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viva de estas ideas: por él han levantado pendonés muchos y muy importantes pueblos de la Península: un ejército por él acaudillado ha dado brillantes páginas á nuestra historia.

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No es difícil esplicar este fenómeno. Aleccionado D. Cárlos con los horrores de la revolucion francesa; hermano cariñoso de Fernando, y de una fé profunda en sus principios religiosos, no pudo menos de combatir con todas sus fuerzas un sistema de gobierno que amenguaba el prestigio de la autoridad real, y que creia pugnar con los mas respetables intereses de la religion católica. De una esmerada educacion moral y religiosa, de una honradez proverbial, de una austeridad de costumbres admirable, llegó á ser mirado como modelo de príncipes cristianos, y á ser el jefe, aun en vida de su hermano, de un partido inmenso que hubiera corrido á la muerte por cumplir la menor de sus órdenes. Hijo y nieto de reyes, por otra parte, y con tantos títulos á la corona de S. Fernando, que, segun uno de los mas entendidos corifeos del partido isabelino (1), solo un acto de la soberanía nacional pudo arrebatársela, adquirió tal importancia política, que mas de una vez intentaron sus partidarios anticipar el momento que el curso natural de los sucesos parecia señalar para que ocupára un trono de que tan digno le creian. Al

(1) El señor Olózaga: Doña Isabel II es reina legítima de España por la soberanía nacional; y no lo es sino por ella..... el título único de la validez del reinado de Doña Isabel II es la declaracion de las Cortes que escluyeron á D. Cárlos y que llevaron su poder soberano hasta un punto que jamás podria llevarse en justicia; pues cortaron todas las ramas y dejaron sin derecho á los entonces inocentes hijos de D. Cárlos.

Sesion del 29 de enero de 1855. (Diario de las Sesiones, núm. 70).

fa fué ya imposible reprimir tanto entusiasmo, y en elinstante mismo de la muerte del rey, su hermano, fue aclamado en los mas apartados ángulos de la Península.

Una señora de levantado animo, y poco comun talento ayudole constantemente en la direccion de su partido, y en el cuidado de sus intereses. Su esposa, Doña Maria Francisca, hermosa, instruida y de nobles y generosos instintos, identificose con la causa monarquica, y guiandola con inteligencia, proporcionōla en mas de una ocasion notables triunfos. Ora templando el rigor que manifestaba D. Cárlos en el cumplimiento de sus deberes de súbdito respetuoso, aun á costa de sus intereses y de los de sus hijos; ora luchando por desbaratar las intrigas de sus contrarios en palacio; ora alentando á sus parciales cuando se planteó la cuestion en el terreno de las armas; ora en fin, decidiendo a su esposo á que se presentase en el teatro de la guerra à sostener el entusiasmo de sus partidarios, dió hasta en sus últimos tiempos pruebas relevantes de su grandeza de ánimo, y de ser muy digna de la elevada posicion con que parecia sonreirle la fortuna.

Heredero el señor D. Cárlos Luis de los derechos, de la religiosidad y ejemplares costumbres del uno, y de la energía y talento de la otra, ha venido siguiendo la gloriosa senda que le trazaron sus padres, y ocupa en la actualidad el puesto en que se captaron estos la admiracion europea. Como haya conservado la bandera que pasó á sus manos en la célebre abdicacion de Bourges, y hasta que punto hayan contribuido la emigracion, la cautividad y cuantos infortunios háanse tristemente acumulado sobre su cabeza, a perfeccionar sus naturales dotes, lo haré ver en el cuerpo de este opusculo.

HON, CAPITULO 1.

Nacimiento, infancia y educacion

DE DON CARLOS LUIS MARIA.

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CUANDO acababa de perderse en el espacio el último eco de los cañonazos que habian hecho temblar á la Europa en los primeros años del presente siglo, y habian tocado á su término las guerras que dejó en pos de sí la revolucion francesa, sostenidas por el gran capitan hijo de la misma ; cuando se habia restablecido la paz en el mundo, el equilibrio en las naciones y la legiti midad en los tronos, brillando la llama blanca de la restauracion, vino al mundo el hijo primogénito del infante de España D, Cárlos María Isidro. Creyendo ridículo, cuanto inútil empeño de biógrafos, el buscar en la época y demas circunstancias que rodean el nacimiento de los grandes personages, coincidencias mas ó me

la

nos oportunas y chocantes con el carácter y destino de sus héroes, esforzándose por descubrir en ellas como augurios misteriosos de un porvenir que se va desenvolviendo en los hechos de su vida, me abstendré de pintar el cuadro que en aquella sazon presentaba la Europa, y el espíritu que animaba á las cortes, tan conforme con los principios sustentados en los campos de Navarra y Cataluña por los defensores de la dinastía de D. Cárlos, en que estaban simbolizados. Lo cierto es que, andando el tiempo, el nacido en 1818 habia de ocupar el lugar de pretendiente que le ofreciera su padre, poniéndose al lado de D. Miguel de Portugal, y del que en Francia llaman los legitimistas Enrique V, simbolo los tres, de las ideas politicas que, renacidas entonces, se acercaban à la época de decadencia que con varias peripecias y vaivenes ha llegado hasta nuestros dias. Prescindiendo, empero, de estas reflexiones, y de las à que daria lugar el efecto en la Península producido de esperanzas y de temores, por el nacimiento de un hijo del infante D. Carlos Maria Isidro, cuando carecia de suce sion su hermano el rey D. Fernando VII, vendre desde luego á la relacion de su nacimiento.

A las seis y 35 minutos de la madrugada del 31 de enero de 1818, viỏ la luz del mundo este personage, considerado entonces universalmente como sucesor à la corona. Eran sus padres B. Carlos Maria Isidro de Borbon y Doña Maria Francisca de Asis de Braganza, hija de D. Juan VI rey de Portugal, entre quienes se habian llevado a cabo las capitulaciones matrimoniales el 22 de febrero de 1816, por la mediacion del P. Cirilo Larraga, religioso franciscano entonces en el Brasil. El matrimonio se habia efcotuado el 23 de setiembre de 1816.

D. Fernando VI y su esposa doña Maria Isabel de Braganza, sus ilustres padrinos, tuvieron en brazos al recien nacido al recibir el agua del bautismo en la real capilla de palacio. Pusiéronsele los nombres te Carlos, Luis, Maria. Con tan plausible motivo, (se lee en la Gaceta de Madrid del 2 de febrero,) se sirvió man

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