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pecie, y Séneca dice (Troas, act. V, v. 1419), que Pirro para inmolar á Polixena, tuvo que trepar por la alta montaña que formaba su

la tumba de Ayax en el mismo sentido, y Vir-
gilio, recordando los últimos honores tributados
por los latinos á los que habian perdido la vi-
da en un combate, dice en el libro XI de la
Eneida:

Mærentes altum cinerem, et confusa ruebant
Ossa fosis, tepidoque oneraban aggere terræ.

No son estas las únicas pruebas tomadas de escritores antiguos, que pudieran aducirse para demostrar la generalidad de los túmulos; y si el testimonio de aquellos no tuviera tanta fuerza como tiene, sobrarian para demostrarlo

sidera erigidos por los druidas, sin otro fin que el de dar á sus contemporáneos y á las generaciones futuras una muestra de su poder mecánico y de lo que habian adelantado en el es-tumba. Somoceno (lib. XI, cap. 2.") habla de tudio de las matemáticas. Mr. Dulaure en sus Memorias sobre las antigüedades de Francia, asienta que estas piedras no fueron puestas en equilibrio sin intencion y objeto determinado; y recordando que por los griegos se usaban unas figuras llamadas oscilles que suspendian en los árboles y columnas para conjurar los encantamientos, y que los romanos en tiempos de sequía llevaban en procesion una piedra llamada monalis con el objeto de atraer las lluvias, se muestra algun tanto inclinado á creer que las piedras vacilantes tuviesen un destino análogo entre los celtas; bien que en otro lugar de la misma obra establece como mas probable la opinion de que pudieron ser monu-las relaciones de algunos viageros de los tiemmentos sepulcrales. Segun el parecer de otros pos modernos; segun los cuales, no solo se escritores, no fundado por cierto en razones encuentran en el antiguo mundo, sino tambien de gran fuerza, fueron señales de los límites en algunos puntos del continente americano. de los pueblos ó de lugares donde era costum- Pero los que mas se distinguieron en el uso de bre reunirse; mas para esto bastaba sin duda esta clase de monumentos, fueron sin duda los un menhir, y no se necesitaba un monumento celtas. «Entre los germanos, dice Tácito, eran de tanta importancia y de no fácil construccion. los funerales sencillos, consistiendo toda la Por último, no ha faltado quien infiera que las distincion que se concedia à los mas ilustres, piedras vacilantes sirvieron para conocer y gra- en ser quemados con ciertas maderas. Arrojáduar la fidelidad de las mugeres, ya por la ma-banse á la hoguera las armas del muerto, y alyor o menor dificultad que encontraban al mo-gunas veces su caballo, pero no sus vestidos, verlas, ya por el número de oscilaciones que ni ninguna clase de perfumes. Despues se lcproducian. Pero la verdad es que todas estas vantaba un montecillo sobre su cuerpo.» En esplicaciones mas o menos ingeniosas, tienen Ossian (Carraig-Thura) se leen las palabras sipor fundamento meras conjeturas, y que nin-guientes: «Amigo, levántame una tumba comguna de ellas está apoyada en razones, ó bien puesta de algunas rocas y de un monton de históricas ó bien deducidas de la forma mis- tierra, para que cuando el viagero se asiente ma y de la naturaleza de los monumentos que junto á mi, esclame: En ese matorral descanse pretende esplicar. Acaso en adelante nue-sa un guerrero.» En otro pasage del mismo vas investigaciones podrán resolver estas du- poema se lee tambien: «Algunas piedras pardas, mas al presente sábese lo que son las pie- duscas y un monton de tierra conservarán mi dras vacilantes, pero no para qué sirvieron. memoria.» En el Wilshire, segun dice Cmaden, Túmulos. El menhir, que segun se ha di-hay un gran número de colinas redondas, llacho antes, se ponia tambien sobre las sepultu-madas burrow ó barruw, levantadas sin duda ras, fué en lo antiguo el mas sencillo de los monumentos sepulcrales, pero su pequeñez no bastaba para satisfacer el orgullo de las familias mas poderosas, y de aqui tuvieron orígen los túmulos. No conociéndose en los tiempos primitivos otra grandeza que la material, llegó á ser costumbre poner un monton de tierra so- El resultado de las escavaciones que se han bre las sepulturas, para honrar la memoria de hecho en gran número de estas eminencias por los muertos, y como esta costumbre se esten-algunos anticuarios, ha venido á dar mayor dió á todos los pueblos, nació entre ellos la fuerza á las pruebas escritas que acaban de emulacion que poco á poco fué dando mas es- citarse. Sin embargo, no falta quien piense que tension y altura á los montecillos funerarios.no siempre tuvieron el destino que se ha señaPor eso el túmulo que levantaron los lidios so- lado, los montones de tierra llamados túmubre la tumba de su rey Aliates, llegó á tener, los, fundándose en que las escavaciones hesegun Herodoto (lib. 1), mas de seis estadios de chas en algunos, no han producido el descucircunferencia; y la tumba de Niceo, si se ha de brimiento de restos humanos por donde pudar crédito al testimonio de Diodoro de Sicilia diera inferirse que se erigieron para honrar la (lib. II), era tan elevada, que algunos la tenian, memoria de los muertos. En tales casos, opímirándola desde lejos, por la ciudadela de Ni-nase por algunos, que los túmulos sirvieron de nive. Homero en varios pasages de sus poe- cenotafios, y por otros, que estaban destinamas hace mencion de monumentos de esta es-dos como los menhires, à perpetuar la memo

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en memoria de soldados muertos, porque se encuentrau alli huesos, y era costumbre entre los pueblos del Norte, que los soldados que no morian en el combate, llevaran á la tumba de los que habian muerto en él, tanta tierra como podian contener sus cascos.

ria de sucesos de grande importancia ó de he- nos es semejante á un huevo cortado por su chos gloriosos. Mas como una vez negado que longitud, y que asienta sobre el lado llano, todos los monumentos de esta clase eran fu- siendo muy raros los que se han encontrado nerarios, se abria la puerta á las suposiciones con las estremidades iguales en diámetro, y y conjeturas, formáronse otras ademas de las notándose además que en algunos puntos son que se han dicho, y Mr. Taillefer, en sus Anti- hasta cuatro y cinco veces mas largos que angüedades de Verona, ha sostenido que eran chos, y tienen en el centro algunas hendidutribunales donde se pronunciaban los juicios, ras. Otros son pequeños y cónicos, construise imponian los castigos á los criminales, fun- dos ordinariamente de tierra, y á veces rodándose en que era costumbre de los scitas, deados de una zanja. Los hay dobles, que consegun Herodoto, formar montañas con haces sisten, como la calificacion indica, en dos túde rama, y sacrificar sobre ellas á los prisio- mulos enlazados, y de figura semejante á una neros de guerra. Teniendo por fundamento es- campana, que parecen los menos antiguos, te mismo pasage del historiador griego, ha atendiendo á que su forma es mas geométrica; dicho Mr. Bodin en sus Investigaciones histó- y finalmente, se encuentran algunos que se diricas sobre la ciudad de Saumur. «Las relacio-ferencian de todos los mencionados, por rones que los celtas tuvieron con los scitas, in- dearlos un foso cavado con mucha regularitrodujeron en las Galias el uso de sacrificar dad, y estar guarnecidas sus pendientes de al dios Espada sobre montañas contrahechas. pasadizos y plataformas. Despues, en lugar de formar dichas montañas con haces de ramas, que era necesario renovar todos los años, levantarian los celtas esos montecillos de tierra que los franceses llaman tombelles, à fin de que, colocando en su cúspide la lanza ó espada, que entre ellos representaba la divinidad, cuando la invocaban para la guerra, pudiera ser vista por todos los asistentes."

A estas masas de tierra amontonada sobre las sepulturas, dan los anticuarios tambien los nombres de tombelles y mallus ó barrow. De la palabra mallus usan para designar aquellos que en su concepto sirvieron de tribunal, y la denominacion barrow, primero empleada por los ingleses, y despues por los franceses, es derivada de bar, que en mas de una lengua significa colina y frontera. Hánse encontrado algunas de estas eminencias formadas no de tierra sino de piedras, y se les llama galgals como las llamaron los celtas. De esta especie, dice Mr. Lechevalier que examinó una en la Troade, y ademas, puede creerse que hubo ejemplares de ellas entre los hebreos, pues asi lo dan á entender algunos pasages de las Santas Escrituras.

Despues de haber considerado los túmulos en su esterior, debe fijarse la atencion en los descubrimientos que ha hecho la ciencia arqueológica, examinándolos en el interior. Los celtas hubieron de emplear dos maneras diferentes en la disposicion de los despojos de los muertos. Es probable que comenzaran por la inhumacion, y que algo mas tarde se introdujera la costumbre de quemar los cadáveres, sin que por eso se perdiese la de enterrarlos integros, antes bien conservándose ambas. En algunos se ha descubierto un gran número de huesos confusamente hacinados, lo cual hace creer que eran restos de guerreros muertos en algun combate: otros encierran varios cuerpos, sin duda porque fueron sepulcros de algunas familias. Al N. O. de Pornil (Loira inferior), y en medio de una llanura, se encuentran muchos de estos monumentos, que han sido ya objeto de investigaciones cientificas, y en el interior de algunos se han descubierto hasta dos galerías o estancias funerarias de bastante estension, y compuestas de gruesas piedras en bruto; pero el mas notable de los que existen en la nacion vecina, es uno situa➡ do junto à Caen, y en el cual se han hecho No puede dudarse que casi todos los túmu- varias escavaciones por la Sociedad de anticualos que se conocen son anteriores al estable- rios de Normandia. Es ancho y está formado cimiento de los romanos en las Galias, pues de rocas amontonadas unas sobre otras: su aunque en algunos se han encontrado meda- diámetro hacia la base es de 50 metros; pero llas y vasijas de barro romanas, lo cual prue- se infiere que en lo antiguo debió ser todavía ba que los monumentos se alzaron en tierra mayor de que alrededor de él hay señales ya señoreada por Roma, esta costumbre de muy claras de haberse quitado muchas piedras: bió perderse bien pronto bajo el gobierno de su altura, que tambien parece disminuida, no los conquistadores; y harto lo demuestra el ser pasa de 7 à 8 metros, y en el interior hay raros en la parte meridional de las Galias, don- muchas cuevas groseramente redondeadas, cude primero se estableció la dominacion roma-yos muros de piedras planas y sin labrar, sona; y numerosos en la parte septentrional, que fué mas tarde dominada.

brepuestas sin ningun cimiento, van estrechándose á proporcion que se levantan. A cuatro meVarían mucho estos monumentos en sus tros de profundidad se ha encontrado un lecho formas y en sus dimensiones. Los hay redon- de arcilla, en el cual descansaban huesos hudos, y son los mas comnes en Inglaterra. Otros manos rotos ya, siendo digno de atencion que son anchos y semejantes á los redondos; pero algunos parecian haber esperimentado la acen general de mucho mayor diámetro que es- cion del fuego, mientras otros se conservan en tos, y de menor elevacion. La forma de algu-estado natural. Tienen estas cuevas la misma 953 BIBLIOTECA POPULAR.

T. XV. 2

direccion; su diámetro no pasa de cuatro ó cinco hir, alrededor del cual iban los celtas á cummetros, su altura es de poco mas de tres metros, plir los ritos de su religion, y le daban el uomy cada una ellas está adornada por un pasadizo bre de la divinidad que simbolizaba. Ossian, cubierto ó galería subterránea vuelta hácia la que en sus poesías alude frecuentemente á circunferencia del túmulo. Para completar la estas piedras sagradas, dice en el canto III de idea del resultado que han producido las esca- | Fingal: «Suivan cantaba junto al círculo de vaciones hechas en estos monumentos, falta de- Lodin. Al sonido de su voz la piedra sagrada cir que en muchos se han encontrado armas, del poder se conmovia y se cambiaba la forutensilios y otros varios objetos que revelan al- tuna de los combates.» Algunas veces se ven gunas de las costumbres de los celtas. Frecuen-dolmenes fuera de los círculos druídicos, de lo te es ver al lado de los restos del hombre huesos de perro y colmillos de jabalí, y Ossian, en el canto IV de Fingal dice: «Oscar, acuérdate de colocar esta espada, este arco y este cuerno de ciervo en mi estrecha y sombría morada Entre los mas notables de estos monumenque señalarás con una piedra pardusca.» ¿No tos cuéntanse dos que existen en Inglaterra: es esto bastante para deducir que se acostum-uno en el condado de Witts, á seis millas al braba entre los celtas enterrar con los huesos del cazador los trofeos de la caza?

cual se ha deducido por algunos anticuarios que los druidas no consentian que sus santuarios se mancharan con la sangre de las víctimas sacrificadas en aquellos altares.

Norte de Salisbury, y otro en el Wiltshile. El primero, llamado por algunos autores Chorea gigantum, se compone de un doble recinto de piedras derechas de 9. m de alto sobre casi 2.m y 30 de ancho, groseramente colocadas sobre pilares que sostienen piedras de la misma forma, talladas algo mas cuidadosamente, puestas á modo de arquitrabes, y fijadas por medio de espigones formados en la cima del pilar, los cuales entran en sus correspondientes mues

Recintos sagrados.—Piedras corvas.-Los griegos tenian la costumbre de consagrar algunos lugares á sus dioses, separándolos por medio de clausuras de los demas, que consideraban como profanos. Llamábanse ternenes estos recintos sagrados en la lengua helénica, y Homero hace mencion de ellos en el libro VIII de la Odisea, diciendo: «La ardiente Venus se dirige á Chipre y llega á Pafos, en donde tie-cas. El círculo esterior tiene cerca de 60.m ne un temene y un altar sobre el cual los de diámetro. En el centro de estos recintos se perfumes exhalan una olorosa nube.» Igual encuentran otros dos de forma eliptica, abiertos costumbre tuvieron los romanos y los celtas, por un lado y encerrando un gran meubir que para quienes estos lugares eran objeto de gran parece aislado absolutamente. El segundo conveneracion, pues segun Tácito, nadie entraba tiene en su centro una llanura, y van á teren ellos, á no ser atado, para tributar home-minar en él dos avenidas que con otros trabanage con esta humillante actitud à la mages-jos que están en relaciou con él se estienden tad del dios que la habitaba.

por espacio de mas de una milla, y hacen que Fueron muy varias las formas de estos sea mas difícil comprender el conjunto del monumentos célticos. Los cuadrados, ovales, monumento. El gran círculo, que constituye polígonos ó circulares, están formados en ge- sin duda la parte principal, está formado por neral de montones de tierra, mezclada algu- un terraplen circular que presenta un foso en nas veces con guijarros, diferenciándose en el interior. El área comprendida en esta cirsu estension y altura, y teniendo algunos fosos cunvalaciou tiene cerca de 500.m de diámetro alrededor. Otros se encuentran trazados por y la circunferencia del foso 1200.m Sobre el menhires ó piedras puestas de pie, segun borde de éste habia una fila de rocas, y en el Mr. de Freminville, que describe uno que interior dos santuarios formados de dos dobles habia descubierto en la punta de Soch sobre recintos, igualmente irregulares. El circulo la costa de Finisterre, diciendo que tenia la esterior de cada uno de estos consistia en forma de un paralelogramo rectángulo, con treinta piedras y el interior en doce. A media81.66 de longitud por cada uno de sus gran- dos del siglo pasado ya habia sufrido bastante des lados, y 41 60 en los pequeños. Son mu- deterioro este precioso monumento, y es muy chos los que existen en Francia y en Inglater-probable que al presente esté todavía mas dera, y sobre todo en Irlanda, donde se ven muy pròximos los unos á los otros, y se les desiga con el nombre de lae-derg.

Las piedras corvas, ó cromlhes, que tambien se llaman círculos druidicos, están formadas de piedras derechas colocadas circularmente. Son estos monumentos no tan numerosos en Francia como los dolmenes y menhires; se encuentran en mayor número en Inglaterra, hay tambien algunos en Alemania, y no faltau en Suiza, donde apenas son conocidos los monumentos druídicos. En el centro de estos circulos suele encontrarse un men

teriorado.

Alineamientos. Son estos monumentos los mas difíciles de esplicar entre los que pertenecieron á los druidas. Acerca de su destino se han formado muy varias conjeturas; pero á decir verdad, mal puede asegurarse que la ciencia haya resuelto las cuestiones que sobre este punto se han suscitado, de una manera completamente satisfactoria. Consisten los alineamientos en piedras fijas en el suelo, que con frecuencia forman líneas rectas, ya paralelas entre sí, ya cortándose en ángulo de la misma especie. Pero esta disposicion de las piedras no

es muy general, habiendo no pocos de aquellos que presentan formas demasiado estrañas, como sucede en el que señala Mr. Freminville con el nombre de santuario de Landaudel en Crozon. Está situado este gran monumento en un arenal próximo al camino de Laveoch á la manida de Leseoac. Algunas gruesas rocas, y tres menhires que están alrededor de un molino, indican la cercanía del alineamiento. Dos filas paralelas de piedras, las unas fijas y las otras puestas simplemente sobre el suelo, forman una especie de pasadizo ó avenida de 150 m de longitud, la cual conduce al ángulo oriental del primer recinto, que es de forma triangular, y está formado de rocas fijas en el suelo. Dos de los lados del triángulo son rectos, y el tercero, que dá al Norte, es un segmento de círculo. Adyacente á dicho recinto triangular hay otro por el lado de Occidente, de figura cuadrada, que tiene con el primero su lado comun; y de la estremidad meridional de este lado, parte una hilera de piedras que forman semicirculo, levantándose á su final un dolmen, cuya presencia indica que todas aquellas piedras constituyen un monumento religioso.

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Instrucciones del comité histórico de artes y monumentos, primer cuaderno.

7. G. Higgins: La Céltica druidica, Londres, 1839. 8. De Suffroy y Ernesto Breton: Introduccion d la historia de Francia, ó descripcion fisica, politica

y monumental de la Gáula hasia el establecimiento

9. A. Delaborde: Monumentos de la Francia 40. De Fremiuville: Antigüedades de Bretaña, Brest, 1832.

cronológicamente, Paris, 1816.

14. Memorias de la Sociedad de anticuarios de Francia.

15. Maudet de Penhouet: Antigüedades egipcias en el departamento de Morbihan, 1812.

16. Dulaure: De los cultos anteriores à la ido

latria.

17.

18.

19.

King: Monumentos antiguos, Londres, 1799.
La Tour de Auvergn: Origenes gaulas.
Cambry: Monumentos célticos.

20. Memorias de la Academia céltica, Paris, 1807. 21. Maudet de Penhouet: Investigaciónes históri– cas sobre la Bretaña.

22. Investigaciones sobre las piedras de Jarnac.
23. Volland: Account of the Orkney islands.
24. Martin: Description of the Westermilands.
25. Un viage á Selland.

Despues de la sucinta idea que acaba de de la monarquia, Paris, 1838. darse de los alineamientos, conviene manifes-clasificados tar las principales opiniones que se han emitido acerca del uso que tuvieron entre los 11. Bottin: Misceláneas arqueológicas, Paris, 1831. druidas. Mr. de Sauvagere en su Coleccion de 12. Mahé: Ensayo sobre las antigüedades del deantigüedades en las Gaulas, tratando de los ali-partamento de Morbihan, Vannes, 1823. neamientos próximos á Jarnac, que son los mas 13. Arqueologia británica. notables, asienta la opinion de que eran vestigios de campamentos romanos, y Mr. Cayló en sus Antigüedades egipcias, romanas y gaulas, atribuye la colocacion de estas piedras á un pueblo estrangero que hubo de fijarse por algun tiempo en las costas de Francia, pero no esplica con que objeto cree que fueron colocadas. Escritores ha habido que en los alineamientos de Jarnac han creido encontrar un campo fúnebre, donde se honraba la memoria de los valientes, muertos en una batalla; conjetura que podria apoyarse en un pasage de Ossian en el canto II de Temora, pues alli, dice: «Levanta tumbas á todos los que han perecido; si todos no se contaban entre los capitanes, todos eran igualmente bravos.» Mas con las escavaciones practicadas en diferentes épocas sin haberse encontrado restos mortales, queda esta opinion de todo punto destruida. La creencia vulgar atribuye estos monumentos, en algunos puntos, al designio de ocultar un gran tesoro, y algunos observadores han sostenido que las piedras de Jarnac eran emblemas del culto del sol, ó que representaban temas celestes, que eran el efecto de algunos trastornos acaecidos en aquellas costas. Tan arbitrarias son todas estas esplicaciones, tan faltas de razon que las autorice, que solo por esto parece ociosa la tarea de impugnarlas. Hasta ahora puede asegurarse que la ciencia ha conseguido poner fuera de du

26. Keysler: Antigüedades septentrionales.
27. Malte Brun: Geografia universal.

28. Barailon: Observaciones sobre los monumentos céllicos.

29. W. Camden: Britannia, sive florentissimorum regnorum Anglia, Scotia, Hibernie, etc., descriptio, Londini, 1607.

30. D. Stukely: Una descripcion de Abury, Lóndres, 1772. 31. W. Charleton: Chorean gigantum, Lóndres, 32. Y. Web. Una vindicacion de Stone Heng, restaurada, 1723.

1825.

33. Iñigo Jones: La ma: notable anligüedad de la Gran Bretaña, Londres, 1723.

DRUSA. (Mineralogia.) Este nombre, procedente del aleman druse, que significa bellota, se aplica á una especie de incrustacion formada sobre la superficie de un mineral por una multitud de cristales de diversa naturaleza, implantados y muy apiñados entre sí. Los cristales que tapizan el interior de las geodas

se pueden citar como ejemplo de semejante do conserva la historia; de modo que, como incrustacion. esta no nos dice nada de la destruccion de los El mismo nombre se aplica (botánica fane-itureanos, puede deducirse que aun cuando rogámica) á una pequeña y delicada planta no se hiciera mencion de ellos en los tiempos procedente de las islas Canarias, y de la cual que precedieron y siguieron á la decadencia se habia hecho sucesivamente una cucurbitá- del imperio romano, no por eso dejaron de cea, una saxifragácea, hasta que por último, continuar viviendo en el seno de sus montañas. examinada cuidadosamente por De Candolle, Los europeos que en la época de las crula ha reconocido como una umbelifera, for-zadas llegaron á Siria, hallaron alli en los mando con ella el género de que se trata. cantones habitados en otro tiempo por los La drusa oppositifolia se cultiva en algunos itureanos, un pueblo que se llamaba dursi jardines botánicos, y en la isla de Tenerife ó tursi; este nombre escrito asi se halla en crece naturalmente en las quebrajas de las el singular y su plural es druzos. rocas húmedas.

Segun el testimonio de los viageros que han vivido entre ellos, los druzos hablan un árabe sumamente puro.

DRUZOS (Geografia é historia.) Entre los pueblos que bajo la dominacion de los otomanos, habitan la Siria, los druzos han llamado Uno de los mas grandes orientalistas, desde hace mas de un siglo la atencion de los Mr. Silvestre de Sacy, ha conseguido, á fuerza viageros y de los historiadores, por sus dog- de perseverancia y de investigaciones, reunir mas religiosos que rodean de un gran miste-los documentos necesarios para conocer la rio, y por lo mucho que su nombre ha ocupa- religion de los druzos, que hasta entonces hado á la Europa en el siglo XVII y en estos úl-bia sido un verdadero misterio para los eurotimos tiempos.

peos y para los mismos orientales, atendido Los druzos empezaron á ser conocidos en el profundo secreto con que este pueblo oculta el siglo XI de nuestra era, y diversos viageros su fé. Mr. Sacy ha manifestado que su religion han atribuido su origen á los cruzados france- era una mezcla de las doctrinas profesadas ses, que al mando de un conde de Dreux, se por algunas de las innumerables sectas que establecieron en el Líbano cuando los cristia- brotaron del seno del islamismo; pero la secta nos fueron espulsados de la Palestina. Esta de los motazales, dividida ella misma en vaopinion parece fundarse en el testimonio mis-rias sectas secundarias, es la que mas particumo de los druzos, porque los mas instruidos de larmente ha suministrado las primeras bases entre ellos pretenden descender de sangre de la religion de los druzos.

tendieron por el Irak, el Korasan y el Mawara Inahr. Aunque desacordes en varios puntos, estos sectarios niegan todos la existencia en Dios de ciertos atributos, y conceden al hombre una libertad completa sobre sus propias acciones, negando que Dios sea el autor de ellas.

europea y de raza francesa. Mas aun cuando Los motazales tomaron su origen en la esen la época de las cruzadas, algunos france-cuela de Hasan, hijo de Aboul Hasan, Basri, ses, y particularmente templarios, hubiesen po-hácia el año 101 de la égira. Sus ideas se esdido mezclarse con ellos, su verdadero origen debe buscarse en otra parte. Benjamin de Tudela, viagero judío, que recorrió el Oriente antes de la destruccion de Jerusalen, habla ya de los druzinos; ademas los autores antiguos hacen mencion de los ituroi, pueblo indigena de las montañas de la Siria, que sobresalian en el manejo del arco; y de ellos habla tambien la Biblia con el nombre de itur. Vencida la Iturea, fué reunida en parte á la Judea por Aristóbulo, cuyo rey asmoneo obligó á los itureanos á hacerse circuncidar y á someterse á otros ritos hebraicos.

El gefe de la religion de los druzos es el califa Fatimita Hakem-Bamr-Allah, que habiendo conseguido establecer su poder en el año 386 de la égira (996 de nuestra era), puso los fundamentos de la doctrina religiosa adoptada actualmente por aquellas poblaciones de la SiLos itureanos, aprovechando las turbulen- ria. Hizose pasar por una manifestacion de Dios, cias de la Siria, en tiempo de los reyes suce- y al decir de sus allegados, desapareció en el sores de Alejandro, se hicieron independien- año 411 de la égira para probar la fé de sus tes, y como todos los habitantes de las mon- servidores y esperimentar la apostasía de los tañas del Asia, llegaron á conquistarse una hipócritas y de aquellos que no hubiesen abracelebridad como salteadores. Obligados por zado su religion, que es la verdadera; pero de los romanos á abandonar este género de vida, alli á poco, dicen sus sectarios, debe reapareconservaron su libertad. Su territorio, dividido | cer lleno de gloria y de magestad, triunfar de en muchos pequeños principados, comprendia|todos sus enemigos, estender su imperio sobre todo el Líbano con diferentes castillos y hasta ciudades y puertos marítimos; habiéndose agrandado aun durante las guerras civiles de los romanos.

Los pueblos que habitan las montañas, jamás desaparecian de la escena del mundo sino por uno de esos acontecimientos cuyo recuer-1

toda la tierra, y hacer dichosos para siempre á sus fieles adoradores. Hakem hizo abrir un registro de aquellos que le reconocieron por Dios, y halló inscriptos en él hasta diez y seis mil. Un visionario, llegado de Persia, que se llamaba Mahommed-ben-Ismail, apoyó las pretensiones estravagantes del califa; pero fué

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