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judía, posición expresiva de las esperanzas de los que allí repo. saban.

¡Qué contraste tan magnífico presenta este campo y todas estas alturas con las que se levantan á la parte opuesta de la Ciudad, ó sea con la silueta de la sierra de Santa Bárbara! En ésta todo es productivo, bello y poético. Las alturas del Berrocal son graves, sombrías, tristes y silenciosas: aquel es el cementerio de los cristianos; éste es el de los judíos; triste como las laderas del Calvario en Jerusalén; pedregoso y árido como los campos de las ciudades malditas. Cuando algunas tardes del melancólico otoño, en la hora del crepúsculo, nos hemos colocado sobre la altura donde se ostenta el símbolo de este osario; cuando hemos tendido la vista por este campo desnudo de toda vegetación; y cuando hemos contemplado estos sepulcros, nos han venido ideas bien tristes sobre la suerte desgraciada de los errantes y proscriptos hijos de Israel, expulsados de España por una ley á todas luces injusta. Á la vista de este signo y de estos sepulcros no se puede negar la obstinación con que fueron perseguidos y la terrible maldición que sobre ellos pesa. Errantes andan por el mundo, como errantes anduvieron desde su origen en Europa.

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La Aljama o barrio de los Judíos y la Sinagoga estaban en lo que hoy es plazuela de Santa Isabel, de donde se trasladó al convento de Santo Domingo, cuando su fundación.

La Sinagoga se convirtió en iglesia de Santa Isabel, por el nombre de la Reina Católica que los expulsó, y así adonde salía la puerta de la iglesia se llama hoy la Plazuela de Santa Isabel. Después, en tiempo de los Comuneros, quemaron las casas que estaban cerca de la iglesia, y pasando el fuego adelante se quemó ésta. Los incendiarios fueron condenados en 120 ducados, que se aplicaron al cabildo de curas y beneficiados, con la obligación de hacer un altar en la parroquia de San Juan, con la advocación de Santa Isabel, en memoria de la iglesia incendiada. El altar con la advocación de Santa Isabel y San Zacarías le

hicieron colateral, al lado del Evangelio, y sobre el retablo se pusieron las armas de los RR. CC. que habían dado al cabildo de curas y beneficiados el sitio de la Sinagoga y sus adyacen. tes. Se conservan huellas de este incendio á espaldas de la casa nobiliaria que está en la misma calle de Santa Isabel, núme ro I, dando frente á la plazuela, edificio de arquitectura severa, con su fachada del siglo XVI.

Junto al cementerio judío se edificó en principios del siglo XVI un suntuoso palacio por D. Diego Esteban de Carvajal, el cual fué demolido cuando las Comunidades, recién terminada la obra, y aún se ven en pie las hermosas columnas del patio y galería interior.

V

Tiene Plasencia recuerdos muy gratos de los siglos xv y xvi. Su mayor apogeo comenzó cuando se incorporó á la corona. D. Fernando la quiso visitar cuando la redujo á su obediencia, y vino personalmente á tomar posesión de la Ciudad, acompañado de los independientes y nobles Caballeros, de los Regidores y de la gente del pueblo. Para esto llevaron á don Fernando á la Catedral, donde le salió á recibir el Deán y el Cabildo con toda la clerecía. Al entrar en la iglesia le pidieron, la Ciudad, los Regidores, los Caballeros y los mismos Capitulares del Cabildo, que jurase solemnemente no enagenarla, ni sacarla de la corona real, y de guardarla todos sus fueros, privilegios y libertades, á lo que el rey accedió de buen grado prestando el debido juramento (1).

(1) Helo aquí: «En la ciudad de Plasencia, á los veinte dias del mes de Octubre, año del nacimiento de nuestro Salvador Jesucristo de 1488, estando en la

Por estos tiempos la ciudad se engrandeció con la residencia en ella de nobles caballeros y la donación que los reyes le hicieron de fueros y privilegios.

De los últimos tiempos del siglo xv y tal vez conmemoración de la toma de Granada es la inscripción que estuvo colocada sobre el arco de la puerta de Talavera y hoy decora la fa chada de las Casas Consistoriales, donde se ve la lápida que á continuación transcribimos literalmente.

LIBERTAS URBIS COELORUM GLORIAM PANDIT.
INFERNIS MISEROS CIVESQUE OBTRUDIT INIQUOS,
LIBERTATEM URBI PACEMQUE IMPONERE, ET MORES
JUSTICIA ALTÍSSIMI DECREVERUNT REGES HISPANIAE.
DIVUSQUE HERNANDUS DIVA HELISABET SANCTA CONJUX.
DUM REGNUM ET URBIS GRANATE SUBEGERINT ARMIS.
ISMAELIS TERROR HAERESUM FORTÍSIMI ULTORES
QUOS PATER OMNIPOTENS FELICES SEMPER CONSERVET.
VICTORESQUE VALEANT TOTUM REGNARE PER ORBEM.
LAUDIBUS ANGELICIS COELESTIA REGNA SEQUANTUR (1).

Catedral, Iglesia de Santa María la Mayor, de csta Ciudad, el muy alto y muy esclarecido Príncipe, el Rey D. Fernando, nuestro Señor, con mucha gente que con S. A. venia, por ante mí, Ruy Gonzalez, Escribano público, del número de la dicha Ciudad, por los Regidores, Caballeros y beneficiados de la dicha Iglesia fue pedido á S. A. hiciese el juramento siguiente: Que V. A. jure á Dios y Santa María, y por estos Santos Evangelios, de guardar, defender y amparar al Concejo, Regidores, Caballeros, Escuderos, Escribanos, Comun, Vecinos, y Moradores de esta su Ciudad de PLASENCIA, en sus fueros y privilegios, mercedes, libertades y franquicias que esta dicha Ciudad y personas de ella y su término tienen así de los Reyes, de gloriosa memoria, vuestros antepasados, como del Conde D. Pedro de Zúñiga, y del Duque D. Alvaro, su hijo; y las ordenanzas, usos y costumbres que la dicha Ciudad tiene, así ahora ó en todo tiempo. Diga V. A. Sí juro. Y dijo el Rey. « Si JURO. » Si así lo hicieres, Dios Padre Poderoso os ayude en este mundo el cuerpo, y en el otro al ánima, con acrecentamiento de muchos y mas keinos y Señoríos, y lo contrario haciendo os lo demande mal y caramente. Diga V. A. Amen. A lo cual todo S. A. respondió. «Sí JURO, AMEN.» Y fueron presentes por testigos D. Francisco de Zúñiga, y Gutierrez de Carvajal, y Garci Lopez de Carvajal, y Gonzalo de Salazar, y el Arcediano de Plasencia D. Sancho de Carvajal, y Juan Fernandez, Notario, vecinos de la dicha Ciudad, y otros muchos Caballeros que con S. A. venian. E yo el dicho Ruy Gonzalez, Escribano público, sobredicho, presente fuí á todo con los dichos testigos, y por ende fize aquí mi signo tal. En testimonio de verdad Ruy Gonzalez, escribano.»><

(1) Traducida dice así:

La libertad es para la Ciudad una manifestación de la gloria de los cielos.

En 1500 se comenzó el Puente Nuevo, terminado en el año de 1512. Su verdadero nombre es Puente de la Isla. Todo él de sillares, su arquitectura es poco elegante. En medio de la acitara de la mano izquierda según se va desde la ciudad, se levanta un templete donde está colocada la Virgen, con la advocación de Nuestra Señora de la Cabeza. En el pedestal ó zócalo de este templete hay una inscripción gótica, que aunque bastante confusos sus caracteres, todavía está legible y dice así:

ESTA NOBLE CIUDAD DE PLASENCIA MANDÓ HACER ESTE PUENTE DE LA ISLA REINANDO EL REY D. HERNANDO Y LA REINA D. ISABEL NUESTROS SEÑORES, COMENZÓSE EN EL ANO DEL SEÑOR DE MCCCCC (1500) É ACABÓSE EN EL DE CCCCCXII (512) A SEIS DEL MES DE ABRIL. FUE EL MAESTRO DE ELLA MAESE RODRIGO DE ALMAN.

En frente de esta inscripción, á la parte que cae á la Isla, está el escudo con las armas de los Reyes Católicos.

Al mediar el siglo xvi, el barrio de los moros en Plasencia comprendía unas 1000 almas. En 1589, de las relaciones remi tidas á Felipe II por los arzobispos, obispos y otros prelados eclesiásticos, del número de moriscos que había en sus respectivas diócesis y territorios, resultaron en el obispado de Plasencia 1618 moriscos en esta forma:

La libertad lanzó á los avernos á los desdichados ciudadanos que la contrariaban.

Los reyes de España, el esclarecido Fernando y la egregia Isabel su santa cónyuge, representantes de la justicia del Allisimo, decretaron dar á Plasencia libertad, paz y leyes, en tanto que entraban por la fuerza de las armas en el reino y la ciudad de Granada.

Terror de los agarenos y fuertes vengadores de las herejías, el Dios omnipotente les conserve siempre felices.

Que reinen victoriosos en el orbe, y las alabanzas angélicas les sigan á las celestes mansiones.

Los dos primeros versos de esta inscripción aluden á la emancipación de la ciudad del señorío de los Condes, y á los desdichados partidarios del mismo conde, vencidos por los pronunciados placentinos. También se hace alusión en esta inscripción á la toma de Granada, que fué en el mes de Enero de 1492.

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