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CAPÍTULO III

Del nombre antiguo de Badajoz.

Fundación y vicisitudes de su obispado hasta el siglo XVI.-La Catedral de Badajoz.-San Sisenando, Santa Engracia y San Athon

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I

L nombre que tuvo Badajoz en los primitivos tiempos, concuerdan todos los autores en que fué el de Civitas Paces, así como en los tiempos romanos el de Paz Augusta; pero á la irrupción agarena se corrompió este nombre hasta componer el de hoy, Badajoz, no sin pasar por multitud de variantes. Badajoz, según algu

nos, es nombre árabe, Baladaix, que quiere decir tierra de sanidad, y, según otros, tierra de nogales. Se llamó por los árabes Bathaljus, nombre derivado del hebreo Gbat, que, según Josefo, significa Valle, y de Djevel, que equivale á Monte, por lo que Badajoz vale tanto como Monte del Valle. Pero entendemos harto caprichosas estas definiciones, que consideramos un tanto arbitrarias.

Baxaugus, le llamó Vaseo.
Badtaxos, Ginés de Sepúlveda.

Bathalios, Omari ben Mohamed.
Badallouce, Abi Mohamad.

Badalocio, Abdelmaliki.

Batalyos, Bal al doxi y Baldallaloz, los cronistas árabes de

Conde.

Batlios, algunos manuscritos de la Biblioteca Escurialense. Batalyaus, Almakarí, en la traducción de D. Pascual Ga

yangos.

Badalioz, la crónica de Alfonso VII, la Lusitana y la Conimbricense tercera.

Badalioth, el Cronicón Compostelano.

Badalocio, los Anales Complutenses y la Historia del arzobispo de Toledo don Rodrigo Jiménez.

Vadalozum, la Crónica de Lucas de Tuy.

Vadalocio, un privilegio de la Iglesia de Astorga, fechado en la era 1207, y citado por González Dávila.

Balladozo, los Anales Toledanos segundos.

Badalloz, un privilegio otorgado en la era 1293 á su Iglesia Catedral por D. Alfonso X, y citado por R. Dosma. Badalious, las Cantigas del Rey D. Alfonso el Sabio. Badajos, el poema de Alfonso XI.

Baldajoz, el Cronicón Burgense.

Badalouci, el Conimbricense primero y D. Alfonso X el

Sabio.

Badalouce, una Carta otorgada por D. Fernando de Portugal en la era 1417, y citada por el canónigo R. Dosma.

Badalhosue, el Conimbricense quinto.

Batalioz, la mayoría de los escritores del siglo IX.
Badajioz y Batalloutio, en el siglo XII.

Badaioz, Badallouce y Badallouco, en el siglo XIII; estos seis últimos nombres, encontrados por Fernández Guerra, en documentos que no conocemos, ni él cita.

Á la vista de todas estas denominaciones, que suman hasta 32, incluyendo la de Badaliauzu, no se podrá dudar que esta es una de tantas formas con que por la corrupción del lenguaje latino, los comienzos del romance castellano y otras varias causas se designó en los documentos de la Edad-media á la ciudad de Badajoz.

No falta quien le adjudica el nombre de Badia, pretendiendo que fué el mismo que tuvo en tiempo de los romanos. Pero esta población sitiada por Escipión, según refieren Valerio Máximo y Plutarco, parece aludir á la región de los Badios en Galicia, y en caso de traerla á las orillas del Guadiana, no podríamos prescindir de identificarla con la mansión Budua del Itinerario de Antonino Pío, enclavada hacia la ermita de Bótoa, y por tanto al Norte del río (1).

II

El obispado de Badajoz aparece fundado entre los primeros de España. Dosma y Delgado, como Suárez de Figueroa y cuantos escritores religiosos han tratado de él, lo remontan á la segunda mitad del siglo primero, demostrando con el catálogo

(1) Ciento cincuenta y dos millas señala este itinerario entre Lisba y Mérida, en esta forma:

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de sus 13 primeros prelados que citamos en el capítulo primero, que continuó sin interrupción en épocas sucesivas. No se acomodan con esta opinión los que quieren fundar un obispado muzárabe que no se remonta á más allá del siglo x. En un documento otorgado por el rey de León D. Ramiro II á la iglesia de Santiago, fechado en la era 970, que corresponde al año 932 de J. C., aparece entre los testigos uno que firma Julius Episcopus de Badaliaucu, y á este prelado le quieren hacer el primero de la Sede Pacense, sin tener en cuenta que éste era el XVI de los prelados que habían gobernado aquella iglesia, desde el año 64 en que la vemos regida por su obispo. Consta que san Apringio lo era de Badajoz en 525, pues de él escribe el mismo San Máximo, lo siguiente: Apringius Episcopus, Pacis Augusta, in Hispania nonprucul ab urbe Emerito; que Pax Anafiuvio apporita est. Esto es: Apringio, obispo de la ciudad de Badajoz, no lejos de la ciudad de Mérida, que Pax-Augusta fué llamada por Flavio.

Jorge Cardoso, escritor portugués, en su libro Agiologio Lusitano, á la pág. 24, t. I, trata de San Apringio, á quien hace el segundo de los prelados de Badajoz, ignorando acaso que antes que Apringio hubo cuatro obispos en la Iglesia Pacense.

El nombre de los primeros prelados nos lo comunica Dosma y Delgado por el epitafio sepulcral de Daniel, encontrado en Badajoz y conservado en el museo que guardaba en su propia casa (1). Decía así:

(1) «En mis casas (a) está una piedra blanca de sepultura, hallada cuando mi tío »Alvar Pérez Dosma, arcipreste de Cáceres, canónigo en esta iglesia las labraba en >>los solares de alrededor (h). Tiene doce versos latinos dodecasílabos acrósticos, >>en letras entre romanas y góticas....» Y después añade Dosma y Delgado, como expresando sus últimos deseos, que esta losa se coloque junto á su sepultura en la Catedral; que los versos tienen «faltas de ortografía, que hizo el simple oficial »que los esculpió»; que hay en ellos «algunas faltas en la cantidad de las sílabas,

(a) La primera de la calle de Moraleja, esquina á la Plaza de la Constitución, que forma el llamado Rincón de S. Blas.

(8) La casa inmediata, primera de la calle de S. Blas, pocos años hace derribada para edificar la moderna propiedad del Sr. Rincón.

DESERIT FUNERA: DANIEL ORRIDA,
ALLETIS JUNGITUR, RITÉ CELESTIBUS,
NEXUS MILITIBUS, QUI FUIT OPTIMUS:
INMUNIS POPULIS AC VENERABILIS:

EN JACENT PR.ESULIS MEMBRA PURIFICI:
LISIMATHI ECCE, TESTAQUE CESPITE;
ESCEPTUS SPIRITUS ARCE DOMINICA.
PISCATORT OBIJT PRILULA FERITUS.
CORUSCO FRUITUR COELITUS GAUDIO,
OBTUTU DOMINI; MENSE JANUARIO

PRECEPS DUCITUR, ERÆ MILLESSIMO

IN ET TRICESIMO, BIS QUATER ADDITO.

Aparecen, pues, los nombres de Daniel I, Alletis, Inmune, Purifico, Sysimato, Prilula y Daniel II, que suman por todos siete prelados, y todos ellos figuran entre los 13 nombres ya citados en el capítulo primero (1). En el siglo Ix sigue Isidoro Pacensi (el joven) que gobernaba la Sede en 840.

Dosma y Delgado, para diferenciarlo del de Sevilla, que llevaba igual nombre, le llamaba el menor. Fué uno de los escritores más notables del siglo Ix, como historiador. El célebre erudito y bibliófilo D. José Pellicer, en su curioso manuscrito (de nuestra propiedad) Observaciones á la antigüedad y autoridad del Cronicón de Dulcilio, cronista tolentino y obispo de Salamanca, en 873, dice á propósito de este célebre Cronicón, y refiriéndose á Isidoro, el XIV prelado Pacense, lo siguiente:

Fué su autor (Dulcilio) sin controversia alguna, el primero que escribió Historia Universal después de la Pérdida. Al me

>>como entonces declinaba la lengua latina»; y en fin, que está «escrita en letras >>entre romanas y góticas». (Discursos Patrios, pág. 121 de la edición moderna.)

(1) D. Matías R. Martinez, en su trabajo titulado El Obispado Muzárabe de Badajoz, no se conforma con el sentido que da Dosma y Delgado á la lápida anterior, y la traduce de este modo: «Daniel, que fué muy bueno, privilegiado y vene»rable en (con ó para) los pueblos, deja los severos funerales y se junta á los muer>>tos, asociados ritualmente á las milicias celestiales. Aquí yacen los restos del »cadáver purísimo del Obispo: y he aquí que echada la tierra, es recibido su espí»ritu en la mansión divina. El Pecador murió herido de flecha (ó en motín). Disfru>>ta en el cielo de un gozo resplandeciente en presencia del Señor. Es arrebatado en el mes de Enero, era de mil y treinta y ocho.»><

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