Imágenes de páginas
PDF
EPUB

aberse criado con grande Pobreza fue desde niño tan ynclinado a la virtud y estudios que en su buena ynclinación. a mostrado siempre ser hijo de Padres nobles. y se a dado al estudio, Con tanta. codicia E curiosidad sin deRamarse. En vicio ninguno. que en los dichos sus estudios, así de gramática como En cánones. asta graduarse de doctor a hecho Bentaja siempre a todos, los estudiantes que con el concurrian. En el estudio. E asi fué siempre tenido. Por el mexor estudiante absolutamente de los. de la Unibersidad de su tiempo y a el susodicho le encomendaban. comunmente los maestros los actos generales. de Exercicio del argüir y después, de aber alcanzado el sacerdocio y acabados sus estudios. Con el Probecho virtud. y diligencia que tiene Referidos. se encerró en una doctrina de yndios. Donde tiene cierta Relación su merced Y save que a servido a dios en la dicha doctrina de yndios Enseñándoles nuestra santa fe católica y administrándoles los sacramentos con muy buen exemplo y celo del aprobechamiento E salbación de los yndios. Y con lo que a ganado en la dicha doctrina bino á esta Unibersidad. y se graduó de licenciado. E dotor, con grandes muestras de su abilidad E letras. y se opuso a la calongia Doctoral que su magestad mandó se Proveyese por concurso enbiándole tres nombrados, para Presentar. el que mas su magestad se sirbiese. E en el qual dicho concurso mostró bien sus letras, y erudición. leyendo. Respondiendo. E arguyendo. E dió mucho contento al arzobispo E prebendados. Y al oydor señalado por el señor don Luis de Velasco virrey destos Reynos. Para asistir al dicho concurso. aunque no le cupo la suerte. Por las quales. causas. El arzobispo don Thuribio mogrovejo que sea en gloria y después de sede vacante su merced como Dean E Provisor deste arzobispado. le tiene Encomendado. y echo vicario de las provincias al Rededor. muchas leguas. de su benefficio. E que por las dichas causas. E razones, tiene por cierto será serbicio de dios nuestro señor que su magestad se sirba de hacerle merced En cualquier dignidad. O calongia deste Reyno como sea de las Yglesias más prencipales e más Ricas porque así se Premiará la birtud E letras. y estudios y se animarán. otros, pobres, y desamparados como el dicho Doctor francisco de ávila a sido desde

Ante

su niñez a seguir la virtud y estudios. y esto es lo que le parece En su conciencia E lo firmó. El Doctor Muñiz. mí Cristóval de Villanueva, secretario y Notario público." El inolvidable americanista Jiménez de la Espada, que equivocadamente creyó limeño al Cura Avila, hace su merecido encomio; lo llama famoso, por su diligencia, habilidad y predicación, y por su pluma; dice, que era un varón cuya modestia rayaba con sus talentos y virtudes; y cita en parte lo que, sobre sus servicios y méritos, expuso al Rey, en 610, al oponerse á una Canongía de la Iglesia de Lima. Avila dice así: "Soy persona de letras, y que las profeso y me precio de ellas; doctor en cánones por esta universidad, donde fuí graduado, rigurosamente examinado y aprobado, habiendo estudiado siempre con extremada pobreza y no más ayuda que la de Dios, que fué servido alimentarme, y me he ocupado más de trece años en curatos de indios, enseñándoles y doctrinándoles en nuestra santa fe católica....... Soy asimismo hijo expuesto de esta tierra, de padres naturales de esa y nobles, aunque no conocidos; gozo de los privilegios de los que el derecho liama expuestos, quorum parentes ignorantur, y por el consiguiente soy hábil para cualquier oficio, dignidad, canongía y beneficio, así por derecho como por indulto que concedió la Santidad de Clemente octavo á los tales expuestos, y para mejor cautela y abundancia, tengo particular dispensación en caso que fuere necesario. Aunque á lo que he entendido, el ser expuesto, que es lo que más me había de ayudar, me ha dañado cerca del Cabildo de esta iglesia, en la nominación que hizo, si no me puso en buen lugar."

Cuando el Párroco de San Damián disfrutaba de más crédito, entregado al estudio y al servicio de su doctrina, en setiembre de 1607 inicióse contra él un expediente de 24 capítulos; acusándolo de exacciones contra los indios, de recargo del trabajo de éstos, y de algunas otras faltas graves en el ejercicio de su cargo. Era Procurador general de los indios Francisco de Avendaño.

Avila fué enjuiciado y estuvo aquí preso; absolviéndolo al fin, el Racionero Dr. Baltazar de Padilla, Juez, Vicario y Visitador general del Arzobispodo, por el Venerable Cabildo en sede vacante. Confirmó la sentencia, el 24 de diciembre de 1609, el Dr. Feliciano de Vega, Provisor y Vicario general; quien en ella dice: "Fallamos, atento los autos y méritos de esta causa, que debemos de absolver, y absolvemos, y damos por libre, al dicho Dr. Francisco de Avila, de los dichos capítulos y de lo demás pedido contra él en la dicha razón, atento á la retractación y apartamiento de los dichos indios y testigos que contra él se pusieron en la dicha causa, contra los cuales le reservamos su derecho á salvo, para que en razón de su calumnia y lo demás, pida y diga en justicia como le convenga."

Así terminó, después de trascurrir más de dos años, este ruidoso proceso, que puso á prueba la honorabilidad y la paciencia del Dr. Avila; y que consta de 144 hojas en folio español. En una declaración que prestó el acusado, el 3 de setiembre de 1609, afirma: que contaba 36 años de edad y 13 de sacerdocio: habiéndome servido este dato, para fijar el año 1573 como el de su nacimiento.

Conviene no olvidar lo que asevera él mismo, en la Prefación de sus Sermones: que los indios forjaron en complot esa querella calumniosa, por sus prédicas frecuentes, impugnando la idolatría; y sobre todo, por el sermón que les hizo, en la más solemne de sus fiestas, el 15 de agosto de 1609 contra Pariaccacca y Chaupiñamoce, divinidades de primer rango en la comarca.

A causa de lo mucho que había sufrido Avila en San Damián, por las imputaciones de que fué víctima, debió pretender otro curato. El Rey lo nombró para el de Huánuco en 1610; cuyo beneficio aceptó, poniendo un interino mientras él desempeñaba otro cargo.

El 13 de diciembre de 1609, ante selecto auditorio, recitó el Dr. Avila, en la catedral de Lima, una elegante oración latina, felicitando por su reciente llegada al Iltmo. Arzobispo Lobo Guerrero, y llamando su atención sobre la idolatría de los indios. El virtuoso Prelado, lleno de celo, lo nombró primer Visitador de idolatría, en 1610; y con este carácter co

menzó luego la visita de los pueblos de San Damián, Mama, San Pedro de Casta, Huarochirí y San Lorenzo de Quinti: poniéndose tan grave en Casta, que tuvo que venir á Lima á medicinarse.

Continuó la visita á su costa, siempre de Cura de Huánuco, hasta 1618, en que lo nombró el Rey Canónigo de la iglesia de la Plata, y después Maestrescuela de ella hasta 1640. Restituído á Lima, tras larga ausencia, fué Canónigo de su Cabildo, del año 32 al de su muerte.

En los nueve años continuos de su visita no hubo día que pasase sin predicar siquiera una vez, y en muchas ocasiones eran más de dos los sermones al día. En Charcas predicó á los indios en su lengua todos los domingos y fiestas, por espacio de dos años; y en Lima hasta 1643, en que se lo impidieron la sordera y achaques seniles que sufría.

El Dr. Avila fué uno de los siete primeros visitadores de idolatría que designó el Arzobispo Villagómez; á pesar de la incapacidad en que ya estaba de ayudar de otro modo que con sus consejos y experiencia.

Nuestro Avila, al ver cómo los indios, sus feligreses, ocultaban y disimulaban su idolatría, tomó el interés más vivo en extirparla, convirtiéndolos y destruyendo los ídolos, los adoratorios, y aún los mallquis ó cuerpos de sus progeni

tores.

Ufano de sus hechos, próximo á su fin, hace él mismo la narración de ellos en esta pregunta de sus Sermones: “¿Yo proprio no saqué más de treynta mil ídolos por mis manos abrá treynta años de los pueblos del Corregimiento de Huarocheri, Yauyos, Xauxa, y Chaupihuaranccas, y otros Pueblos, y quemé más de tres mil cuerpos de difuntos que adoraban? Esto es muy público en este Reyno, y oy pienso que todos han buelto á lo mismo." (T. 1., pág. 236).

"En concepto de algunos, dice Jiménez de la Espada, estas visitas fueron un estrago, una desolación, donde quedaban para siempre destruídas, con los ídolos y adoratorios in

dianos, y con los vasos, vestidos, útiles é insignias de su culto gentílico, infinidad de monumentos interesantísimo é indispensables á la historia de aquellos pueblos............ Pero la indignación que esa ruina pudiera excitar se atenúa bastante, considerando que la mayor parte de aquellos adorados objetos eran simples piedras del campo ó del camino, que los infieles tenían por divinas y milagrosas, á fuerza de empeñarse en que lo eran.”

Pero el Dr. Avila no se limitó á predicar persistentemente contra la idolatría, y á destruir todo lo que sirviera á conservarla y propagarla, quiso que así la iglesia como el gobierno pusieran el mayor conato en que los indios aborreciesen, y hasta olvidasen todo aquello.

Su primer trabajo se titulaba:

Tratado y relación de los errores, falsos dioses y otrras supersticiones, y ritos diabólicos en que vivían antiguamente lus indios de las provincias de Huarocheri, Mama y Chaclla, y hoy también viven engañados con gran perdición de sus almas. Recogido por el doctor..........de personas fidedignas y que con particular diligencia procuraron la verdad de todo. Año de 1608.

[ocr errors]

En 1611 escribió una memoria sobre su primera visita con este epígrafe:

Relación que yo el doctor Francisco de Avila, presbítero, cura y beneficiado de la ciudad de Guánuco hice por mandato del Arzobispo de los Reyes acerca de los pueblos de indios de este arzobispado, donde se había descubierto la idolatría y hallado gran cantidad de ídolos que los dichos indios adoraban y tenían por dioses.

Otro trabajo suscinto de Avila, que ha publicado Medina, en su reciente obra, La Imprenta en Lima, es la

Relación que hizo por mandato del señor Arzobispo de los Reyes acerca de los pueblos de indios de este arzobispado donde se ha descubierto la idolatría y hallado gran cantidad de ídolos que los dichos indios adoraban y tenían por sus dioses.

Queda también, en el archivo del convento grande de Santo Domingo de esta ciudad, un otro escrito de Avila, sobre la idolatría de los indios. Se titula:

« AnteriorContinuar »