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MERIDA.-RESTOS DEL TEMPLO DE DIANA, HOY CASA DE LOS CONDES DE LOS CORBOS

tuna Viril,-la buena y otro en sitio diferente, consagrado á la Fortuna mala,-la Fatalidad. -También Emérita erigió templo á la Fortuna, si damos crédito á otra lápida encontrada en la calle de Baños, que contiene esta leyenda:

F. ATTIUS EMETRIUS

FORTUNE SACRUM
A. L.

Los historiadores Moreno de Vargas y Fernández Pérez, opinan de diverso modo al traducir la inscripción que antecede, suponiéndola epitafio sepulcral el primero, y votiva, ó dedicatoria, el segundo. Julio Acio Emetrio, sacerdote de la Fortuna, muerto á los 50 años, según Moreno de Vargas, ó Julio Acio, dedicador del templo que se supone, á la diosa Fortuna, de buena voluntad, ànimo libens, como interpreta las siglas ó ini. ciales Fernández Pérez; en cualquiera de los casos, sacerdote ó dedicador, resulta, que existió un templo de la diosa Fortuna en Mérida, cuya situación se ignora, pero de cuya construcción no cabe la menor duda. Si la inscripción fuera sepulcral, debiera contener las letras: D. M. S.-dioses manes sagrados, -que por lo regular, encabezan los epitafios correspondientes á aquella época.

Concuerdan todos con la traducción de Fernández Pérez, y en la existencia del templo emeritense á la Fortuna, como también parece lo hubo á Júpiter Olimpico.

En Terreaón, ocho leguas de Évora, se encontró una lápida que publica Andrés Resende en sus Antigüedades Lusitanas, con la siguiente inscripción, que reproduce Fernández Pérez, y traducimos nosotros:

A JÚPITER OPTIMO MÁXIMO
FLAVIA RUFINA, HIJA DE LUCIO,
NATURAL DE MÉRIDA, SACERDOTISA
DE LUSITANIA, Y DE LA COLONIA EME-
RITENSE, Y DEL MUNICIPIO SALACIENSE,
DEDICÓ, Y DONÓ ESTE TEMPLO.

Si la lápida que contiene esta inscripción se hubiera encontrado entre los vestigios de Mérida, existiría un dato para asegurar que contuvo su recinto edificio religioso destinado á Júpiter Olímpico. No obstante, dada la general veneración que inspiraba á los paganos esta deidad, es muy probable que Flavia Rufina, en su calidad de Flaminica, ó sacerdotisa de la colonia emeritense (1), hubiese ejercido sus funciones en un templo levantado en honor de Júpiter en la augusta población, y en donde, como cabeza de Lusitania, existieron otros muchos dedicados á divinidades de un rango inferior.

Con más razón podemos afirmar que lo hubo dedicado á Julia, madre de Tiberio, por más que se ignore el lugar donde se erigió, y aun se niegue nuestra afirmación por los historiadores de Mérida.

Tácito, el autor más autorizado entre los romanos, refiere que allá por el año 25 de J. C. fué á Roma una embajada de Emérita, á solicitar del emperador Tiberio se la permitiera edi ficar un templo á Julia, madre de éste y viuda de Augusto.

Quieren algunos que este templo levantado en la primera mitad del siglo primero de nuestra era, sea el mismo que se edificó con el nombre de la Concordia ó sea Augustal, sin tener en cuenta que este se levantó con anterioridad al de Julia, y como hemos dicho ya, por ocasión de haberse terminado las divisiones surgidas entre el Senado y el pueblo de Roma.

A Neptuno también se le elevó otro templo en Mérida. Prueba de ello la inscripción encontrada frente á la puerta de los Perdones de la parroquial de Santa María la Mayor, y que traducida dice así:

(1) La voz Flamen significa Sacerdote superior ó Jefe de los Sacerdotes, como Flaminia, Sacerdotisa de primer rango, ó superior dignidad entre las Sacerdotisas. Desde el reinado de Numa Pompilio en Roma, se dividieron estos sacerdotes en tres clases: quirinales, diales y marciales, esto es, de Rómulo, de Júpiter y de Marte. En Paz Augusta hubo Curia Pontifical, donde residía un Flamen, como se prueba por la lápida que damos en el cap. I.

FORTIBUS SACRUM

JULIA LUPA M. L.
V. S.

Esta votiva dedicada á Neptuno, que era el dios de las aguas (no sólo de las contenidas en las fuentes, sino de las que forma. ban los arroyos, ríos y mares), nos recuerda otra inscripción aparecida en 1849, antes de llegar al puente, y donde se hacía una dedicación á Neptuno, por la república ó municipio Emeritense. No se ha conservado esta inscripción porque la codicia de quien la encontró le impulsó á utilizar la piedra en una obra de la Plaza de la Constitución; pero no aventuraremos mucho al suponer que en Mérida hubo un templo á Neptuno, Dios de las aguas, y quizás levantado en las inmediaciones del puente que está sobre el Guadiana. Pero si hubiéramos de considerar que existieron tantos templos en la ciudad augusta por las piedras votivas en ella encontradas, lo cual dista mucho de nuestro ánimo, afirmaríamos que Juno, á su vez, tuvo su adoratorio para recibir el homenaje religioso de los gentiles emeritanos.

Nuestro amigo el Sr. Izquierdo, entre otras curiosidades antiguas, conserva una lápida donde se halla grabado lo siguiente:

JUNONI SAC.
CLAUDIUS DAPINUS

A. L. V. S.

Esta votiva á Junio, está en un mármol de o'50 de altura, y en cuyos costados se ostentan al alto relieve dos pavos reales, ave dedicada á Juno, de cuya diosa dijo Blasco de Garay: Juno Lucina, que siendo mañera estéril, y sin generación alguna de hijos, tomó por oficio favorecer á las que parían, y por el nega. do uso de ser madre, holgó de ser partera y ayudadora en los partos ajenos.

Pero el templo que tuvo indudablemente más importancia en Mérida, fué el de Marte, que se sabe estuvo inmediato al ce

menterio antiguo de la ciudad, como se declara por una inscripción lapidaria colocada en el frontis del Hornito de Santa Olalla, que dice:

MARTI SACRUM

VETTILIA PACULI

Hace pocos años, en el de 1873, se encontró en el corral de una casa de la calle de las Cruces, el fragmento de una columna de mármol de grandes dimensiones, igual al que se extrajo del mismo sitio, que residió mucho tiempo en el camino del Calvario, y fué trasladado más tarde á la plaza de la Constitución para utilizarlo en la reconstrucción de la fuente de la plaza referida.

En las excavaciones practicadas por disposición de la autoridad local, que produjeron el encuentro del trozo columnario expresado, descubriéronse, además, restos de monumentos simbólicos, paredes sólidas, pavimentos argamasados, bóvedas de gruesos ladrillos, y hasta perfiles de bellos mosaicos, todo ello restos del suntuoso edificio religioso, consagrado al ejercicio de las ceremonias públicas que rendían homenaje al sanguinario dios Marte.

Opinan algunos que estos notables restos arqueológicos constituyeron en su origen criptas, que debieron pertenecer al templo de Marte.

La más practicable de estas criptas alcanzó 10 metros de longitud por 3 de latitud y 1'70 de altura la bóveda, calculándose en 6 metros de tierra los existentes sobre el piso, puesto que en el suelo se distinguen cegadas como claraboyas de medio metro en cuadro situadas sobre arcos que unas criptas con otras comunican. No bajaría de ciento el número de estas criptas.

Todo el pavimento es mosaico de labor sencilla, como destinados á las continuas huellas del público. Y en un rompimiento hecho en una bóveda, apareció una gran losa de mármol de más de un metro de largo, que, al parecer, recubría algún frontis que daba al interior de las galerías. Esta circunstancia, y el per

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