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que el rey D. Alfonso X el Sabio hizo donaciones y permitió que otros también las hicieran para construir y dotar la nueva iglesia. Los obispos, por otra parte, concedieron multitud de indulgencias á los que se interesaran por las obras, que á pesar de tantos esfuerzos duraron hasta últimos del siglo xv y en rigor hasta mediados del siguiente, pudiendo decirse que esta catedral ha tardado en levantarse tres centuras y media.

En 1509 mandó el prelado D. Alfonso Manrique que se hiciese á su costa el claustro, cuyas obras se terminaron en 1520, ostentando sus escudos de armas por dentro y fuera de la portada.

El obispo D. Alfonso Manrique, en vista de sus grandes servicios y de su vasto talento fué nombrado arzobispo de Sevilla en 1523, pero como profesaba gran cariño á Badajoz y á su iglesia, volvió después y consagró la primera campana grande de la catedral, de la que fué padrino el conde de Cabra. Ésta se inutilizó en el siglo pasado (1719).

El obispo Fr. Jerónimo Rodríguez de Valderas, hizo muchas donaciones á la catedral, entre las que se recuerda el retablo del altar mayor de la capilla del Sagrario.

El ilustre prelado D. Juan Marín del Rodezno fué uno de los que más contribuyeron al engrandecimiento de la Catedral. Son innumerables las obras que se llevaron á cabo en este templo, costeadas de su peculio particular.

En la capilla de la Magdalena existe un magnífico sepulcro de mármol, sostenido por tres leones, al lado de la Epístola. Allí se guardan sus restos. También se ostentan los escudos de armas del fundador (1).

(1) Un letrero que había en la capilla de la Magdalena decía así:

«El ilustre Sr. D. Juan Marín del Rodezno, obispo de esta diócesis, á sus ex»pensas, mandó hacer en esta iglesia la capilla mayor, presbiterio, colaterales, >>sacristía principal y cajones de ella, el oratorio, la capilla de Santa María Magda»>lena con su sepulcro de mármol, esta sacristía copiosamente adornada, el panteón »y entierro de los señores obispos y prebendados, la capilla del Santo Cristo con >>otro panteón, cuartos para los sacristanes, bodegas y oficinas, dos salas capitu

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El obispo D. Manuel Pérez Minayo también hizo notables donaciones, entre las que se pueden contar los bancos de los caperos, forrados de terciopelo carmesí con galón de oro; el dorado de los dos órganos pequeños, con sus tribunas; un rico terno de tisú blanco valenciano, guarnecido de galón y fleco de oro; los balcones que vienen desde el órgano grande á los pe. queños. Los enlosados, asiento y todo lo de albañilería, con lo anterior relacionado, fueron obras cuyo coste ascendió á 160,215 reales, que de primera intención regaló á la Catedral.

Después mandó hacer la magnífica colgadura de terciopelo carmesí, con fleco, franja y galón de oro, que aún ostenta hoy la iglesia, cuyo coste, con la cornisa dorada, ascendió á 260,000 reales. Se estrenó en semana santa de 1767. En 7 de Diciembre, del mismo año, regaló el facístol del coro, que consiste en una hermosa águila de bronce dorado. Costó 16,000 reales, y fué hecha en Badajoz, en la platería de José Rivero, como asimismo cuatro cetros de plata para los caperos, que también regaló en 21 de Marzo de 1768: costaron 14,000 reales.

En Noviembre de 1770 dió otro lujoso terno de tisú encarnado, de lo más riquísimo que ha salido de las fábricas de Toledo, con otras prendas que tuvo el gusto que se hicieran en su palacio, costándole 30,000 reales: lo que regaló este prelado asciende á la suma de 466,215 reales. Murió Pérez Minayo,

»lares, osario, graneros, la efigie de San Juan Bautista colocada sobre la puerta >>principal, el enlosado de toda la iglesia, el de las capillas y sacristías, el enrejado >>sobredorado del coro, la crujía, la capilla mayor, el púlpito, las tribunas, un palio »de tela rica con diez varas de plata labrada y diez y seis campanitas de lo mismo, >>las tres cancelas de las tres puertas de la iglesia y otras muchas obras en ella.»>

A más de lo enumerado, mandó edificar los conventos de las Descalzas y Santa Catalina, así como la mayor parte de los arcos de la plaza alta é infinitas obras de menos precio.

El panteón, sacristía, capilla de la Magdalena, y Escuela práctica de maestros en el convento de Santa Catalina, ostentan aún las armas del benéfico fundador. Falleció en Badajoz el 12 de Enero de 1706, y sus restos descansan en la ya citada capilla de la Magdalena y en su magnífico sepulcro de mármol, sostenido por tres leones de piedra, al lado de la Epístola.

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el 28 de Setiembre de 1779, enterrándose en la catedral, al lado del altar de San Blas, donde tiene un modesto epitafio.

Pero, tiempo es que digamos al lector los objetos de arte que se guardan en este templo. En primer término está la sillería del coro, que según opinión de autorizados inteligentes, no hay otra mejor en España. Esta rica sillería y molduras son de roble artísticamente esculpido. Tiene 79 sillas y su escultura de medio relieve con estatuas de imágenes, medallones y arabescos, es de un mérito artístico digno de la observación por cuantos amen el arte. Se hizo en 1557 y quiere el erudito Fernández Guerra ver en su ejecución la mano del famoso Berruguete. El P. Fita dice que si no es obra de este artista, se debe á uno de sus mejores discípulos. El historiador Herculano, que tanto nombre goza en Portugal, y el anticuario Carderera, creen que sea de Berruguete.

Ocupa el coro la nave central, de las tres en que está dividida la iglesia, y en las laterales de las naves derecha é izquierda se distribuyen 12 capillas. Las mejores son las del Sagrario, la Magdalena y la del Baptisterio. En la de las Reliquias se guardan algunas de suma antigüedad. La lápida de bronce que cubre el sepulcro del Duque de Feria, donde está esculpido el valiente capitán de cuerpo entero y armado en traje de guerra, es obra notable. Este sepulcro está colocado en la capilla de los Duques, ó sea la segunda de la izquierda, entrando por la puerta principal. La lápida se labró en Italia, donde estuvo de embajador el Duque.

Los altares de San Blas y el de la Antigua son del siglo XVI. El retablo del altar mayor es de muy mal gusto. Se terminó en 1708. En él resaltan las estatuas de San Juan y la Concepción, que son dos esculturas muy correctas.

Los sepulcros de Dosma y Delgado, como los de algún obispo, no ofrecen importancia, porque se reducen simplemente á la inscripción sobre piedra del país.

Las capillas del claustro no ofrecen interés, pero los tapices

y pinturas de la sala Capitular no dejan de tenerlo. Los tapices, aunque se tienen como de Alberto Durero, no son suyos. Seguramente se fabricaron un siglo anterior al en que floreció este artista, que falleció en 1522. Son seguramente italianos, y antiguamente decoraban la capilla de los Duques de Feria. Suponemos que el Duque, enterrado en ella, sería el donante de estos tapices, que sin ser de gran mérito no dejan de tener importancia.

El cuadro de la Sacra Familia es del famoso Pedro Atanasio Bocanegra, como lo reza en su propia firma. Este artista era el mejor discípulo que contó Alonso Cano, y de aquí el atribuirle esta obra Ponz, Ceán Bermúdez y otros anticuarios.

Las andas de plata en que colocan la custodia durante las fiestas del Corpus es obra del hábil platero Juan de Arce.

Los cuadros de Morales, Murillo, Céspedes y Esquivel, aunque pocos, son muy buenos, y no dejan de tener mérito las copias de las obras del Ticiano, de Rivera y de Leonardo de Vinci, que se ven en la sacristía, en la Capitular, y en algunas capillas. Del maestro Morales es el San Dimas, en óvalo, del aparador de la izquierda del altar mayor. Parece increíble que habiendo sido este pintor maestro de la Catedral más de treinta años, no tenga en ésta más obra suya que el cuadro citado. Es bastante ya para conocer la escuela de su autor, que nació en Badajoz, en 1517, y murió en su patria, en 1586. Su maestro, Pedro Campaña, le enseñó el colorido, después de haber estudiado el dibujo con Pedro Rubiales, su paisano y amigo después, y de quien— ¡cosa extraña!—no se conoce una sola obra suya en Extremadura, cuando tantas dejó por Italia, y en Roma mayormente.

Luís de Morales, duro, incorrecto y nimio, interpretó, mejor que ningún otro artista de su siglo, el sentimiento, la finalidad, el concepto, mejor dicho, de sus tiempos. Se vivía cuando él pintaba para la Iglesia. El recogimiento del claustro; la vida · contemplativa de una celda; la austeridad del desierto dieron tono y vigor al misticismo que inspiraba á toda aquella socie

dad en que vivieron nuestros mayores. Morales fué intérprete de esa civilización mística, y en su paleta retrató el espíritu de sus tiempos. Nadie hasta él sintió la expresión de dolor que supo dar á sus Ecce-Homos; nadie como él interpretó el retrato de María Dolorosa. Rafael es más dulce, Juan de Juanes más inteligente; pero ninguno de los coloristas primitivos reune la unción religiosa, el sentimiento místico que Morales. Tuvo pocos discípulos; no formó escuela, ni le supieron imitar los que trataron de seguirle; porque al genio no se le sigue sin estar identificado de lo mismo que le inspira.

Rubiales, aunque más antiguo que Morales y como él también de Badajoz y pintor religioso, no se le parece en nada. Rubiales se fué á Italia sirviendo al duque de Feria, nuestro embajador, y en Roma estudió y en Roma pintó hasta su muerte, debiéndose á esta circunstancia el que su nombre no figure entre los cuadros que hay en su patria.

Cuatro tablas que existen en la sacristía de la catedral se atribuyen á Morales. Esto es una injuria que las gentes poco doctas en materia de arte quieren dirigir al pintor extremeño.

El retrato del obispo Marín del Rodezno, obra del pintor Mures (Francisco José), y que está bajo la Magdalena Ezquivel, es notable. No son peores los cuadros de Palomino, Mures (Alonso) y Estrada, que están en el sagrario.

IV

Pero unidos á esta catedral, que aunque modesta por su arquitectura y por las obras que encierra, es importante por su antiguedad; unidos, repetimos, á esta catedral, van los nombres de San Sisenando, Santa Engracia y San Athón. El primero, sacerdote ejemplar que supo ofrecer su sangre á Cristo en honor

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