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CAPÍTULO VIII

De las obras que se hicieron en Badajoz.-De los hermanos pintores Mures y Estradas.-El Príncipe de la Paz

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I

N 1743 se trajeron á Badajoz reliquias de San Athón, desde su tumba, en Pistoya (Italia), con cuyo motivo hubo grandes fiestas (1), y más tarde el obispo don Amador Malaquilla construía el nuevo edificio para alojar al Seminario Conciliar de San Athón. Las fiestas que ocasionaron en la ciudad la inauguración del nuevo edificio, instalado frente al convento de San Francisco (hoy plaza de Minayo), fueron suntuosas y tuvieron lugar del 18 al 22 de Octubre de 1754.

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(1) Una crónica de aquel tiempo refiere este hecho del modo siguiente: «Deseaba este cabildo lograr las de este Santo, obispo de Pistoya, natural de esta ciudad y canónigo de esta Santa Iglesia. Se le rezaba con oficio de doble menor, en virtud de breve de Su Santidad Paulo V, de 8 de Abril de 1614.

>>Hallábase en Roma de pretendiente el Dr. D. Fernando de la Bastida, presbíte

Carlos III mejoró después la población con obras de verdadera utilidad. Fué la primera la destinada á Hospital, mandado fabricar por R. O. del 12 de Abril de 1757, con protección del obispo D. Manuel Pérez Minayo, el cabildo catedral y el ilustre Ayuntamiento. Este prelado, que había gastado más de 600,000 reales en obras para la catedral, acabó de perpetuar su memo. ria construyendo á sus expensas todo el Real Hospicio del Campo de San Francisco, obra que costó más de millón y medio de reales. La capital le ha tributado hoy el homenaje de su recuerdo dándole al espacioso frente de donde está situado el Hospicio, el nombre de plaza de Minayo.

Es el Hospital-Casa-hospicio y Beneficencia, uno de los me

ro, vecino de Salvatierra, capellán que había sido del obispo D. Francisco Lebanto, y se le escribió para lograr el fin apetecido.

>>Se enviarsn cartas del obispo de esta ciudad y del cabildo, para el obispo y cabildo de Pistoya, y se consiguió una reliquia del cuerpo de San Atón, incorrupto después de 600 años.

>>Recogióla á su poder dicho D. Fernando de la Bastida en una caja primorosa, forrada por dentro de tela carmesí, de seda, y guarnecida con galón de oro, y por fuera con terciopelo carmesí y galón de oro. La reliquia fué extraída del brazo siniestro por el señor obispo de Pistoya. Venía la caja, cerrada, sellada y con su auténtica por dentro.

>>Hallábase vacante la canongía de Prior de esta Catedral por fallecimiento de D. Fernando Antonio Barrena, y el Papa proveyó esta Prebenda en D. Fernando de la Bastida, quien al retirarse para esta ciudad trajo la caja y reliquia personalmente, llegando aquí el 14 de Agosto de 1743.

>>Presentóse al obispo y dispuso abrir la caja con toda solemnidad. Dió parte á la ciudad, quien nombró comisarios que asistiesen, con dos capitulares que eligió el obispo, como testigos de mayor excepción.

>>La función se hizo el 17 de Agosto en la Sala Capitular baja, ante una concurrencia numerosa. Se extrajo la reliquia y se manifestó al concurso, tocándose á la vez las campanas de la catedral y todas las de la ciudad: acompañados de la música, se cantó la Antífona del Santo; su ilustrísima dijo la oración, y volvió la reliquia á su caja, cerrándola con la auténtica y dió su certificación.

»Se abrió después otra caja que también trajo de Roma el referido D. Fernando de la Bastida con las reliquias de San Marcos, San Marceliano, San Félix, papa, San Cosme y San Damián.

>>La de San Atón consistia en una pequeña tira del cutis y carne seca de la del Santo, la que debe hallarse en el convento de carmelitas descalzas de esta ciudad, donde la llevó el señor obispo Malaguilla para ser venerada por aquellas madres, hijas de Santa Teresa de Jesús.

>>Las cartas que vinieron del obispo y cabildo de Pistoya, están en latín y traducidas, y se hallan en sus legajos de á folio correspondientes.>>

jores montados de España, y honra mucho á la provincia de Badajoz el que lo sostenga con lujo.

Carlos III declaró legítimas también las ordenanzas municipales de Badajoz, sancionando en ellas ciertos y antiguos dere chos de sus vecinos, y en 1766 mandó construir el Parque de Artillería, edificado en la plaza de San Vicente bajo la dirección del entendido jefe de ingenieros D. Martín De Gabriel y Vilanova, nacido en Alcántara en 1721 y fallecido en Badajoz en 1786, según su lápida sepulcral que se lee en la parroquial de Santa María, antes convento de San Agustín.

II

Florecían á la sazón en Badajoz los hermanos Mures y los hermanos Estradas, casi á un mismo tiempo, todos pintores, y aunque no de primer orden, algunos de éstos llegaron á pintar muy regularmente. Alonso Mures había nacido en 1690. Fué militar en su juventud, estuvo en la guerra contra Portugal como capitán de coraza, y después se retiró enfermo de dolores y con una herida en el brazo izquierdo, cultivando la pintura.

Ceán Bermúdez (en su Diccionario, al tomo III y pág. 219), dice que fué llamado comunmente el Viejo, para distinguirle de sus hijos que también pintaron. Nació á fines del siglo XVII y falleció por los años de 61 del siglo XVIII. Ignoramos quién haya sido su maestro; mas sabemos que sus obras y la protección del obispo Malaguilla en aquella ciudad le dieron buen nombre y fama. Es cierto que estaba dotado de fecunda imaginación, que entendía el dibujo, que daba gracia á las figuras, que tenía fuego en la composición y fuerza del claro oscuro. Así lo publican los claustros de San Agustín y de San Francisco, y toda la obra de las carmelitas de Badajoz, siendo muy celebrado

sobre todos el San Francisco de Paula que está en la iglesia de los observantes de aquella ciudad.

pesar

Á de estos elogios de Ceán Bermúdez, Alonso Mures era un pintor muy inferior á su hijo Alonso Javier. El obispo D. Amador Merino de Malaguilla le protegió mucho; pero falto de buenos maestros y sin modelos que poder estudiar, no pudo jamás hacer obras buenas.

Murió en Badajoz en 1761, dejando tres hijos, todos pintores, Alonso Javier, Francisco María y Manuel.

Su hijo Alonso Javier de Mures y Marqués había nacido en 1711. En 1730 fué á Sevilla, donde estudió la pintura, no sabemos con qué maestros, aunque es de suponer que los que fuesen discípulos de Murillo, porque las obras que de Mures se conservan, que no son muchas por desgracia, ni tan conocidas como era de desear, son de la escuela de aquel famoso pintor sevillano, fama de sus tiempos y gloria de los presentes y venideros.

No se puede apreciar el mérito de este artista, ni se le pue. de estudiar en su conjunto sin visitar antes el convento de monjas de Santa Ana, en Badajoz, porque dentro de sus muros, esto es, en el patio interior, existe un claustro bajo pintado al fresco, obra admirable que revela el talento prodigioso de un ilustre extremeño que allá en los mediados del siglo XVIII, cuando la decadencia de las artes y de las letras, vivía en su patria haciendo cuadros tan notables como los dos grandes lienzos que están al lado de la Epístola uno y del Evangelio otro, en la hoy parroquia de Santa María y anteriormente convento de padres Agustinos, llevados allí al trasladarse el templo de la antigua iglesia de los padres jesuítas. Por cierto que el autor del Diccionario enciclopédico, siguiendo en esto á D. Pascual Madoz, atribuye estos dos lienzos á Luís Morales, como si éste hubiese pintado sobre tela, ni tuviese en sus cuadros alguna figura entera, ni en suma, se hubiera separado de su escuela, en la que era solo, puesto que sus discípulos ó imitadores apenas si han dejado rastro del pincel de su maestro, excepción hecha de

Juan Labrador, único pintor que supo seguir á tan inspirado co mo fecundo genio.

Pueden verse, además de las ya citadas, otras obras de este artista: varios retratos de los prelados pacenses, en la catedral de Badajoz; el Juicio final, en la parroquia de San Andrés, antiguo convento de Madre de Dios, así como también algunos otros cuadros harto suficientes para darle nombre al modesto artista que falleció en Badajoz en 1781, olvidado de propios y extraños, pues sus obras apenas si las conocen media docena de aficionados que por curiosidad las han reconocido tan pronto como el autor de estas líneas dió algunas noticias de Mures en un artículo biográfico que publicara en el núm. 18 de El Museo Extremeño.

Francisco María, su hermano, había nacido en 1728. De su padre, primero, y de su hermano, después, aprendió la pintura, logrando hacer mejores cuadros que su padre, aunque muy inferiores á los de su hermano Alonso Javier.

La iglesia de Santiago, que estaba en el castillo de Badajoz, conservó los bonitos frescos y algunos cuadros de este artista; y la capilla del duque de Badajoz, en Santa María la Real, también fué restaurada toda ella en 1754 por este artista, que apenas si ha dejado otros trabajos dignos de citarse. Aun estos mejores, de que hacemos mención, no existen hoy, porque la iglesia de Santiago fué destruída en 1811 para edificar la bate. ría de las Lágrimas, y la parroquia de Santa María la Real fué destruída en 1860 para edificar el hospital militar.

Don Francisco murió en 1784, en Badajoz, estando pintando un cuadro y los frescos para dos capillas del convento de monjas de Santa Lucía, de la misma ciudad.

Manuel, su hermano, el más joven, nació en 1734 y aprendió la pintura con los anteriores, pero nunca llegó á contar con una obra de mérito. Al menos las que de él conocemos son bien inferiores, especialmente una Virgen que terminó en 1763 y que hemos visto en poder de D. Jacobo Vegas, de Badajoz.

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