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CAPITULO VIII

Castræ-Juliæ.-Trujillo en la Edad-media.
Trujillo en los tiempos contemporáneos.- Sus hijos célebres

I

LINIO cita entre las ciudades lusitanas á Julia, pueblo contribuyente, pero no municipio romano, y menos colonia, como algunos suponen. Se co. noció desde los primeros tiempos de la invasión romana, con el nombre de Castra Julia, que es lo mismo que fuerte juliense ó castillo de Julio.

Trujillo suponen algunos que se deriva de Turris Julia, nombre antiguo desconocido, por lo que le derivan otros de Castrum Julium y dicen que de Trum Julium quedó Trujillo. Es probable que al recibir el nombre que hoy tiene no supieran los que se lo dieron que se llamó antiguamente Castra Julia, y le darían el de Trujillo sólo porque sus edificios estarían revocados y se verían blanquear desde larga distancia, como hoy se ven, pues Trujillo

quiere decir encalar 6 blanquear, según Paredes y Guillén (1).

Que es pueblo de antigüedad suma lo acreditan las ruinas que conserva en la parte alta de la ciudad, donde se han encontrado multitud de inscripciones, de las cuales las únicas legibles son éstas:

CILIVS
CAENONIS

F. APVLVS

AEACO

V. S. L. M⋅

que quiere decir: Celio Apulo, hijo de Cenón, hizo un voto á Faco. Este Faco, con Minos y Radamanto, según la teología pagana, juzgaban las almas apenas se separaban de sus cuer

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Esto es: Tito Julio Nicerano, de edad de ochenta y tres años, está aquí sepultado. Séate la tierra leve. El mismo se erigió este sarcófago mandándolo á su muerte.

En el brocal del pozo que hay en el castillo se lee esta

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Sobre la parte superior de esta piedra hay una cabeza muy mal tratada.

Suponen algunos eruditos que Julio César fué el fundador

(1) Origen del nombre de Extremadura, pág. 50.

de Trujillo (1), afirmación que no puede comprobarse hasta hoy por ningún hecho de notoria autoridad; pero los nombres de Cas træ Cæcilia y de Norba-Cæsarea van casi siempre unidos al de Castra-Julia en la geografía antigua, deduciéndose de este hecho que las tres poblaciones lusitanas pudieron ser de igual época.

Los que remontan el origen de Trujillo á los tiempos más antiguos, lo creen fundado por los Framontanos Celtiberos, raza de pastores que vivía de la trashumación, entre los Extremos y las Sierras, como decimos en el principio de esta obra; pero la prueba es muy difícil, y por más que sean muchos los cronistas que admitan tal afirmación, nosotros no podemos traerla aquí como de autoridad probada.

Sábese que en los tiempos de Augusto había en Trujillo una fortaleza inexpugnable, albergue de un pequeño pueblo, citado por Plinio, con el apellido de Julia. No existen inscripciones que autoricen la antigüedad de estos muros, pero como restos de ellos se ve la famosa Torre Juliana, que formaba parte de aquellas fortificaciones y que aún existe en pie para testimonio de la ciudad que fundaron los romanos, á la cual pertenecieron las inscripciones que copiamos al principio de este capítulo y otras publicadas por varios autores y halladas todas dentro del perímetro murado de la Castra-Julia.

Refieren las crónicas y cuenta la tradición que en la Torre Juliana apareció la imagen de una Virgen que denominaron de la Victoria, por coincidir esta aparición con el día en que se ganó Trujillo á los infieles, hecho que se canta por nuestro antiguo Romancero en versos como éstos:

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(1) Historia y santos de la muy noble ciudad de Trujillo, por D. Juan Solano de Figueroa y Altamirano, doctor teólogo, arcipreste de Medellin y Comisario del Santo oficio de la Inquisición de Llerena (Ms.).

contra la gente pagana

os mostraste, madre nuestra. >>

Es una leyenda igual á la del cubo de la Almudena, de Ma. drid, y á otras tantas, por igual patrón cortadas, y que las gentes sencillas han aplicado á la conquista de cualquier castillo español.

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En la Torre Juliana hubo, hasta 1823, la colosal estatua de piedra de un emperador romano, que las turbas desenfrenadas, al iniciarse el movimiento político del año citado, derribaron, arrastrando sus trozos por las calles de Trujillo, al grito de ¡Abajo las cadenas! y ¡Viva la libertad! con que se desahogó el pueblo en aquellos días que enterró el absolutismo y todos los privilegios irritantes con que hasta entonces se distinguía á los nobles.

Créese que esta estatua era la de Julio César, y daba nom. bre á la torre; otros la suponen de Trajano; pero no correspon. día este emperador con la denominación de la torre, ni con la tradición de su origen, y suponemos que sería la de César, en cuyo caso la torre, que necesariamente debió ser coetánea á la estatua, es del año 706 de la fundación de Roma, que corres. ponde al del 47 anterior á la era vulgar, en que comenzó la dictadura este emperador y su mayor apogeo también con sus conquistas en la Península Ibérica. Pero nada conocemos escrito sobre el particular, y Trujillo no tiene historiador que haya recogido sus antigüedades, así es que en esto, como en todo lo que á esta ciudad se refiera, sobre su pasado, nos hemos de atener á noticias rastreadas de citas y referencias de escaso valor que hemos encontrado á nuestro paso por el país, y en algunos manuscritos antiguos.

II

Los godos primero, y los árabes después, pasaron por esta población sin dejar grandes recuerdos de su dominación en ella. Sin embargo, sábese que los últimos la fortificaron con obras de defensa en su parte más elevada, construyendo en el siglo xi su alcázar ó fortaleza, que después reformó, en 1449, D. Alvaro de Luna.

Aún se conservan restos de este castillo que tantos asaltos ha sufrido y tantos grandes hombres ha albergado. Guerras civiles, obstinadas resistencias, luchas de bandos, estrecheces de extranjeros, en la antigüedad portugueses, franceses en época reciente, y hasta la última guerra de Sucesión han pasado sobre los muros de esta fortaleza, procurando con ardiente saña postrar sus fuertes muros y altos torreones: el castillo de Trujillo,

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