libro hasta ahora completamente desconocido, no citado, ni menos descrito por bibliografo alguno.”

El ejemplar que el señor Medina tuvo á la vista pertenece al Sr. B. Lamas, de Buenos Aires. En la Biblioteca de Lima existe un ejemplar muy bien conservado, y recientemente el librero Hiersemann, de Leipzig, ha anunciado en venta en sus catálogos un ejemplar en 2000 marcos, ó sea cien libras peruanas.

E gran interés que para la historia antigua del Perú tiene esta Instracción y lo buscada que es por todos los que á ella se dedican, mueve á la Dección de ' Revis.a á reproducirla, tomándola de la edición sevillana que posee la Biblioteca Nacional.

El Inca Garcilaso

Entre los historiadores del Perú ninguno más conocido y popular que Garcilaso de la Vega, que lleva el renombre

de Inca.

Débese esto, no sólo á lo fácil y ameno de su estilo, al candor de su relato y á su ingenua franqueza; sino á la antigüedad de su obra, que fué en su género la primera del país; al cariño con que trata su asunto; y al colorido con que pinta personajes, hechos y lugares, hasta parecer un escritor de Memorias.

Ensayemos trazar su boceto biográfico; aprovechando sobretodo, y á falta de documentos, de los datos esparcidos en sus mismos escritos.

Nació Garcilaso en el Cusco, metrópoli del Imperio Incaico, el 12 de abril de 1539, "ocho años después que los españoles ganaron su tierra" [1].

Su padre, Garcilaso de la Vega, del mismo nombre que él, descendía del famoso García Pérez y Vargas, que acompañó al Rey don Fernando, el Santo, en la conquista de Sevilla; y para quien, al decir de la Crónica, "eran pocos siete moros."

Garcilaso llegó al Perú en 1534, con la división de Pedro Alvarado, la mejor que había venido á América, por su personal y equipo; siendo él el único Capitán. Obligado tomó parte en favor de Gonzalo Pizarro, al que abandonó en Saquisahuana, el 9 de abril de 1548; llevando á su lado á su hijo, que entonces contaba nueve años, y que en correr y saltar competía, según cuenta, con Francisco Pizarro, el hijo del Marqués.

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