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XXXII); á Tovar, en los Apuntes para la Historia Eclesiástica del Perú (pág. 105); á Medina, en La Imprenta en Lima (tomo I, págs. 116, 383 y 386......... Pudiera aún mencionar otros autores, que no dicen nada de nuevo; pero sí recordaré el Catálogo cronológico de los obispos del Cusco, publicado en 1831; y la obra de Bermúdez sobre las Actas del Cabildo Metropolitano de Lima (pág. 72).

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La Virreina Gobernadora

Así como los grandes artistas dedican especial atención á determinada parte de sus obras inmortales, así, el Creador, al modelar el globo terráqueo, hizo objeto de todos sus esmeros, de todas sus predilecciones, á esta parte que se llama Perú, y derramó sobre ella con pródiga mano, abundantes dones para singularizarla y distinguirla de las demás regiones de la Tierra. Baña sus extensas costas un mar, el Pacífico, cuyas bravezas apenas pueden compararse con las agitaciones de otros mares, y en ellas las tempestades son desconocidas. De Norte á Sur la cruza la colosal cordillera de los Andes, que sirve de espina dorsal al más grande de los cinco continentes del globo, y cuya médula fórmanla metales preciosos, en abundancia y riqueza no igualadas en ninguna otra región; y tan ricos, variados y abundantes como su reino mineral, son sus reinos vegetal y animal. Su clima es una eterna primavera, y serpentean por su territorio, en todas direcciones, hermosos ríos navegables, que contribuyen á formar el magestuoso Amazonas, el rey de los ríos de la Tierra.

En el orden moral, no menos predilecciones ha tenido con el Perú el Sér Supremo. Por su bondad de carácter y vivacidad de ingenio, los peruanos gozan de fama universal, así como la gozan sus mujeres por su belleza y discreción; y para singularizarlo más aún de las otras naciones del Continente, concedióle dos preeminencias que no han tenido la dicha de gozar los demás pueblos americanos: en el Flos Santorum fi

guran tres santos peruanos, dos nacidos en lejanas tierras, pero que florecieron y murieron aquí, Santo Toribio Mogrovejo y San Francisco Solano, y una nacida en Lima, Santa Rosa, honra y orgullo del Continente Americano, por más que la emulación hiciera aparecer una Azucena de Quito, en el Ecuador, y una Santa Rosa del Mapocho, en Chile; y en la nómina de gobernantes del Perú figura una mujer, hecho casi desconocido en los anales de la Historia patria, que es lo que motiva este trabajo.

Junto con la noticia de la muerte del Conde de Santisteban, abultando sus proporciones de manera alarınante, llegó á la Corte la de los disturbios de Laycacota, por lo cual la Reina regente Doña Mariana de Neuburg, que gobernaba durante la menor edad de Carlos II, resolvió el nombramiento y envío inmediato de un nuevo virrey, que se encargase, ante todas cosas, de la pacificación del reino; y después de muchas vacilaciones y consultas con el Consejo de Indias, halló el personaje que buscaba.

Y fué éste el Excelentísimo Señor Don Pedro Antonio Fernández de Castro Andrade y Portugal, de real estirpe, tercero del mismo nombre, décimo Conde de Lemos, por gracia otorgada por el Rey Don Enrique IV en 1457 á Pedro Alvarez de Osorio, séptimo Marqués de Sarria, octavo Conde de Villalba, sexto Conde de Andrade, señor de las casas y estados de las Mariñas y Biedma, Grande de España de la primera clase y antigüedad, octavo Conde de Castro, Duque de Taurisano y Barón de la Mota de Santa Agata, etc. etc., nacido en su palacio de Monforte de Lemos el 29 de Junio de 1632, hijo de Don Francisco Fernández de Castro y Portugal, Legnano de Gatinara, noveno Conde de Lemos, insigne protector de las letras, Mecenas que fué del inmortal Cervantes y á quien éste dedicó Pérsilis y Sigismunda, encabezando la de. dicatoria con la conocida copla:

"Puesto ya el pie en el estribo Con las ansias de la muerte,

Gran señor, ésta te escribo".

y de la Condesa Doña Antonia Téllez Girón, hija de Pedro

Téllez Girón III Duque de Osuna, y viznieta del conquistador de México Hernán Cortés.

En Madrid, el 20 de Julio de 1664, y previas capitulaciones, había el Conde contraído matrimonio con Doña Ana, Francisca-Hermenegilda-Justina-Josefa-Benita-Vicenta de Borja y Centellas, Doria y Colonna, prima suya, nieta de San Francisco de Borja, lo mismo que el Conde su marido, y por ende, ambos descendientes del célebre Rodrigo de Borja, ó sea el Papa Alejandro VI; nacida en Gandía y bautizada el 22 de Abril de 1640, hija octava de Don Francisco Pascual de Borja y Centellas, Doria y Carreto, octavo Duque de Gandía, y de la Duquesa doña Artemisa María Doria y Colonna, hija del célebre Almirante Andrés Doria, Princípe de Malfi, vencedor en Lepanto, y de la Princesa Juana Colonna. En primeras nupcias, y sin haber logrado sucesión, estuvo doña Ana casada con Don Enrique Pimentel Enríquez de Guzmán Luna y Osorio, quinto Marqués de Távara, tío suyo, viudo dos veces, y que sólo del primer matrimonio había logrado sucesión, femenina.

Nombrado Virrey del Perú el Conde de Lemos, y exigien do los sucesos del Virreinato su pronta presencia en el lugar de su gobierno, se embarcó, con su esposa y dos hijos, en uno de los galeones de la flota mandada por el General Príncipe. de Monte Sarcho, que salió de Cádiz el 3 de Marzo de 1667, haciendo una feliz travesía hasta llegar á Tierra Firme.

Fué el sábado 6 de Agosto de 1667 que se tuvo en Lima la primera noticia del nombramiento del Conde de Lemos como Virrey del Perú, y su arribo á Panamá, junto con su esposa, niños y personas de su séquito, y trájola el Capitán Don Nicolás Zerrano, Días después, el 28 de Septiembre siguiente, vino desde Paita, haciendo el viaje por tierra, un soldado de á caballo, quien manifestó que el nuevo Virrey había llegado á ese puerto el día 14 de aquel mes y que saldría para el Callao el 25 del propio.

Dijo el soldado que el Conde traía preso en la nave capitana al Presidente de la Audiencia de Panamá, Doctor Don Juan Pérez de Guzmán (*).

El alegre repicar de las campanas anunció al pueblo de Lima una grata nueva el 23 de Octubre de aquel año, y, en efecto, á las 5 de la tarde entró en esta ciudad Don Jacinto Romero Caamaño, Embajador del Conde de Lemos para anunciar oficialmente á la Audiencia su nombramiento de Virrey del Perú y próxima venida. El Embajador se dirigió luego á la Audiencia y fué recibido en la sala del Acuerdo, fuera el sitial y quitada la mesa. Componían el augusto Tri. bunal el Doctor Don Bernardo de Iturrizarra, que lo presidía los oidores Don Bartolomé de Salazar, Don Pedro Güemes, Don Fernando de Velazco, Don Diego Cristóval Messía y Don Juan de Munibe Munibe.

y

El Embajador tomó asiento á la derecha del Presidente y halagó los oídos de los magistrados haciendo una larga relación del viaje de sus excelencias y de su prosapia, que, como he dicho más arriba, era de la flor de la nobleza española. Terminado su cometido, el Embajador se retiró al alojamiento que se le había preparado, en la plazuela de San Diego [que después se llamó de San Juan de Dios] al lado de la casa que habita el Presidente Iturrizarra. Iba su merced á pié, acompañado de todo el Regimiento y de todos los caballeros de la ciudad, llevando á su derecha al Alcalde Don Juan de la Presa, y á su izquierda al otro Alcalde Don Joseph de Torres.

El Embajador fué objeto de mil atenciones de parte de la sociedad limeña, no faltando la indispensable corrida de toros, que se lidió en su obsequio el miércoles 2 de Noviembre. Y desde la llegada á Lima de este personaje todo era prepa rativos para recibir al nuevo gobernante. Damas y caballe. ros se esmeraban á porfía en hacer nuevos y lujosos vestidos para el día del recibimiento; y los gremios, el Tribunal del

(*) El Consejo de Indias desaprobó la conducta del Virrey y lo multó en 12,000 patacones, ordenando la restitución del Presidente á su puesto. Mendiburu hace una lamentable confusión de este suceso. Tomo III art. correspondiente al Virrey.

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