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jero de Estado, y embajador que habia sido en Madrid, bajo el nombre fingido de Mr. Dubois, con una carta para Fernando concebida en los términos siguientes: <«<Primo mio: las circunstancias actuales en que se ha»lla mi imperio y mi política, me hacen desear acabar de una vez con los negocios de España. La Inglaterra »fomenta en ella la anarquía y el jacobinismo, y pro>cura aniquilar la monarquía y destruir la nobleza para > establecer una república. No puedo menos de sentir en »sumo grado la destruccion de una nacion tan vecina á

mis estados, y con la que tengo tantos intereses ma⚫rítimos y comunes. Deseo, pues, quitar á la influencia inglesa cualquier pretesto, y restablecer los vínculos de amistad y de buenos vecinos que tanto tiempo han >existido entre las dos naciones.-Envío á V. A. R. al conde de Laforest, con un nombre fingido, y pue» de V. A. dar asenso á todo lo que le diga. Deseo »que V. A. esté persuadido de los sentimientos de amor »y estimacion que le profeso.-No teniendo mas fin Desta carta, ruego á Dios guarde á V. A., primo »mio, muchos años. Saint-Cloud, 12 de noviembre »de 1813.-Vuestro primo.-NAPOLEON. »

Llegó Laforest á Valencey el 17 de noviembre (1813), é inmediatamente presentó la carta del emperador á Fernando VII. y á los infantes don Cárlos y don Antonio, su hermano y tio. De palabra amplió después el enviado el objeto y pensamiento indicados en la carta, esforzándose mucho en ponderar el esta

do de anarquía en que se encontraba España, el propósito y plan de los ingleses de convertirla en república, el abuso que se estaba haciendo del nombre de Fernando VII., la necesidad de entenderse y concertarse para volver la tranquilidad á la península, y de colocar en el trono á una persona del carácter y dignidad de Fernando, y la conveniencia de tratar todo esto en secreto, para que no llegáran á frustrarlo los ingleses si de ello se apercibian. El príncipe manifestó la sorpresa que le causaban así la carta como el discurso, y que el asunto era tan sério, que exigia tiempo y reflexion para contestar. Solicitó y obtuvo al dia siguiente nueva audiencia el misterioso embajador, y como en ella añadiese que si aceptaba la corona de España que queria devolverle el emperador, era menester que se concertasen sobre los medios de arrojar de ella á los ingleses, contestóle Fernando, que en la situacion en que se hallaba, «ningun paso podia dar sin el consentimiento de la nacion española representada por la Regencia.» Y como en otras conferencias intentase Laforest estrechar más al príncipe, denunciando otros proyectos de ingleses y portugueses sobre el trono español, concluyendo por preguntarle, si al volver á España sería amigo ó enemigo del emperador, afírmase que contestó dignamente Fernando: «Estimo mucho al emperador, pero nunca » haré cosa que sea en contra de mi nacion y de su fe»licidad; y por último, declaro á vd. que sobre

»este punto nadie en este mundo me hará mudar »de dictámen. Si el emperador quiere que yo vuel»va á España, trate con la Regencia, y despues >de haber tratado y de habérmelo hecho constar »lo firmaré: pero para esto es preciso que ven»gan aquí diputados de ella, y me enteren de todo. Dígaselo vd. así al emperador, y añádale que esto es »lo que me dicta mi conciencia ()».

D

El primer resultado de estas conferencias fué la siguiente carta que en contestacion á la de Napoleon el rey en manos del enviado imperial.

puso

«Señor: el conde de Laforest me ha entregado la carta que V. M. I. me ha hecho la honra de escribirme fecha 12 del corriente; é igualmente estoy muy reconocido á la honra que V. M. I. me hace de querer tratar conmigo para

(1) Advertimos á nuestros lectores que estas noticias están tomadas del opúsculo que con el título de Idea sencilta, etc. publicó en 1814, despues de venir el rey, su antiguo preceptor el canónigo don Juan de Escoiquiz, único que en aquella sazon podia informarnos de lo que Fernando hacia. La conducta ulterior de éste, y las condiciones y circunstancias del autor del escrito, deben entrar por mucho para juzgar de la verdad y autenticidad de las escenas que pasaron en Valencey con motivo de la mision secreta de Laforest. Escoiquiz dice que su relato está tomado de las apuntaciones que iba estendiendo de su puño el mismo monarca. Si en efecto hubiese sido asi, no se podria dudar de la autoridad. De lo que se

desconfia es de la exactitud del copiador."

Tiene sin embargo su esplicacion el que asi se condujese Fernando en aquellos momentos. No se le ocultaba la situacion desventajosa en que los sucesos habian ido poniendo á Napoleon, y supónese que el mismo párroco de Valencey, encargado de decirle misa y confesarle, cuidaba de enterarle de todo lo que le convenia. Los hechos pasados, y la vida misma de cautivo, le habian inspirado tal desconfianza, que recelaba ya de todo; sospechaha por lo mismo que toda proposicion que se le hiciera, llevaba el designio de envolverle en algun nuevo lazo. Pudo además tener un momento de conocer que, desprovisto alli de noticias ciertas sobre el modo de

obtener el fin que desea, de poner un término á los negocios de España.

»V. M. I. dice en su carta, que la Inglaterra fomenta en ella la anarquía y el jacobinismo, y procura aniquilar la monarquía española. No puedo menos de sentir en sumo grado la destruccion de una nacion tan vecina á mis estados, y con la que tengo tantos intereses marítimos comunes. Deseo, pues, quitar (prosigue V. M.) á la influencia inglesa cualquiera pretesto, y restablecer los vínculos de amistad y de buenos vecinos, que tanto tiempo han existido entre las dos naciones. A estas proposiciones, señor, respondo lo mismo que á las que me ha hecho de palabra de parte de V. M. I. y R. el scñor conde de Laforest: que yo estoy siempre bajo la proteccion de V. M. I., y que siempre le profeso el mismo amor y respeto, de lo que tiene tantas pruebas V. M. I.; pero no puedo hacer ni tratar nada sin el consentimiento de la nacion española, y por consiguiente de la Junta. V. M. I. me ha traido á Valencey, y si quiere colocarme de nuevo en el trono de España, puede V. M. hacerlo, pues tiene medios para tratar con la Junta que yo no tengo; ó si V. M. I. quiere absolutamente tratar con migo, no teniendo yo aquí en Francia ninguno de mi confianza, necesito que vengan aqui, con anuencia de V. M., diputados de la Junta, para enterarme de los negocios de España, ver los medios de hacerla feliz, y para que sea válido en España todo lo que yo trate con V. M. I. y R

>>Si la política de V. M. y las circunstancias actuales de su imperio no le permiten conformarse con estas condiciones, entonces quedaré quieto y muy gustoso en Va

pensar de los españoles y de su gobierno, no pudiera cumplir los empeños que se le inducia á firmar. De aqui el haber tomado

aquella actitud digna y correspondiente à un monarca, en que por desgracia perseveró tan poco tiempo."

lencey, donde he pasado ya cinco años y medio, y donde permaneceré toda mi vida, si Dios lo dispone asi.

»Siento mucho, señor, hablar de este modo á V. M., pero mi conciencia me obliga á ello. Tanto interés tengo por los ingleses, como por los franceses; pero sin embargo, debo preferir á todo los intereses y felicidad de mi nacion. Espero que V. M. I. y R. no verá en esto mas que una nueva prueba de mi ingénua sinceridad, y del amor y cariño que tengo á V. M. Si prometiese yo algo á V. M., y después estuviese obligado á hacer todo lo contrario, ¿qué pensaría V. M. de mí? diria que era un inconstante y se burlaría de mí, y además me deshonraria para con toda la Europa.

>>Estoy muy satisfecho, señor, del conde de Laforest, que ha manifestado mucho celo y ahinco por los intereses de V. M., y que ha tenido muchas consideraciones para conmigo.

>>Mi hermano y mi tio me encargan los ponga á la disposicion de V. M. I. y R.

»Pido, señor, á Dios conserve á V. M. muchos años. Valencey 21 de noviembre de 1813.-Fernando.»

Nadie creeria que una negociacion tan desmañadamente iniciada por Napoleon, apoyada en fundamentos tan estraños como los estravagantes planes que en ella se atribuian á los ingleses sobre España, y conducida al parecer por parte de Fernando con una prudente cautela que no habia acreditado hasta entonces, tomára luego, y no tardando, rumbo tan diferente como el que irémos viendo. El emperador no desistió por aquella respuesta del rey. Conocedor

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