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Este hecho tuvo gran importancia en la historia, pues por la batalla de Matanzas el rey cristiano logró la conquista de Badajoz, y de toda la hoy Extremadura. Fernández Pérez, á la página 121 de su Historia de Mérida, refiere sobre el particu. lar lo siguiente: Destruído el poder africano en la memorable batalla de las Navas de Tolosa, el año de 1212, el rey D. Alfonso IX penetró por estas tierras de Extremadura con un doble ejército, acompañado del Maestre de la orden de Santiago y de muchos caballeros y prelados del reino; y después de ganada la villa de Cáceres el año de 1229, puso sitio á la ciudad de Mérida y la conquistó el día 15 de Enero del siguiente 1230. El rey de Sevilla Abenhut, venía, según parece, en socorro de esta ciudad con un numeroso ejército de moros, y hallándola ya ocupada por los cristianos, se acampó cerca de Mérida, sin duda con el ánimo de sitiarla y recobrarla; mas el rey D. Alfonso le dió batalla y lo derrotó completamente; cuya batalla fué tan célebre en nuestras historias, que en aquellos primeros tiempos no se le conocía á este rey D. Alfonso, sino con el sobrenombre del que venció la batalla de Mérida. Hay quien dice que en esta batalla se apareció el Apóstol Santiago, y en ella murieron veintitrés Caballeros de la orden de Santiago, de quienes se hace mención en la calenda ó necrología del Convento de Vélez el día veintiséis de Enero, que fué sin duda el de la batalla, y consta en un libro del mismo archivo de Vélez, que once días antes de la batalla se tomó la ciudad. En seguida de ella pasó

el

rey D. Alfonso sobre Badajoz, que también la ganó; y vol. viéndose desde allá á León, al tiempo que iba á Santiago de Galicia á dar gracias al Santo Apóstol, murió en el camino de Villanueva de Sarriá el 24 de Setiembre de 1230..

Tales fueron los principales sucesos relacionados con la ocupación de Mérida por las tropas del rey de León. Dada esta ciudad á los Caballeros de la orden de Santiago, cedieron éstos al arzobispo compostelano toda la jurisdicción de la iglesia emeritense, viniendo así á confirmar lo mandado por el rey Wamba,

que trasladó esta metrópoli á Santiago, confirmándolo más tarde Calixto II, como después autorizó Fernando III lo dispuesto por los caballeros de Santiago y lo confirmó el Pontífice.

Y desde 1230 Mérida quedó bajo la autoridad jerárquica de Badajoz, como capital que fué ya de ambas Extremaduras, con Capitán General y autoridad superior en el orden civil. En lo eclesiástico correspondía al gobierno exento de las órdenes militares, diócesis de San Marcos de León, hasta que en época muy reciente fué anexionado este territorio al obispo de Badajoz.

II

Desde mediados del siglo XIII Mérida juega un papel pasivo en las crónicas extremeñas. Perdida su importancia histórica, sin monumentos, con una población muy reducida, se limita á la jerarquía de juzgado de primera instancia, formada por 23 pue. blos y las 35,000 almas de su partido.

Á dos parroquias se circunscribe la autoridad de su clero; la de Santa Olalla (Eulalia) y Santa María. La primera es fundación del siglo XIII ó principios del xiv. Su edificio no es monu. mental, y dentro de él ni el arqueólogo, ni el artista, encontrará nada que admirar, fuera del altar de Santa Eulalia, donde se encuentra la efigie de esta patrona de Mérida, notablemente ejecutada.

En el muro de la derecha de la capilla de los Remedios, se lee la inscripción siguiente:

ESTA CAPILLA DE

NUESTRA SEÑORA DE LOS REME

DIOS FUNDÓ EL MUY ILUSTRE CABALLERO

d. diego de VERA, CAPITAN GENERAL, Y TRECE DE LA OR-
DEN DE SANTIAGO, COMENDADOR DE CALZADILLA, Á
QUIEN LOS REYES CATÓLICOS D. FERNANDO Y DOÑA
ISABEL HICIERON POR SUS MUCHOS Y SEÑALADOS
Servicios, de QUE ÉL Y SUS SUBCESORES EN SU

CASA PUEDAN HACER TREINTA ESCUSADOS CADA
AÑO PERPETUAMENTE. REEdificÓLA SU SEP-
TIMO NIETO D. VIZENTE XAVIER DE VERA,
CONDE DE LA ROCA Y DE EL SACRO
IMPERIO, MAYORDOMO DE SEMANA DE
LA REINA NUESTRA SEÑORA.
AÑO DE 1742.

El capitán general D. Diego de Vera había nacido en Mérida en los mediados del siglo xv. En sus primeros años entró en la milicia y se cruzó de caballero de la orden de Santiago, siendo trece de la orden y comendador de Calzadilla.

En las guerras contra Italia y Francia y contra los moros, y con especialidad las sostenidas en el reino de Granada, á las que ya iba de general, hizo proezas de valor. Por sus servicios los Reyes Católicos le concedieron varias preeminencias y altos honores.

Viejo ya, se retiró á Mérida, donde fundó una capilla en la parroquia de Santa Eulalia, dotándola de mandas y beneficios para su alma y las de sus herederos.

No tenemos otras noticias del general Vera; pero por la relación que se hace en las crónicas de Italia, de las guerras allí sostenidas en tiempos del Gran Capitán, sábese que D. Diego de Vera jugó en ellas gran papel, muy especialmente en los sitios de Arani y Barletta, donde aparece como capitán, después de haber combatido en Garellano con denodado valor.

En el desafío de los once españoles con los once franceses, propuesto por el famoso Bayardo, D. Diego de Vera estuvo á

la altura de su buen nombre y no desmereció en nada, pues se pudo comparar á Diego García de Paredes. En 1530 era ya un afamado general, y su nombre figuró como alcaide de la fortaleza de Mérida en años anteriores.

A su fallecimiento, ocurrido en Mérida, dejó varios hijos, y entre ellos á doña María de Vera, señora muy principal, que hizo muchas fundaciones benéficas.

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La parroquia de Santa María es de la misma época que el templo anterior, y en su construcción se observa que emplearon restos de edificios romanos, pues en varias partes de su fachada se ven trozos de columnas, arquitrabes, frisos y otros restos de edificios mucho anteriores á ella.

Hoy no existen en Mérida abiertas al culto, fuera de estas dos parroquias, más que un modesto templo auxiliar de la se

gunda, Santa Catalina; la iglesia del convento de religiosas de la Inmaculada Concepción; la del Carmen, en el hospital de alienados; la de San Juan de Dios, en el hospital de este nombre; un oratorio particular del Sr. Pacheco y Blanes, en la calle del Obispo y Arco, y el santuario de Santa Olalla, adyacente á la expresada parroquia.

Los antiguos conventos de descalzos, franciscanos y domini. cos, como los monasterios de Santa Clara y de la Piedad, han desaparecido bajo las leyes de la exclaustración y de la desamortización.

III

Muchos hombres célebres ha dado Mérida á la patria en la época moderna, no menos que en la antigua. Los Veras y Cam pos, los Veras Pantojas y los Veras y Zúñiga, ocuparían por sí solos un tomo abultado si hubiésemos de consignar los hechos más notables de todos los de estas familias emeritenses de más gran memoria; más modestos están el cardenal Molina, el obispo Nabas, Gómez Bravo, Fernández de Mesías, Moreno de Vargas, todos historiadores del siglo XVII; Francisco Ulloa, célebre marino del siglo XVI; Garci Gutiérrez de Vargas, consejero militar de Fernando III; Casto González, escritor y erudito del siglo XVIII, y los capitanes Bustamante, Magariño, Becerra y Mendoza, todos célebres en la conquista de América.

Mas sobre todos estos hombres, la familia de los de Vera son las que más esplendor dieron á Mérida en estas últimas cuatro centurias. Pero séanos permitido decir algo sobre los ape. llidos de la Vera y de Vera para esclarecimiento de las dos familias que los llevan.

Son muchos los que con el apellido de la Vera (desde que

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