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delante de él la escarapela tricolor de su sombrero por la blanca, símbolo de la legitimidad, y acudiendo el duque de Angulema proclamó la restauracion de la antigua dinastía á la faz de los ingleses: él y Beresford entraron en la ciudad (12 de marzo) en medio de vítores y aclamaciones. Sin embargo lord Wellington quiso salvar las apariencias, y escribió al de Angulema protestando contra aquella aclamacion, como si fuese contraria á su propósito hasta saberse la resolucion que sobre dinastía tomasen las potencias aliadas. Sabiendo, ó por lo menos sospechando Soult lo que acontecía en Burdeos, quiso ó aparentó tomar la ofensiva, revolviendo desde Rabastens y amagando la derecha de los ingleses. Pero reforzado Hill con dos divisiones que le envió Wellington, retrocedió de nuevo el mariscal francés por Vic-Bigorre la ruta de Tolosa. Siguió tras él el general británico, incorporándosele en el camino tropas españolas de las que por órden del duque de Ciudad-Rodrigo habian entrado en Francia. Dijimos ya que la mayor parte de éstas pertenecian al cuarto ejército que mandaba don Manuel Freire, y en el que se encontraban don Pablo Morillo, don Cárlos de España y don Julian Sanchez. Quiso Wellington que entrase tambien en Francia el ejército de reserva de Andalucía que estaba acantonado en la frontera. Pero su gefe el conde de La-Bisbal, á quien hemos visto en Córdoba socolor del restablecimiento de su salud, no solo puso dificultades, con

cierto desabrimiento espresadas, sino que pretendió de Wellington que le permitiese internar sus tropas en Castilla la Vieja para darles algun descanso, y reponerlas de equipo y restablecer su disciplina. Incomodó á Wellington semejante respuesta, tanto más, cuanto le constaba no ser exactos los fundamentos de su escusa. Pero el lector que sabe ya los tratos y manejos en que andaba el de La-Bisbal con los diputados y personages que trabajaban por destruir el sistema constitucional, comprenderá las razones y evasivas de aquel gefe. Wellington no accedió á la internacion de las tropas que aquél pretendía, y ordenó que se acantonaran en las orillas del Ebro. Llamó entonces á las del tercer ejército, y mas dócil que LaBisbal el príncipe de Anglona que le comandaba, se preparó á entrar en Francia, aunque lo verificó algunos dias mas tarde.

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Aparentó Soult querer esperar al ejército aliado en las cercanías de Vic-Bigorre, pero levantó de noche campo tomando el camino de Tarbes. Prosiguiendo Wellington y los aliados en la misma direccion, divisaron el 20 de marzo algunas de sus tropas, mas en vez de aguardarlos el francés, desembarazóse de los carros y del bagaje pesado que llevaba, y continuando su marcha á Tolosa, entró sin obstáculo en esta ciudad, habiendo tomado mucha delantera á Wellington, por lo comun mas pesado en sus movimientos, y ahora mas embarazado con pontones y otros materiales

que tenia que llevar, lluvioso el tiempo y no muy conocido el país, de modo que hasta el 27 no pudo hallarse frente de Tolosa. Aunque al siguiente dia intentó ya el general británico colocar el puente sobre el Garona, no pudo verificarlo hasta el 31, en cuyo dia pasó Hill del otro lado del rio con algunas de sus tropas; mas no pudiendo maniobrar en aquella parte por la naturaleza y condiciones de aquel terreno, tuvo que repasarle, hasta que hallado otro parage mas apropósito echóse allí el puente (4 de abril), y pasaron por él desde luego tres divisiones de infantería al mando del mariscal Beresford. Otras que debian seguirlas, y entre ellas las españolas, tuvieron que suspenderlo por la crecida repentina de las aguas, y aun hubo necesidad de levantar el puente para que la corriente no le arrebatára. De este modo estuvieron cuatro dias las tropas aliadas dividi- · das entre ambas orillas del Garona, hasta el 28, que amansada la avenida pasó Wellington con su cuartel general, con el cuerpo español y la artillería portuguesa. Fué una suerte casi milagrosa que en aquel intermedio no se hubiera movido el ejército de Soult, habiendo podido envolver la parte del de los aliados que habia quedado del otro lado del rio aislada y comprometida

Nuevas dificultades obligaron á Wellington á diferir el ataque hasta la mañana del 10 (abril). Las fuerzas de Soult serian unos 30.000 hombres: mas

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que dobles en número eran las de los aliados. Pero el mariscal francés se hallaba fuertemente atrincherado en Tolosa y sus alrededores. Además de la natural defensa que la capital del Garona superior tiene con los canales y rios que casi la rodean, y con sus antiguos y espesos muros que todavía la ceñían en casi todo su recinto, y con las colinas que al Este de la ciudad se elevan fortificadas con reductos, acababan de construirse cabezas de puente y otras muchas obras de campaña, ejecutadas, aunque en breve tiempo, en toda regla, asi en el campo como en los edificios de cerca y dentro de la ciudad. No vaciló sin embargo Wellington, y dispuesto su plan de ataque,

y

dadas las correspondientes instrucciones á cada uno de sus generales, colocadas en sus respectivos puestos las divisiones, tan luego como se vió á Beresford en movimiento para atacar la posicion fortificada del enemigo que se le habia encomendado, arremetió con intrepidez el general español don Manuel Freire, trepando una colina en medio de un vivo fuego de artillería y fusilería, ganándola y permaneciendo en ella · algun tiempo. Rechazado después el movimiento de la derecha de su línea, y doblado su flanco izquierdo, vióse obligado á retirarse. «Mucha satisfaccion me causó, escribía Wellington, el ver que aunque las > tropas habian sufrido considerablemente al tiempo »de retirarse, se reunieron otra vez luego que la divi»sion ligera, que estaba muy inmediata á nuestro

>flanco derecho, se ponia en movimiento; y no puedo > elogiar suficientemente los esfuerzos que hicieron >para reunirlas y formarlas de nuevo el general Frey»re, los oficiales del estado mayor del cuarto ejército »español, y los del estado mayor general. El teniente general don Gabriel de Mendizabal, que estaba de voluntario en la accion, el brigadier Ezpeleta, y dife>rentes oficiales del estado mayor y gefes de cuerpos >fueron heridos en esta ocasion: pero el general Mendizabal continuó en el campo. El regimiento de tiradores de Cantabria al mando del coronel Sicilia, >mantuvo su posicion debajo de las atrincheramien>tos enemigos, hasta que le envié la órden para re⚫tirarse (4),»

Entretanto el mariscal Beresford con las divisiones británicas cuarta y sexta, mandadas por Colle Colle y Clinton, embestian briosamente las alturas de la derecha enemiga, y en medio de un fuego violentísimo se enseñorearon de ellas y de sus reductos y atrincheramientos, no sin esperimentar pérdidas muy sensibles, especialmente la sexta division. Vencedores por allí los aliados y ayudándolos don Manuel Freyre con sus divisiones ya rehechas, fueron desalojando á los fran

(1) Parte de Wellington á la Regencia.-Gaceta estraordinaria del 21 de abril.-Iba de segundo de Freire don Pedro de la Bárcena; general de division don Antonio Garcés de Marcilla; gefe del estado mayor del cuarto ejército

don Estanislao Sanchez Salvador, y gefes de brigada don Pedro Mendez de Vigo y don José María Carrillo. Acompañaba al duque de Ciudad-Rodrigo el general español don Migueľ de Alava.

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