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estarse celebrando la fiesta del Corpus Christi. Nada encontramos en las crónicas del siglo XIV que justifique esta tradición. Sin embargo, escritores muy notables no se han desdeñado de acogerla como corre por las gentes del pueblo, y nosotros siguiendo esta corriente la referiremos tal y cómo la encontramos. Hela aquí:

Desde muy antiguo que, al decir de una leyenda extremeña, había en Badajoz la tradicional costumbre de hacer prece der la procesión del Santisimo Corpus Christi (1), de un hom bre conduciendo una enorme caldera de hierro, llamada por el vulgo la caldera del portugués (2), mientras que la misma solemnidad se celebraba por los portugueses en la ciudad de Elvas, pueblo distante de Badajoz 18 kilómetros, siguiendo á una bandera española llamada comunmente El Estandarte de Bada joz (3). Y estas antiguas costumbres, que apenas si recuerdan ambos pueblos limítrofes, y si las recuerdan es de una manera extraña y desfigurada, tienen su origen en un suceso tan raro como original.

Las fiestas celebradas en Badajoz á la segunda mitad del

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(1) El papa Urbano IV instituyó esta fiesta y la del Sagrado Corazón de Jesús como las mayores de la Iglesia Católica en el año de 1264, y Clemente V declaró obligatoria su observancia en principios del siglo xv.

(2) Dícese, no sabemos con qué fundamento, que esta caldera se custodiaba hasta el siglo XVI en el Ayuntamiento de Badajoz. Nosotros no hemos encontrado documento que justifique esta aserción, pero sabemos que en el antiguo edificio del Ayuntamiento de aquella ciudad, levantado en principios del siglo xvi cuando se hicieron las casas y portales de la llamada Plaza Alta, en uno de cuyos frentes estaba situado el referido edificio, al costado iquierdo del llamado Peso-Real, había en su piso bajo una habitación llamada de la caldera del portugués.

(3) Un escritor portugués, Neves e Mello, cuenta, sobre lo acaecido con este estandarte, lo siguiente:

<< Foi uso por muitos annos, depois da tragica aventura que referimos (la del >>robo de la bandera de Badajoz) mostrar-se no dia dá procissão do Corpus Christi >>o estandarte hespanhol na fortaleza d' Elvas, e na praza de Badajoz tangian (toca>>ban) uma caldeira de cobre em commemoração do desgraciado fin que teve o ca>>valleiro...>>

Otros escritores portugueses, y entre ellos nuestro amigo el señor Vilhena e Barbosa, haciéndose eco de esta tradición, la cuentan de distinto modo que Neves e Mello, aunque todos reconocen el hecho principal que da origen al recuerdo histórico del Estandarte español y la Caldera del portugués.

siglo xiv, el día de la solemne procesión del Santísimo Corpus Christi (1), eran cosa digna de verse, si hemos de creer cuanto hasta nosotros ha llegado de la antigua tradición que nos ocupa.

Y después de la extraordinaria pompa del culto religioso que los vecinos de fuera y dentro del Castillo tributaban, como buenos católicos, al cuerpo de Dios, las músicas, danzas, cabalgatas, juegos de cintas y cañas, danzas, representaciones de autos y farsas sacramentales y otros alegres entretenimientos, como el de correr lanzas y toros, no era acaso lo que menos hacía llamar en tropel á las gentes de las aldeas y pueblos cer canos al almenado Castillo, alcázar principal y asiento otras veces de los reyes árabes de la Lusitania y del Algarve.

>Los buenos portugueses de aquella época, olvidando por un momento las eternas rivalidades que de siempre los desunían con los turbulentos españoles, atravesaban en aquel día alegremente la frontera (2), sin recordar siquiera que algunas veces la habían pasado en són de guerra, para medir sus valerosas armas con las no menos temibles de los intrépidos castellanos.

Entre los muchos festejos que en Badajoz tenían lugar en aquella fiesta, había predilección por las farsas y representaciones (3) y por carreras de caballos, habiéndose creado un buen

(1) Salía de la iglesia parroquial denominada Santa María del Castillo, antiguamente Catedral, y venía de tránsito á la entonces moderna catedral del obispado Pacense, templo levantado sobre los cimientos de una mezquita árabe convertida, como hemos dicho ya, en iglesia católica, bajo la advocación de San Juan Bautista.

(2) La frontera dista de Elvas sólo doce kilómetros y seis de Badajoz, y la forma el pequeño río denominado Caya, por el cual dice un poeta, también de Badajoz, Barrantes, lo siguiente:

«¡Vedle! Pasó.-Es el Caya,

que apenas moja la abrasada tierra
con las campiñas portuguesas raya
y las campiñas españolas cierra.»>

(3) Para las fiestas de 1531, escribió el poeta D. Diego Sánchez de Badajoz, denominado El Bachiller, canónigo después de aquella catedral, y antes párroco de Talavera, varias obras, como fucron La Farsa Teologal, La Farsa de Navidad y la del Santisimo Sacramento. En las obras poéticas de este vate aparecen multi

premio para el caballero que diese mayor número de vueltas al rededor de un círculo anteriormente demarcado, sustentando en la mano derecha el pesado estandarte de la ciudad, con cuya insignia las huestes cristianas entraron victoriosas en Badajoz cuando lo ganaron á los sectarios de Mahoma.

> Aquella función, cuando las luchas de destreza y de fuerza entretenían á la nobleza y causaban el encanto del populacho embrutecido por la guerra en que le hacían servir los señores, era

tud de autos y faras escritas probablemente para las fiestas de este día, pues en todas las catedrales se celebraban de igual manera. Sabemos por los Códices de las de Gerona y Barcelona que los asuntos tratados en la primera época eran, entre otros, El sueño y la venta de José, El sacrificio de Isaac, La Anunciación de la Virgen Santa Eulalia con sus compañeras, etc. En Sevilla, durante el primer tercio del siglo XVI, se representaban los autos Adán y Eva, La Epiphania, El descendimiento de la Cruz, Lo de la conversión de Constantino cuando mandó soltar los niños, La invención de la Cruz, El juicio (con Paraíso é infierno) y algún otro.

En 1532 había diferencias entre los dos Cabildos sobre la forma de proceder en la fiesta del Corpus, con cuyo motivo nombró la ciudad á los señores Conde de Gelves y Hernán Darias, alguacil mayor, y Pedro Suárez de Castilla y F. de Alcázar; los cuales unidos á los que el Cabildo Catedral eligió, que fueron los señores D. Juan Ruiz de Baeza, chantre, el licenciado Puerta, arcediano de Reina, Pedro Pinelo y el maestro Suero, canónigo, y bajo la presidencia del señor cardenal don Alonso Manrique, arzobispo de Sevilla, acordaron en el mes de Abril del citado año el orden que se había de guardar en la procesión.

En este acuerdo se dispone, entre otras cosas:

«Que luego vayan las cofradías y oficios con su cera, pendones y música, cada uno la que pudiere haber por la orden, que suelen ir sin memorias ni danzas de espadas. >>

Y más adelante:

«Que señalen lugares donde se hacen las representaciones. Los autos que parece se pueden representar son los siguientes:

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5.° Lo de la conversión de Constantino cuando mandó sollar los Niños.

6. El juicio, con paraiso é infierno.

7. Y véase si se podrá hacer la Ascensión, y también véase si se podrá hacer la immición del Spiritu Santo.»

«Con cada representación de las susodichas ha de venir su Memoria ó Danza de las que suelen traer los oficiales.»>

«Otro sí, que de cada oficio vayan bastantes personas para los regir y hacer andar y que con cada una representación vaya un alguacil.» (Lib. 12 de Autos del Cabildo Catedral, Pág. 150 v.)

siempre por nobles y plebeyos deseada, y fué también la en que tuvo origen la tradición que nos ocupa.

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En el año 1384, en la víspera de la festiva romería de Badajoz, hallábanse reunidos varios jóvenes en la sala de armas del gobernador de la ciudad de Elvas. Uno de ellos, llamado Juan Páez Gago, sobrino del gobernador, y acaso el más temerario, sino el más valiente, concibió el arrojo de hacer una apuesta con sus compañeros sobre coger la bandera española ó estandarte de Badajoz, y traerla dentro de los muros de la ciudad portuguesa.

El intrépido y atrevido portugués llegó al siguiente día á Badajoz, consiguiendo entrar con otros caballeros en las funciones; y al tomar parte en las corridas de caballos, empuñó, cuan. do le tocó en suerte, el glorioso estandarte, dando con él la primera vuelta á todo galopar de su fogcso caballo; después dió la segunda con no menos brío, y á la tercera, en vez de volver á la estacada, dónde las gentes presenciaban el espectáculo, emprendió una precipitada carrera en dirección á Portugal, y huyó gritando:-¡O estandarte levo!... ¡O estandarte levo!>

Quedaron todos los españoles atónitos y sin poder tomar decisión por el primer momento. Recuperada en breve la serenidad y la energía, momentáneamente perdida, partieron á todo galopar trece caballeros en seguimiento del osado portugués galopando á más y mejor, movidos por el vehemente deseo de la venganza de hecho tan ruin; pero el portugués llevaba gran delantera, y animado ya por el corto espacio que le separaba de Elvas tomó la dirección de una de sus puertas acosando á su caballo para más pronto entrar en la plaza; mas por desgracia suya, estaba levantado el puente levadizo. Entonces, cubierto él de sudor, y su fogoso caballo de espuma, se dirigió á otra puerta, pero estaba también levantado el puente levadizo: como por la anterior, le era vedado el tránsito á la plaza.

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› Y era que el gobernador de ella había visto á gran número de españoles galopar en dirección á Elvas, y por temor al peli

gro, á causa del hecho cometido por el intrépido portugués, mandó cerrar las puertas de la ciudad.

Viendo indignado el valeroso Juan Páez Gago que en breve le alcanzarían las espadas y lanzas enemigas, no temió su vida, y arrojando el glorioso estandarte por cima de las murallas, exclamó cayendo sobre su rendido caballo en el foso: ¡Morra o home!... ¡Fique a fama!....

> Entonces se lanzaron sobre él todos los españoles, hiriéronle en su cuerpo con espadas y lanzas, le llevaron á Badajoz, donde le dieron muerte arrojándolo en una caldera de aceite hirviendo..

Tal es la tradición.

Por este suceso, sin duda, hasta muchos años después de esta trágica aventura se llevaba delante de la procesión del Santisimo Corpus Christi, en Badajoz, una caldera, mientras que en Elvas se conducía el estandarte castellano (1).

Varias leyendas hemos consultado sobre este triste suceso, y todas cortadas casi por igual pluma. Nosotros, no obstante, nada hemos podido hallar en crónicas ni manuscritos que justifique la autenticidad que quisiéramos dar, robusteciendo antiguas tradiciones, á esta leyenda (2), que á ser cierta como es posible cuando plumas de autores acreditados no se han desdeñado en aceptarla, no ha sido lo más justo que la historia olvide este hecho, ni el nombre de los trece castellanos que prendieron al portugués, para dar muerte á un valiente que bien merecía mejor premio por aventura tan arrojada como la que él cometiera, digna sólo de los hombres del siglo XIV.

(1) Las armas de Elvas están formadas por un escudo con las quinas portuguesas, y en el centro un caballero con un estandarte desplegado.

(2) Hemos examinado los archivos del Ayuntamiento de Elvas, como los de Badajoz, y nada hemos encontrado sobre este suceso que multitud de portugueses han celebrado en verso y prosa, sin que unos ni otros dén más luz que aquella que la antigüedad ha transmitido y el pueblo conservado, quizás aumentando ó disminuyendo los hechos; pero siempre conservando la esencia, principal objeto de esta tradición que nosotros transcribimos fielmente, como hasta nosotros ha llegado.

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