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ceses de todas aquellas cumbres y quedando en poder de aquellos todas las fortificaciones, pudiendo solo recoger el enemigo la artillería. Tambien por su parte el general Hill, al cual acompañaba don Pablo Morillo, obligó á Reille á abandonar el arrabal de Saint-Ciprien, forzándole á refugiarse dentro de la vieja muralla. Eran ya las cuatro de la tarde, cuando Soult, viendo las cumbres dominadas por los aliados, y plantada en ellas la artillería amenazando la ciudad, ordenó al general Clausel que no insistiera en el intento de recobrar las estancias perdidas, y se limitára á ceñir el canal destinado á servirles de segunda línea. Desamparó Soult á Tolosa en la noche del 11 al 12 (abril), dejando en ella heridos, cañones y efectos en abundancia, y tomando el camino de Carcasona, por donde esperaba poderse juntar al mariscal Suchet. Los aliados entraron en la ciudad el 12, en medio de ruidosas aclamaciones de los habitantes, que tambien allí como en Burdeos se descubrieron muchos adictos á la causa y á la familia de Borbon.

Tál fué la famosa batalla de Tolosa de Francia, la última puede decirse de la guerra de la independencia española que pudiera merecer este nombre. Los franceses la llamaron victoria, y como tál la grabaron en sus monumentos públicos. No hay para qué nos empeñemos en quitarles el consuelo de esta ilusion, contra la cual sin embargo protestaban y protestan los resultados, no menos públicos y mas elocuentes que

sus monumentos. Costó, sí, á los aliados pérdidas grandes y muy sensibles, de las cuales tocó una buena parte á los españoles, como que la habian tomado muy principal en la batalla "). Segun el parte del duque de Ciudad-Rodrigo, consistieron aquellas en 4.700 hombres entre ingleses, españoles y portugueses (2), contándose entre los heridos los generales Mendizabal y Ezpeleta, y los gefes de brigada Mendez Vigo y Carrillo, pero en cambio contaron tambien los franceses entre sus heridos los generales Harispe, Gasquet, Berlier, Lamorandiére, Baurot y Danture.

Antes de terminar este episodio de los sucesos de Tolosa, al cual volveremos muy pronto, puesto que fué el último de esta guerra, veamos lo que entretanto habia acontecido en España, donde nada habrá ya que no3 sorprenda, puesto que la lucha estaba vencida, y

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no faltaban ya sino los últimos, parciales y naturales desenlaces.

La guarnicion francesa de Santoña y su gobernador, á quienes vimos aislados y reducidos al estrecho casco de la plaza, convenciéronse de que era una temeridad estéril la resistencia y diéronse á partido (27 de marzò), no sin sacar de la capitulacion una condicion ventajosa, cual era la de volverse á Francia bajo su palabra de no tomar la armas durante la presentə guerra. Mas habiendo de someterse este ajuste á la aprobacion de lord Wellington, como generalísimo de los ejércitos españoles, y estando fresco en su memoria el ejemplo reciente de lo sucedido con los rendidos de Jaca, que faltaron á una condicion igual tan pronto como pisaron el suelo francés, negóse á ratificar aquella cláusula, y bien podia hacerlo, seguro de que en aquellas circunstancias la necesidad habia de obligar á los vencidos á sujetarse á cualesquiera condiciones que se quisiera imponerles.

Los

pocos dias

que permaneció Suchet en Cataluña al abrigo de Figueras hacia sus escursiones á Perpiñan, como quien cuidaba ya más del territorio francés que del español, á cuyo fin colocó tambien tropas en la Junquera y en el Coll de Pertús. De buena gana hubiera reunido el resto de las tropas del Principado,á saber, los 3.000 hombres que Robert tenia en Tortosa y los 8.000 que en Barcelona acaudillaba Habert, con lo cual podia aún formar un cuerpo de mas

de 22.000 hombres de aquel brillante ejército de Cataluña. Asi lo intentó, pero Robert no podia salir de Tortosa, bloqueado y muy vigilado por los españoles, y una vez que Habert hizo la tentativa de arrancar de Barcelona, fué repelido por Sarsfield, y obligado á retroceder con pérdida. Al fin no pudiendo Suchet prolongar más su permanencia en España, dejóla en los primeros dias de abril, tomando con las columnas que le acompañaban la via de Narbona. Al salir voló las fortificaciones de Rosas, pero dejó todavía guarniciones en Barcelona, Figueras, Hostalrich, Tortosa, Be-nasque, Murviedro y Peñíscola, bien que bloqueadas todas por los españoles, y en estado las más de no poder servir mucho tiempo.

Volviendo ya á Tolosa, segun ofrecimos, en la tarde del mismo dia en que se dió la batalla llegó allí la noticia de la entrada de los ejércitos aliados del Norte en París (31 de marzo). Lleváronla el coronel inglés Cook y el coronel francés Saint-Simon, enviado el uno al duque de Ciudad-Rodrigo y el otro al de Dalmacia; añadiendo, que á poco de la entrada se habia reunido el Senado, y nombrado un gobierno provisional para la Francia, compuesto de cinco personas, á cuya cabeza estaba Talleyrand, príncipe de Benevento; que este gobierno habia formado una Constitucion, y presentada al Senado y aprobada por unanimidad, se habia proclamado rey de Francia á Luis Estanislao Javier (Luis XVIII.); que por un decreto del Senado, Napo

leon babia sido destituido del trono, y abolido el derecho hereditario de su familia; y por último, que Napoleon habia hecho abdicacion del trono imperial, y los monarcas confederados le habian señalado para su residencia la isla de Elba. Estas noticias se celebraron con júbilo en Tolosa, qne tál era ya el espíritu antinapoleónico que dominaba, y aquella noche fué Wellington muy victoreado en el teatro.

Comunicadas estas nuevas á los mariscales Soult y Suchet, el primero no las tuvo ó aparentó no tenerlas por bastante auténticas para decidirse á reconocer el gobierno provisional, y hasta adquirir mas certeza propuso á Wellington un armisticio, que el general inglés no admitió. Mas como el duque de la Albufera, prévia una reunion de los principales gefes de su ejército, decidiese someterse al nuevo gobierno de París, no tardó tampoco en hacerlo el de Dalmacia, y ambos acudieron á celebrar con el de Ciudad-Rodrigo una suspension de hostilidades, y á ajustar un convenio que pusiese término á la guerra. Hiciéronse dos en lugar de uno, porque asi lo exijió Suchet, no queriendo reconocer supremacía en Soult, á quien tenia, como muchos, por hombre orgulloso y de condicion predominante.

El convenio con Soult contenia: la cesacion de hostilidades desde aquel mismo dia (18 de abril): la demarcacion del territorio que habia de servir de límite á los dos ejércitos, francés y aliado: la suspen

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