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rla Francisca hacia para infundir en su tierno corazon con la humildad y demas virtudes, la energía y temple de alma que la distinguian del comun de las mujeres. Entre los muchos ejemplos de la primera clase que pudiera citar, baste el hecho que acaeció un dia en que por poco cuidado del niño Cárlos Luis hirió con un látigo á uno de los criados. Confuso el pobre niño á la vista del daño que habia causado á su servidor, se apresuro á pedir perdon á su madre, que no satisfecha con este acto de humildad, le hizo arrodillar, pedir perdon y besar la mano al criado ofendido, pri vándole además del paseo y de otros recreos.

En la tierna edad de siete años estaria, cuando habiéndole nácido dos carreras de dientes, dijeron los médicos que era preci+ so arrancarle uno a uno los sobrantes, Dolorosa era la operacion, y convencida de ello la tierna madre, quiso con sus halagos suavizar la crueldad del mal, para lo que le puso en su falda durante la operacion, diciéndole ademas, que no debia llorar, sino sufrir con résignación y paciencia. Con asombro del operador y de todos los circunstantes, algunos de los cuales tuvieron que retirarse, se mantuvo firme el niño, llorando sí, pero sin que un movimiento ni un gemido interrumpieran la operacion. Asi le acostumbraba á hacerse insensible á los padecimientos, y á devorar en silencio las penas.

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Dejando las muchas reflexiones que me ofrecerian el cuidado y solicitud de los padres de D. Cárlos Luis para con su hijo, pa saré á apuntar con brevedad los maestros que juntamente con ellos contribuyeron á su educacion. Fué el primero un sacerdote secular, quien le enseñó las primeras letras: á este siguieron el P. Puyal, provincial entonces en España, de la Compañía de Jésus, y mas tarde el P. Frias, de la misma Compañía. Recibia al mismo tiempo con mucho aprovechamiento, lecciones de música y piano de D. Mariano Lidon, y de pintura de D.Vicente Lopez, En todos sus estudios hizo rápidos progresosur.

Cuando le fue destinada servidumbre, (sumamente escasa por

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cierto, atendida sú categoria) fuéronte señalados gentiles hombres, los condes de Negri y del Prado, y el marqués de Obando, y ayudas de cámara, Garci-Martin, Lorfeliu y Guillen Elan los principales amigos de D. Carlos Luis, el primogênito del marqués de Villadarias y su hermano, los niños D. Miguel y D. Agustin Hortelano, hijos de un empleado en el servicio del rey Fernando. Con ellos, en las pocas horas de recreo que le eran permitidas, seentregaba á los juegos de la infancia entre los qué mostraba particular cariño á cuantos tenian relacion con là milicia Ocupa ban sus horas de ócio los ejércitos de soldados de marfil y plomo, yo los trenes de artillería, con los cuales maniobraba a su modo y daba batallas, entusiasmado con las victorias ó derrotas que á su capricho fingia. zoleugaib auf og egob mis-ig „obil ne ob I. Desde la niñez mostró las mejores inclinaciones de humildad y‣ cariño con sus servidores, de obediencia á sus padres y maestros, de compasion hacia los desgraciados, y sobre todo de caridad paral con los pobres. No podia sufrir que sus hermanos se asomaran al balcon de la sala que le servia de recreo, y que da a la parte llamada Punta del diamante, para que los centinelas á su presencial no tuvieran que molestarse cuadrándose A todos sus servidores procuraba ahorrarles incomodidades, cuidaba de que tuvieran las gratificaciones de costumbre, y cuando sabia que tenian algun enfermo en su familia, se acordaba de preguntar por ellos con so licitud y les enviaba aquellos regalos que su corta edad le permitia. Estando una vez enferma una señora destinada á su servicio, y manifestando á D. Cárlos Luis que sentia morir por temor de que sus hijos padecieran por su falta, la respondió el precoz y amable niño; «¿Cómo temes que padezcan, sabiendo yo que son hijos tuyos?» Nunca jamás se le vió denunciar de persona alguna aquellas faltas que hubieran podido hacerla reprender por sus padres.

En sus cortos años no tenia mas ambicion que «ser rico, decia, y tener tantas onzas de oro como tiene mamá en el arca» pa

ra poder dar muchas á los pobres. Cuando veia jugar á los niños mendigos debajo de su ventana, envidiaba sus juegos, sentia no poder alternar con ellos, y les echaba dinero, dulces ó lo que podia. Para probar finalmente el efecto que producian en su corazon los ejemplos de sus padres, citaré un solo rasgo que en su edad es admirable y hasta sublime. Al notar el desconsuelo en que estaba sumida una señora de su servidumbre, por haber perdido á sú marido, asesinado en una revuelta política, consuélate, le decia, y olvida y perdona á los asesinos de tu marido, que papá nos dice que no podemos guardar rencor á los enemigos.»

El simpático niño cautivó hasta tal punto la voluntad de su tio y padrino D. Fernando VII, que no se separaba casi nunca de su lado, ni aun despues que los disgustos que mediaron entre los miembros de la real familia tenian medio enemistados al rey y á su augusto hermano: tampoco el nacimiento de la hija de D. Fernando VII fué motivo de envidia para él, antes al contrario era la recien nacida objeto de su especial cariño.

Asi creció, amado de todos, objeto de la admiracion de cuantos le conocian, el hijo primogénito de D. Cárlos Maria Isidro y Doña María Francisca. El cielo tenia destinado que tanta. virtud no habia de ser recompensada con una vida feliz, sino que se habia de apurar en el destierro y en la emigracion, en que ha pasado hasta ahora lo restante de su vida.

CAPITULO II.

D, Cárlos Luis María con su familia

ABANDONA A MADRID.

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Las desavenencias que habia desde mucho tiempo entre los miembros de la real familia, nacidas por motivos particulares, y fomentadas luego por intereses políticos, estallaron con toda fuerza despues de los sucesos acaecidos desde 1830, y sobre todo despues de la famosa declaracion de Fernando VII, de 31 de diciembre de 1832. El partido monárquico que habia' elegido al infante Don Cárlos para su gefe, y en quien veia el salvador de los principios que con religioso entusiasmo habia defendido en los campos de batalla, y que presentia habian de estrellarse en el gobierno de Doña Isabel y regencia de su madre, no podia ya contener la impaciencia, que se manifestó en los levantamientos de Burgos, To

ledo y Leon. Aunque ageno á estos últimos sucesos D. Cárlos, su posicion era sin embargo embarazosa, ni podia ya permanecer honrosamente por mas tiempo en la córte, ni convenia tampoco al gobierno de Fernando VII permitírselo. Así es que aprovechó una coyuntura que se le hubo de ofrecer para pasar al estrangero.

En todos los negocios de D. Cárlos se habia interesado de un modo especial su hermana política Doña María Teresa de Bragan-.. za, princesa de Beira y viuda de D. Pedro de Borbon, la cual no solo habia tenido influencia en los sucesos de palacio, sino que habia intervenido tambien en la preparacion de ruidosos hechos de armas. El gobierno de D. Fernando que veia en su carácter intrépido y activo un enemigo poderoso del órden de cosas que se trataba de establecer, y Doña Cristina que temió en el talento de la infanta una rival que podia desconcertar sus planes, determinaron alejarla de la córte, y lo consiguieron en efecto, pues se la mandó salir de España, juntamente con su hijo el infante D. Sebastian. D. Cárlos manifestó deseos de acompañar á la princesa de Beira, su cuñada, hasta la frontera, ya por el afecto que la tenia, ya tambien por obedecer quizá las insinuaciones del gobierno: lo cierto es que de este recibió érden para marchar con su esposa y sus tres hijos al vecino reino de Portugal, donde se le mandó permanecer. El dia 16 de marzo de 1833 tuvo lugar la partida del infante D. Carlos con su esposa, el joven Carlos Luis y sus dos hermanos. 707 lem

-To Debió D. Cárlos Luis en Portugal pasar por las incomodida des que eran consiguientes al estado de su familia, casi proscrita, y principiar á sufrir los sinsabores de una emigracion que para él habia de ser tan duradera, y Dios sabe si está en sus destinos que perpétua, pol ob Tolanvice to slay slip on yolog in sing abhi si ob Fuera ya de Madrid el infante D. Carlos con su familia y la prin cosa de Beira, pudieron mas desembozadamente los partidarios de Doña Isabel ejercer su influencia en el abatido ánimo del rey, por euyo motivo los acontecimientos se sucedieron con rapidez. Reu

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