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de Viena, en la que Arneth, director del gabinete imperial de monedas y antigüedades, ilustró el Informe del Sr. Delgado con atinadas observaciones.

Pero ninguno de estos académicos ha dicho hasta ahora para qué funcionario pudo Theodosio fundir en Constantinopla este precioso clypeo encontrado en Almendralejo, y este es otro dato por esclarecer en la historia de este monumento tan debatido entre los académicos de Europa.

Por los años de 360 era gobernador consular de la Lusita nia, Vettio Agorio Pretextato, según una lápida que hemos leído en el Museo Capitoliano. Sucedióle en el mando Lucio Nonio Vero. Según una lápida hallada en Módena, patria del referido y publicada por Grutero, este Lucio Nonio Vero fué Presidente de la Lusitania en 390, por nombramiento de Theodosio, y ejerció el cargo hasta 402, comprendiéndole, por tanto, en el pues. to de Presidente en la Lusitania (con residencia en Mérida), las fiestas del 19 de Enero del año 393, en que tuvieron lugar las quindecenuales de Theodosio el Grande, y la proclamación de Augusto como Emperador, hecha por él á favor de su hijo menor Honorio, dato que nos era importantísimo, pues proclamado y reconocido en la Lusitania por Emperador el hijo de Theodosio, sabemos el funcionario que dirigió esta elección, presidió las fiestas (1), y al que indudablemente mandó desde Constantinopla Theodosio este clypeo, cuando le confirmó en el cargo de Pretor y Gobernador de la Lusitania.

(1) Lucio Nonio Vero. Hay una lápida hallada en Módena que la publica entera Grutero, y por ella Lucio Nonio Vero fué Presidente de la Lusitania, Corrector de la Puglia y de la Calabria, Vicario Prefecto por la Italia, con otros cargos. Su presidencia en la Lusitania la tuvo bajo el imperio de Theodosio el Grande, por los años de trescientos noventa. FERNÁNDEZ PÉREZ: Historia de Mérida, pág. 83. .

CAPITULO XIX

Villafranca de los Barros y Los Santos de Maimona.

La Segeda de los celtas y Restituta Julia romana.-Azafra en la Edad-media. La familia de Suárez de Figueroa.

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ATORCE kilómetros de Almendralejo está Villafranca de los Barros que, como Villa-garcía, Villa-gonzalo, Villa alba ó sea Villa-blanca, Villanueva del Fresno, Villa-nueva de la Serena, Villa-arta, ó Villa-harta de los montes, tiene el nombre de Villa y un apellido que indica su situación ó la distingue de las otras. El que lleva esta Villafranca lo toma por estar en la región denominada de los Barros. Población antigua, se conoció en tiempo de los romanos con el nombre de Pereyana, y vestigios tiene su suelo de los pobladores del imperio.

Su parroquial, del siglo XVI, tiene una portada, la del Perdón, que es de muy buen gusto; pero el edificio resulta abigarrado y de estructura detestable, en su interior mayormente.

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Trece kilómetros más allá de esta villa se encuentra la de Los Santos de Maimona, conocida en tiempo de los romanos por el nombre de Segeda-Augurina, asentado donde hoy se ve un arruinado castillo que seguramente es de época romana, acaso de los últimos tiempos de Trajano.

Creen algunos que el nombre actual de esta villa es lo mismo que Los Santos de Marimona 6 Maria-mona, y añaden que este pueblo ha debido tener alguna de las antiguas estatuas de animales como las que se ven junto al monasterio de Guisando y había en Baños de Montemayor, Salamanca y otras ciudades antiguas, y como el vulgo á todas las estatuas ó simulacros los suele llamar santos, á las que hubiese en este sitio, por ser de estructura tan tosca, las daría el nombre burlesco de Marimona (1); pero todas estas suposiciones son fantásticas, porque Segeda-Augurina no quedan recuerdos, y los restos de su castillo denuncian la mano de sus fundadores, los romanos, sin que tengamos noticias del origen moderno del nombre de esta villa que no guarda punto de analogía con el antiguo.

de

Madoz dice (2) que su castillo (situado al E.) se llamó de Marimón, y siendo este nombre árabe, no concuerda con el origen de esta fortaleza, que más que castillo, fué una atalaya en defensa de las antiguas vías romanas que confluían al pie del cerro en que se elevaba.

Era, pues, este castillo, como ya se ha dicho, un baluarte resistente y estratégico, dada su situación; de manera que puede considerarse como la única fortaleza de Segeda-Augurina en sus primitivos tiempos, como lo demuestran las lápidas encontradas en su suelo en épocas anteriores.

Vestigios se encuentran en las inmediaciones de Los Santos, para justificar su antigüedad y correspondencia con la SeguedaAugurina de los romanos.

(1) Paredes y Guillón, en Origen del nombre de Extremadura (Plasencia, 1886).

(2) Diccionario geográfico-estadístico-histórico, tomo XIII, pág. 853.

En el siglo XVII, cuando se labraba el templo de Nuestra Señora de la Estrella, situado en las afueras de la villa, se encontraron lápidas sepulcrales y millarias con inscripciones que no trataron de traducir. Estas millarias corresponderían indudablemente á la vía romana que había de Mérida á Sevilla por la parte de Villafranca de los Barros (Pereyana), Los-Santos (Segueda-Augurina), Zafra (Segeda), Usagre (Ursaria 6 Urbs. Sacra), Villagarcía (Intereamnia), Llerena (Regina Turdulorum y Reina (Regiana), en dirección á Guadalcanal (CanacaSisapo) y cuyas mansiones principales vemos señaladas en los itinerarios en esta forma:

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Otra vía pasaba por Los-Santos; la de Sierra-Morena (Mons Marianus) á Mérida, y cuyas mansiones principales eran

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Los vestigios de esta calzada, en lo que cruza por Extremadura, se descubren desde la dehesa de Santa Julia y la del Encinar, entre Valencia del Ventoso y Calzadilla, Monasterio, Medina de las Torres, Zafra, Los Santos, juntándose con la otra vía que anteriormente describimos, en Villafranca de los Barros y que moría en Mérida.

La fortaleza fué después ocupada por los godos, y en la invasión de los árabes, después del famoso sitio y toma de Mérida, por Muza, un capitán bizarro de este caudillo, llamado

Marimón, ganó la fortaleza; la cual fortificó para su residencia, sirviéndole también como baluarte en la frontera de Andalucía. En tiempos de Fernando III fué conquistada esta fortaleza por las huestes cristianas, cuando ya el pueblo iba extendiéndose á sus faldas, en una feraz llanura de viñedo, olivos y encinares.

Hoy sólo resta de este castillo ruinas y escombros, que han inspirado á un poeta contemporáneo estrofas inspiradísimas (1).

Hasta hace poco existía en Los-Santos el antiguo palacio de una encomienda santiaguista, conservándose aún las extensas arcadas de su amplio patio, su pórtico blasonado con el escudo heráldico de la orden y su alto torreón ya ruinoso á un ángulo del severo edificio.

Pero lo que hay de más notable en la villa es seguramente su templo parroquial de Nuestra Señora de los Ángeles. Su interior, que es espacioso, está dividido por tres amplias naves, separadas entre sí por grandes arcadas góticas, sostenidas por enormes y gallardas columnas de granito del país.

(1) Nos referimos á D. Acacio Cáceres y Prat, quien en su Historia lúgubre, poema que dedicó á su madre, nacida en Los-Santos, tiene versos como los siguientes:

<< Mansión de eternos encantos, un pueblo reposa allí :

es el pueblo de Los Santos, pueblo de recuerdos tantos, tan sagrados para mí.

Con sus huertas y olivares, con su torre que descuella dominando sus hogares, con sus viñas y encinares, con su ermita de la Estrella.

Y allá las ruinas desiertas de un castillo que corona un cerro sobre sus huertas, ¡ quizás las historias muertas de Los Santos de Maimona! De los árabes hechura en sus tiempos más lejanos, fué tal vez su sepultura, al vencerlos en la altura los valientes castellanos.

Con torres, puentes y fosos,
tal vez fuera aquel castillo,
en sus tiempos más gloriosos,
albergue de poderosos
señores de horca y cuchillo.

Hoy ruinas, escombros, nada,
ni un resto monumental
de su grandeza pasada,
ni el pendón de la mesnada
de aquel castillo feudal.

Ya sus torreones gruesos
cayeron, y en cerro inculto
yacen sus muros espesos,
como los fósiles huesos
de un cadáver insepulto.

Y el pueblo, al pie del sombrío
montón de tétricas ruinas,

agrupa su caserío

con un arroyo por río,
entre olivares y encinas...»

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