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laureolas de bachilleres, licenciados, maestros y doctores, quienes en artes, quienes en cánones, quienes en sagrada teología. En nuestro colegio de Concepcion las clases de estas ciencias mayores rivalizaban con las del colegio de Santiago; pero no se le igualaban del todo, por escoger siempre los Provinciales á los mejores profesores para el último, á fin de mantener el buen crédito de su universidad. Con todo, hablando de ellas el P. Bartolomé Lobel en su citada carta, dice que no eran inferiores á las de nuestros colegios de Alemania: y aunque no calificase de un modo tan honorífico sus clases de latinidad, confiesa, sin embargo, que nuestros alumnos, á los dos años de asistir á ellas, sabian tanto latin como los del sexto año en Alemania, lo cual supone en unos y otros igual aprovechamiento; y que al pasar al curso de filosofia, escribian calamo currenti en castellano lo que su profesor les dictaba en latin. El mismo P. no elogia menos los progresos que hacian en su educacion religiosa; y los confirma con advertir que muchos de ellos abrazaban el estado religioso, especialmente en nuestra Compañia; motivo por el cual era tan crecido en ella el número de criollos.

4. Contando el P. Provincial con tan poderosos elementos y bellas disposiciones, y siguiendo los impulsos de su carácter activo y emprendedor, llevó adelante con éxito feliz las obras comenzadas, y emprendió otras no menos gloriosas, con que explayar el vigor de su naciente Provincia. Una de aquellas era la iglesia del colegio de S. Miguel, cuyos trabajos marchaban lentamente, por hacerse con sus propios recursos, á causa de ser muy pocas las limosnas que á este objeto se recogian. Para aumentarlos, pues, y minorar los gastos compró en dos mil y cien pesos, por el año de 1683, la hacienda (1) de la Calera, llamada así por la mucha piedra de cal que en sus cerros contenia. Hasta entonces la habian sacado de su hacienda del Chequen, del sitio denominado actualmente el cerrito de Mena, la cual no era de tan buena calidad (2). Poco tiempo despues compró á los PP. de S. Agustin un potrero de cuatro cientas cuadras planas, contiguo á dicha hacienda; el cual le costó á doce reales cuadra, pagaderos en cal de la que se sacaba de la Calera, á razon de catorce reales la fanega (+).

5. Los jesuitas supieron explotar con tal acierto este producto de su nueva hacienda, que en 1689 ya habian pagado mil ochocientos pesos á cuenta de ella (3). Al mismo tiempo vendian cal á los vecinos; cosa que podian hacer canónicamente: y satisfechos con su producto los gastos de explotacion, proveian á su colegio de la inmensa cantidad que necesitaban para su iglesia, que se trabajaba toda de piedra, cal y ladrillo, proporcionándole así un grande ahorro, equivalente á otra tanta entrada; sin contar la cantidad de frutos que sacarian, para la manutencion de los peones y de los nuestros. Otra circunstancia bien notable de esta compra fué que, no teniendo el colegio fon

(1) Archivo del ministerio del interior.-(2) Documento de propiedad del mayorazgo Ruiz Tagle.-(+) Esto habrá dado ocasion á la anécdota de que los jesuitas habian comprado la Calera á los mercedarios con la misma cal que la hacienda producia.-(3) Archivo del ministerio del interior.

sus comunicaciones por mar, y mucho más por tierra, á causa del desierto de Atacama, que dividia la jurisdiccion de estos dos Reinos, cosas eran que reclamaban imperiosamente que fuese elevada al fin á Provincia independiente. La Compañía de Jesús tenia en Chile cinco colegios (1) y un (2) convictorio, para la formacion y estudios de sus H. escolares, y de los jóvenes externos; un noviciado, y además, casa de tercera probacion; tres colegios incoados (3); dos residencias (4); cuatro misiones (5) adjuntas á colegios ó residencias; y otras cinco (6) simples misiones; con ciento catorce sujetos, setenta y cuatro de los cuales eran sacerdotes y los demás H. estudiantes y coadjutores (7). Y si bien es verdad que muchos de estos sujetos eran venidos de España y veinticuatro del extranjero (8), casi la mitad eran criollos, nacidos y educados en este mismo país. Pero despues llegó de Europa el P. Adamo, que, habiendo ido de procurador á Roma y conseguido del P. General la ereccion de esta Provincia, trajo un buen número de sujetos, aunque no tantos como deseaba su Paternidad (+), con el objeto de promover con mayor eficacia los progresos de ella.

2. Sus colegios no poseian grandes bienes de fortuna; pero tenian las entradas suficientes para mantenerse parcamente (++), desempeñar sus cargas y emprender obras de mérito, con que promover el culto divino y el adelanto del país. Entre sus hijos habia hombres eminentes en todas las ciencias y en muchas artes; los cuales desempeñaban con honor las cátedras de su universidad y de sus colegios, el púlpito y los demás ministerios propios de su estado, así en las ciudades, como en las misiones; varones laboriosos é impertérritos, á quienes no arredraban los trabajos ni los peligros cuando se interponia la gloria de Dios ó la reduccion de los indios. En vista de tantos elementos de vida, y de vida varonil, juzgó el P. Cárlos Noyelle, General de la Compañía, que esta bien podia tenerla propia en Chile, sin más dependencia que de su Paternidad y de sus sucesores; y por lo tanto decretó que se erigiese esta Provincia, nombrando por su primer Provincial al P. Antonio Aleman, quien fué instalado en su nuevo cargo este año de 1683.

3. Su primera diligencia fué visitar todas sus casas, colegios y misiones; y se congratuló en gran manera al ver que en todas partes florecia la observancia de las reglas, se guardaba rigurosamente la disciplina religiosa, y habia constante aplicacion à los sagrados ministerios. No menos le consoló el buen pié en que estaban los estudios. En Santiago no solo los vió con gran crédito y singular esplendor, sino que tambien pudo contemplar con gran satisfaccion suya á muchos de nuestros alumnos coronados con las entonces tan apreciadas

(1) Dos en Santiago, á saber, el de S. Miguel y el de S. Pablo; uno en Concepcion, otro en Mendoza, y otro en Bucalemu.-(2) El de S. Javier en Santiago.-(3) En la Serena, BuenaEsperanza y Castro.—(1) Arauco y Valdivia.—(5) En Buena-Esperanza y Castro, Arauco y Valdivia.-(6) En S. Cristóbal, Sta. Fe, Sta. Juana, Puren y Bajo Tolten.-(7) Archivo del ministerio del interior. Presentacion del P. Antonio Aleman.-(8) Carta del P. Lobet publicada en el New-Welbot.-(+) Tengo en mi poder su carta autógrafa relativa á este asunto. -(++) Segun escribia el P. Lobet el año 1688 á su Provincial de Alemania en la carta arriba citada, en ninguno de ellos habia una sola vidriera.

laureolas de bachilleres, licenciados, maestros y doctores, quienes en artes, quienes en cánones, quienes en sagrada teología. En nuestro colegio de Concepcion las clases de estas ciencias mayores rivalizaban con las del colegio de Santiago; pero no se le igualaban del todo, por escoger siempre los Provinciales á los mejores profesores para el último, á fin de mantener el buen crédito de su universidad. Con todo, hablando de ellas el P. Bartolomé Lobel en su citada carta, dice que no eran inferiores á las de nuestros colegios de Alemania: y aunque no calificase de un modo tan honorífico sus clases de latinidad, confiesa, sin embargo, que nuestros alumnos, á los dos años de asistir á ellas, sabian tanto latin como los del sexto año en Alemania, lo cual supone en unos y otros igual aprovechamiento; y que al pasar al curso de filosofía, escribian calamo currenti en castellano lo que su profesor les dictaba en latin. El mismo P. no elogia menos los progresos que hacian en su educacion religiosa; y los confirma con advertir que muchos de ellos abrazaban el estado religioso, especialmente en nuestra Compañia; motivo por el cual era tan crecido en ella el número de criollos.

4. Contando el P. Provincial con tan poderosos elementos y bellas disposiciones, y siguiendo los impulsos de su carácter activo y emprendedor, llevó adelante con éxito feliz las obras comenzadas, y emprendió otras no menos gloriosas, con que explayar el vigor de su naciente Provincia. Una de aquellas era la iglesia del colegio de S. Miguel, cuyos trabajos marchaban lentamente, por hacerse con sus propios recursos, á causa de ser muy pocas las limosnas que á este objeto se recogian. Para aumentarlos, pues, y minorar los gastos compró en dos mil y cien pesos, por el año de 1683, la hacienda (1) de la Calera, llamada así por la mucha piedra de cal que en sus cerros contenia. Hasta entonces la habian sacado de su hacienda del Chequen, del sitio denominado actualmente el cerrito de Mena, la cual no era de tan buena calidad (2). Poco tiempo despues compró á los PP. de S. Agustin un potrero de cuatro cientas cuadras planas, contiguo á dicha hacienda; el cual le costó á doce reales cuadra, pagaderos en cal de la que se sacaba de la Calera, á razon de catorce reales la fanega (+).

5. Los jesuitas supieron explotar con tal acierto este producto de su nueva hacienda, que en 1689 ya habian pagado mil ochocientos pesos á cuenta de ella (3). Al mismo tiempo vendian cal á los vecinos; cosa que podian hacer canónicamente: y satisfechos con su producto los gastos de explotacion, proveian á su colegio de la inmensa cantidad que necesitaban para su iglesia, que se trabajaba toda de piedra, cal y ladrillo, proporcionándole así un grande ahorro, equivalente á otra tanta entrada; sin contar la cantidad de frutos que sacarian, para la manutencion de los peones y de los nuestros. Otra circunstancia bien notable de esta compra fué que, no teniendo el colegio fon

(1) Archivo del ministerio del interior.-(2) Documento de propiedad del mayorazgo Ruiz Tagle.-(+) Esto habrá dado ocasion à la anécdota de que los jesuitas habian comprado la Calera á los mercedarios con la misma cal que la hacienda producia.-(3) Archivo del ministerio del interior.

dos para ella, ni tal vez crédito suficiente, el P. Aleman la compró con los fondos, ó más bien con el crédito de la Provincia; pero expresando cómo era para fomentar la construccion de dicha iglesia.

6. En el año siguiente, por caminos inesperados, logró instalar una nueva mision para unos indios, cuya conversion los PP. deseaban setenta y siete años hacia, sin que hasta entonces hubiesen hallado medios oportunos para dedicarse á ella. Estos indios eran los de la Mocha (1); isla que se halla situada casi en la embocadura del rio Tirúa en los 74° de longitud oeste de Greenvich, y 38° 22′ latitud sur, á unas catorce leguas de la embocadura del rio Imperial; en razon de lo cual, y de un regular desembarcadero que hay en ella, es un punto muy importante de esta costa. A causa de la invasion de los piratas holandeses en 1643, de las hechas por los ingleses en 1671 y 1680, y de las que ahora se iban á repetir, receló el gobierno de Chile que algun pueblo ó buque extranjero se apoderase de ella, así para proveerse de recursos de boca, que allí abundaban, como para hostilizar desde la misma las posesiones españolas, y favorecer las rebeliones de los indios. Por lo cual, determinó que los naturales la abandonasen completamente; asignándoles en compensacion de lo que perdian, terrenos suficientes en la orilla boreal del Biobio, un poco arriba de Chepe, á tres leguas y media de Penco.

7. La principal dificultad estaba en hacer que los isleños se resignasen á esta traslacion, para la cual habria, por ventura, bastado la fuerza física del gobierno; pero no para consolidarla y evitar sus funestas consecuencias, si no iba acompañada de una fuerza moral de un temple superior. A haber sido trasladados los indígenas violentamente, bien pronto se habrian fugado de su nueva mansion, habrian repasado el Biobio, y probablemente esto solo habria causado una alarma general en el país. Al referir el viaje de los primeros misioneros á Chiloé en el año 1608, dijimos que habian visitado esta isla los Padres Venegas y Ferrufino, y que habian hallado muy bien dispuestos a los naturales de ella. Otras varias veces los visitaron otros PP., hallando de ordinario sus personas y doctrinas muy buena acogida entre aquellos sencillos isleños.

8. Por estos antecedentes, y por conocer el Gobernador el ascendiente que los de la Compañía tenian sobre los indios, les confió el cuidado de manifestarles la necesidad de esta traslacion, y las ventajas que á los mismos isleños les redundarian, recibiendo en cambio casas y fértiles terrenos en las inmediaciones de Penco; donde, libres de toda encomienda y estando en cabeza del Rey, serian instruidos y educados en nuestra santa religion, logrando de esta manera grandes bienes corporales y espirituales (2). Los PP. asumieron con gusto esta árdua y peligrosa comision, y la desempeñaron con felicidad. Los isleños se allanaron á pasar al sitio que se les destinaba, trasladándose seiscientos y cincuenta indios, con todos sus ganados y cortos haberes, sin quedar ninguno en la Mocha. El lugar de su nueva residencia lo llamaron la Mo

(1) P. Olivares, cap. XVII, § 2.-(2) Carballo.

chita: nombre que todavía dan los indios à la ciudad de Concepcion, por haber sido trasladada en 1764 á media legua de ella la antigua ciudad de Penco.

9. Para que jamás quedaran estos desatendidos ó mal cuidados, fué fundada jurídicamente para ellos una mision en 20 de Abril de 1687 por acuerdo de los ministros de la real hacienda, señalando quinientos pesos del real situado para la sustentacion de un misionero; y el Rey lo aprobó por cédula del 15 de Octubre de 1696 (1). La Compañía aceptó esta fundacion; y aunque el sínodo era tan solo para un misionero, todavía, por no ser decoroso ni conforme á nuestro modo de vivir que esté un P. solo, los superiores pusieron allí dos PP.; quienes en poco tiempo instruyeron á aquellos sencillos indios, los bautizaron y los redujeron á un método de vida verdaderamente cristiana; logrando desterrar de entre ellos la poligamia y otros vicios y supersticiones profundamente arraigados, como tantas veces lo hemos dicho, en los individuos de su raza (2). Asistian tambien nuestros dos misioneros à muchos españoles avecindados en aquellos contornos; y para administrar con más decoro los santos sacramentos, y celebrar con mayor provecho de todos los divinos misterios y los demás actos de religion, levantaron una capilla muy capaz y aseada, dedicada al glorioso patriarca S. José, por ser este el patrono de Garro. El altar en que se colocó la devota imágen del santo patriarca, era muy hermoso; y aquella mision se denominó desde entonces, S. José de la Mocha. En las demás misiones se trabajaba con celo, aprovechándose los activos misioneros de la paz y tranquilidad públicas, para procurar la conversion de los infieles y el mejoramiento de los ya convertidos.

10. En Chiloé, no satisfechos los PP. de Castro con recorrer anualmente las ochenta y tres capillas, construidas por su buena diligencia en diversas islas de aquel archipiélago, ni con surcar de continuo aquellos mares en auxilio de los enfermos, repetian de vez en cuando sus excursiones por los archipiélagos de Guaitecas y de los Chonos. Informado de ello el Rey de España, ordenó al Gobernador y demás autoridades de Chiloé, por una cédula (3) que se recibió en el año 1685, que diesen á los de la Compañía bogadores de los indios no encomendados, es decir, de los que estaban en cabeza de su real Majestad, siempre y cuando ellos los necesitasen para el desempeño de sus sagrados ministerios. He aquí un nuevo testimonio del aprecio que de los jesuitas hacia el Soberano español, y del eficaz deseo que tenia de cooperar á sus trabajos en favor de estos sus amados isleños. ¡Ojalá que sus ministros en estas remotas regiones hubiesen seguido constantemente su laudable ejemplo! Pero más de una vez hicieron lo contrario; ya por mala voluntad, ya por un exceso de economía, ya por razones de Estado, que unas veces serian justas en sí mismas, y otras, y serian las más, tan solo en su imaginacion.

11. Por razon de Estado, en efecto, se deshizo la mision de Calihuaca, que, con el objeto de predicar á los puelches y pehuenches, y abrirse paso á

(1) P. Olivares, cap. xvII, § 2, pag. 471.—(2) P. Olivares, cap. xvII, § 2.—(3) En el archivo del ministerio del interior hay copia de ella.

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