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cieron pagar á aquellos à precio muy caro la, dicho que aterró con sus elefantes à los romamofa derrotando el ejército de Antigono, que contaba solo 73.

Antioco Soler debió á las buenas maniobras de sus elefantes una brillante victoria sobre los gálatas. Estos tenian formada su falange en 24 filas densamente cerradas, 10,000 caballos en cada ala, 80 carros de guerra al frente y 10 restantes de reserva. Antioco tenia menos gente, pero con 16 elefantes, de los cuales colocó 8 al frente de aquel cerrado peloton y 4 sobre cada ala de la caballería enemiga. Dada la señal de acometer, son aguijoneados los elefantes respectivamente sobre el centro y las dos alas del enemigo, los caballos de los carros de éste se espantan y desordenan. Caen sobre la caballería de las alas y la dispersan. La caballería asi desordenada aumenta la confusion; Antioco aprovecha los momentos, acomete con impetu, arrolla, desordeua, acuchilla sin piedad, y en tanto los elefantes, alcanzando con sus trompas á los enemigos y magullándolos y aplastándolos con sus patas, acaban de decidir aquella brillante victoria.

nos. Valerio Levino fué vencido en Heraclea. Los elefantes de Pirro eran 60, y todavía le dieron alguna gloria en la batalla de Asculum; pero ya en esta el centurion Minucio de la cuarta legion romana, hizo saltar de un tajo la trompa de un elefante y envalentonó á los demas romanos. En la siguiente batalla de Benavento, ya los romanos se proveyeron de afilados machetes y ardentes torde (camisas embreadlas) y vencieron á Pirro y sus elefantes.

La primera vez que usaron de elefantes despues los romanos, fué en la guerra contra Filipo de Macedonia, cuya falange batieron algunas veces con su auxilio, y para lo cual Masinisa el númida mandó 10 á Flaminio el cónsul. Tambien facilitó al senado 20 elefantes para la guerra contra Antioco y 22 al ejército contra Perseo. El procónsul Domicio usó elefantes asimismo contra los galos mandados por Bituibo en la batalla de Vindelum, situado en la confluencia del Sorgue con el Rodano. Tauto en esta ocasion como al pasar los galos el Ródano, los elefantes esparcieron la destruccion y un gran terror, que conservaron por mucho tiempo aquellos pueblos.

El númida Micipsa, hijo de Masinisa, observó igual conducta que su padre, dando à los romanos 23 elefantes en dos ocasiones; 12 á Emilio Escipion y 11 al procónsul Flavio Servilio. Desde la tercera guerra púnica los romanos exigieron á los cartagineses en los tratados de paz que les entregaran toda la existencia que tuvieran de elefantes, lo cual cumplieron aquellos. Escipion en Zama, y lo mismo César, mucho tiempo despues en Tapsus, espantaron, aquel contra Anibal y éste contra Juba, los elefantes enemigos, con las vibraciones y algarabía de muchas bocinas é instrumentos guer reros que hicieron sonar. Escipion añadió á este ardid la maniobra sábia de que hemos hablado, y de nada sirvieron al grande Anibal sus ochenta elefantes.

En las batallas de Gaviena, en las fronteras de la Media hacia Susa y de Gadamarta, desplegó Antigono sus elefantes contra los de Eumenes. Jugaron en la primera 190 elefantes entre las dos partes, quedando indeciso el triunfo, y en la segunda Antigono recibió la victoria de las traidoras manos de Peutestas. A la muerte de Alejandro, cuando Polispercon fué á encargarse de la regencia de Macedonia, se presentó en el Atica con un ejército de 25,000 hombres y 65 elefantes, y no habiendo logrado ganar el Pireo, se metió en el Peloponeso, en donde á causa solo del terror que sus elefantes inspiraron, se le rindieron Argos y otras ciudades. Los ciudadanos de Megalópolis, defendida solo por una simple muralla flanqueada de torres, le resistieron, y fabricando armas y abasteciéndose de provisiones, llamaron á los libertos y esclavos á las armas, y reunieron 13,000 hombres. Confióse Por el auxilio de los elefantes alcanzaron su mando á Damis, antiguo oficial del ejército los cartagineses muchas victorias, y no menos de Alejandro sobre Asia, el cual, desalojando derrotas en otras ocasiones por el embarazo al enemigo de tres torres, y defendiendo la que causa el colocarlos oportunamente. Cuanbrecha con una cortadura y tablones armados do Atilio Régulo, despues de batir la flota carde puntas de hierro, recibió el asalto de Polis-taginesa, desembarcó en Cartago, los cartagipercon, haciendo à su tropa fingir gran terror ante los 64 elefantes que à la brecha conducia, y retirarse al interior de las defensas. Polispercon cayó en la celada; dejó á los elcfantes acometer, y todos se hirieron contra los tablones; se enfurecen, se vuelven contra el ejército asaltante, lo desordenan y aparecen entonces sobre las murallas Damis y sus megalopolitanos descargando sobre la confusa muchedumbre una granizada de dardos, flechas y proyectiles, y el ambicioso usurpador tiene que levantar el sitio y huir con su ejército avergonzado.

Cuando Pirro invadió á la Italia, ya hemos

neses le presentaron batalla con objeto de hacerle reembarcar y situaron la caballeria Y elefantes, que era su principal fuerza, en terreno quebrado y poco conveniente, por lo cual se vieron derrotados; pero, habiendo tomado el lacedemonio Xantipo; el mando del ejército cartaginés y reorganizado la caballería y elefantes, hizo maniobrar á estos acertadamente, y vengó la derrota de Cartago destrozando á los romanos y haciendo prisionero á su general. Poco despues vino Amilcar á España con grande ejército y 100 elefantes, sometiendo muchas ciudades, y á la muerte de éste aumentó su yerno Asdrubal el ejército en la Pe

nínsula hasta 50,000 infantes, 6,000 caballos | Indo, le salió antes de Delhi un soberano del y 200 elefantes.

Ademas este rey traia larga copia de instrumentos sonoros y vibrantes para ahuyentar los elefantes enemigos; pero Tamerlan hizo abrir

pais con buen ejército y 120 elefantes, que Los elefantes jugaron mucho en la segunda venian reforzados con una especie de corazas guerra púnica, y Anibal llevó 40 sobre los Pi- de hierro, con cuchillas emponzoñadas puesrineos, de los cuales le quedaban 37 al paso del tas en los colmillos y llevando sobre si arqueRódano, que fueron los que consiguió ha-ros que lanzaban cohetes con puntas de hierro. cer pasasen los entonces impracticables Alpes y pisar la Italia. En la jornada de Trebia y por la influencia del clima, perdió la mayor parte, y sin ellos tuvo que vencer en Trasimeno y Can-zanjas falsamente encubiertas para hacer que nas. Cuarenta le enviaron luego desde Cartago se hundieran los elefantes, soltó contra ellos con nuevas tropas, sitió despues à Casilimum y segun unos, búfalos con haces de leña encenvino á perderlos todos ante Nova, en Grumen- didos enredados en los cuernos, y segun otros, to, Canaflo y Metauro. Magon perdió asimismo | destacó 500 camellos cargados de paja y algosus elefantes en Ada y el Tesino, á pesar de don empapado de aceites y resinas combustihaberlos situado con inteligencia y oportunidad. bles, con lo cual consiguió rechazar á los eleLos Escipiones deshicieron er. España tres fantes, que desordenaron las fillas enemigas ejércitos cartagineses y les tomaron 50 ele- y le dieron la victoria. En 1402 el mismo Tafantes; en Munda mataron 39 y en Vecula ven-merlan debió la victoria de Ancira, en que á cieron otra vez á Asdrúbal á pesar de estos po- costa de tres dias de sangre hizo prisionero al derosos amigos. Masinisa y Yugurta llevaron mismo Bayaceto, á lo bien que maniobraron siempre consigo multitud de elefantes, los cua-sus elefantes. Bavur, nieto de aquel, sostuvo les sirvieron á éste para abatir mas de una vez al soberbio pueblo rey, y á aquel última mente para conservar con las dádivas que de ellos hizo la vergonzosa amistad del senado, en lo cual le secundó su hijo Micipsa, como queda dicho. Asimismo queda referido cómo desde la tercera guerra púnica entregaron los cartagineses todos sus elefantes á los ro

manos.

muchos combates antes de destruir en el Indostan la dinastia reinante de los TimoridasMongoles, los elefantes jugaron mucho en todos aquellos y fueron ya muy buscados por todos los sucesores de aquel.

Los viageros que han visitado la India mas modernamente, hablan de los muchos elefantes que poseian sus soberanos, y el capitan inglés William Hawkins, enviado á Agrad por los Segun Sanspridias, el primer Sarsánida años de 1809 à 1812 cerca del sultan DjeanArtagerges ó Adschir-Babur, se presentó en los Guyr, dice que habria sobre 40,000 elefantes confines de Siria con la mira de posesionarse en todo el imperio de este rey. El embajador del Asia; el emperador Severo le obligó á reti- de Jacobo I, Tomas Roe, refiere haber visto en rarse, y al dar cuenta al senado de su triunfo | Agrad 300 elefantes que conducian sobre sus hizo subir hasta 500 el número de los elefan-lomos cañones de seis pies de largo que calzates que habia hecho perder á Artagerges, deban bala de á dos libras, á mas de cuatro homlos cuales mandó vivos 48 á Roma. El hijo del bres que servian cada una de estas piezas. El citado Sarsánida volvió poco despues y fué der- aleman Mandesloh estuvo en 1638 en la India rotado con pérdida de un sinnúmero de elefan- y habla de los elefantes como fuerza principal tes. Los reyes de Persia manteniau un gran de los ejércitos indios, trayendo sobre si torres número de ellos y el gran Kosroas, digno ene-pertrechadas con cuatro arcabuces de horquilla migo de Narsete y Belisario, llevó muchos á y varios arcabuceros que los manejaban. Milisena en Capadocia, debiendo su salvacion á uno que le pasó al otro lado del rio. El mismo rey vino á morir en la sangrienta batalla de Cafa magullado bajo las patas de otro, y fueron tantos los elefantes en esta batalla, que los árabes la bautizaron con el nombre de batalla de los elefantes.

Mahamud el Gasmavide fué el conquistador que tuvo que habérselas con mayor número de elefantes, pues en sus diversas incursiones al Indostan desde el año 1001 al 1024 mató y cautivó mas de 800 elefantes. Los estableció despues con bastante éxito en sus tropas; le sirvieron mucho los 500 que llevó á la batalla de Balk contra los turcos; ganó muchas mas victorias con su auxilio y dejó á su muerte un ejército de 100,000 infautes, 35,000 caballos y 1,300 elefantes.

Algunos estados de la India se coligaron contra los portugueses, cuando estos se estendieron por aquel pais, y llegaron á reunir bajo los muros de Goa un ejército de 25,000 hombres, 500 piezas de artillería y 2,500 elefantes. Al acercarse Alburquerque à la provincia de Malaca le salió al encuentro el soberano de ella con muchos elefantes, los cuales lograron al principio hacer gran carnicería en los portugueses; pero asi en esta ocasion como mas tarde en la isla de Ceylan, triunfaron de aquellas bruscas moles los diestros lusitanos.

Los franceses, unidos en Karnalik al principe indio Chounda Sael, obtuvieron una feliz victoria sobre Anavardikan nabad de Arcate, y le cogieron mas de 60 elefantes.

En 1779 Heyder-Ali venció con la ayuda de sus elefantes á una columna inglesa, causándoCuando Timur-Beg ó Tamerlan dejó á Sa-le la pérdida de 5,000 británicos y 10 piezas de marcanda y fué á esparcirse por los valles del artillería, y Tippo-Saeb, despues de muchas

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derrotas sufridas, conservaba todavia 700 ele- [bien se presenta con varia intensidad, ora lifantes en su material de guerra. mitada á una coloracion anormal, y á algunos Estas son algunas de las batallas en que tubérculos de diverso tamaño; ora cubierta de mas han jugado los elefantes y que hemos po- úlceras, estendiéndose á los tejidos subyacendido copiar, Por lo demas, aunque poco temi-tes y llevando sus estragos al espesor de los bles hoy los elefantes por el buen uso que se órganos y hasta los mismos huesos. hace de la estrategia y de las armas de fuego, Aunque poco comun en nuestros climas, es hemos creido interesante trascribir lo princi- al parecer endémica entre los trópicos. El Egippal que se conoce de la historia de su existen-to, la Siria, las Antillas, la América del Sur, y cia en los ejércitos, consignando aqui la exac-las islas del mar de las Indias son por lo menos ta relacion de un elemento militar que proba-los focos de los cuales fué importada á Grecia blemente habrá muerto decididamente para las en los tiempos antiguos, siéndolo muy posteguerras actuales y futuras. El que quiera to-riormente á Italia. Plinio dice que en tiempo davía mas detalles sobre los elefantes y los car- de Pompeyo se notó la primera aparicion de la ros puede consultar á Eliano. elefantiasis de los griegos en Italia, dando de ella una exacta descripcion. Segun Lucrecio, Est elephas morbus qui, propter flumina Nili Gignitur Egypto in media, neque præterea usquam,

ELEFANTIASIS. (Medicina.) Tal es el nombre que se da á dos enfermedades que difieren en que una fija su asiento en la piel, al paso que la otra afecta principalmente al sistema linfático y al tejido celular. A pesar de que estas dos afecciones tienen entre si bastante analogia, se ha procurado distinguirlas por la nacionalidad de los autores que las describieron, denominándolas elefantiasis de los griegos y elefantiasis de los árabes.

Los antiguos médicos griegos dieron el nombre de elefantiasis á una afeccion caracterizada por tubérculos mas o menos anchos, salientes, irregulares y bastante blandos, á cuya aparicion preceden en los mismos puntos manchas rojas ó parduzcas. Estos tubércules, que son pálidos en un principio, toman en seguida una coloracion bronceada, siendo unas veces indolentes, y estando otras dotados de escesiva sensibilidad, aunque en todos los casos van acompañados de hinchazon del tejido celular subcutáneo, la cual dá un aspecto disforme à las partes que ataca la enfermedad. A veces terminan por resolucion, pero otras crecen y aumentan.

Esta afeccion apareció en Lombardia en el siglo VII, y se estendió por Europa en tiempo de las Cruzadas. En los paises antes citados nacen tambien la mayor parte de las elefantiasis que se observan en España, donde afortunadamente está ya limitadísima esa especie de lepra.

Aunque por largo tiempo se ha admitido el contagio de esta dolencia, no han confirmado tal aserto las observaciones de los autores que han estudiado esta afeccion de medio siglo á esta parte. Mas dudosa parece aun la cuestion de su trasmision hereditaria. Se ha creido que la elefantiasis de los griegos era una sifilis modificada, y tambien se la ha confundido con la de los árabes, con muchas afecciones que describieron los griegos con el nombre de leucé, de alphas, y con todas las que en la edad media y tambien mas modernamente, se le reunieron con el nombre de lepra. Alibert le dió el nombre de lepra tuberculosa. Mas adelante veremos lo que puede deducirse de la descripcion que dejaron los autores de estas diversas enfermedades.

Segun Areteo, se dió á esta enfermedad el nombre de elefantiasis por sus analogias con el elefante, et specie, et coloro, et magnitudine. Se la ha llamado leontiasis, por el aspecto aleonado que dá á la cara, por la hinchazon La elefantiasis de los griegos resiste mude las facciones y la exageracion de los plie-chas veces á todos los tratamientos; pero tamgues de la piel; y por último, tambien ha recibido el nombre de satiriasis, ya por la espresion y coloracion que da al rostro, ya tambien por haberse pretendido que uno de sus efectos era sobre escitar los órganos genitales, opinion que no tiene fundamento alguno.

bien es de advertir que harto á menudo sucecede que, entregándose los enfermos en manos de los charlatanes cuando aun es reciente la enfermedad, acuden tardíamente á personas entendidas. Biett empleó algunas veces con felices resultados los vejigatorios y el cauterio, aunque tambien suelen producir á veces efectos contrarios agravando la dolencia.

La elefantiasis se puede desarrollar en todos los puntos del cuerpo, si bien de ordinario reside en la cara. Por lo general, en la estenLa elefantiasis de los árabes debe su nomsion de las manchas, que constituyen el pri-bre á la analogia de forma que presentan los mer grado del mal, la piel está completamente miembros, á los cuales afecta, con los del eleinsensible (anestesia), fenómeno que nos su- fante, añadiéndole ademas la denominacion ministra un escelente medio de diagnóstico; del pais en que por vez primera fué descrita. pero tambien ocurre á veces que la sensibili- Esta enfermedad consiste en una intumesdad se halla por el contrario muy aumentada. cencia mas o menos voluminosa de las partes Unas veces permanece estacionaria la afeccion afectadas, con induracion del tejido celular, por mas o menos tiempo; y otras marcha de re-presentándose, segun algunos autores, á conpente hacia un término pronto y funesto. Tam-tinuacion de las inflamaciones parciales, re¡

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ELEFANTIASIS-ELEGANCIA

teradas é intermitentes de los vasos linfáticos. Į bien el uso de vestidos, cuya limpieza, frescu-
Si admitiésemos como esencial este último ca-ra y buen corte, recreen la vista y nada pier-
rácter, razon tendríamos para pensar, con Ca-dan con el exámen. La gracia subsiste inde-
zenave, que la elefantiasis de los árabes es pendientemente de todas estas circunstancias:
mucho menos comun en Europa de lo que ge- no se puede decir en que consiste, y por lo
neralmente se cree. Es endémica en Egipto, tanto seria imposible definirla ni saber á que
en las costas del mar Rojo y en la mayor parte atribuirla. La elegancia, por el contrario, siem-
de los paises situados entre los trópicos; de pre se conoce de donde proviene; puesto que
suerte que á esta influencia endémica habrá se aprende y adquiere con los hábitos de una
quizás que atribuir la tendencia al desarrollo esmerada civilidad. Vivir en un palacio, no lle-
del tejido celular en el clima del Egipto, y la var sino vestidos de gran precio, servirse de
hipertrofia de las paredes abdominales en la muebles frágiles y preciosos, no ver ni oir sing
region epigastrica que se observa, segun á gentes cultas, haber tomado desde la infancia
refieren fidegdinos viageros, en los hombres lecciones de baile y gimnástica de hábiles
nacidos en el pais, ó que habitan en él por lar-maestros; todo esto debe dar forzosamente un
aire, unas maneras elegantes. A mucha menos
go tiempo.
costa, sin auxilio de la educacion, sin condicion
alguna estraña á sus propias formas, poseen
la gracia algunas personas: las francesas, por
ejemplo, son elegantes, y las andaluzas gra-
ciosas. Sin embargo, no puede ser una perso-
na muy elegante, no teniendo gracia, ni tener
mucha gracia sin ser elegante.

La elefantiasis de los árabes puede fijar su asiento en todos los puntos del cuerpo, y de ali las varias denominaciones que la han dado los autores. Por eso los médicos ingleses la han llamado pierna de las Barbadas, Kompfer, hidrocele, pedartroce; los japoneses, cólico; Próspero Alpino y Larrey hernia carnosa, sarcocele; y Alibert la designó con el nombre de lepra tuberculosa elefantina. Oscuras son las causas de esta afeccion. En las Barbadas es achacada á la mala costumbre que tiene los criollos de dormir y permanecer en corrientes de aire. Parécese á las afecciones que tienen por carácter esencial la obliteracion de las venas y de los vasos linfáticos; pero la tumefaccion del tejido celular, asi en los puntos culSolo la elegancia de las maneras y del vesminantes como en los declives, la escesiva induracion de este tejido, el engruesamiento del dermis y su coloracion, son otros tantos sig-tido, dan un grande atractivo á muchas mugenos distintivos que, juntos con los accesos intermitentes de su primera aparicion, derraman luz bastante sobre el diagnóstico.

Esta afeccion no es contagiosa ni hereditaria; ataca por igual a ambos sexos, y se presenta de ordinario en la edad adulta; mas pocas son las probabilidades de que un feliz resultado corone su tratamiento.

Larrey: Relation chirurgicale de l'expedition d'
Egypte, Paris, 1803, en 8.o

Fournier, en el Diccionario de Giencias médicas,
articulo ELEFANTIASIS.

Royer: Tratado teórico y práctico de las enfermedades de la piel, Paris, 1835, en 8.o, atlas.

Cazenave, en el Diccionario de medicina, segunda edicion. A este articulo va anejo un trabajo de monsieur Dezeimeris, sobre la historia y bibliografia de la elefantiasis.

Aplícase tambien la elegancia á las proporciones de la arquitectura, á la distribucion de los edificios, á las estátuas que embellecen un jardin, etc., etc., y en cuanto á los muebles hacese consistir la elegancia en sus formas, en la clase y color de las telas, en su adorno y otros detalles. Tiene la moda una gran influencia en la elegancia de los vestidos y muebles, y esta es la causa de que no se la pueda precisar en este punto.

res nada bellas; y no pocas veces suplen con ventaja á la riqueza, el gusto y la discrecion. Cuentan que habiendo el duque de Northumberland, embajador de Inglaterra, agotado en la fiesta que dió con motivo de la coronacion del emperador Nicolás, todo lo que el mas dispendioso lujo puede ofrecer; el mariscal Marmont que representaba á la Francia al celebrar á su vez la misma solemnidad, adornó su palacio con flores y gasas solamente, lo cual fué preferido y muy alabado por los cortesanos.

En las costumbres hay tambien su elegancia, y no pocas veces sirve para tolerar los vicios, aunque de ninguna manera los supone, siendo un error creerla incompatible con la virbuto de esta, en razon de que todo aquello que tud, cuando pudiera reputársela como un atrise halla bueno despues de haber sido maduraador-mente examinado, proviene de los sentimientos que inspira. No se puede ciertamente aspirar á la elegancia en toda la acepcion de la palabra cuando se carece de benevolencia, de cortesía, y de respeto á todas las conveniencias sociales.

ELEGANCIA. (Hermosura, gentileza, no.) Suelen confundirlo algunos con la gracia; pero esta es mas bien un don de la naturaleza, mientras que la elegancia lo es del arte. Por eso se dice una casa elegante y no graciosa, y La elegancia del lenguaje proviene del gusno se podria decir un rostro elegante, sino gracioso. La elegancia, tratándose de las personas, exige que el talle sea esbelto y flexible, to en adoptar ó rechazar ciertas palabras, conslos miembros bien proporcionados, los movi-trucciones ó frases. Es enteramente la obra del mientos delicados y en armonía con el sexo, la arte, á diferencia de la elocuencia que nace del edad, la condicion y la accion; y requiere tam-natural talento; si bien puede ser mayor ó me

otro modo: «aquel pais donde el clima ó cuyo clima es muy cálido.»>

La mayor parte de los preceptos que hay que tener presentes para conseguir la elegancia en el lenguaje, se hallan prescritos por la gramática; pero la manera de ejecutarlos y su conveniente ampliacion, son cosas que caen bajo el dominio de la retórica.

nor segun la indole del idioma. Algunos hay que jamás podrán servir de instrumento á la elegancia por sus terminaciones duras, la repeticion y aspereza de sus consonantes, la trabazon de sus partículas y otras varias causas. El castellano es uno de los que reunen mas condiciones de elegancia, por la libertad con que pueden construirse las frases, la armonía, fluidos y brevedad de la sentencia. Sin embargo, todo el mérito de las lenguas mas fluidas y armoniosas desaparece cuando las maneja un orador ó escritor inculto ó importérrito, y tam-quienes mas se ha reconocido este mérito, el bien cuando se quiere aliñar demasiado las frases, con lo que se debilita la oracion.

No consistiendo la elegancia mas que en el mérito de la diccion, podrá ser elegante un discurso sin ser por esto bueno; aunque no podremos calificar absolutamente de bueno al que carezca de elegancia. El orador, sin embargo, no necesita ser elegante en su diccion para mover y persuadir; cuando de esto trate, no debe importarle sacrificar la elegancia de la espresion á la energía del pensamiento.

Son cualidades inseparables de la elegancia en la diccion, la exactitud, la correccion y la fluidez. Consiste la exactitud en evitar las voces anticuadas, las cláusulas truncadas y la trasposicion permitida á los poetas. En la correccion se comprende la buena coordinacion de las palabras y el enlace de las espresiones, que es lo que forma la construccion en general. Por último, nace la fluidez del uso de términos blandos y sonoros y de la cadencia grata de las cláusulas. «Convidábale, dice Cervantes, la soledad del camino y la sabrosa armonía de las aves, que ya comenzaban con su dulce y concertado canto á saludar al venidero dia. » La fluidez de esta pintura solo es comparable con la que resalta en el siguiente pasage del P. Marquez. «Es el natural del hombre tan adelantado, que siempre quiere ir ganando tierra en el deleite, y asi, es menester quedarse algunos pasos antes de la raya; que el que llega á lograr lo lícito, á pique está de caer en lo vedado. Y asi como se eutra la golosina á sombra de la necesidad, viene á ser incierto el medio de la templanza, que el de la justicia no lo es: y de esta incertidumbre se aprovecha el deleite para colorear con capa de virtud el esceso de su regalo. »

Son un vicio contra la fluidez que requiere un elegante lenguaje el enredo de cláusulas con una construccion dura y desagradable al oido, y la repeticion de unas mismas voces ó terminaciones. Por regla general, el desagradable sonido de los pronombres el y ella, aquel y aquella, este y esta, puede evitarse con el buen uso de los posesivos y relativos suyo y suya, cuyo y cuya, y de los adverbios de lugar donde, aqui, alli. Asi es, que en vez de decir, por ejemplo «los vinos del pais son la principal riqueza de él» debiera decirse: «son su principal riqueza; » y en lugar de: «aquel pais en que el clima es muy cálido,» de este

No es fácil llegar á hablar y á escribir con elegancia, sino viviendo con gentes distinguidas y leyendo asíduamente los autores en

cual no pocas veces ha dado valor à discursos y libros harto medianos en lo demas. Con elegancia admirable escribieron Homero, Jenofonte, Virgilio y Horacio; y entre los escritores de nuestra patria podemos citar como primeros modelos á Cervantes, Fr. Luis de Leon, el P. Marquez, Saavedra y Solis.

ELEGIA. Esta palabra se deriva del griego elegos, que significa lamentacion ó canto fúnebre. La elegía debió nacer sobre una tumba y exhalar sus primeros acentos de tristeza sobre el cadáver de una persona querida. No podriamos definir la índole de la elegía con mas propiedad y precision que lo hace nuestro Arriaza en su traduccion de Boileau en estos dos versos:

«La flebil elegía, en negro manto, «Suelto el cabello, entre cipreses llora.>

Por lo demas, su origen se pierde en la noche de los tiempos, porque en todos los pueblos ha debido revelarse bajo una ú otra forma; porque nada mas natural en los vivos que pagar un tributo de dolor y de alabanza á la memoria de los muertos, sobre todo cuando estos ocuparon un lugar en nuestro corazon, ó escitaron nuestra admiracion por sus hechos; ya fuesen artistas ó legisladores, ya guerreros que dieron su vida por la salud de la patria. Pero la elegia no llora solo la muerte de los hombres, sino que á veces gime los desastres de un pueblo entero, y precisamente entonces es cuando se eleva á su mayor grado de elocuencia.

No se conservan los cantos de los griegos en el género elegiaco, que sin embargo debieron cultivar sus poetas, y señaladamente Simonides. Mas á pesar de todo, los coros de sus tragedias, como sucede en Esquino, Sófocles y Euripides, nos presentan verdaderas elegías, de un género tierno y elevado. Tal puede considerarse por sus pensamientos morales y por sus acentos de dolor el primer coro del Agamenon de Esquilo. Pero el mas trágico entre los poetas griegos, Eurípides, que parece haber sido destinado á sentir todos los dolores humanos, y á ser su mas elocuente intérprete, es quien con mas frecuencia ha sabido asociar la musa de Simonides á las solemnidades de Melpomenes. La pieza titulada: Las Troyanas, comienza por una elegía sobre

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