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ticular que tiene V. E., que le remite S. M. en todo y por todo este negocio, y se le dá plena facultad para hacer en este caso, segun el estado presente de la cosa, pues tales razones podia haber acá, que conviene no tratar della.

De lo dicho saco una conclusion: que si se executase esta cédula, se toparia con todos los inconvenientes dichos que previene en ella S. M., y no quiere se rompa con ellos.

Pondríase á riesgo conoscido la perpetuidad y conservacion de estas provincias; causaria sentimiento y general descontento en todo el reino, que darian cuidado de toda importancia. Esto se prueba así: cesaria casi de todo punto la cultura de las tierras, la crianza de los ganados, la labor de las minas, en las cuales cosas están situadas la vida, hacienda y honra de los españoles deste reino. Luego justamente se saca la conclusion dicha. Y que esto cese, muéstrase así: cuatro medios dá S. M. en su cédula, que son generales para obviar los inconvenientes propuestos: primero, que compren negros los señores de las haciendas, tierras, ganados y minas, etc., y se sirvan dellos: segundo, que se ayuden de mulatos mestizos, españoles ociosos y gente que en la república se llama perdida: tercero, que obliguen las justicias á los indios á que trabajen y salgan á la plaza, y se alquilen como hacen en España, y que se les tase sus jornales, para que esto. tenga menos dificultad: cuarto, que estando los indios lejos de los asientos de las minas, tierra de labor y guardas de ganados, se pueble cerca dellas, para que con más comodidad salgan á las plazas, y se les obligue al trabajo por este medio que se juzga más conforme á su libertad.

Mirados bien estos cuatro medios, ó son dificultosí-` simos, ó llenos de mayores inconvenientes para los indios y la misma república, ó de todo imposibles.

El primero, que se compren negros para tantos y tan diferentes ministerios y servicios, téngolo peligrosísimo al reino, pues esta gente es de suyo atrevida y libre y poco temerosa de Dios y de su Rey. Veráse oprimida y trabajada con el trabajo, y todo esto debe causar un temor moralmente cierto de algun motin ó alzamiento entre ellos, pues los pocos que hay en Lima dieron que hablar en esta materia; y en España, en ciudades populosísimas, como Sevilla y otras, ha dado esto, nascido de las mismas. ocasiones, en que se topaban en esta gente estos malos intentos y muchas razones para tenerlos, y en este reino son mayores que en ninguno otro, pues si entrase un inglés en el Callao, bastaban dos ingleses de los que están entre nosotros para darles la tierra, alzándose con los negros, y cuatro españoles desalmados lo podrian emprender, y cada dia se topa quien tenga ánimo para cometer semejantes maldades. Y ultra de esto, llenarian la tierra de pestilencias, por ser esta gente muy subiecta á ellas, y si alguna ha venido á este reino, de sarampion y viruelas mas ordinarias de las que hasta aquí solia haber, ha sido mal traido de los negros, que han entrado en él. Y dado caso que esto tuviese toda seguridad, ¿cuántos hay en el reino, de haciendas muy gruesas que puedan comprar esclavos para ellas, sino que con toda la ayuda que tienen en los indios, es al cabo del año lo comido por lo servido? Los más de los labradores son gente pobre, y en Potosí no hay ocho mineros ricos, y esos se llaman ricos porque sus haciendas son grandes, y no porque tengan descanso de plata, que no hay tres.

que no estén adeudadísimos y todos perdidos. Item, cuando hubiese posible para ello, no lo tenia de parte de los negros y del plazo del año que se les dá para prevenirse dellos, porque es necesario irlos á comprar fuera del reino, que segun los mercaderes que andan en este trato, y de los navíos que corren en él, son muy pocos, y aunque se multiplicasen en tres partes más, no podrian dar en muchos años la tercia parte de los negros que pedia la labor de las cosas dichas. Item, cuando no bastára ninguna de las cosas dichas, no son los negros para las minas, que en cuatro dias se moririan por el gran frio que en todas hay, y por trabajar muchas veces en agua, y hasta el dia de hoy no hay minero rico ni pobre que haya echado negro en ellas, por gran audacia que sea la suya, y si no es para los ingenios, de los que se llaman morteros y para cerner metal, es cosa certísima que en cualquiera otra ocupacion se moririan luego; pues á este paso se podrá ver y discernir en lo demás; ni son tampoco para sementeras, guardas de ganado, etc., por muchas razones.

Lo segundo, de los mulatos, etc., no es cosa de consideracion, que toda esta gente es muy poca, y no se juntarán á arar ni cabar, ni como se dijo de los negros, no podrán servir en las minas, que piden gente tan hecha en trabajo como los indios, y tan delgada en sus vestidos, que pueden bajar y subir por partes que se andan en el Cerro tan angostas y cerradas, que apenas puede pasar por ellas un indio, caminando como una culebra; y cuando en el cerro el dia de hoy entra un español una ó dos veces sin carga ninguna, sino á visitar las minas de su amo y hacer trabajar en ellas, es una gran cosa y que no lo hacen todos, y á este espa

ñol, que es tan solícito, le dan dos ó tres mill pesos. Lo tercero que no se repartan indios, sino que los obliguen las justicias á que se alquilen en las plazas, etc., no es factible esto por dos razones: la primera, porque los indios que trabajan, pongamos exemplo en Lima. et sic de reliquis, se traen de la sierra, de veinte, treinta ó cincuenta leguas de aquí, como son de Guadachiri, Yangos, Guamantanga, Santa, Atavicos, Piscas y Antapisias, ¿pues qué órden se ha de dar para hacerlos salir á las plazas, ó quién los podrá mandar venir y alquilarse con efecto, pues aun cuando vienen los indios por sus mitas, y los traen sus caciques y los entregan para repartirlos por su número y cuenta, faltan gran *parte dellos? De donde se puede colegir los que vendrán ó parecerán en la plaza, cuando no estén sujetos á presentarse con este número y cuenta, y los que los han de enviar, que son los corregidores y caciques, los querrán para sí y para sus granjerías, y los darán á sus mayores amigos y á los que más pueden, y será certísimo que padecerán en general y en particular los pobres, y será todo una confusion.

El segundo inconveniente que esto tiene es: que habria cada dia mill pendencias en la plaza sobre alquilarlos y quererlos llevar cada uno; y será fuerza haberlas, pues el tener entonces indios dependeria de la mejor maña y mano que cada uno se diere á llevarlos, y la necesidad é interés dellos es tan grande, que como suelen los hombres por cosas de menos peso y consideracion que esta aventurar las vidas, se pueden justamente temer y prevenir las pendencias que de esta ocasion podrian resultar. En España tiene esto diferente razon, que hay siempre quien ruegue con su tra

bajo; ahí siempre sobran personas para todas las cosas. Lo cuarto, de que se hagan pueblos y se pueblen en ellos los indios necesarios para las labores de tierras, minas, etc. Cuando no hubiese los inconvenientes que acabo de decir en el modo de repartir los indios, hablando en general, son muy grandes los que se les harian á los indios; primero, porque si los mudan á otra parte, es desterrallos de sus patrias, privalles y desterralles de sus tierras, obligalles á que dejen sus casas é iglesias y que hagan otros daños que no se pueden reparar en ninguna manera, porque el destierro de sus patrias y deudos es forzoso, el desamparo de sus tierras necesario, el haberles de dar justa recompensa imposible, porque el dia de hoy están repartidas todas las tierrás del reino, y es cierto que no se hallarán ningunas vacas para sitio de los dichos pueblos, labranzas y crianzas de los indios que en ellos se poblaren. Principalmente, que habiéndose de fundar cerca de los puestos y valles donde se siembran las tierras, las que hoy tienen dueño, y entiendo que no hay palmo della én el reino que esté sin él, las iglesias y sus casas, y gasto en pasarse y traginar sus mujeres é hijos, todo ha de ser á costa de los pobres indios, sino es que S. M. quisiere hacerlo y gastar en esto más de un millon. Item, es cosa sin duda que se acabarian los indios, sacándolos de su natural y siendo fuerza en muchas partes para conseguir el intento dicho, pasar los de la sierra á los llanos, como se ha de hacer en Lima, que todo su servicio le tiene de la sierra, es cierto que les es dañosísimo á los indios, y en este reino en pocas leguas, es tanta la desigualdad de los temples, que en más o menos frio, más o menos calor, se experimentan extremos. Item, seria despoblar

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