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diputado de las Cortes allí reunidas, ya como militar entendido y de la más completa confianza para el Gobierno, prestó grandes servicios á la patria y á las instituciones liberales.

Á estos servicios prestados á la causa constitucional, base del sistema representativo que reñía encarnizada batalla con los partidarios del absolutismo, representado por un rey indigno del noble pueblo español, debió una gran popularidad el señor Fernández Golfín, hasta el punto que al triunfar el partido liberal, en 1823, fué nombrado Ministro de la Guerra, puesto que desempeñó con gran desinterés y patriótica lealtad.

Vencidos los liberales poco después, los partidarios de Fernando VII iniciaron una persecución sangrienta contra los caídos, y de la que sólo salvaron la vida los que pudieron huir al suelo extranjero. Con el general Torrijos entró Golfín en España en 1830, engañados ambos por falsas promesas, y seguidos de un puñado de emigrados entusiastas por la causa constitucional.

Apenas el buque en que se embarcaron salió de las aguas de Gibraltar, el Gobierno español recibió de ello noticias por el cónsul y preparó las cosas de tal suerte, que supo el rumbo que traía y el punto y día en que habían de desembarcar en España los emigrados. Así las cosas preparadas, apenas pusieron el pie en el puerto de Málaga, los sorprendieron y fueron inhumanamente fusilados en la alegre playa de la bella ciudad de Andalucía. Espronceda dedicó á estos mártires de las libertades patrias aquel bello soneto, que dice así:

<< ¡Helos allí! Junto á la mar bravía cadáveres están ¡ay! los que fueron honra del libre, y con su muerte dieron alma al cielo, á España nombradía.

Ansia de gloria y libertad henchía sus nobles pechos que jamás temieron,

y las costas de Málaga lo vieron

cual sol de gloria en tenebroso día.

Españoles, llorad: mas vuestro llanto

lágrimas de dolor y sangre sean:

sangre que ahogue á siervos y á opresores.

Y los viles tiranos con espanto

siempre delante amenazando vean

alzarse sus espectros vengadores (1).»

Fernández Golfín tenía en 1831 unos 72 años. La vida de la guerra y sus trabajos en la política habían consumido su espíritu, y para más desgracia suya, él, que siempre había sido muy corto de vista, estaba casi ciego.

Conducido por su ayuda de cámara le hicieron subir al suplicio, como refiere el historiador Lafuente, sin respetar sus ver

(1) Antes de desembarcar Torrijos en Málaga, Espronceda dejó á España, escribiendo á la esposa de Torrijos la siguiente carta en prosa y verso:

<«Muy señora mía: Sírvase usted admitir este pequeño obsequio en cumplimiento de las ofertas que no cumplí. He venido á despedirme de usted para Burdeos, y, con el sentimiento de no haberla visto, me ofrezco á sus pies como su más respetuoso servidor.

Á LA SEÑORA DE TORRIJOS

Ya sé que estás enojada

y sé la razón, señora,
que de cortés caballero
falté á la palabra honrosa.

No trato de disculparme, si es mi falta mucha ó poca; sólo se que no he cumplido con mi deber, y esto sobra.

Mas yo sé que en perdonar amables ojos se gozan, que si antes bellos parecen, más bellos son si perdonan.

Tú en mi perdona un culpado, que harto es mi culpa penosa; lleve en mi falta el castigo, que él iba en mi falta propia. Perdóname; así en tus brazos ojalá estreches gozosa

ROMANCE

al que, terror del tirano,

el libre pendón tremola;

al que, en los mares de Alcides (a),
el astro sigue de gloria,
con el ánimo invencible
que ningún peligro doma.

¡Ojalá pronto le abraces,
y le ciñas las coronas
que de laurel á los héroes
tejen Minerva y Belona!

Y en tanto que sus hazañas
la fama al mundo pregona,
tú con plácida sonrisa
admite mi humilde trova;

y espera que pronto el día
llegará de la victoria,
y oirás más altas canciones,
á par con él venturosas.»

J. ESPRONCEDA.

(a) El general Torrijos se hallaba entonces en Gibraltar preparando su infortunada expedición.

dugos ni la ancianidad, ni los trabajos que el ilustre anciano había prestado á la patria.

En Málaga existe el campo de los mártires. En él se levanta un suntuoso monumento á los que con Fernández Golfín fueron bárbaramente fusilados por los enemigos de la libertad, partidarios de aquel malvado monarca que, cuando su pueblo luchaba por la liberación de la patria, él vivía al lado de Napoleón I, humillándose á cada momento para arrancar un saludo al había mandado sus legiones que ocupasen la altiva nación española.

que

Hijo de este desgraciado personaje es el general D. Luís Fernández Golfín, nacido también en Almendralejo, autor de varias obras militares y etnográficas y persona muy respetada en la milicia por su ciencia y los servicios que ha prestado á la patria.

VI

Aparte de la biografía de estos hombres ilustres que conservará eternamente Almendralejo, otro suceso acaecido en sus campos, no há muchos años, nos hará alargar este capítulo. Nos referimos al descubrimiento en 1848, con gran contentamiento de todos los sabios de Europa, del magnífico clypeo (disco circular), del diámetro de 85 centímetros de longitud y 70 de anchura-si mal no recordamos-de 533 onzas y 5 ochavas de peso, construído por Theodosio el Grande el día de sus quincenales (19 de Enero de 393), que representa el nombramiento de un magistrado, y marca, según los eruditos, el tránsito del estilo greco-romano al bizantino.

La aparición de esta joya historico-artística, se juzgó por invención de algún falsario, y hasta el mismo Viu, tan versado

en antigüedades, después de leer el lema que lleva en semicírculo esta joya, quiere como dudar de su autenticidad, suponiendo que pueda ser uno de los ejemplares que se vaciasen con

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DISCO DE TEODOSIO EL GRANDE, ENCONTRADO EN ALMENDRALEJO EN 1847, Y CONSERVADO EN LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

motivo de la subida al trono del emperador Honorio, ó tal vez el mismo original que se fundiese en la Lusitania por algún gobernador que tratara de hacerse propicio con la adulación del joven César. Pero ya se ve que Viu no conoció el Informe

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dado sobre esta joya á la Real Academia por D. Antonio Delgado (1), donde este erudito y anticuario trata magistralmente la cuestión, sin dejar la menor duda acerca de la autenticidad que después, Academia y anticuarios, le han reconocido á una. El Sr. Delgado refiere en estos términos el hallazgo del Disco: En Almendralejo... se ocupaba el jornalero Juan Aguilar, en el día 25 de Agosto de 1848, en desarraigar de malas hierbas una tierra de labor situada á unas mil varas al S. E. de la población, en el sitio llamado Sancho. Como al practicar este trabajo fuese preciso ahondar más de lo necesario, el sonido de un golpe fuerte reveló al jornalero la existencia de un cuerpo metálico, y, en efecto, descubrió y extrajo el disco de plata, cuya interpretación nos proponemos, y con él dos pequeñas tazas del mismo metal, de forma sencilla. Presenciaron este descubri. miento Bartolomé Giraldo, Pedro Lopa y José García, jornaleros que trabajaban también con Aguilar, según resulta de la nota auténtica que para comprobar el descubrimiento se tomó en esta Academia. Hízose público el hallazgo, y conforme á lo dispuesto en nuestras leyes para estos casos, convino el inventor con D. Antonio Martínez, dueño de la tierra, en enagenar los objetos extraídos y aplicarse por mitad su valor... El disco es completamente circular, y el diámetro de 32 pulgadas: es de plata de ley de 976 milésimas, ó sean de 11 dineros y 17 gramos, y pesa 533 onzas y cinco ochavas. La plancha de que está forma do tiene de grueso desde una y media hasta tres líneas. Se encontró doblado por la mitad, y para ello, el que en lo antiguo lo enterró, tuvo que partirlo á golpes casi en todo su diámetro; mas afortunadamente el anverso, ó sea el lado superior, que es donde tiene las figuras del bajo relieve y demás emblemas, al doblarlo ocupó la parte interior, y así se preservó de la oxida

(1) Memoria histórico-critica sobre el gran disco de Theodosio encontrado en Almendralejo, leida en la Real Academia de la Historia por su anticuario D. Antonio Delgado, en Junta ordinaria de 9 de Setiembre de 1848 (Madrid, 1849).

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