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yor, hombre de temerario valor, y á quien con razón se le respetaba y le temían todos los magnates de su tiempo. Sobre su prisión en el alto castillo de Magacela, Alonso Maldonado, en su curiosa obra (1), dada á luz en el tomo VI del Memorial His tórico de la R. A. de la Historia, refiere muy al pormenor este suceso en los siguientes términos: Como el maestre y su compañía llegassen á Extremadura, supieron las nuevas de sus enemigos: los quales eran quel maestre de Santiago auia socorrido á Diego de Cáceres y Francisco de Solís con vitualla y gente, y questauan más fuertes que al principio. A esta sazon Francisco de Solís urdió un tracto falso contra el maestre, el qual fué desta manera: quel maestre diese una hija suya á Francisco de Solís para que se cassase con ella... y haziendo esto él entregaria la fortaleza de Magazela al maestre.

Fecho asiento y concierto desta manera, el maestre cum. plió todo lo que de su parte era prometido, mas como Francisco de Solís andaua por engañalle, deste concierto auia dado parte á la condesa de Medellin y al maestre de Santiago y le prometieron todo favor para todo lo que quissiese hacer, y assí Francisco de Solís escribió al maestre, suplicándole quissiese llegar á la fortaleza de Magazela... Pues como el maestre D. Alonso de Monroy partiesse de Montanches con doscientas lanças á yr á ver á su yerno Francisco de Solís á Magazela, hartos malos agüeros vió, que quando salió de Don Benito un cauallo hovero, que él queria mucho, y al presente yua en él, se le cayó muerto entre las piernas. Todos cuantos caualleros yuan con él le aconsejaron que no entrase en Magazela, especialmente Hernando de Monroy, el Sr. de Monroy, se lo dixo muchas veces, diciéndole que de muerto ó preso no escaparia, y que renegase de tal

(1) Titúlase así: Traduccion que hizo Alonso Maldonado sobre los cinco libros de Apiano Alexandrino de las guerras ceuiles, intitulada y dirigida á D. Alonso de Monroy, maestre de Alcántara, con la vida y hestoria del muy ilustre Sr. D. Alonso Monroy, maestre de Alcántara.

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parentesco, y que él no queria entrar en la fortaleza mas que se quedaria en el lugar aguardando lo que subscedia.

> Otros caualleros que con él yuan se hizieron malos. Juan Nuñez de Prado le importunó mucho tomasse el consejo de aquellos caualleros, y que si no queria que se lo uviesse á solas; mas ninguna cosa bastó á estorballe que no llamasse á la puerta de Magazela, y estando llamando un escudero le dió bozes que no entrassen hasta que leyessen aquella carta, la qual era del conde de Feria, grande amigo suyo, en que le decia que por ninguna via entrasse en Magazela, por quel sauia que auia de ser preso. El maestre no quisso creer al conde ni á todos los demás que sobre este caso le aconsejauan, porque estaua ya aparejada la hora de su mala fortuna. El maestre dió esta carta á Francisco de Solís en entrando en Magazela, y quisso ymitar á Alexandre cuando su físico le dió á beuer la purga, que le escriuió un su capitan que no la tomasse, porque él sauia que le auian de dar en ella ponçoña, y assi Alexandre, quando començó á tomar la purga, dió la carta al médico; y assí el maestre dió la carta á Francisco de Solís y díxole: «Mirad, hijo, esa › carta que me escriuen, y assí vereys lo que confio de vuestra persona, y Francisco de Solís le hizo muchas fiestas y rega los. Las mesas fueron puestas y sentáronse á ellas muchos caualleros parientes del maestre D. Gomez (de Solís) con doszientos escuderos del maestre de Santiago y condesa de Medellin, todos bien escondidos.

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>Pues como el maestre D. Alonso de Monroy se sentasse á la cabecera de la mesa, lo primero quel maestresala le siruió fueron dos fuentes de plata, y alçando la una encima de la otra venían unos fuertes grillos. Luego todos los de la mesa y casa arremetieron al maestre para prendelle; él procuró defenderse, mas no pudo con tantos hombres como le tenían, y como se viesse desta manera tractar, dixo á Francisco de Solís: Esto, hijo, ¿es hecho de cauallero hazer tal traycion?> Francisco de Solís respondió: Padre seays vos del diablo, que mio no lo se

reis; y luego le pusieron gruesas cadenas y en una cámara con muchas guardas. Luego Francisco de Solís se hizo elegir por maestre de Alcántara á los comendadores que allí estauan, porque él pensaua osotro dia matar al maestre...

Pues tornando á las cosas del maestre todos se conforma. ron que era bien matarlo luego como persona de quien el electo auia de heredar el maestrazgo... entraron todos en la cámara á donde el maestre estaua preso con muchas cadenas, y halláronle durmiendo, y tan fuertemente roncaua como si estuuiera muy seguro en su cama... el electo... como viesse al maestre dormido tan sossegadamente y no lo pudo creher, tomó una hacha para vello, y desque lo creyó fué por extremo espantado del ánimo deste, y determinó de no le matar aquella noche, pues lo tenia en su poder y lo podia matar cuando quissiese. >

La fuga de D. Alonso, á los siete meses de prisión, fué una proeza tal que merece referirse:

<...El maestre estaua tan desesperado que se concertó con un paje del electo que le diesse un puñal, el qual le dieron, y él estaua determinado de matar al electo en llegándose á él, por vengarse de la traicion que le auian hecho... Entonces el electo uvo noticia desta cosa, porquel paje tuvo creydo que el electo supiesse este negocio primero de otro que dél. Entonces al maestre le echaron muchas más prisiones de las que tenía.

>Pues una noche aconteció quel maestre don Alonso de Monroy uvo una cuerda de ballesta fuerte en las manos, y deshízola, y tomó todas las cadenas que tenía á cuestas, que seys hombres no las alçaran, y se subió á la torre de Magazela, y dando á la cuerda las doblezes que le paresció bastar, la embió la torre abaxo, quedándola arriba muy bien atada, y calçóse en las manos los çapatos y atóse dos ladrillos á los pies por dar con ellos junto. Hecho esto, echó las cadenas de la torre, las quales con su peso baxaron y sacáronle de la torre, y él assióse fuertemente á la cuerda con los çapatos que lleuaba en sus manos; pero todo no valió nada, porque con el peso que lleuaba

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delante, dió muy gran cayda con el peso de su cuerpo que uviera pocos hombres que no desmayaran viéndose tan mal parados, porque á él le paresció auerse quebrado todos sus huesos, y assí fué que las piernas ambas se le desconcertaron de manera que no se pudo leuantar, y las manos tenía todas cortadas hasta el hueso de la cuerda que le pasó los çapatos: la altura era mucha. › Pues viéndose el maestre en tan mala fortuna, fuesse á gatas llevando arrastrando las cadenas hasta un adarue, por donde se auia de boluer á echar. El con su gran corazon y con la agonía de verse libre de su enemigo, echóse del adarue abaxo, que, aunque no fué tan gran caída (pero por ser tan fresca la otra grande) en gran manera fué quebrantado. Pues salido al campo, las cadenas era imposible poderse quebrar. Vió mucho llano á un cabo y al otro monte, y pensó en sí que si se iua al monte, que allí le auian de buscar y no quisso; mas fuesse poco a poco (porque amanescia ya) por lo llano, y metióse en una mata en mitad de lo llano, porque no podia andar paso ninguno por el peso de las cadenas, y por el quebrantamiento de sus piernas y cuerpo, sino yua á gatas y como podia. Sabido esto por la mañana el electo, como el maestre D. Alonso de Monroy era ydo, caualgó con ciento y cinquenta de á cauallo, y uieron la cuerda por donde se auia echado toda llena de la sangre de las manos, y fuesse luego á lo áspero y espesso, y buscáronlo todo; y como no hallassen nada, fueron muy enojados, porque allí pensauan ellos de hallarle, y anduuieron todo el dia hasta muy tarde; mas como quiera que la fortuna le tenia en desprecio y no queria que fuesse maestre (que si entonces se soltara todauía lo fuera sin duda ninguna y se vengara de todos sus enemigos), ya que queria anochescer pasó por lo llano él, y como Mossen Sotto (1) vió estar en la mata al maestre, y luego lo descubrió, el electo fué tan alegre que más no pudo ser, y mandó traer

(1) Fr. Francisco de Soto, clavero de Alcántara, según la Academia.

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