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el partido reformador, casi tanto como en las constituyentes. Pero al propio tiempo mostrábanse tan adictas al rey, y mas que al rey á la persona de Fernando VII, que desde el primer anuncio de la probabilidad de su regreso á España no cesaron las Córtes de acordar providencias para escitar el entusiasmo del pueblo: rogativas públicas en todas las iglesias de la monarquía por su feliz llegada; preparativos solemnes para celebrar su entrada en el reino; publicacion por estraordinario de todas las cartas y avisos que sobre su marcha se recibian; ereccion de monumentos públicos para perpetuar la memoria de tan feliz acontecimiento; indultos militares, premios y dotes á doncellas pobres para solemnizarle; todo cuanto pudiera contribuir á realzar al monarca y darle popularidad y prestigio, pero con la cláusula siempre de no reconocerle ni prestarle obediencia en tanto que no jurára la Constitucion en el seno del Congreso nacional, segun lo prescrito en el decreto de las Córtes del 2 de febrero.

Llévanos esto á tratar de la libertad de Fernando y de su regreso á España.

Cuando el duque de San Carlos, portador del tratado de Valencey á Madrid, volvió á aquella ciudad de Francia con la negativa de la Regencia española (1), ya Napoleon habia resuelto dejar en libertad al rey

(4) Recuérdese lo que sobre esto dijimos en el capítulo XXVII.

Fernando, asi como al Pontífice, á quien tambien habia tenido aprisionado. No negaremos que el canónigo Escoiquiz, durante la ausencia de San Carlos, hubiese trabajado en este sentido en union con el conde de Laforest. Pero razones y causas algo mas graves que las gestiones del canónigo habian movido á Napoleon á dictar aquella medida. Rotas las negociaciones de Chatillon, y firmado el convenio de Chaumont por las potencias aliadas, envuelto en la nueva guerra que hemos referido, necesitando de las tropas que tenia en España, y queriendo separar la causa de nuestra nacion de la de los ingleses, resolvió dar libertad á Fernando sin condiciones. Mas como se temiese que la negativa de la Regencia española á admitir el tratado de Valencey de que era portador San Cárlos moviera á Napoleon á cambiar de resolucion, pasó inmediatainente el de San Cárlos á buscarle á la capital de Francia, al campamento, donde quiera que pudiese verle; pero ni el magnate español logró ver al emperador, ni el emperador varió de determinacion de dejar libre á Fernando, y los pasaportes para que pudiera restituirse á España llegaron á Valencey el 7 de marzo, dos dias ántes que el de San Cárlos regrasára de su correría en busca del emperador francés. Llenóse con esto de júbilo aquella pequeña córte, y tratóse inmediatamente de realizar el ansiado regreso á España.

Quiso el rey que le precediese en su viaje el ge

neral don José de Zayas, el cual partió el 10 de marzo, siendo portador de una carta para la Regencia, y trayendo órden de que se preparase lo necesario para el recibimiento de S. M. Desde Gerona, donde llegé el 16, vino el general en posta á Madrid, donde fué bien acogido, ya por el aprecio que se hacia de su persona, ya por la satisfactoria y lisonjera mision que le traia. La carta del rey á la Regencia decia:

«Me ha sido sumamente grato el contenido de la carta que me ha escrito la Regencia con fecha 28 de enero, remitida por don José de Palafox: por ella he visto cuánto anhela la nacion mi regreso: no menos lo deseo Yo para dedicar todos mis des velos desde mi llegada al territorio español á hacer la felicidad de mis amados vasallos, que por tantos títulos se han hecho acreedores á ella.-Tengo la satisfaccion de anunciar á la Regencia que dicho regreso se verificará pronto, pues es mi ánimo salir de aqui el domingo dia 13 del corriente, con direccion á entrar por Cataluña; y en consecuencia la Regencia tomará las medidas que juzgue necesarias, despues de haber oido sobre todo lo que pueda hacer relacion á mi viaje al dador de esta el mariscal de campo don José de Zayas.

»En cuanto al restablecimiento de las Córtes, de que me habla la Regencia, como á todo lo que pueda haberse hecho durante mi ausencia que sea útil al reino, siempre merecerá mi aprobacion como conforme á mis reales intenciones. En Valencey á 10 de marzo de 1814.-Firmado-FERNANDO.-A la Regencia del reino.»

Leida esta carta en las Córtes, produjo tal satisfaccion y entusiasmo, que se acordó por unanimidad se

imprimiese inmediatamente, la comunicase la Regen-. cia por estraordinario á las provincias de la península, y en el mas breve término posible á las de Ultramar, se espendiesen gratis ejemplares de ella al pueblo de Madrid, y que en celebridad de su contenido se mandára disponer regocijos públicos, al menos de luminarias por tres dias; que se cantára un solemne Te Deum en todos los pueblos de la monarquía, y se habilitára y concluyera el nuevo salon de Córtes para el dia feliz en que el rey debia jurar en él la Constitu-. cion del Estado (1). La causa de haber entusiasmado tanto al Congreso esta carta era el hablar en ella de Córtes el rey, cosa que en las anteriores no habia hecho, dejando entrever la promesa de darles su real aprobacion. ¡Tan á deseo se cogía una palabra del monarca en este sentido, que pudiera dar esperanza, ya que no servir de prenda!

Salió en efecto Fernando de Valencey el 13 de marzo, segun en la carta decia, acompañado de los infantes don Carlos y don Antonio, su hermano y tio, y del duque de San Carlos, quien comunicaba diariamente todos los movimientos del viaje al general en gefe del ejército de Cataluña don Francisco de Copons y Navia, encargado tambien por la Regencia de recibir al rey, conforme al célebre decreto de las Córtes de 2 de febrero (2). La ruta era por Tolosa, Chalons

(4) Sesion del 24 de marzo.
(2) En las Memorias del gene-

ral Copons y Navia, conde de Tarifa, publicadas en 1858 por su hi

y Perpiñan, donde llegó el 19, y donde le esperaba el mariscal Suchet, duque de la Albufera, el cual tenia instrucciones de conducir á Fernando á Barcelona, bajo el título de conde de aquella capital, á fin de retenerle allí como en rehenes hasta que se verificára la vuelta á Francia de las guarniciones francesas bloqueadas en varias plazas españolas. Mas habiéndole expuesto con energía el general Copons que las órdenes que él tenia de la Regencia no le permitían acceder á su propósito, sino que, conforme á ellas, S. M. debia llegar á los puestos avanzados de su ejército, donde Copons le habia de recibir, retirándose la escolta francesa, pidió Suchet nuevas instrucciones á París, aviniéndose á lo que el general español exigia, y limitándose yá á que entretanto quedára solo en Perpiñan el infante don Cárlos como en prenda, y asi se verificó.

Prosiguiendo pues Fernando su viaje, pisó el 22 el territorio español, deteniendose el 23 en Figueras, á causa de la crecida del Fluviá, hinchado con las muchas lluvias de aquellos dias. El general Copons, que con objeto de recibir al rey habia trasladado su cuartel general de Gerona al pueblo de Báscara, colocó sus tropas á la salida del scl del 24 á la orilla derecha del Fluviá; formaron los gefes franceses las suyas

jo el coronel de caballería don Francisco de Copons, se insertan multitud de comunicaciones oficiales, tan interesantes como cu

riosas, relativas al viaje del rey y á otros sucesos con él enlazados, que nos sirven tambien mucho para nuestra parracion.

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