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raciones de ciertas clases del pueblo contra las Córtes y la Constitucion, las cuales, ayudadas á veces de la tropa, apedreaban en tumulto ó derribaban con algazara la lápida ó letrero de Plaza de la Constitucion, que se habia mandado poner en la plaza principal de cada poblacion y sus casas consistoriales.

y

Faltaba por parte del rey un desaire mas marcado directo á las Córtes, y no se hizo esperar mucho. De contado los dos representantes del poder constitucional, el cardenal de Borbon y don José Luyando, recibieron órden de retirarse, el uno á su diócesi de Toledo, el otro, como marino, al departamento de Cartagena. Una diputacion de las Córtes, á cuya cabeza iba como presidente el obispo de Urgél don Francisco de la Dueña y Cisneros, que habia salido á cumplimentar al rey, y le encontró en la Mancha en medio del camino, retrocedió al pueblo inmediato para ofrecerle alli sus respetuosos obsequios: pero el rey se negó á dar alli audiencia á la diputacion, mandando ó diciendo que le aguardára en Aranjuez. ¿Qué podia prometerse ya la representacion nacional de esta conducta del monarca Deseado?

Pero aun éste no era mas que un pequeño síntoma de sucesos graves que estaban preparados y se ejecutaban casi al mismo tiempo. Habia nombrado capitan general de Castilla la Nueva á don Francisco Eguía, hombre que representaba todo lo rancio y rutinario asi en ideas como en costumbres, á quien nom.

braban con el apodo de Coletilla, por llevar todavía el cabello recogido y atado por detrás como en tiempo de Cárlos III; fanático por demás, y por consecuencia enemigo implacable de las reformas, y de todo lo que tinte ó sabor de liberal tuviese: por lo mismo el mas apropósito para ejecutar el golpe de estado preparado en los conciliábulos de Valencia. Realizése éste en la noche del 10 al 11 de mayo; noche terrible, y funestamente célebre en los fastos de España.

En altas horas de la noche, ó sea entre dos y tres de la mañana, presentóse de órden de Eguía el auditor de guerra don Vicente María Patiño en la casa del presidente de las Córtes don Antonio Joaquin Perez, diputado americano por la Puebla de los Angeles, y entrególe un pliego que contenia el Decreto y Manifiesto del rey, fechado en Valencia el dia 4 de mayo, aquel decreto que dijimos haberse tenido misteriosamente reservado, y que desde esta noche se hizo perpétua y tristemente famoso. Contenia, entre otros, el párrafo siguiente: «Declaro que mi Real ánimo es no solamente no jurar ni acceder á dicha Constitu>cion ni á decreto alguno de las Córtes generales y »estraordinarias, y de las ordinarias actualmente »abiertas, á saber, los que sean depresivos de los derechos y prerogativas de mi soberanía, establecidas > por la Constitucion y las leyes en que de largo tiem> po la nacion ha vivido, sino el declarar aquella Cons>titucion y tales decretos nulos y de ningun valor ni

>efecto, ahora ni en tiempo alguno, como si no hubiesen pasado jamás tales actos, y se quitasen de en medio »del tiempo, y sin obligacion, en mis pueblos y súbditos, de cualquier clase y condicion, á cumplirlos ni guardarlos "").»-Otro de sus párrafos decía: «Y des>de el dia en que este mi decreto se publique, y fuese > comunicado al presidente que á la sazon lo sea de las > Córtes que actualmente se hallan abiertas, cesarán és»tas en sus sesiones; y sus actas y las de las anteriores, » y cuantos espedientes hubiere en su archivo y secretaría, ó en poder de cualesquiera individuos, se recojan »por la persona encargada de la ejecucion de este mi >real decreto, y se depositen por ahora en la casa de ayuntamiento de la villa de Madrid, cerrando y se»llando la pieza donde se coloquen: los libros de su biblioteca se pasarán á la Real; y á cualquiera que tratare de impedir la ejecucion de esta parte de mi >real decreto, de cualquier modo que lo haga, igualmente le declaro reo de lesa Magestad, y que como á tál se le imponga pena de la vida.»>

Siendo el presidente Perez uno de los firmantes de la representacion de los Persas, no solo no opuso resistencia, ni pretesto, ni reparo de ninguna clase á lo preceptuado en el decreto, sino que se prestó muy gustoso á su ejecucion, como que estaba en consonancia con sus ideas y con sus deseos, y aquella misma

(1) Hallarán nuestros lectores mento histórico. por Apéndice este célebre docu

noche quedó cumplido en todas sus partes, quedando solo en el salon de sesiones el dosel, sitial, bancos, arañas, mesas y alfombras, hasta que S. M. designára el sitio á que habian de trasladarse, segun en la mañana del 11 decia en su oficio el activo ejecutor don Vicente Patiño").

Pero no fué ésta ni la sola ni la mas terrible escena de aquella noche. Otros ejecutores del general Eguía, á saber, don Ignacio Martinez de Villela, don Antonio Alcalá Galiano, don Francisco Leyva y don Jaime Alvarez de Mendieta, con el título de jueces de policía, asistidos de gruesos piquetes de tropa, iban por las casas de los ciudadanos que más se habian distinguido en política por su ilustracion, sus ideas liberales y su talento, y los cogian y encarcelaban, llevando á unos al cuartel de Guardias de Corps, otros á las cárceles de Córte, sumiendo á algunos en estrechos y lóbregos calabozos, como si fueran foragidos de la mas humilde esfera (9). Eran éstos, sin embargo, los dos regentes don Pedro Agar y don Gabriel Ciscar, los ministros don Juan Alvarez Guerra y don Manuel García Herreros, y los diputados, de las estraordinarias unos,

(1) Oficios que mediaron aque- (2) Negóse con entereza á lla noche y mañana.-Apéndice. ejecutar estos encarcelamientos -El presidente Perez no tardó el magistrado valenciano don Joen recibir la recompensa de su sé María Puig, varon templado, infidelidad á la Constitucion que y muy opuesto á la exageracion babia jurado, obteniendo una mi- de las pasiones, y a quien bontra en premio de unos servicios ró y acreditó mucho este proque el lector desapasionado po- ceder. drá calificar.

de las actuales otros, don Diego Muñoz Torrero, don Agustin Argüelles, don Francisco Martinez de la Rosa, don Antonio Oliveros, don Manuel Lopez Cepero, don José Canga Argüelles, don Antonio Larrazabal, don Joaquin Lorenzo Villanueva, don José Ramos Arispe, don José María Calatrava, don Francisco Gutierrez de Teran, y don Dionisio Capáz. Igual suerte sufrieron el célebre literato don Manuel José Quintana, el conde, despues duque de Noblejas, con un hermano suyo, don Juan Odonojú, don Narciso Rubio, el inmortal actor don Isidoro Maiquez, y varios otros.

Húbolos que se presentaron espontáneamente en la cárcel al saber que los buscaban, como don José Zorraquin y don Nicolás García Page: otros por el contrario se salvaron huyendo al estrangero, y creemos que anduvieron mas acertados, como Toreno, Caneja, Diaz del Moral, Istúriz, Cuartero, Tacon y Rodrigo. Al dia siguiente fueron todavía presos don Ramon Feliú, don Antonio Bernabeu y don Joaquin Maniau. Y estendiéndose la proscripcion á las provincias, fueron traidos arrestados á Madrid hombres tan esclarecidos como don Juan Nicasio Gallego, don Vicente Traber, don Domingo Dueñas y don Francisco Golfin. De esta manera se iban llenando las cárceles de la capital de diputados y hombres tan ilustres é inocentes, y esta era la recompensa que empezaban á recoger de sus sacrificios por la libertad del pueblo español y por la de su rey, observándose el fenómeno

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